domingo, 4 de octubre de 2009

TALLER DE POESÍA SÁBADO 03-10-2009

GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA
NÚMERO - 26- 03/10/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa.

Cuadro: Besos. Magdalena Salamanca




DILUIDA ENTRE TUS VERSOS

Sin la muesca de un poema que me acompañe
sin la mano dejada a la palabra
sin la caricia del duende o las hadas, o el capricho de los astros,
sin nada que decir.

Despilfarrando la ausencia por cada rincón de esta página
descomponiendo los oráculos que menosprecian la nostalgia,
albergando alguna esperanza que me consuele,
así, atada a la perpetua y ridícula existencia,
sin desprenderme, sin desaparecer, siempre ahí,
constante, tenaz, ardiente, solitaria y loca,
me arrastro, me dilato en el tiempo, me escondo
inventada por tus palabras, diluida entre tus versos.


Magdalena Salamanca



Cuadro: El latido de la selva. Alejandra Menassa



SOBRE EL TAPETE VERDE

La soledad se cernía sobre nosotros como la noche
inmensa, como si los hombres y mujeres del mundo,
unidos en conjuro imposible, en un acuerdo tácito,
hubieran huido del mundo sigilosos,
para dejar a los amantes alejados de todo.

Amplia y solemne, se erguía sobre sus cuatros patas
la mesa de billar, el tapete verde tenía el brillo
de los años alisados por la caricia de las esferas.

Cerré los ojos, y me tendías sobre aquél césped enlatado,
y con tus manos empujabas las maderas redondas,
que hacían coro de ruidos, mientras besabas arrebatado, mis labios.

Después me despertó una música estridente, y estaba otra vez vestida,
junto a la mesa de billar americano, y las bolas de colores intensos
me llamaban al reto de hacerlas desaparecer tras sus oscuras madrigueras.

Entonces todo me empezó a resonar a metáfora sexual,
acorde con mi fantasía en verde.
Y las bolas no entraban o entraban a capricho,
y otra vez se rozaban por descuido los labios,

El taco rodeaba mi cintura, y la mano golpeaba con fuerza
la redondez de aquél planeta que chocaba mareado con los otros,
y desaparecía.

Y otra vez la música, un paso de baile, tu mano en mi cintura,
el taco deslizándose entre los dedos ya húmedos,
y la temperatura ascendiendo y el latido que sonaba más alto que las notas.

Esa noche las metimos todas, menos una, esa que nos dejó las ganas izadas
una tensión extraña en los cuerpos, un incendio en la mirada,
y una revolución de células clamando por una cama a tres bandas.


Alejandra Menassa





Cuadro: Los naipes del recuerdo. Amelia Díez.


A LOS VIENTOS HURACANADOS DEL SUR
Eran vientos sin rumbo y con dirección
los que arrastraron ideas y costumbres inexistentes.
Vinieron como llegaron los hombres a la tierra
para partir inadecuados, sin previo aviso.

Inocuos dardos contra la doliente sombra.

Penuria humana más antigua que la guerra
y el hambre instalados sobre la geografía.

Abandonan los contornos del odio y del amor
cuando la escritura se articula como hueso
y sostén de todos los goces apalabrados.

Después una ráfaga se esconde entre los rostros
y comienza la vida que nunca se podrá vivir.

¡Oh vientos huracanados del Sur!
buscadme donde el saber se refugia
entre telones de letra y carne.

AMELIA DÍEZ CUESTA






Cuadro: La ribera de la selva. Carlos Fernández


EL DIA DESPUÉS…

El día después llega con su baúl de mimbre,
color hogaza de añoranza, para ubicar sobre los templos
la certera decepción.

¡Tú serás el pájaro pinto que alegra canta por las mañanas!
cantaban los abedules en mi tierra cuando llovía el recio sol
sobre los hombros cuya báscula nivelaba el horizonte.

El día después las cenizas son barquitos de papel mojado
sobrevolando los techos más altos dirección nunca más.

Hoy: la canción me salva y la fortuna acompaña la melodía
de una voz en el recuerdo oblongo del bandoneón al izar
bandera y mascarón en un velero destino: siempre un poco más.

Ayer estuve viviendo en un sueño las semillas de la ilusión
ayer no mueve el molino del puedo
ayer, hermoso sueño, todo era verde Lorca, azul Dario y ocre Dámaso
en la frente roja y gualda de Camilo que
verdeamarella Lula se la llevo a Río.

Carlos Fernández





Cuadro: Si es posible el poema... Miguel Oscar Menassa




POEMA A LOS VIENTOS HURACANADOS DEL NORTE

Palmas ondeancomo banderas cantando himnos.

Quedan en pie unas hojas,
algún fruto que cayó entre las piedrasy quedó, inmóvil,
esperando unas manos,
historias donde incluir gusanos aprendices de hombres,
pieles escamadas que van cambiando su color con el sol,
la nieve o esas idas y venidas de tus vientos huracanados,
norte amado, simún diluido en una voz, poema.

Cruz González Cardeñosa

Cuadro: Primavera, de Miguel Oscar Menassa


RETORNO
Me cuesta retornar a tu ritmo, nunca debí traicionarte.
El latido es constante y yo quise pararlo,
puede que me haya ocasionado una enfermedad incurable.
Abandoné mi madero, ahora quién sabe dónde está.
Ando perdida en estas aguas, busco dónde asirme,
encontrar de nuevo el rumbo que jamás debí perder.
Hoy no seré cruel, entregaré mi propio cuerpo, mis palabras
que llegarán al mundo como ríos de pasión.
Mi sangre teñirá estas aguas de rojo, de verde, de mil colores
para que nunca olvide que mi lugar está aquí,
junto a los olvidados, los inmortales, los que escribieron,
con grandes letras, tu nombre en las paredes.


Helena Trujillo Luque
Cuadro: Las palabras de la locura. Miguel Oscar Menassa




VIENTOS HURACANADOS

Me acerco al río más ancho del mundo y mientras diviso
lejana la tormenta, vientos huracanados del norte,
mezclan en apariencia todas mis ideas.
Viento de los locos te llaman, porque vas y vienes
en todas direcciones.
Levantas mis vestidos y sospecho la escena de amor contigo,
donde nacen hijos que vuelan hacia el cielo.
Miro a mi alrededor y veo las hojas caídas,
mueves de los árboles altos, la copa entera y hasta las
raíces deben sentir tus vibraciones.
Camino lentamente como si gozara verte danzar tu danza.
Mi cuerpo moviéndose por tu furia, estremece las ansias.
Como un huracán, tiras abajo lo más endeble, lo flojo,
lo que ya no sirve, y te alzas para seguir viajando.
No tienes ningún miedo.
Tu altivez hamaca mis sueños y no quiero verte partir.
Sería capaz de quedarme atada a esa intemperie.
Tierra tenaz donde sospechan los visitantes.
Geografía que das vuelta al vacío de las formas sobre la rivera.
Se alegran las aguas cuando te acercas, ciego, exacto,
soberbio sobre las superficies.
Vientos huracanados, siembras en mis alrededores tu explosiva
carga húmeda, tu niebla, tu oleaje implacable.
Mientras tanto, aguardo las voces que vendrán con la tormenta,
y negras alturas no te detendrán.
A todo lo llevas por delante viento, el humo de algún
pastizal recién prendido, se aviva con tu brisa,
y el paraíso es ese tiempo sin derrotas.
Con el último rayo de luz, celebro el crepitar de tu transparencia,
muevo mis cabellos con el aire que amontonas,
y quiero que termines esta danza macabra,
para volver a casa y mirar a lo lejos las distancias.
Ni siquiera recogí una palabra.
Sombras donde los pájaros ya no están.
Secretos del viento conversando conmigo en esta tarde gris,
para que los hombres levanten su cansancio.
Adonde llegarán las huellas lejanas de esta mía ciudad.
Hasta el río me pertenece cuando llegan los huracanados
vientos del norte sobre mi piel felina.
Una frescura de mar desciende empecinadamente
sobre el asfalto, arremolina lo muerto.
Esta noche, no existirá en el bosque, será toda del viento.
Algo despierta a mi lado los recuerdos, y es este aire de silencios,
leve caricia detenida.
Vuelve, que asombraremos al miedo de los débiles,
y alguna gaviota volará nuestro cielo.
Alborotado decir del balanceo, entras al corazón,
para devolverle al viento tus palabras,
sosteniendo el desamparo del aire fresco.
Vientos que hablan conmigo.
Vientos del silencio.
Vientos de luz.
Extraña terquedad de los huracanados vientos.
Hoy no levantaré las velas,
aguardaré en la amarra tus ensueños.

Lucía Serrano





Cuadro: Aguas perennes como cielo. Olga de Lucia.




UN VIENTO HURACANADO


Quiso el frenesí de los fenómenos naturales
que aflorara mi debilidad más intensa.
La puerta cerrada a toda escapatoria
me sumía indefenso en el terror más austero.
Viento huracanado, con afán de destrucción en sus entrañas
engulló la sonrisa de los niños,
elevó los objetos como hojas,
jugó a los aeroplanos con los tejados de las casas.
Se tragó las mieses, todas las cosechas.
El trabajo de muchos años comenzó a sollozar.

Mi casa era precaria,
nuestras fuerzas limitadas.
La soledad infinita.

Olga de Lucia


Cuadro: La belleza. Miguel Oscar Menassa.

A LOS VIENTOS HURACANADOS

Vientos huracanados me llevaron por doquier.

Hubo también las brisas marinas

y los vendavales del sin sentido

llevándose por delante toda esperanza.

Hubo los gritos de las noches invernales

cuando el huracán se lleva los tejados

cuando se lleva los últimos latidos del empedernido corazón.

Hubo tu corazón malherido desparramando por el camino

la sangre de tus sueños.

Todo entonces era soñar y brutalmente despertar.

Vientos helados en el alma,

vientos huracanados embistiendo la vida.

Caminé entre vientos

sin alcanzar nunca el final del camino.

Yo esperaba el regreso del héroe que nunca se fue.

Mas me esperaba,

incólume,

la página en blanco .

Claire Deloupy








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