sábado, 28 de marzo de 2009

TALLER DE POESIA DE LOS SABADOS. 28-03-09







GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA
NÚMERO - 10- 28/03/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa










Cuadro: La gruta de tu alma. Carmen Salamanca





CUANDO LENTAMENTE DESNUDAS TU PIEL

Cuando lentamente desnudas de piel tus alforjas,
remachas la deuda permanente, amordazada
entre giros del alma, y renuncias al maltrecho espécimen,
desahuciado, que te nombra en cada esquina y sin redobles.

Mientras veteranos dioses refrescan su codicia
con el pan nuestro de cada noche,
y retumban alabanzas en el enconado espíritu,
amañado, de fervorosas huestes del bien.

Cada vez que despiertas, entregado a la tarea
de ganar el cielo sin fronteras en las márgenes
de oriundas, renombradas servidumbres
de una multitud enfrentada, sin remedio, al olvido.

Cuando, al fin, serpenteando la costumbre,
aminoras la caída en cóncavas sinfonías recurrentes
a un destino en retirada, y rumias a dentelladas
ese espasmo que implora salvación en tu garganta.

Cuando eso ocurra, no te detengas,
escucha tu silencio especular con el viento,
escúchalo porque tu silencio habla.




Carmen Salamanca
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Cuadro: El columpio. Carlos Fernández del Ganso


EL PACTO PERMITE RESISTIR

Te saludo, vida, hoy toca devolver la hora del intercambio
que nos prestó el otoño señor de la promesas.
¡Cuántas voces aullarán la costumbre de hacerse ley
en la impronta rocosa que impide el nivel del silencio!

Algo inmóvil, querida vida, muere hoy
y deja una sombra tan sublime como centenaria.

Los arcanos mayores del parentesco cantan cuando llueve y
tiemblan al crujir de los huesos, y enmudecen la nausea vecina.

La tradición en la podredumbre de la selva agita los músculos.

Caminar sin esperar nada es un clima respiratorio,
un pie después de otro, silbando por las calles una canción.

La palabra, amada vida, revaloriza, rebela, insufla
las velas de la distancia, como una zanahoria de lejano destino.
Resistir, dicen en la trinchera, cuando las invisibles balas
del invencible tiempo, nos mira entre los ojos cual diana o perdón.

Entonces, descorchamos todos nuestros tinteros.
desenfundamos los estoques de la precisión,
cargamos con adjetivos de -nitrato ni perdón- las flechas de la pasión
y sin retorno posible ponemos en la red palabras y, así resistimos.

Carlos Fernández






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Cuadro: Los traficantes de sueños. Amelia Díez

ESCUCHA UNA VEZ MÁS LA PALABRA QUE NACE


Escucha una vez más la palabra que nace
lejos del ruido y la furia, en el malogrado
espíritu de la masacre que se desliza.
Escucha sólo la palabra que se hace
entre palabras, entre otros, entre pactos,
aquellas que nacen de la máquina del silencio
aquellas que se mecen sin misión ni sumisión
bordean sin previo aviso la lujuria del habla
rugen como nada ni nadie y hacen nacer
lo que antes no existía, amor y goce,
hombre y mujer. Rotos los misterios
nada queda sin habla, todo es palabra.
Escucha tu silencio y desde allí, habla.




Amelia Díez Cuesta






ARCÁNGELES VACÍOS


Arcángeles vacíos los que yacen
bajo las argucias de la razón
sobre las sabidurías más populares
en el centro de nuestros co-razones.


Amelia Díez Cuesta


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Cuadro: Los brillos de la noche. Miguel Menassa



HÁBILES TORNADOS


Pasan las horas
y el silencio se ciega en murmuraciones.

Las profundas cavernas del hombre
susurran con voz grave, ásperas melodías,
que, como hábiles tornados, lo destruyen todo.

Imbuida en intensas magnitudes,
paroxismo de filiales encuentros,
desato viejas cadenas
y el miedo se convierte en distancia.

Ahora, escucho el silencio que me habla
y la muerte no es más, el final de nada.


Magdalena Salamanca
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Cuadro: Pájaros Marinos. Claire Deloupy



EL SILENCIO Y SUS PALABRAS


Silencio, nunca hubo en mí.
Hubo ruido de cadenas
y el rumor del viento.

Ven, te cambio mi nombre por un poco de silencio.

Florecerás por las noches
entre espanto y ternura
ahí donde poco importa quién habla.
Sólo importa que las palabras sean dichas.

No tortures al silencio.
Alcánzalo.

No rompas al silencio.
Disfrútalo.

No huyes del silencio.
Afróntalo.

El silencio está más cerca de la palabra.
La palabra requiere su tiempo de silencio,
su lado oscuro
su callada tierra
para surgir, exuberante y pausada
como una reina de antaño
que sabe que un destino no se compra.
Tampoco se compran los muertos.
Ya han muerto.
Y su silencio hiere hondamente
por nuestro propio silencio futuro.

Por eso amo al silencio.

Por su dulzura eterna
su espesura de nube
su peculiar vacio de abismo
capaz de generar
todas las palabras necesarias.

El silencio ¿es lo callado?
¿o el silencio es lo que permite escuchar?

Nunca hubo silencio.
Siempre se alzó
entre mí y el vacio
entre mí y el infierno
una voz humana.

Hay silencios tan densos
más fuertes que un grito.
El grito incontenible del malherido
Está arropado por el silencio.

¡Ven, dolor animal!
Te arrojaré al silencio.
Haré del silencio
tu tumba o tu bálsamo.

Con los años aprendí a hacer silencio,
callar a mi ruidoso corazón.
Mas se despierta a veces
como el Vesubio en invierno
y su lava ardiente lo sepulta todo.

Pasa los días.
El silencio aguarda.

Para escuchar
Hay que hacer silencio.
Después
escuchar el silencio
tu propio silencio.

Vengo del silencio de la materia
y sin embargo,
hablo.

Claire Deloupy Marchand


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Cuadro: Volutas de libertad. Cruz González.






¡DÉJENME VIVIR!

Una barca cruza el lago de tus sueños baldíos
barcaza de sombras cantando su canción del adiós.

Burdos transeúntes de lunas y astros vienen a decirme
que el mundo donde habito dejó sus palabras
tomó entre sus manos cañón y fusil
y quemó rastrojos de tiempos futuros
para que la sangre que fluye desnuda
por los matorrales jóvenes de abril
no llegue a su cauce, no llegue a los montes,
se quede en los cuerpos que van a morir.

El hombre es de piedra, granito o marfil,
sus manos de hierro, su piel es añil.
Párpados vacíos de matar palomas
genio enfurecido de tanto morir.

Las reglas son otras entre forasteros
existen palabras que hay que decir:

Si quieres un beso lo habrás de pedir
y si te molesta un pie sobre el pecho
que aplasta los huesos y cansa los labios
cortés y tajante habrás de decir:
¡Déjenme vivir!

Cruz González Cardeñosa





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Cuadro: La calma después de la tormenta. Olga de Lucia.
EL SILENCIO AMURALLADA ROCA


El silencio amurallada roca
resistiendo a la vibrante pulsación del deseo,
como paisaje de invierno esperando sus primeros brotes.
Azules mariposas se posan sobre mi piel,
acarician mis alas mustias, desoladas.

Clamo al cielo que algún meteorito
haga estallar la férrea razón
y el estruendo se escucha hasta el confín del universo.
Late en las estrellas su ser fragmentado,
busca unir sus pedacitos
y lloran los oboes
porque no puede construir su propia imagen.

El silencio crece en su pedestal
mientras rumia venganzas imposibles.
El silencio se aposenta bajo las tenazas del pudor
y amortaja las pieles que queriendo volar
quebraron sus alas.
Sopla el silencio en la quietud de la tarde
nubla los ojos de nostalgia,
se apodera de los amores y los llantos,
lame insidioso el placer de lo estático.

El silencio como muerte en la presencia del hablar.
Éter enardecido permeable a las voces
que brotan de mis dedos sin control.
Como locas me dictan sus sonidos
y es ahí, cuando amanece.
El canto de los pájaros acompaña alborozado
el torrente de palabras que se imponen
a la inmaculada página
alumbrando del ser viviente alguna verdad.


Olga de Lucia
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Cuadro: Estoy ocupado en varias cosas a la vez. Miguel Menassa


ESCUCHO ESTE SILENCIO

Escucho este silencio
y sin ninguna fe
recorro su aliento,
lo acomodo
en el alma que no tengo,
y un suspiro de mil lágrimas
golpea lo siniestro.

Todos los amores
fueron quedando opacos,
vándalos insaciables
esperan el estruendo.

La firmeza del tiempo
fue rayando
los costados del sueño,
virtuosos poderes
encerraron silenciosamente
este misterio.

Lucía Serrano





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Cuadro: Caravana de luz. Miguel Menassa






ESCUCHÉ MI SILENCIO

¡Oh silencio..., silencio.

El murmullo humano que envolvía el mundo
desapareció tras la mágica luz de un relámpago
cayendo de la pesada atmósfera que sorda enmudeció.

Traficantes del misterio y de la soledad
se vieron descubiertos en la blancura de sábanas
sonámbulas que se debatían entre el abrigo y la amenaza
y toda la comarca de ese cuerpo sufrió de falsedad.

Lejos un dormitorio enfermo marca un hueco de ausencia,
se caen los párpados nocturnos, todo termina.

El rostro de la bella desorbita sus sienes,
arranca pulsos de relojes detenidos,
se sueltan las horas del cuadrante,
y el dedo cruzándole los labios ahoga la canción del viento.

¡Oh silencio... silencio

No me pidas que despierte
toma tu transparencia impenetrable
y déjame en el mundo erguida y sola
que quiero dirigirme hacia el agua pura que cae del instante
para empapar la espera sin que nadie se espante
y pueda ser interrogada hasta el agotamiento.
Cuando no queden palabras
quisiera que me acompañes al fondo del océano
porque pienso ordenar que se derrumben las alturas
y que me mire el sol con ojos de cuaderno.

Norma Menassa

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Cuadro: Ella y su deseo. Miguel Menassa


ESPACIO DEL TIEMPO, EL SILENCIO HABLA

Escucho mi propio silencio
cuando en la tarde rumorosa
la calle va poblándose de ruidos,
de gente, de vocingleras palabras...
Me dice del miedo y me dice del amor
va construyendo en mí fantasías,
ideas
que luego se vuelven acciones,
actos de mi vida.
Cuando me doy cuenta
que el futuro es una construcción
de palabras y silencio
un temblor inquieto recorre
mi cuerpo atemorizado.
Camino por la vereda
cruzándome con personas
que hablan o pasan calladamente.
Me pregunto
¿se escuchan? ¿viven?
Responde mi silencio
adjudicando a otros
mis ilusiones más delirantes.
Sonrío, puedo darme cuenta
que soy yo quién las permite
cuando escucho mi propio transcurrir silencioso.



María Chévez

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Cuadro: Baile de sombras. Miguel Menassa.


BALADA DE AGUA BAJO EL MAR

Baila el mar con la delicadeza de todos los que escuchan
en cada ola el estío de la vida,
que se extiende, en el brillo del silencio.

La madrugada cabalga sobre la arena,
junto al rumor del viento vacío
y en el silencio soberano,
ella cae
sin sufrir,
en la oscuridad del anochecer.

Escucha su silencio y se percata:
escribe una luz y un escalofrío fugaz.
Vislumbra un corazón
que quiere ignorar la muerte,
sus ojos, y el vértice de cada latido
esperando la palabra próxima para poder partir.

Cabalga enredada en las sombras. Se queda quieta,
suspendida en el crepúsculo
que pasa ante sus ojos abiertos
que dicen, del silencio,
el filo de la verdad.

Mónica López Bordón
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Cuadro: Huracán de silencios. Manuel Menassa




ESCUCHA LA AURORA

Escucha la aurora
danzando muda en el aire,
silencio de soles, de pájaro leve
volando sobre el agua.

Silencio de cebolla,
de muebles,
de utensilios de cocina,
de libros cerrados, en fila,
uno y luego otro y otro
como si fueran los libros
delicados silencios.


Silencio de aquel que marchó hace tiempo
o de aquel que no ha llegado y desconocemos
Silencio anónimo que nos representa
en un sin fin de aliteraciones.


Qué todo hallas cuando no hay nada.
Qué nada inscribe el tumultuoso silencio
cuando reconoces todas las ciudades de Europa
por la característica mudez de sus noches.

Manuel Menassa

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Cuadro: Tango II. Miguel Menassa






LAS VIRTUDES DEL SILENCIO

Aprendiste a parir tus miedos entre sombras,
generando un batallón de escuálidos guerreros.

Te sumergiste en las fuentes amargas
que manaban de tu corazón enfermo,
para tratar de calmar tus gritos
ante el horror de tu inmensa pequeñez.

Durante siglos, fuiste esclavo de ti.

Tus pesados engranajes hicieron del amor
tu dolencia,
y no quisiste ver
que el tiempo de otras vidas también se termina.

Tuviste que morir entre pesadas obligaciones
de indigente- señal de los muertos que vivían en ti-
para arrojar el musgo que ahogaba tu respiración,
cuando decidiste nacer de nuevo.

Esta vez el dolor podrá esperar.
Las virtudes del silencio,
generarán en ti otros Dioses, -quizás menos auténticos-
que vivirán en el crepúsculo de tu mirada altiva
sin crueldad.

Y ya no tendrás vergüenza cuando amanezca
el día y te vea desnudo, cubierto de vida.


Miguel Martínez Fondón





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Cuadro: Encuentro inaudito. Miguel Menassa


INVITACIÓN AL LLANTO

Junta tus manos, cúbrete el rostro y llora.
Llora largas noches de estío punzadas de amargos alfileres,
de palabras carcomidas,
de nauseabundos ríos sin cauce,
de sumisiones cultivadas de terror y espanto.

Llora y no te contengas,
ante el estúpido pretexto
de elegir el fútil designio de esconder la vida,
de dar vueltas y más vueltas
a la carne y al hueso,
como si tuvieran letras, puntos, acentos,
que yo no sé si se alojan en tus venas,
y dejan tus páginas yertas.

Macerada impotencia que torna a la calma,
abre tus brazos y escucha.

Escucha el canto del poeta,
esa brizna en la noche,
esa mañana enloquecida,
ese traspiés, ese olvido, ese silencio y después…
¿comprendes?
Yo tampoco comprendo nada.

VICENTE PRADA GÓMEZ





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Cuadro: Baile de hadas. Fabián Menassa

ESCUCHA TU SILENCIO, PORQUE EL SILENCIO HABLA


Hoy,
me pensaba caído
en la indiferencia del olvido,
más
¿qué dicen los silencios cuando hablan?
Este silencio espera ser amado,
calla
por que sabe arreglárselas con la angustia,
espera tranquilamente,
por que sabe,
que si es humano
no puede durar siempre.
Este es el silencio que guardan las paredes,
¿no sientes su oído mudo en el regazo,
mientras abraza la lluvia las 7 de la tarde
y las gotas callan sus miserias?
Este es el silencio de las 7 de la tarde,
el silencio de la lluvia y un grito mudo.



J. Fabián Menassa De Lucia





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Cuadro: Con buena letra. Miguel Menassa



SILENCIOSA CADENCIA

Clamo en el tropiezo de un verbo
que devuelve en estallidos múltiples
la caída imprevista de un despertar de sueños.

Allí donde vacilan mis palabras,
donde el rítmico aliento se prolonga a lo infinito,
mi garganta, cuerdas rotas, atenazadas en respiración,
tienden al horizonte el límite de mi deseo.

Lejano, el fragor del silencio me devuelve del olvido
solemnes cariátides, rastros borrados de enmudecida cábala
que dibujan el mapa de caminos transitados.

Atrapada en el laberinto, las saetas perforan vocales,
limitan el vasto paisaje de la selva frondosa de mi cuerpo,
retornando en el decir jubilosas canciones.

Escucho mi silencio, porque el silencio habla
cual tumultuoso coro que cobija mil sabores,
modulando, con ritmo lento, la cadencia invisible que sacude mi vida.

Pilar Rojas




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Cuadro: Se perdió en trabalenguas. Alejandra Menassa




EL SILENCIO DESPUÉS DE LA PALABRA

Soy el pedazo que habrás de arrancarle a la noche
para seguir viviendo,
soy la letra diluida en el tintero, que pugna por salir,
soy esa risa fresca con que saludas la hoja nívea,
Soy tu tirana, tu apóstol, tu miseria y tu riqueza,
soy la mujer que le sobra a la poesía,
el último resto de la masacre,
la respiración entrecortada por el cuchillo.

Soy tu poeta y poeta es un ser que se transforma en cada verso,
soy la mirada, la voz, la última esclava de occidente,
esa repetición inmensurable, tinta en mis venas, tinta en los ojos,
tinta en la lengua.
Dame tu semen, poesía, dame tu soledad para extinguirla,
hazme nacer al poema desnuda, con mi equipaje de estremecimientos
hazme hijos: palabras como huecos, palabras que inauguran el silencio.
Te amo, poesía, y no hay remedio,
ni pócima, ni ungüento para sacarme de encima el sortilegio,
las horas en tu ausencia no son horas,
porque no estás para nombrarlas.
Soy poeta, si se puede ser eso.
La página desierta estira su mano blanca
y me estrangula los silencios.

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Cuadro: Los siglos venideros. Miguel Menassa


SILENCIOS

Escucha tu silencio.
Cierra los ojos,
el mundo adquiere presencia.
Del vacío de tu voz
te llenas de otras voces.
La vida transcurre al otro lado
abriendo el propio abismo.
Navega ese océano que se abre ante ti,
habitantes desconocidos querrán conocerte,
enseñarte sus secretos,
que serán tus secretos.
Escucha.
Siente esa presencia.
Verás cómo tu silencio habla,
te dicta nuevas leyes, nuevas formas de vivir.

Helena Trujillo Luque




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