sábado, 7 de febrero de 2009

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS: 7 DE FEBRERO 2009



GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h

-revista virtual-

COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA

NÚMERO - 3- 07/02/09

Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa.







Cuadro: 47 cumpleaños de Carlos Fernández del Ganso


LAS PIELES DEL TIEMPO NO SON LA PRIMAVERA

Antes del placer, debe la piel del tiempo,
arreglárselas con el desprecio del poder crecer.
Antes del cálido reír, la amplia sonrisa y el alborozo
debe vivirse lágrima, llanto y sollozo resbalar por las mejillas.

Primero la nada, luego el preciso odio,
después podrán algunos, el verdadero amor,
el oculto tesoro donde:
es lo probable condición y el vacío propio,
esa primera herida incluido en el exterior
que llamamos piel y hacia la tierra crece.

El pulmón del espacio y la historia de los pueblos
lo vistieron de oso piel caverna, de india roja piel,
pálido como la luna al norte, cetrina luz solar al sur.

Y en el fondo más hondo de la mina, allí donde
no existe el vello ni creció flor, la dura piel sólo grita
en presencia de la máxima selva: la roca ciega negritud.

Todas las edades tienen esa necesidad fundamental
de hacerse reconocer en el valor de la palabra
donde el hombre es tiempo ocultándose en la piel.


Carlos Fernández



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Cuadro: Desnudo rojo de Amadeo Modigliani, reproducción de Claire Deloupy



LA ALEGRIA DEL VIENTO

Persistente como la vida
hete aquí, viento
eterno enamorado.
Eres correr de la sangre
rugido de entrañas
perpetuo temblor.

Viento, amado viento,
eres la vida cuando cálido,
compañero incansable que nunca se detiene.
Hay horas sin descanso
atribuladas y fugaces
como un viento desbocado
arrasando su propio canto
como las hojas arrancadas de la vida
como el humo célibe, huérfano de sí mismo.
Hay, entre la muerte y la vida la solitaria soledad
un sollozo y su sombra
el dantesco murmullo de la muerte acurrucada
imprescindible, simple, arrebatado a la voz.
Hay horas como vientos imposibles
alegrías sin destino, leves pasarelas que separan del mar.
Somos , el exiliado entre dos tierras
la juventud que se aleja
blancos copos de nieve sobre el asfalto.
Dentelladas electrizadas por la sangre
improbable victoria
donde la vida es siempre un día más.
Hundo mis últimos sollozos en tu frente, oh!viento
y te dejo volar lejos de mí.
De mí, aparto el infierno
las tontas mañanas sin tarde
el pulso acelerado
la dulce plegaria en las tinieblas.
Sobre la arena mojada flota el olor del jazmín
un tibio recuerdo y la luz atravesando todo.
Retuerzo la última pena.
Pétalo de palabras al viento,
agradezco.

Quedan atrás tiempos de lobos y víboras lenguas,
humanidad buscándose en vano.
Hoy, para todos,
surcos de luz en las frentes,
pequeñas frases titubeando en la oscuridad.

Claire Deloupy Marchand





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Cuadro: La joven virgen de Gustav Klimt, reproducción de Alejandra Menassa




EL SUBTERFUGIO DE LA RAZÓN AMANTE


¿Serás amor, un largo adiós que no se acaba?
Pedro Salinas


Con este quebrado de insospechable resultado,
dividendo de pasiones y anhelos,
te haré un cuerpo de besos
y mantearé la noche para que las estrellas
despedidas nos alumbren.

Matemática precisión de lo impreciso,
precario hilo de seda donde mecer la dicha:
el porvenir se teje en las manos amantes,
crece el insomnio hasta tocar el día.

¿Cómo dormir si el poema espera
los dedos licenciosos,
la miel libada,
la falta de decoro al amarnos,
en este cuadrilátero
donde lucho por desprenderme de tu sangre,
y en cada movimiento más me atrapa
la lujuria de tu aliento?
Renuncio a conocer
la savia de los días por venir,
la huella del misterio,
a querer saber tu nombre,
la fecha de la muerte
de este amor recién nacido;
el calendario de los días en que nos besaremos,
los horarios de retorno del tren del paraíso,
el plan de ataque exacto de tus manos,
la ruta indescriptible del deseo,
los subterfugios de la razón amante.

Alejandra Menassa de Lucia




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Cuadro: El amor de la guerra de Miguel Menassa




TE DESEO CON LUJURIA ¡OH, DIOSA!

He descubierto del miedo su lejanía;
el dilatado intervalo de los olmos
que coronan como bestias consagradas
la vertiente tridimensional de una espátula.

He roto la vergüenza para disolver
en ocres tonos, el desierto.
Oh Diosa! dilema de la noche, nadie te llora,
nadie comprende el traspiés de una estela,
pobres estrellas perdidas en la oscuridad.

Deseo con locura tus frutos ancestrales
el diamantino latido de tus miedos,
el corsario distraído de la batalla,
la algarabía de una planicie nocturna.

Como elípticas y rotundas márgenes
te dibujas hábil, capaz, diestra en el combate,
sepulturera de las horas
prometeica y fugaz con el fuego.

Dame el después para nada,
roza la ternura sin olvido,
alcanza del rocío su desvío,
llámala, ella, ya no es el destino.

Magdalena Salamanca

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Cuadro: Multitud de Carmen Salamanca


PEQUEÑAS ALEGRÍAS DEL VIVIR

Desmontar bravuconadas en círculo,
pasmosas estructuras definidas con usura
entre desnutridos espectros,
violáceas intenciones de lo empírico
atravesadas por cifras del deshaucio.
Neutralizar la monotonía imperante,
cantos generales y muecas del azar,
entre ascuas deudoras de verdín.

Aullidos al fondo de la escucha,
vívido temblor de madrugada
mientras recompongo argumentos
sobre el envés de la conciencia.
Estricta concepción de caída sin fin
cuando nada recuerda a nada
y respiro a tientas el estrepitoso límite
de horror entre mis manos.

Si la vida transcurre en el envés de la memoria,
con rubicunda espera redoblar sentidos a pie desnudo,
cabriolas en descomposición curvilínea
y el impulso desatado de los dioses.

Eliminar pequeños cristales
y el desgaste bajo las comisuras del alma,
aletear al ritmo de estertores desmedidos
y reducir, con ampulosas medidas,
el tintineo de sensaciones enfrentadas
bajo el yugo de la oferta:
Simples vacilaciones para mi longitud extinta

Después, volver al callejón donde los muertos
invocan el terror de sus milímetros,
retirar impulsos, ojos descarriados por el error
y, antes del último respiro, encontrarte,
al fin, en este hogar infinito.

Carmen Salamanca


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Cuadro: Floreciendo al amor, de Miguel Menassa



¿LA VERDAD DEL AMOR?

Últimamente me pregunto si cuando sueño,
la luna es tu voz serena galopando
en la noche del alma, por siempre oscura.

Si convertimos los minutos en siglo
y de la vida, hicimos un amor.

Si el crepúsculo de la tarde
llega abierto como una partícula de viento
enredado en el mundo que nació
olvidando el olvido.

Me pregunto si esa verdad
es un vuelo de átomo
que borra las huellas del pasado
y percibe unos ojos místicos
colocando a la distancia
como testigo implacable.

¿La verdad del amor?
¿Quién la sabe?

¿Quién era yo escoltada
en las formas del verbo
habitando en tu nombre?

¿Alguien lo sabe?


Mónica López Bordón.

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Cuadro: El tobogán de los misterios de Olga de Lucia



POR QUÉ ME PONGO TRISTE CUANDO MUEREN LAS FLORES

Cuando la belleza gritaba juventud
y tus húmedos pétalos denunciaban lozanía,
entraste en mi mirada
como presagio, como angustia, como nada.
Y gocé en el altar de lo efímero
omnipresente persistencia de la vida
avanzando en este camino con final
Te ví hermosa con tus verdes, tus rojos, tus aromas
tu piel tersa y esa sonrisa tuya
mensajera del amor.
Te presentí lejana, inalcanzable, obnubilada,
presuntuosa de tanta perfección.
El beso de los pájaros dispersó tu néctar
naciendo a la vida
y porque estaba escrito
inclinaste tu cabeza como en una reverencia
se opacificaron tus colores
y una lágrima sin destino
humedeció mi corazón.


Olga de Lucia



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Cuadro: Entregué mi canto de Miguel Menassa



SENTIMENTAL Y ERÓTICA

Convoco tu nombre y un torrente de lava fluye por mi cuerpo,
arrasa mi cintura y se detiene en el momento justo,
que sentimental, tu mirada, abriga la ternura.

Mi sexo calla embravecido de lamentos
lanzados al viento de una tarde aciaga.

Arrojada al abismo levanto el vuelo
para rozar de tus labios la sonrisa,
me alejo y vuelvo a sumergirme en tu boca
mientras navego tempestades de mar enfurecido.


Desfallecida, próxima a naufragar, me declaro vencida,
y depongo mi cuerpo al son de la quimera que incendia la tarde.

Pilar Rojas



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Cuadro: El veneno del saber de Amelia Díez





SOY EL OJO QUE MIRA EL UNIVERSO

Soy el ojo que mira el universo,
cualquier hombre es hombre en mi presencia,
desde el fondo de la oscuridad abarco su luz
y ningún misterio alardea ante mi hambre.

Quisiera yo valerme de este ojo que mira
pero no ve más allá de lo eternamente ciego.
Escucho los ruidos del rumor que anudan
lo que siempre estuvo separado y nace.

El universo no yace en mi pupila, crepita
entre mármol flamígero y tierra ingrávida,
entre tu piel y mi carne abrupta y la serena
concupiscencia de la sagacidad humana.

Sonámbulo y mortífero el sopor avanza
por los muelles del sueño conquistado,
cincela sin piedad lo despierto y lo dormido,
deshace a golpe de martillo lo que muere.

Soy el ojo que mira el universo y habla
de ficciones que nacen todos los días,
hechas a fuego de letra marcando sendas
improbables y posibles para humanos.

Cuando la lujuria avanza sobre mi cuerpo
dimito de augurios y rituales programados,
después rasgo el sonido de mi voz sin prisa
me receto un silencio entre las piernas y muto.

Cuando la lujuria avanza sobre tu cuerpo
reclino mi cabeza entre tus musgosos sueños
invento una pupila universal y asalto las cornisas
imborrables de tu suelo invariable y cuneiforme.

Cuando los cuando huyen de la escena me levanto
estudio el horizonte y despego hacia el vértice
anguloso de los otros que esperan detrás y delante
mientras preparo lo esperado y su sorpresa.

Soy el ojo que mira el universo y su ausencia
es memorable, ojo y universo huyendo hacia el sur
de la memoria y el olvido acudiendo solícito a mi vera
no queriendo dejar, esta despedida, sin registro.


Amelia Díez

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Cuadro: Desnudo sentado, en rojo de Marc Chagall, reproducción de Cruz González



LA SORPRESA DE VERTE LLORAR

Fue una sorpresa verte llorar aquella tarde.
Tus labios aleteaban bajo los agujeros del tiempo
y tus ojos miraban alternativamente la nada y la libertad.

Apenas una letra sobre tu piel,
la caricia leve de un sonido quebrado.

Cruz González


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Cuadro: Selva Femenina. Miguel Menassa




JUEGO DE ABALORIOS



Tendido como náyade en un desierto de sombras
y quijadas de bocas acostumbradas a ocultar su llanto,
esquivo el verdor de tus pasos dolientes.
De grutas, mi ingenio adolece y no puedo vaticinar
tus errores de piel infame, sin gracia extraña
de servir los cuencos vacios de recuerdos:
tus ojos dolorosos.
Ella, muy querida mía, se deja amar en las vísperas de su llanto.
Solo cree en los besos desiertos de amor,
sin juzgar la mano que amansa su gélido cuerpo
de glicinas ornadas por una mano asesina,
que mece su vida durante los sueños de hastío y pudor.
Veo el poniente de telas rojas,
herido en la vertiente desnuda de sus días.
Pido que amanse sus penas, porque ya no hay boca
que alimentar ni rostro que ocultar por
bandera traída de la lejanía.
Sin embargo, algo tienes de cortesana.
Sólo queda tu bajada majestuosa al reino de lo infinito.


Miguel Martínez Fondón


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Cuadro: Interestelar. Miguel Menassa




GRAFFITTIS

De tanto en tanto una fugacidad y la estrella que cae deja una señal
en fuga invocando al deseo.
El germen de esa caída no olvidará los pasos dados al descuido
entrelazando algún saber,
mis sueños formados en la arena atravesando todos los desiertos,
peregrinaje sin certezas tocando el tiempo que se plasma
en la constante historia de mi vida.
Si pudiera dejar colgada en una silla como si fuese un traje
las oraciones construidas a expensas del sólo predicado,
si pudiera tener la valentía de enfrentarme a lo efímero
que estalla en el espacio y crea universos perplejos de lo nuevo,
un otro Orión,
alguna galaxia entorpecida sumándose a las órbitas,
brillantes graffittis que tiran de mi cuello para arriba.
Si pudiera soportarme allí,
en ese desenfreno que no remite a ninguna procedencia,
parecido a esa furia del mar queriendo derribar la tierra a golpes
en la roca.
Y abrazarme aquí, en las tinieblas de mi ropa,
palpando el torrente de la sangre,
el verdadero desafío a esa eternidad de palabras enfermas,
vacuolas transparentes portando su enfermedad mortal, la ausencia,
más pura que mis lágrimas.
Hay cosas imposibles y hay cosas que nadie puede hacer,
hay un sometimiento que me vuelve oscura,
hay un tocar la noche en su caída
y un vértigo de desnudez de soles que intenta desmayarme antes
del alba
y me lleva viajando en una nave a la orilla cercada de palabras
donde habita el silencio que me cede su casa de cristal,
antes de que madure la sentencia.
Vestida de nuevos pensamientos,
con frescos alientos de mentira pongo en el siglo que perdió la alerta
la voz que el cielo nunca tuvo,
un poco de piedad y toda mi fortuna:
Una gota de inmortalidad vertida en el vino que bebe este poema,
tan sólo la gota de cristal,
la roca que resiste,
el signo de la piedra,
la marca de mi pie sobre la piedra,
el jeroglífico que nunca encontrarán,
porque es mi huella.


Norma Menassa

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Cuadro: Todo deja de ser lo que no es. Manuel Menassa



IV

Esta carencia de almendras en la boca
como un recuerdo que retorna
dilatando el camino.
Las nubes defendiéndose se atrincheran
y la noche hoy es una lluvia repetitiva.
-Hay un camino que no recorrerás-,
me susurra un viento gélido
y el corazón se vuelve del revés
para observar los árboles de mi jardín,
son los únicos que permanecen
enquistados en la tierra y los miro al pasar:
En el camino sin retornos ni atajos
En la lluvia que anega el camino
En los pies mojados, en las grietas del alma.
Mi jardín es todo lo que añoro
porque soy yo quien construye la lluvia
en esta noche donde el camino se torna impredecible
donde los árboles que ayer indicaban el norte hoy…
Por eso vivo en cada charco que piso
y en la sangre de las piedras que hallo.
Porque soy la cosa y la palabra que lo nombra
y no dejo de andarme en soledad por este mundo
Este mismo mundo, este mundo hallado, madre.




Manuel Menassa de Lucia





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Cuadro: Amanecer. Miguel Menassa





UN VIEJO LOBO


Cuando me falta mi mundo,
y me falta siempre,
convoco a los nobles
de mi juventud,
fumo con ellos un cigarro
y les pido
que consuelen mis penas callejeras.
Sin darme cuenta
que también yo vivía en el exilio,
descarté tener
la coherencia
y la disciplina
que hubiese tenido un hombre libre en la ciudad.
Un viejo lobo,
consumido por el deseo
de destripar las ovejas,
descuartizar los conejos,
y muy a pesar de eso,
logra controlar los brutales excesos.
Hay momentos de la vida,
en que callar
se convierte en culpa,
hablar
en una obligación.
Un deber civil
un desafío moral
un imperativo categórico
del cual no te puedes evadir.

Lucia Serrano




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Cuadro: El bien y el mal en acción. Miguel Menassa



ORGÁNICO
A veces el destino

nos hace guiños desde el norte.
Late la vida en nuestras sienes
y a su desenfreno oponemos
puntuales
nuestras pausas y sus silencios.
Lo mortal está en el punto –cada vez-.
Incoherencia rutinaria.
Paradoja sobresaliente.
Rutas ancestrales,
en lo más hollado,
paseo.
Paso a paso.


Maria Chévez






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