lunes, 28 de febrero de 2011

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 26-02-2011




GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 66- 26/02/11
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa


Todos los dibujos son de Miguel Oscar Menassa



Poema de Amor Número Cero

"Si la dicha es redonda

está en tu cero."

Rafael Alberti

I

Adusto tribunal de lo incompleto,

senténciame, cimiento que no acaba,

y déjame vacío de tu nada.

Ya sin cuerpo se ríe mi esqueleto...

Entera estará mi alma, pero miente,

y los huesos sin boca se derrumban

haciendo un vano estruendo de preguntas.

¿Qué dirá tanto en mí lo diferente

para quererte oír toda la sombra

hasta partirme el sol contra la muerte?

Es mi cuerpo palabra que te nombra,

a ti se alejan drásticos seísmos

y en mí crean la boca que te abre

una canción de amor en el abismo.

II

Redonda dicha,

en ti comienza la cuenta

antes de comenzar.

Bello límite del mundo,

tu lo denuncias y produces.

Y tras de ti se rebela

una nueva materia

que será forma humana.

Eres el cero de las palabras,

aquella que siempre busco

frenético entre millones.

Tal vez entre muchas... me digo,

y comienzo el esbozo.

Las palabras escritas,

te han formado un círculo

en el que estás faltando.

En el centro de mi ser

te añoro. ¿Como llamarte?

Da pues a mi nombre,

un nombre.

Kepa Ríos Alday

DOS MUJERES CUMPLEN AÑOS

Un comienzo nace rigurosamente nuevo

como si lo hiciera desde hace siglos,

como si no hubiera sucedido jamás.

Dos mujeres hechas en palabras escritas,

entre letras siempre vivas, entre varias pasiones,

dos mujeres abiertas a un futuro incierto.

Catorce veces ocho y un sueño encabezando

la distancia a tierra, la diferencia que dista

entre una vida calculada y el goce de vivir.

Se abren las bocas y se cierra la oscuridad

que ciñe los surcos intransitables del ocio

los garfios de la nostalgia marchitada.

Caían sobre el trabajo como el mañana

sobre los bordes del ahora, como la risa

sobre las bocas más preciadas del siglo.

Entre todos los sabores saben distinguir

que ninguna soledad es compañía,

que alguna historia llevará su marca.

Dos mujeres en la fila de la Humanidad laboriosa

se dejan notar , se abren de par en par,

y haber nacido y dejar nacer constituyen su algarabía.

Amelia Díez Cuesta


Niña te llevas todo el amor que es tu patrimonio.

Yo que de pequeña alimenté tus sueños

puse flores bajo tus pies de bailarina

para que la belleza se aposentara en tu alma.

Te serenabas en los brazos de tu padre

sonreían todo el tiempo tus grandes ojos verdes.

Te acunamos con tangos, te embriagamos con versos,

Mientas crecías con arrojo y tesón

Para dar paso a una poeta

Una médica del alma.

Renuncio a aquel amor antiguo para verte una vez más,

mujer, forjar tu propio rumbo, elegir un hombre para compartir

esta experiencia alucinante de la vida.

Amor, tolerancia, deseo, trabajo, coloco en tus alforjas,

para que toquéis los más altos designios de lo humano.

Olga de Lucia



FRUTA PERFECTA DEL PORVENIR

Para Olga en sus 64 años poéticos

Más años hacen tu sonrisa más bella

y tus palabras medidas van haciéndose sabiduría.

Intensa tras tu aparente calma

tu quietud permite al volcán

que siempre te acompaña,

iluminar, lava y llamas, la noche.

Eres para todos nosotros, el ancla

la playa segura entre tormentas.

El amor tejió sobre tu piel

explosiones siderales

remansos de paz tras la guerra..

Un día diste todo: Tu juventud, tu belleza, tu silencio

tus palabras futuras, tus hijos por nacer

a la sabia locura del poeta.

Versos enigmáticos y bellos puntúan tus años.

Marcan el camino de la libertad.

Claire Deloupy

ANTE EL TRIBUNAL.

Goethe

Señor Juez,

la precipité sobre una nube de fuego

para que el viento arrebatara sus cenizas al cielo.

Solo quería ser del muro que separaba sus vidas

dos alas abiertas al amanecer,

en una calle solitaria,

rota por el grito hambriento

que cerrara la puerta a la estupidez.

Dejar al silencio guardar, guardar,

guardar el trampolín enajenado de la nada,

nada que ríe, nada que goza,

nada que se pudre en medio,

sin poder comulgar a los muertos

hacia este sendero donde habita la mirada.

Nada, nada quiero de tu corazón, le dije,

al que marcha con la verdad como un sexo virgen

dispuesto a comerse todo lo que toca

destruir su compasión, su vergüenza,

arrebatarle despiadado a un anciano su vejez

y hacer de ella el canto de todos los cantos,

la vida de todas las vidas,

penetrar una y otra vez

rítmicamente diferente y sin sentido,

¡sin sentido señor Juez, sin sentido!

Si, yo lo maté,

culpable de matarlo soy

arrodillada con su sexo cubierto por el amor

abrí el sosiego de mi alma fornicada y dormida

para acabar con lo que nunca tuve

para romper de un golpe todas las posibilidades de Ella,

la que duerme, la que calla, la que no mira a los ojos.

Sí, yo quería los encuentros,

y también era la que me iba

para que él dijera: vuelve.

Sola y estática en un estanque sin olas,

muerta de frío,

esperando.

Y esperar para qué señor juez, para qué.

Si, también la maté,

porque esperar, para qué, para qué.

Susana Lorente.

POEMA DE AMOR

V

Barcos incrustados en tus ojos

parten del corazón en líneas divisorias

distribuyendo el alcance de la voz.

Distraída de mí,

hago ejercicios con tu cuerpo

y mis manos descubren

resquicios de amor.

Cruz González Cardeñosa

POEMA DE AMOR

¿Y si el órgano delira

de dolor en su argumento,

qué hará de su función

el tono templado de su hueco?

El órgano en su silencio

se arrepiente y tiembla

pensando en su miseria.

Ruge en ecos como un mar

con aullidos de sirenas,

presagiando en cada ola

una tormenta.

Brinda con su copa

por la salud del trueno,

en la cúspide marcial

donde alucina al viento

sus sombras de pájaros adversos.

Ruy Henríquez


POEMA DE AMOR DESCONOCIDO

Soy el vicio en que las camelias arrastran su sexo enamorado.

Desvencijado sexo por el sol.

Disecado por la estridencia alumbrada en los hombros de la muerte.

El inventario de versos que en un arrebato de párpado arrastra la libertad, mientras los centinelas, agotando los colores de la juventud, y una vaca vacía del espanto, zarpan dirección a la última mirada del otoño.

Entre abedules centelleantes en las tinieblas, la blancura de princesa de sueños occisos con que los amantes muerden sus ojos, cae.

Es un perfume triste y parpadeante en la figura de los hombres.

Virginia Valdominos


A OLGA DE LUCIA EN SU 64 CUMPLEAÑOS

Lanzas los dados, y un seis y un cuatro señalan el camino,

inauguran una belleza inconocida, belleza de seis décadas

y cuatro diamantes incrustados al costado de tu noche.

Clamorosos, tus sesenta y cuatro años se alzan

sobre el vacío de las horas por venir

se enredan primorosos en tu pelo azabache,

hacen brillar de tiempo tus pupilas.

Como vino en la barrica de los versos,

los días coronan tu beldad.

Gracias madre, por acunar

en tus manos mis sueños y dejarlos volar

por conducirme a las puertas del amor

y mostrarme caminos del deseo.

Tierra generosa y fértil

donde crecer al abrazo de tus gestos.

Se abren tantas puertas como años al futuro luminoso,

recién nacida estrella de sesenta y cuatro intensidades.

Alejandra Menassa


LA CARNE

Al cumplir 49 años

Esta vez, sí ha pasado el tiempo.

Una hendidura divide mi pecho

entre la exuberancia de las manos

y matrices de hembras, que alguna vez fui.

Nunca trepé por mi historia,

más bien, me complacía en exasperar

preguntas y remachar el presente,

como si jamás hubiese perdido nada.

Bajo la idolatrada piel,

caparazón omnipresente de mis despojos,

estrella de idas y venidas a lo infinito,

se destapaba, ahora, mi carne en titulares.

Había intentado esquivarla

ignorando su voracidad imprevisible.

Exenta de circunloquios, esa carne

exigía un lugar en mi alma.

Algo aturdida por el encuentro,

busqué en los archivos de mi ser

los útiles precisos para desmenuzar

tamaña invasión sobre mis huesos.

Hubo siglos de incertidumbre

donde ella apenas existía,

humillada, desaparecida, ausente

de aquella estructura de fibra y metal,

hebra y sarmiento, que se retorcía

sobre sí misma a espaldas del volumen.

Fueron tiempos de afilado perfil:

hasta mi sombra, alucinaba su extinción.

Después, el cosmos trituró proporciones,

pesos y medidas fueron alterados

bajo el capricho de los dioses que, impunes,

ensayaban su sarcasmo a mi alrededor.

Hoy, en el límite exacto de tu nombre,

quiero firmar la paz: compartiremos

cuerpo y palabra, sin tiranía,

hasta que el tiempo diga: se acabó.

Carmen Salamanca


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