sábado, 14 de marzo de 2009

TALLER POESÍA SÁBADO 14-03-09


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h

-revista virtual-

COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA

NÚMERO - 8- 14/03/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Cuadro: Por ahora de Miguel Menassa



CAMINANDO HACIA UN DESPERTAR

Caminábamos
todos los días
uno al lado del otro
de la mano
del brazo
o simplemente mirándonos a los ojos.
Buscábamos
todos los días
sin saber exactamente qué.
Era como vivir un sueño constante
un cierto grado de sopor,
algo de sonambulismo.
De pronto
ocurrió
y supimos
que ese era el motivo de la búsqueda.
Los ojos exageradamente abiertos
despertábamos.
Rodeados, inundados de fantasía y sueño
una realidad que no advertíamos
plena
formando la inmensidad de nuestras vidas.

María Chévez

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Cuadro: Indios Grises en concierto de Miguel Menassa




VENDAVALES AZULES

Venía del sur, era un desaforado,
traía el alivio en su mirada
y razones para seguir viajando.

No era un hombre como todos pensaban,
eran vendavales azules
que algún dios ponía sobre la tierra
a nuestro alcance.

Nos protegimos del ruido
que acercaba furioso su figura,
algunos pocos gritaron por todos lados
¡tened cuidado artistas inofensivos,
vosotros no portaís el arte!

Desesperados, otros buscaron
incansables huellas en los cementerios
y nada encontraron.
No era un hombre como todos los hombres.

Su figura era esbelta y azulada,
arrasaban sus pasos los rostros impávidos,
los detenidos,
los ausentes,
los poseídos,
los sabiondos,
y los pobres.

Otros siguieron la máquina del tiempo,
sin saber que se trataba de un viento fuerte,
un viento que venía del sur
y arrasaba viviendas,
destruía muros,
un imparable,
manifiesto de otras tierras.

¿Quién podría pararlo?
No era un hombre,
eran vendavales azules
para los pocos despiertos
en un universo cruel y absurdo,
alojado en mares subterráneos,
siempre inaugurando desiertos.

Lucía Serrano
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Cuadro: Fragancias inconcebibles de Miguel Menassa




UNA CAIDA DESDE EL VACIO


Revisé el mar y encontré zócalos submarinos
y un olor a orilla natal, donde alguna vez estuve sumergida,
y huí
como un jinete vestido con espuma a ninguna ribera,
a ningún inicio porque mi gloria estaba en las arenas
y sólo quería detenerme donde empieza el desierto,
una palabra más, que se combina con destierro.
Sobre esqueletos marinos voló mi infancia y todo lo simple quedó allí.
Después, sólo un después, la vida se espesó
y buscó su sombra en los reinos de algún Dios
que me gritó: Mendiga.
No pedí mas,
y eché al fuego algunos manuscritos
algún poema endeble,
algún clamor de Príncipe exiliado brotando de mis labios como una insurrección.
Cayó mi imperio
fundado por tumultos, pasiones, averías, argumentos inútiles
metidos como hocicos que venteaban el paso sin pausa de ese tornado
que se apiadó de mí y fue mi aliento,
que pronunció una sola y larga frase contando mis errores,
esa manera equivocada y desabrida de estar como una miliciana
cuidando que no se muevan las arenas con el viento.
No fue la soledad, fue la caída,
un golpe en la cabeza y me dormí soñando un sueño sin imágenes
un sólo de violín,
algunas notas y cuerdas enredando mis brazos
y quedé allí, donde quedó lo simple, desnuda marioneta flotando entre las nubes.



Norma Menassa

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Cuadro: Jardín primitivo de Manuel Menassa




CAMARADA, CAYENDO ME FUI DANDO CUENTA...




“Cayendo me fui dando cuenta”
Miguel Oscar Menassa



En la madrugada,
la luna se erguía sobre su cabeza
iluminando el campo de batalla.
Imaginó sus pechos.
Extendió su mano con el cigarrillo entre los dedos,
apenas la tocaba
cuando una lágrima perdida le recordó donde estaba,
y cerrando los ojos la olvidó.

Mas tarde, le fue fácil imaginar su perfume
en la helada brisa mortecina que sentía su cara.
Me dijo:
-Mañana, camarada, le escribiré otra carta-
No imaginó en ese instante
que a la escena le convendría un testamento.

Caía la luna en un ojo mezquino y su dedo,
una abeja ocre encontró el pecho del soldado
y se alojó en su corazón colmena.
Un grito impregnó el campo de batalla
-no era diferente a otros gritos-.

Yo sé que todavía me miraba
como si todos nosotros nos fuéramos
y él se quedará.
Si pudiera hablar me hubiera dicho:
-camarada, cayendo me fui dando cuenta,
ya no tengo quién me escriba-

Manuel Menassa



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Cuadro: Magnolias encubiertas de Fabián Menassa





VOLVER Y DETENERSE

Volver y detenerse, nos dijeron.
Volver y detenerse en los lugares
donde niños, mataron la esperanza,
donde el mundo fue haciendo caer
una a una nuestras ilusiones de juguete;
alucinados por el destello fulgurante,
desubicados, solos, siempre solos,
hemos resuelto continuar; tomar, algún camino



Fabián Menassa de Lucia



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Cuadro: El mercader de Venecia de Miguel Menassa




SOMBRAS NADA MÁS



La noche,
silencio,
abatida en la soledad.
No caben esperanzas,
todo termina aquí.
Se apagaron los colores,
cesaron los sonidos,
ni yo misma puedo reconocerme.
¿Dónde estoy? ¿Por qué esta crueldad?
Mucho he leído del infortunio,
del fin de los días,
no esperaba que hoy, aquí,
acabara todo.

¿Dónde están los amaneceres?
¿Dónde mis ilusiones?
¿Dónde mis redondas formas otrora llenas de vida?
Sombras nada más me rodean,
proyectadas desde ángulos imposibles,
creando formas de espanto.
Permanezco inmóvil, ni cuerpo poseo,
esperando llenarme de ese vacío,
entregándome a un nuevo destino
no por inesperado, menos real.
Tómame, no soy nada, una sombra nada más.

Helena Trujillo

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Cuadro: Restos del naufragio de Carlos Fernández






VOLVIENDO DE PARIS

Botas negras, cosidas con cordel rojo amianto,
me llevaron como el mercurio a la cumbre
donde la fiebre conversa con el astro rey de la noche,
sobre legendarias historias de amor que nunca contaré.
¡Oh farolas de Paris, si tu luz no me hubiera cegado!

Mi perfil es una capa negra cosida a mano con ribetes de oro
y un botón de marfil es mi carácter, custodiando
la daga oculta al traficante de sueños, que osara
arrancar de mis labios, tu residencia en mis versos.
¡Oh Paris, si te hubiera conocido el siglo pasado!

Trenzas longitud cintura.
Rosada tez de tersura luna.
Blanco en lo sutil las manos.
Y como corresponde al terciopelo,
tu piel, era el veneno en el crimen de no volver.
¡Oh, Paris, si te hubiera visitado el siglo pasado!

Pero nada de eso sucedió, tus jaulas de hierro,
el ferroviario destino de la pasión,
la calle estrecha donde te besé de penumbra en la mejilla,
la farola donde me fumé la vida esperando la luz intermitente de:
puedes subir, ya se fue a trabajar!
¡Oh Paris, tantas cerillas consumí, el siglo pasado!

Ninguna fotografía conservo de aquel lunar tuyo
cerca de la comisura, donde mi sed te vencía.
No hay rastros del cordel de tu corpiño, que tantas veces
marcó las falanges de mis dedos hambrientos.

Nada queda de mi capa, ni de mis botas de gato
cosidas con un cordel de rojo amianto, maullando
en la calle estrecha y en penumbra al reflejo de la farola,
encendiendo todas las cerillas menos una,
porque la vida me enseño que, el último cigarro
¡oh Paris si te hubiera besado el siglo pasado,
oh María, siempre se fuma en compañía!

Carlos Fernández

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Cuadro: Lejanía de Carmen Salamanca



REINADO DE NUBES


En la insólita cabellera del tiempo,
el incesante subterfugio de las ideas
acapara tímidas escapatorias, a ras de la verdad.

Sincopados ritmos de antiguas estaciones,
recauchutadas en sentido opuesto al espectáculo,
recomponen recíprocas imitaciones del absurdo.

Ningún límite opacará la espera, estallando
en el entramado de algún secreto emisario
entre costuras y remiendos, perseguidos al amanecer.

Sin despertar sospechas, reitero con sensatez
látigos de coral, bramante encrucijada
a medio camino de algún destino infame.

Repuesta la sonrisa sin testigos,
sólo ambarinos plumajes contra la usura:
reinado de nubes en ramalazos de pasión.

Carmen Salamanca

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Cuadro: Retrato de Ana Zborowska de Amadeo Modigliani, reproducción de Claire Deloupy







BRÚJULA EN LA OSCURIDAD


“Si te postran diez veces, te levantas…”

Almafuerte



Mira el riachuelo…
¡Acaso se detiene por las piedras!
¡Acaso deja secarse su caudal!

No te compares tanto con los dioses.
Algunos terminaron muy mal.

Ni grandes hazañas
Ni heroicas gestas.
Tú, sigue tu camino
Paso a paso.
Ni te vanaglories
Ni te humilles
Ni te creas que solo caminas.

Un paso tras otro
Pase lo que pase
Sin miedo
Sin rencor.
Y si la angustia te deja sin aliento
No temas
Igual da tu paso.
Ella hace parte del camino.
Sin ella nunca ningún imperio se construyó.
Sin ella no se escribió ningún libro.

Tú, anda el camino.
No acortes el recorrido
Por llegar antes de tiempo.

No huyas de lo nuevo
Ni te achiques.
No desprecies a tus antepasados.
Hazlo mejor si puedes.
De los que te precedieron
No reniegues.
Algo les deberás
Aunque no lo sepas.

Déjate acompañar.
Solo no eres nada.
Con el compañero
Habla y vuelve a hablar.
No dejes al silencio
Deformar la realidad.
Con las palabras
Y los hechos de las palabras
¡Transfórmala!

Con el compañero
Pacta y vuelve a pactar.

Pacta y vuelva a pactar.

De ahí te viene la fuerza.
No de tus atléticas piernas
Ni de tu inteligencia grandiosa.

No te asustes por una piedra
No la transformes en montaña.

Camina, camina…
Abre los ojos
Escucha.

Escucha a los poetas
Locos caminantes del imposible.
Pase lo que pase
Hicieron de sus vidas poesía.
Poesía, para llegar entero
Hasta el punto final.

Poesía, para llegar vivo
Ahí donde nadie te espera.

Poesía…
No hay mejor brújula
En la oscuridad

Claire Deloupy Marchand


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Cuadro: Se abre la noche, de Olga de Lucia




CAMINAR PLENO

Como cien voluntades sometidas
a la letra
notas repetidas una y otra vez
por los violines,
por los dulces oboes
y los robustos chelos
cuerdas y vientos y el silencio.
Un drama se despliega
en ampulosas notas
que desgranan
un corazón hasta vibrar
mis células más íntimas
en un vuelo astral
que no ahoga
porque todo al final es espejismo.
Se multiplican los caminos
cuando desbordo mis límites,
elijo oropeles y rubíes,
calor de humanos y topacios
y músicas y danzas

y bellos colores para alegrar los cuadros.
El pincel no es el camino
es la rama de un árbol

en un bosque que compartimos
más allá, detrás del horizonte.


Olga de Lucia



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Cuadro: Bella con cuello blanco de Marc Chagall, reproducción de Cruz González



EN EL ALBA DEL PRIMER OLVIDO

Tantas cosas olvidadas,
palabras acerca de los azules y las brechas ancladas
a un lado y al otro del océano.

Abismos celestiales
de un acalorado color inmemorial.

Tantos hombres muertos en la guerra
y niños abrasados por el hambre
y ancianos gesticulando palabras porque
¿quién oye a aquél que tiene voz?

Sobre la arena,
diminutos cristales juegan
a las combinaciones infinitas.

Cruz González Cardeñosa


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Cuadro: Muerte y Vida de Gustav Klimt, reproducción de Alejandra Menassa




VEO SURGIR ENTRE LAS SOMBRAS

Ponme una mano aquí, sobre la noche,
hazme crecer oscuras madreselvas entre los tiernos pechos
átame la mirada a las pasiones, el aliento a la cama,
átame a los sueños, para que no se escape la mañana.

Las cuentas del collar que hacemos cada día
son de rosas mezcladas con saliva,
y tu, orfebre de mi sexo, tienes la precisión de un ingeniero
y el alma de un poeta

y haces nacer de mí tus ecuaciones o tus versos,
como hijos del espanto, por millones,
según la intensidad del movimiento,
la fuerza de tu pelvis, la velocidad de la tonada.

Recitas en inglés a un Shakespeare que desconozco
y yo te amo, sobre las altas torres de París,
con un sombrero ruso de piel con orejeras,
a 30 grados bajo el sol abrasador de Nôtre Dame.

Somos una estrella partida,
Descuartizado astro,
la rota voz de los acíbares,
el oro milenario de los Incas,
la última esperanza de Occidente,
el ave Fénix irreductible en sus cenizas.

Veo surgir entre las sombras, tu rostro
aquél que porta la llave de los besos,
aquél que sostiene la mirada del sol,
pupilas encendidas del deseo.

Me deslumbra la dicha de tenerte y no tenerte,
Se me deshace el nudo en la garganta,
se me pueblan los ojos de calandrias,
se desparrama el amor de tanto agitarlo por las noches.

Te vendo, por unas monedas de esperanza,
el alma que me falta.

Alejandra Menassa de Lucia

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Cuadro: Cuando estábamos con gente de Miguel Menassa




ESPERANDO TU LLAMADA

Espero tu llamada, esta vez no pretendo
ni joyas ni jardines que engalanen mi casa.
Mil vidas y una sola que crecen confiadas
en prolongar la espera, entretienen el tiempo.

Tu mundo infinito y pequeño, tan vasto como el hombre,
tan breve como un verso, entreteje mis horas,
me viste de amazona y surco, flecha en mano
por terrenos heroicos, tropiezo levemente y sigo
paseando por caminos que trazas para los pies humanos.

Espero tu llamada mientras pasan tormentas
y mis pupilas ceden su ritmo acompasado
y se cansan mis manos que enarbolan la tinta,
aquellas que recogen en las redes de pesca
las miles de señales que marcaron tus gestos.

Espero tu llamada, mientras mi vida crece
mortal a cada instante, hasta la muerte misma.
No importa si demoras, he renunciado a hados,
nunca me visitaron porque nunca existieron.

Cuando mis huesos blanqueen,
cuando ebúrneos se deshagan en polvo
permaneces tan viva que a cada instante espero tu llamada.


Pilar Rojas


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Cuadro: Atardecer en el Retiro de Miguel Menassa




ALZANDO LOS OJOS

En la plenitud de la noche,
voy segando las horas muertas.
Los capiteles que sostenían mi amargura
va agotando su aliento,
mientras un fuego gélido
enardece mis nervios,
y como árbol que nace de mi cuello
me enraízo a una vida nueva,
para abandonar ese juego ciego y crítico,
y no dejar que la vida se hunda en el dolor.

Miguel Martínez Fondón


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Cuadro: El frescor de tu voz de Amelia Díez





DESNUDA DE ABRAZOS

Acerco a tu mano mi pensamiento
mi pensamiento a tu espalda,
rozo mis labios con tus labios,
arrastro la cúspide de tu radio
hacia mi circunferencia maldita
por los cánones y discursos
mundialmente consecutivos
a la verdad que huye tras el vértice
de mi goce siempre ajeno.
Abandono mi vulva sobre la noche
que arde entre tu movimiento
y mi quietud se apaga en la oscuridad
ausente entre tus ojos y los míos.
Cuando te alejas me desnudo de abrazos,
y comienzo a cantar.



Amelia Díez

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Cuadro: Amor sin fronteras de Miguel Menassa





QUEBRANTO DE LOS DÍAS

Ante la aflicción, el dolor o la pena de los días
arrullada por las márgenes de esta mujer que me envuelve
descifro con vacuidad de pensamiento los pormenores del destino:
Nadie me dijo que la vida era siempre hacia delante, firme hacia el frente,
caminado huellas de otros pasos, haciendo huellas,
dejando en el camino la marca del caminar.

¿Quién puede con tanta solemnidad?
¿Acaso es necesario vestirse de gala y celebrar haber nacido?
¿Quién puede con la pérdida?

Este daño de vivir y ser palabra,
y navegar victoriosa por los mares de tu piel
sin hundirme, sin dejar nada, siempre hacia delante,
huyendo del profundo fluir para no temer la vuelta
para silenciar los goznes que abren y cierran las puertas
de este corazón enamorado, latiendo bajo mi pecho.

Magdalena Salamanca

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Cuadro: Abandonada, de Miguel Menassa




CIEGAS VENTANAS HERÍAN MI ALMA

En la calle todo puede advertirse:
la casa de la esquina, el balcón de flores,
los adoquines desgastados por el tiempo,
la lluvia en los tejados
o la penumbra de una ciudad desnuda y abierta.

Sueño con un sueño.

Levanto la cabeza y el viento,
embriagado con un amor extraño,
disiente de todo mi dolor.

No quiere paisajes tristes.

Pienso, cómo decirle,
que ciegas ventanas habían herido mi alma.
En algún momento, me hizo ilusión pensar
que aquella tristeza,
no era mía.

Mónica López Bordón

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