sábado, 21 de marzo de 2009

TALLER DE POESÍA SÁBADO 21-03-09

GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h

-revista virtual-

COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA

NÚMERO - 9- 21/03/09

Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Cuadro: Atardecer en Málaga de Miguel Oscar Menassa
La sangre no se puede cambiar como los hábitos.

La sangre viene conmigo, se instala en tuberías subterráneas,
escurridiza, se aclimata una y otra vez al universo
y sigue su camino de nostalgia hacia tu rojo corazón
que estalla entre sonrisas hipócritas para hacer creer
al azul de tus días que volverá, que esperes a que cambien
las manecillas del reloj y el sonido del cuco y el péndulo,
que ahí, cuando la noche se trague todos los sonidos,
volverá y te amará, dichosa de ser tan colorada,
gozosa de creerse invencible, eterna lluvia inclemente
contra la muerte.

Es preciso aceptar su sonido y el paso de las horas,
el roce de la piel y los silencios que a veces levantan muros
y otras, construyen ojos y bocas y ese suspirar agitado de tu piel
cuando pasa la sangre por tus venas y enciende tus sentidos.

Cruz González Cardeñosa
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Dibujo de Miguel Oscar Menassa
Los resultados, los resultados son óptimos, lo que no es óptimo es mi estado de ánimo para poder evaluar positivamente los resultados positivos.

Creo que esto que me pasa Freud lo habría llamado la perturbación del pensamiento por el afecto, aunque también me atraía encasillarme entre los que fracasan al triunfar, la cuestión era darle alguna explicación a aquél estado tan desagradable.
Nos habíamos levantado tarde, era domingo, mi esposa dormía en la cama, y emití un sonido como un suave ronquido apenas perceptible, que siempre me había parecido cautivante. Le besé la frente y me dirigí al cuarto de baño. Seguía sin entender mi estado de ánimo.
Tumbada en la cama, estaba la mujer con la que había soñado desde siempre. Jamás confié en que se casara conmigo, y cuando me dijo que sí, apenas podía creerlo. Después vino el ascenso de categoría, pasamos de segunda a primera mi primer año como entrenador del equipo, y el segundo alcanzamos los primeros puestos, Judith se quedó embarazada y tuvimos un bebé rozagante al que llamamos Mikel, por esa época yo ya no me encontraba bien.
Todo empezó por esa sensación de despersonalización extraña, me miraba en el espejo y no me reconocía, era un extraño el de la imagen en el espejo, ni uno de sus rasgos coincidían con los míos y sin embargo, era yo el que me estaba mirando en el azogue. Un día iba conduciendo desde el campo de entrenamiento a mi casa, y de repente me dije: ¡Qué raro!, llevo las ventanillas bajadas y sin embargo, el aire me está dando en la cara, miré a derecha y a izquierda y estaba subido sobre el techo del coche, el misterio era ¿quién conducía?, al principio me aterroricé, durante unos segundos, después resolví que debía tratarse de una alucinación, y eso me calmó un instante: debo ser yo el que conduce entonces, concluí, pero al instante, la inquietud volvió, ¿porqué estoy alucinando?. Paré el coche en el arcén para tomar aire y recordé que el médico del equipo, un chileno encantador y un genio en Medicina del Deporte, me había ofrecido una calada de algo que se fumaba y que yo no sabía exactamente de que se trataba.
No debía ser correcta la atribución, porque días después me volvió a suceder en un restaurante, cenando con mis colegas, y esta vez, les aseguro que no había fumado nada de nada. Desde aquel día del coche pensé que aquello no era para mí. Como os contaba, comía ese día con el equipo , a mi derecha estaba Jaime, el médico Chileno, y a mi izquierda Celine, la psicoanalista del equipo. El tenedor comenzó a doblarse, lo cogía y se desplomaba como un jacinto deshidratado, el mango era tan endeble como el tallo de la flor, al principio intenté recomponerlo, lo tomaba del tridente flexionado, y lo colocaba en su sitio, pero al soltarlo, volvía a caer como despeñándose. Miré a Jaime y le dije: ¿ves el tenedor? Se dobla. Yo le había relatado la escena con el coche, me miró y sólo acertó a decir: ¿fumaste? Le dije: esta vez no. Miró a Celine y le dijo: este es para ti, Celine, y así fue como comencé mi tratamiento psicoanalítico.
Alejandra Menassa

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa
Si las relaciones sexuales no existen, no existen para nadie.
Si las relaciones sexuales no existen, no existen para nadie. Aurelio había pronunciado esas palabras mientras sus manos se hundían en el barro, modelando, con movimientos precisos, suaves y enérgicos a la vez, una de esas figuras imposibles, llenas de vida, que parecían moverse con cada mirada.
Ernesto, cuando le oía pronunciar algo, que en principio no terminaba de entender, sabía que se trataba de algo importante. Se sonrió, pensando que en ocasiones las frases de Aurelio eran como las figuritas que brotaban de aquel amasijo de agua y barro, para construir un paisaje humano.
Una vez más apoyo su espalda cansinamente en el sillón, preparándose para una de esas largas conversaciones que le hacían vislumbra algo nuevo en el horizonte.
Desde que se habían conocido, cuando Ernesto apenas contaba siete años, no habían faltado nunca a su cita de los miércoles. Lo recordaba como si hubiera sido la semana pasada “Nos veremos los miércoles para conversar”, concluyó Aurelio después de jugar un partido de fútbol con los compañeros del colegio. A él le había sorprendido, fue la primera vez que sintió que le trataban como un adulto, aunque Aurelio apenas contaba dos años más que él.
Aunque ya sabía que la frase no podía referirse a lo que vulgarmente se conocían como relaciones sexuales, Ernesto comentó con un tono de desafio: “¡Ya, pero bien que gozas en tus encuentros con Pepita!”.
“No seas cretino, ¿qué tiene que ver eso, ahora? , replicó Aurelio, mira hijo - a él le irritaba ese apelativo que Aurelio utilizaba en esas ocasiones, cuando consideraba que su respuesta no estaba a la altura de la pregunta que se había abierto- follar, puedes follar todo lo que quieras, pero igual las relaciones sexuales no existen, repito, no existen y si no existen, no existen para nadie”.
Ese era un final por ahora, así que Ernesto se levantó pausadamente del sillón, esbozó una sonrisa irónica y dijo: “Bueno, me voy, he quedado con Pepita, si hay suerte… – y rió francamente- luego volveré a casa porque tengo que seguir preparando el tema de la clase de mañana, todavía me quedan muchas cosas por conocer.
Sí, querido –replicó Aurelio- hay cosas que nunca conocerás.
Pilar Rojas

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa



RECORTES DEL TIEMPO
No ataré mi vida al carro de ninguna violencia

Hemos agregado páginas a la historia.
Crepúsculos fundidos,
desterraron nuestros nombres
de la soledad.
Hay sombras de mí en la noche
que temen ser descubiertas,
y me oculto en los misterios de tu piel:
infinita perpetuidad de las horas,
junto al brocato de tu gélido aroma.
Camino con firmeza de
acrecentar tu fe en mis actos,
señalándote mis caídas
con amable expresión de vencido.
Entonces ahí, tú me rescatas
con tu brazo, dándome fortaleza,
firmeza creativa.
Tu cercanía: absoluta
manera de afrontar la vida.

Miguel Martínez Fondón
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Dibujo de Miguel Oscar Menassa




LAS FIESTAS SON LAS FIESTAS Y SIEMPRE LAS ORGANIZA UNA MUJER, AUNQUE LAS ORGANICE UN HOMBRE
Ella y Él siempre sabían sus papeles cuando de vivir se trataba, su memoria resolvía lo que su conocimiento no podía entender.
Ella tenía las claves del goce y del ocio, nada le interesaba si no le prometían algo de goce y algo de ocio. Era capaz de trabajar hasta la extenuación sin quejarse e incluso contenta si al final estaba esa promesa, sin embargo, si la promesa no estaba su sonrisa quedaba ausente de su rostro, sus quejas se posaban sobre todo aquello que fuera de interés para sus seres queridos u odiados, no tenía compasión ni siquiera contemplaba el perdón, su futuro quedaba opacado y hasta su trabajo caía bajo lo que a partir de ese momento llamaría ?aburrimiento?.
Él apostaba todo a la guerra o todo al trabajo, no sabía hacer otra cosa, no conocía el amor ni el goce si no se encontraba con una mujer que se lo enseñara, aunque fuera a larga distancia. Si su madre había caído en el aburrimiento de las promesas incumplidas ya no conocería la alegría hasta que una mujer piadosa o enamorada le tocara con su varita mágica. Si no era así envejecería sin misericordia y su muerte acontecería en vida si no lo detenía antes de dar sus primeros pasos hacia ella.
Aquel día Ella y Él se encontrarían sin que ninguno de los dos lo tuviera previsto.
Ella: ¿eres triste o estás triste?
Él: No conozco ninguno de esos dos estados, pero siempre he querido conocerlos.
Ella: Yo puedo hacer que los conozcas, pero a cambio quiero que te alejes de mí lo suficiente para que podamos volver a encontrarnos.
Él: Eso no podría, tengo miedo a perderte.
Ella: Entonces yo seguiré con mi soledad, la única compañía que soporto, mi madre única.

Amelia Díez
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Cuadro: Más allá de las colinas de Miguel Oscar Menassa

Gobernar no deberá basarse en ninguna otra cosa que en la construcción de un conocimiento.
La inteligencia depende de la relación que, por medio de los pactos, se articula con los otros. Si tomamos conocimiento como sinónimo de inteligencia podremos obtener la solución que se ha de tener en cuenta a la hora de gobernar, ya que guiar o dirigir a una comunidad no ha de sentar sus bases sino en la producción de pactos llevados a cabo en torno a un pensamiento, capaz de transformar la sociedad, la cultura o, incluso, al hombre mismo.
Es cierto, que el hombre adquiere conocimientos a lo largo de su desarrollo y evolución, pero no para todos los hombres el conocimiento es el mismo, por eso, no todos los hombres gobiernan o se dejan gobernar de la misma manera.
Si englobamos dentro del concepto de gobernar la posibilidad de regirse por una norma, regla o idea, nos damos cuenta que la figura del gobernador aportará a esa agrupación, sea cual fuere, su ideología, así que, la “forma” que irán tomando los pactos necesarios para hacer frente una forma de gobierno, dependerá de la idea que respalde dicha construcción, es decir, de la ideología de sus gobernantes, pero sin olvidarnos que la construcción de un conocimiento de gobierno se apoya en un pensamiento científico, político, económico y social, no en la ideología de sus gobernantes.
Cada uno de nosotros somos un pequeño gobernante hasta con nosotros mismos.
No hay nada que no se construya, todo adquiere para uno la categoría de construcción, y esto parece complejo cuando tratamos temas como la enfermedad, el maltrato, la insalubre condición de los indigentes, etc... Pero también detrás de todas estas articulaciones de la vida, también hay un deseo. Deseo que sin duda es el que nos hace adquirir un determinado conocimiento y, por tanto, se convierte en el gobernador de nuestra vida.

Magdalena Salamanca

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa



ENCUENTRO DEFINITIVO

“Sin conocer el pasado, no hay una nueva actividad”.


Con aire suave Henry Drake pensó que tenía que conocer su pasado antes de enfrentarse con sus propios deseos. Sabía, porque ya lo había experimentado en otra ocasiones el hombre, que no había situación real que sucediese al azar. Sus ojos miraban la página blanca como si fuera un nocturno abierto de primavera. Sintió un latido, el alma de cada palabra todavía por conocer.
Hay cosas que están más allá de nosotros, pensaba Henry sentado en su mesa mientras quería resolver un destino, por el momento, indescifrable.
Pensó en su infancia, en sus padres, su hermano recién nacido, la casa de los abuelos, el mar, el olor de la arena húmeda, su primera casa de soltero compartida con cuatro amigos, el primer trabajo, el primer poema y así, un largo etcétera. Cambiar la manera de pensar siendo miembro de una familia tradicional cristiana no se le aventuraba como algo fácil. Decidió esperar, no hacer nada y pensar cada situación, cada sentimiento. Refugiarse en su cuerpo de letras para poder partir.
En estas, abre un libro en la ambigüedad del azar. Henry Drake no tiene ganas de escribir su epitafio todavía y sin vergüenza decide jugar a conocer su pasado viviendo la hora presente. Todo acaba de comenzar.
Regresa el recuerdo y era otra vida en una luz aletargada, algo muerta en los últimos días.
Sonriente y con valentía, Henry abandonó todos aquellos fantasmas y sin temor, escribió un poema.
Estaba vivo y sorprendido. Había logrado quebrar la soledad del alma.

Mónica López Bordón

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa


HAY UNA LIBERTAD QUE LLEGA CON TU CANTO

Polvareda y viento en remolinos
y un campo verde infinito se abren
ante mis ojos con tu canto.
Mundo mágico de libertad
sin tiempo ,sin nostalgia
ni efímero ni fugaz ni eterno,
se extiende ante mi vista
con tu canto.
sin ataduras ni cerrojos
libre lugar donde cabe
todo lo que mi mente invente
así es tu canto.
Abiertos, descongestionantes
los oídos se perfilan sobre un mundo
en paz
a veces irascible,
otras trae consigo el buen humor
y las caricias.
Canta el poeta y el espacio
se abre aún más.
Tus versos hoy traen a mi memoria
las palabras de Rosalía , gallega universal:
“canta poeta canta
que no eres menos que el ave
o el arroyo que se desata”.

María Chévez


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Dibujo de Miguel Oscar Menassa

MÁS ALLÁ DEL SILENCIO, EXISTEN LAS PALABRAS

Lenguaje no es hablar, por lo menos,
no es solamente hablar.
Miguel Oscar Menassa.

Envuelto por el humo del cigarrillo,
me extravié entre fiebres de dudas,
de sonrisas,
de llantos despiadados.
Tumbado junto a la ausencia,
mezclado en la ceniza,
en el asco,
en el delirio,
en el eco del olvido,
me ví perdido en la sombra de mis gestos.
Ella se acercó lentamente
y miró mis pupilas vacías,
mi cuerpo deshabitado de palabras,
mis labios baldíos, inasibles
y se sentó a mi lado.
Mis venas detenidas más allá de la angustia.
roídas por la calma,
atravesadas por la luz,
apartadas del tiempo,
comenzaron a palpitar sobre mi frente despoblada;
más allá del silencio, existen las palabras –me dijo-
ponle voz a tu alma

Vicente Prada Gómez


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Dibujo de Miguel Oscar Menassa



“Antes de concluir un tratamiento, se debe analizar todo el proceso de identificaciones con la figura del analista o sus cosas reales y sobre todo, imaginarias. Por ejemplo esas mujeres que andan jorobadas por la vida, porque piensan que siendo árabe me gustan más los camellos que las mujeres.”
La identificación no es algo que ocurre entre dos sujetos, sino entre dos instancias inconscientes, debemos pensarlo como un proceso de transformación efectuado en el seno mismo del aparato psíquico, fuera de nuestro espacio habitual y que no puede ser percibido en forma directa por medio de nuestros sentidos.
Por cierto, en una cura analítica podemos reconocer exteriorizaciones clínicas indirectas de la identificación, pero jamás alguna de estas manifestaciones muestra tal cual el mecanismo que opera en una identificación psíquica inconsciente.
La identificación, significa que la cosa con la cual el yo se identifica es la causa del yo, es decir que el agente de la identificación no es ya el yo, sino el objeto, de esta manera Lacan intenta dar un nombre al proceso de causación del sujeto del inconsciente.
El objeto designa algo diferente a la representación psíquica del otro comprendida como si fuera la huella de su presencia viva inscripta en mi inconsciente. El término objeto nombra en realidad una representación que ya está ahí y contra la cual vendrá a apoyarse luego la realidad exterior de la persona del otro o de uno cualquiera de sus atributos vivientes.
En el inconsciente no hay representaciones del otro, sino tan solo representaciones inconscientes, impersonales por decirlo de alguna manera.
Si el fin de análisis implica el atravesamiento del fantasma, la respuesta habrá que buscarla en el enfrentamiento con lo real, la destitución subjetiva y el horror del des-ser.
Un psicoanalista siempre tiene que poder elegir entre el análisis y los psicoanalistas. Lo real no admite sentido, retornando incansablemente.
Pensar en este aforismo, me llevó a recordar que la intersubjetividad es imposible de sostenerse en el proceso analítico, la coexistencia de las conciencias o la referencia del sujeto a otro que garantice su verdad no es el camino del psicoanálisis y si el psicoanalista lo sigue pierde su saber. Aunque en verdad no sepa nada en particular, el saber supuesto es esqueleto de saber y supone el tratamiento del significante articulado en cadena, a condición de no perder ninguno de sus eslabones, permitiendo que lo no sabido sea ordenado como armazón del saber.
Esto lo llevó a Lacan a ubicar al analista como soporte del fantasma, tratando de ir mas allá del falo y como soporte del significante.
Significante que indicará que él no es ahí y donde cauce a su deseo, el des-ser de la destitución subjetiva, dejará caer el significante del sujeto supuesto saber, pasando a convertir en un significante cualquiera tanto a su persona como a su nombre.
Si el analista cambia de significante el sujeto cambia de posición, advendrá entonces el pasaje de analizante a analista y registrarlo echará luz sobre el fin de análisis, que podrá no coincidir con su terminación.
El analista solo se autoriza desde un decir fundante que implica que como sujeto ha quedado suturado al campo de la palabra. Esto supone un límite al narcisismo, por lo tanto vuelve imposible la interpretación anárquica de autorizarse a sí mismo.
Sabemos que el espejo está en la estructura del lenguaje: la estructura de lo simbólico, lo imaginario y lo real, es del lenguaje y no de la realidad objetiva.

Lucia Serrano

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa
Vivimos rodeados de alimañas y sin embargo, hay que seguir. Termino con la desesperación como método y dejo que la suprema inteligencia poética que vive en mí guíe mis pasos.
Alondras sorprendidas en el instante del reposo. Alondras golpeadas por la civilización, su canto se hará feroz, indomable.
Para luchar contra las máquinas, la combustión tiene que ser hasta el final. No mas reposo, la guerra es todo el tiempo.
Es necesario escribir un verso más que ellos que diga: así debe ser, todo lo contrario.



“Así no podíamos seguir, le dije que era necesario pasar de tantas emociones que tenían en vilo a mi corazón, a otra desnudez, una desnudez que no evocara ningún sentimiento, porque temía por mi vida. Había acercado su daga a mi garganta tantas veces que me propuse que esa sería la última. Tenía que pegar el salto de la linealidad de los hechos que venían sucediéndose y que me hacían sufrir hasta llegar a un grado de desesperación que se me imponía ya como un estado, porque la desesperación me acompañaba en todos los actos de mi vida. Me sentía sometida a su maldad que intentaba destruirme en cada frase que me destinaba y quedaba como hipnotizada, sin capacidad de respuesta. Yo tenía recursos para enfrentarla pero me anonadó el monto de su violencia nunca imaginada por mí, siempre diluida en mí por esa capacidad de transformar los dramas de mi vida en novelas o poemas o sueños que terminaban siempre en un amanecer de colores que sorprendían mis sentidos. Yo había crecido muy cerca de los pájaros que sobrevolaban un mar calmo, sin ansiedades, buscando mi alimento a ras de la sal marina y de esa inmensidad que siempre prometía un alimento y la certeza de la continuidad de una sobrevivencia. La daga me espantaba y un mandamiento se me imponía con un “no matarás” como un grado de civilización que me mandaba a buscar otras maneras de enfrentarme con la dureza del acero, con las improntas maquinales que cual tanques de guerra amenazaban pasarme por encima. Había llegado a la conclusión que la verdadera pintura no usa un fondo de imágenes sino que las imágenes van surgiendo de un tranquilo fondo sin figuración, la tela en blanco, sólo un tono apartado de cualquier lenguaje literal y decidí no hablar más porque las palabras no podían remediar esa visceralidad que pedía mi sangre para que la daga encuentre su sentido.
Un renglón más y mi inteligencia se abstuvo de algún tema en particular, y mis estrategias se transformaron y puse en el cielo un pavo real y en las aguas puse a flotar el cadáver de todos los enemigos y en vez de las semejanzas busque otras armas que las letales y declaré la guerra permanente de palabras que ya no actuaban como ninguna excepción sino que fueron la norma de mi vida. No descansé y mi vida se desligó de las pertenencias de tal manera que ya no era mi vida sino que era la vida que miraban los ojos de mi inteligencia que eran los ojos de una imaginación sin imágenes. En esa transparencia y frente a la falta del azogue ella tiró la daga y la vida entró en mí, de una manera natural, desatando nudos con el viento universal de todas las lenguas y su historia, como un latido nuevo, como si la vida fuese un mas allá de los contrarios”.
Norma Menassa

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa


El encantado ruiseñor muere atrapado en su propio canto.
Su canto es del mundo, tampoco le pertenece y eso lo hace sufrir.

El encantado ruiseñor muere atrapado en su propio canto. Su canto es del mundo, tampoco le pertenece y eso lo hace sufrir. Sufre de su propio canto, sólo en el leve ala rota que lo contiene morirá, se apresura en la primavera a juntar ramas secas, siente que el canto llega al corazón cuando en el pecho nace un sol rojo como un anteojo que el alma multiplica y se esmera en entonar las notas como si algún otro lo escuchara.
Pobre ruiseñor, su canto no es suyo y canto lo define en un si mismo nacido para morir.

Manuel Menassa

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Cuadro: Amores nocturnos, de Miguel Oscar Menassa

DESDE LAS NUBES

“Las cuestiones no pueden ser tomadas al azar,
existen cuestiones de antemano que
deben ser tratadas antes de comenzar ninguna nueva actividad.”

Tomo distancia, me alejo, amplio el horizonte,
para verme dentro del mundo, me vuelvo todo ojos,
mirada bivalente.

Hago y deshago mi andadura con paso firme, decidido
y vuelvo a comenzar,
sobre las cumbres la perspectiva es más amplia.

Bajo de esta nube pedestal
de esta sala de ensayo al vacío
para no perder detalles.

¿Cuál es el deseo que toca la mano del poeta
mientras la sombra abraza sus víctimas postreras?
¿Hasta qué profundidad he de sumergirme?
Adivino un comienzo entre palabras
pero no encuentro su deseo en el poema.

Tomo distancia, me alejo, amplío el horizonte,
para verme dentro del mundo, me vuelvo todo oídos,
ser suspendido, condenado a la palabra.

Fabián Menassa

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa


El ejercicio de un poder también puede ser el ejercicio de la cura.
Una gran tienda o un gran estado dan el mismo trabajo que una histérica pobre.

No se trata de cambiar el mundo, se trata de comenzar. A veces queremos limpiar toda la miseria y lo único que hacemos es extenderla. Como si el planeta fuera una gran cloaca y nosotros una de las bestias que habitan en ella. Basta, hay que poner límites a la ambición fuera de lugar. Detente, pequeño hombre, siéntate a mi lado y habla.
Se sienta y empieza a proferir todo tipo de sonidos incomprensibles que no atino a entender, tampoco me esfuerzo. Simplemente asisto. Aún no me deja ser alguien. Permanezco a su lado, días, meses, años enteros. Él no se preocupa de mi existencia, pero me necesita para que haya encuentro. Un día, algo cambia, los sonidos van combinándose en palabras, palabras que van tejiendo sus sentidos. El hombre habla y me dirige su mirada, ¿comprendes? –me pregunta.
Yo bien no comprendo, pero hago un gesto afirmativo con la cabeza porque es lo que él espera, y sigue hablando, esta vez en un tono más pausado, como manteniendo una conversación. Ahora soy otro para él, me permite tener alguna inteligencia, que no es poco.
Algún día, tal vez, se dé cuenta de que no sólo hablando se hará inteligente. Comenzó queriendo cambiar el mundo y ahora es él el que quiere cambiar, pero no hace nada, sólo habla. La vida para él transcurre en estas cuatro pareces. Parece un filósofo, pero no escribe. Habla de amor, pero no mira a nadie a los ojos. Tiene grandes ambiciones, pero no maneja un céntimo.
Pobre, crecer no es suficiente para él, necesita vivir. Algún día, cuando me deje, se lo diré: Para vivir se necesitan palabras, pero además, las palabras necesitan vida.

Helena Trujillo Luque

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa


NO VENGO A RECOGER INFINITAS ILUSIONES. VENGO POR EL PRODUCTO DE MI TRABAJO, ESO ES TODO.

La génesis psíquica de las ideas religiosas son presentadas como dogmas, es decir no son precipitados de la experiencia, ni conclusiones del pensamiento: son ilusiones, realizaciones de los deseos más antiguos, intensos y apremiantes de la humanidad. El secreto de su fuerza radica en la fuerza de estos deseos.
Pero una ilusión no es lo mismo que un error, ni es necesariamente un error. Un error es la opinión de que la suciedad engendra los parásitos y una ilusión fue la de Cristóbal Colón, al creer que había descubierto una nueva ruta para llegar a las Indias.
Una de las características más genuinas de la ilusión es la de tener su punto de partida en deseos humanos de los cuales se deriva.
La ilusión no es como la idea delirante, ésta además de poseer una estructura mucho más implicada aparece en abierta contradicción con la realidad; sin embargo la ilusión no tiene necesariamente que ser falsa, es decir irrealizable o contraria a la realidad.
Así, pues, calificamos de ilusión una creencia cuando aparece engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad, del mismo modo que la ilusión prescinde de toda garantía real. “No vengo a recoger infinitas ilusiones”
Considerando todo lo anteriormente expuesto y que:
-el trabajo es un medio eficaz para, junto con otros hombres, transformar la naturaleza y que:
-la inteligencia es el único medio eficaz que poseemos para dominar nuestros instintos, así como:
-la escritura es, originalmente, el lenguaje del ausente y:
-la felicidad, solo, se encuentra en el camino del trabajo y además:
-cuando quiero representar el inconsciente solo es posible por intermedio de la negación y cuando quiero expresar el inconsciente solo es posible por medio de la transferencia.
Repito considerando lo anterior, ahora, podemos decir que cuando el producto del trabajo excede en su valor el trabajo medio necesario para ser producido, se genera lo que todos conocemos con el nombre de plusvalía y en ese momento hay dos fundaciones: el dinero se funda como capital, y aparece el valor de cambio, lo más notable, lo más aparente de la mercancía, es en realidad, la forma de mostrarse, la forma de escenificarse de esa mercancía. “Vengo por el producto de mi trabajo”
Y como psicoanalista sabemos que: cuando se dice del trabajo que es una categoría central, se está diciendo algo muy importante, porque cuando se dice que el trabajo del psicoanalista no es muy valorizado se ve en los tratamientos psicoanalíticos el que hace de paciente, yo mismo, puedo llegar a pensar cualquier cosa, desde que el psicoanalista tiene una magia, que es un sabio, cualquier cosa; nunca o casi nunca que ese señor está realizando un trabajo con instrumentos de precisión y que la maravilla bien se podría atribuir a la destreza del trabajo. Frente a una interpretación a nadie se le ocurre pensar que es el producto de un trabajo.
No conviene equivocarse, pues es una característica del trabajo, que el producto efecto de un trabajo anterior, puede pasar a un segundo trabajo como materia prima o instrumento, pero eso ya es otro trabajo.
Lo que si es posible es la unión de la materia y el pensamiento, en la idea de la finalidad, ahí está todo entero. En el proyecto está el producto final, se materializa esa unión de pensamiento y materia, concreto de pensamiento, donde la división del trabajo produce civilización. “Eso es todo”
Carlos Fernández

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Dibujo de Miguel Oscar Menassa


Un cambio de política no quiere decir, exactamente, un cambio de ideología.

Política: Conjunto de prácticas, hechos, instituciones y determinaciones del gobierno de un estado o de una sociedad; modo de ejercer la autoridad un estado o de una sociedad. Conducta seguida en los asuntos particulares. Comportamiento prudente y hábil para conseguir un determinado fin.

Ideología: Conjunto de ideas que caracterizan a una persona, grupo, época o movimiento cultural, religioso o político. Conjunto de representaciones coherentes en las que una clase social se reconoce y de las que se sirve en su lucha contra otra clase para imponer su dominio.

Como vemos, son términos que operan en diferentes niveles de la realidad.

La política tiene que ver con acciones, hechos, intervenciones en la realidad concretos.
La ideología tiene que ver con pensamientos, juicios de valor, con la moral. Es una visión del mundo.

La política tiene que ver con el principio de realidad. Es necesaria una lectura de la realidad para planificar las acciones necesarias.
La ideología se transmite por la leche materna, sobredetermina al sujeto.

La política es necesaria en todo tipo de relaciones humanas.
La ideología determina la política a seguir.

Una política eficaz es lo que debería exigirse a todo político, sea de la ideología que sea.
En otro orden de cosas, también podríamos explicar así el asunto:

Arremangada servidumbre del amor
espera, impávida, mi regreso.

Encuentro hábitos que no fui,
lágrimas descargadas al amanecer
entre huecas intenciones: acaparar
la hendidura
cubierta de moho y rancias excusas,
antes de diagramar el último adiós.

Servida la venganza, recompuesto
el ritmo de hálitos esenciales,
todo inicio será espectáculo,
ávida razón de permanencia,
atenuada
en cálculos inaccesibles al corazón.

Después, aún, respirar de nuevo
en el límite, mientras la piel arremete,
una vez más, contra los ojos,
ciegos,
de algún dios desprevenido.
Carmen Salamanca

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Cuadro: Opiniones encontradas de Miguel Oscar Menassa


¡AY! ¡QUÉ TRABAJO ME CUESTA QUERERTE COMO TE QUIERO!

“En el goce más superficial, más etéreo, hay un trabajo”
¡Ojala escribir esta página me cueste menos trabajo que empezar a escribirla!
Mi amiga Eusebia dice siempre que quieres ser escritora pero el mismo olor de la tinta la enferma. Las páginas blancas la enferman. Los signos de puntuación la enferman. Ella quiere pero al borde del precipicio (de lo que llamaba el precipicio) no se atreve a dejarse volar, no se atreve a una ninguna alegría.
Escribir era para ella un eterno paseo por el pasado porque ¿quién se atreve a escribir en presente? Suele empezar muchas de sus frases por “ ¡Con lo que me cuesta a mí! ”.
Su marido, D. Ildefonso, un hombre de armas tomar, después de escucharla suspirar a lo largo de toda la semana suspirar:
“¡Con lo que me cuesta a mí escribir una página!” dijo rotundo….”
“¿Qué pasa, nena, con esta página? Déjate de joder… Cada semana lo mismo…¡La paja…la paja… la página de la nena! Ven aquí que te voy a enseñar yo como se escribe una página. ¿Es que tu famoso profesor que tanto se la da de escritor no te enseñó nada!
Ven… nena. Ven… Trae el cuadernito y la lapicera…¡Eso! ¡Eso es!..Ponte cómoda sobre el sofá. Mira…Así como te gustaa ti leer en la cama ¡ Asi! El cuadernito encima del sofá y tú comodita sobre estas dos piernas que te regaló Dios…¡Eso es, bonita!..Coge el lápiz…¡Muy bien! Ahora ¡empieza a escribir, empieza …sin pensar!Y ella esta vez empezó a escribir porque a él, casi siempre le obedecía.Muy bien, mi nena… Muy, bien…”
Y mientras ella empezaba a escribir, él le bajo suavemente las braguitas por atrás, le rozó amorosamente la nalguita y al primer estremecimiento, al primer gemido se la metió bien metida susurrándole al oído: ” Sigue escribiendo, querida… Sigue como si nada…Ya verás…¡Llegaremos juntos al punto final!”
Mi amiga, emocionada por su propio relato, me contó con las mejillas encendidas que siguió escribiendo, primero lentamente, con fruición, como si quisiera que durase toda la vida; después con frenesí…Quería llegar…Quería llegar, llegar al final… de la página.
¡El punto final fue una maravilla!
Sabes, me dijo mi amiga, las mejillas aun encendidas por la emoción del cálido relato… Sabes… Ahora está decidido: “Quiero escribir una novela.”


Claire Deloupy Marchand


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Dibujo de Miguel Oscar Menassa
NO PUEDO

No puedo darme cuenta de todo porque me daría cuenta de que
no puedo.


Hociquea la bestia encadenada
suelta babas de rabia envenenada
gritando en su locura ¡Libertad!

Yo creía, repite, que el mundo era
tal cual lo imaginaba.

El ígneo acero se moldeaba dócilmente
al influjo fatal de mi mirada.
No había días y noches
aunque el sol reluciera o se apagara.
Ningún espejo reflejaba en soledad.

Cortinas de humo desdibujaban
la distancia entre los otros y lo mío.

Nublados ojos, apaciguados sentimientos
y frío, gélidos huracanes
atravesando mi sexo.

Hay días que la bestia quiere sola.
Ser la creación y lo creado
y resiste al dolor mortal que le acompaña.

Se aferra a algún amor idealizado,
a algún pensamiento
que traiga un saber sobre el vivir.
Una historia que la encadene al siglo.

Poco a poco la angustia va cediendo.
Los límites del cuerpo se agigantan,
escapan de la jaula.
abandonan mi yo enmohecido
se disipan los callos de la mente.

No puedo, no puedo,
no puedo sin ustedes, camaradas.

Olga de Lucia

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