domingo, 7 de julio de 2013

GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 06-07-2013


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 118, 06-07-2013
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa




Qué espero del mañana

Espero soledad y nieve, deshielo,
espero tu cintura al alba.

Dejaste tu montura
y te quedaste a vivir en mi casa.

Mañana de sol y de agonías,
futuro insomne, crisálida de males,
pan sin hornear
mirando los molinos destrozados.

Caíste desde el cielo y estás entre mis manos
esperando una letra certera que te lance
hacia otros horizontes que los del miedo
y la desesperanza.

Estás agazapado en mis entrañas
escuchando el sonido de las olas
cantando las mareas
descubriendo entre los tiburones
una orca.

Manchado de carmín quedaste
cuando la noche te besó la cara
y te entretienes rondando vanidades
ejerciendo de niño irreverente
sin saber si es tu cuerpo sensible
si son tus huellas posibilidad humana.

Cruz González Cardeñosa


¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?

¿Qué espero del mañana?

Espero que cumpla soledades
de brisa nocturna,
despierte anhelos
al paso de transfiguraciones,
tallos balsámicos
desanudando
cabelleras hipnóticas.

Nada existe
sin el trabajo de mis voces,
ni el contacto de otras geografías.

Variaciones de sonidos
en jardines a la velocidad del verso.

Desde tiempos por venir
vuelan cósmicos abismos.

Sólidas construcciones aéreas,
en la densidad
de espejismos digestivos,
magnitudes inexactas,
quizá, imposibles.

El mañana se puede ver
ocultándose cerca,
floreciendo en la nieve.

No cabe en el mar o el silencio.

Tiempo de enigmas
perdurando invisible
cuando se orienta al universo,
escucha el espanto y la furia
en la adoración de sombras,
luz futura.

Jaime Kozak


QUÉ ESPERO DEL MAÑANA

Alguna fruta fresca con sabor dulce y una lágrima amarga final
en el paladar que incite al cante en el trono de la amistad.

Algunos libros clásicos, sin sorpresas llamativas ni locas aventuras,
vidas escritas por manos como las mías: tiernas y violentas cual fruta fresca.

Algunas mujeres de libro.
Fruta fresca y temblor.
Tobogán, laberinto y espejos en el parque donde jugar al
payaso haciendo que espera la ofensa de la trapecista, la bofetada de la traición.

Algunas victorias sin corona, triunfos sin etapas, un aula espero con mi nombre,
tal vez una calle con balcones y geranios y una farola negra
en la esquina del adiós.

Un silbido, un piropo, un ole con ole y olé con el ala del sombrero
y los pulgares del revés hablando en castizo, en porteño o en yes veriguel.

Una burla de escenario, un chiste violeta de quinientos espero,
el honor de la guitarra desclavando los baúles y
rasgando con un pincel las telas de tu cuerpo.
Cerrar el puño de la misión cumplida.

Nada, no espero casi nada.
Mi cuerpo untado en cremas cálidas flotando en marea baja, cerca
de tu sexo mojado.

Esperar…del pasado lo espero todo o casi todo.
Un hospital de día con despachos de mediodía y talleres
donde aprender la dimensión del odio al amar y fruta fresca de verdad.
 
Carlos Fernández


¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Qué esperar del mañana, querida poeta,
amanecer que nunca llega
y se convierte en columnas de años,
amores que cobran vida de poema.

Imperturbables damas de la desesperación,
somos las reinas sublimes,
labios de impalpable brisa,
abandonadas al flujo de nuestros vientres.

Nombramos la vida entre los límites,
habitamos presas, nuestra espera,
engaño necesario del egoísmo de la verdad.

Cómo atrapar lo que no existe,
lo que vive en las gargantas,
fuego de silencios donde el rostro se disfraza.

Si supieran, Carilda, las remontadas acústicas,
los vuelos en cristales de cobalto,
iluminando nuestra ceguera.

Somos cuerdas arrancadas al porvenir,
sonoras pulsaciones de la sangre,
fundadoras etéreas del deseo.


Helena Trujillo


¿Qué espero del mañana?


Albur destronando polvorientas ideas
atrapadas en barrigas descomunales
y grandes cuentas ocultas en paraísos fiscales.
Ciénaga donde van a revolcarse ignominiosos
banqueros ávidos de poder.
Justicia que no decline la balanza,
comida para todos, trabajo para todos,
y un afán que no tenga que ver con el afano
sino con un sano interés por lo que de humano
eleva al hombre a su ansiada condición.
Reses sin discurso acudiendo al llamado
del cencerro que difunde su sonido insistente
llamando a la aniquilación.,
Venial esta culpa que nos mantiene
sometidos a la barbarie de la ignorancia
y el abuso de poder.
Luz para un mañana que no sabemos calcular.

Olga de Lucia Vicente.


QUE ESPERO DEL MAÑANA

A nuestro alrededor pasó de todo.
El planeta se llenó de habitantes destrozados,
ávidos de sangre humana y el metal fue la reja donde se pudrió el odio.
Veníamos cruzando ciudades y a través de los techos hicimos el camino
pero no dejamos de cantar mientras las chimeneas llenaban de humo
nuestras vidas que parecían un pensamiento tallado en el mañana.

A veces había que decirle al corazón que no latiese así,
que se acallara,
que esperase la siguiente mano
que a lo mejor venía el as de espadas
y habríamos ganado la partida.
A esas alturas el futuro quedaba a una distancia inexplicable
y los años eran algunas gotas de miel y acíbar combinadas
de tal manera que inundaban los oídos
y la vida era esa mujer impúdica
pidiendo un pedazo de pan, un pedazo de sol, un pedazo de algo.

Una avalancha de palabras trajo el temblor
y un remolino arrancó de la garganta un canto
que deformó los puntos y las comas y el olor a tinta impregnó el papel
que hablaba del futuro al que le entregaríamos la última palabra.

El hoy se imponía furibundo y quedaban los sueños en el aire
siendo el mañana una revista de aventuras por entregas
que aparecía el día viernes
y que tenía entre paréntesis al pié de página
la posibilidad de volver y que la vida continuara.
En ese tiempo de la pausa quedaban los incendios apagados
e imaginaba que había que decirle al mundo que así no,
que hay que cambiar de vida, aunque por ahí dicen que morir es cosa fácil,
y movía la cabeza hacia los lados pensando en lo difícil y en lo fácil
teniendo en cuenta que el hombre no se achica
ya que la apuesta la hizo de antemano sabiendo que la deuda es impagable.

Yo del mañana espero un jardincito
donde la tierra esté limpia de alimañas
y un viento desparrame los cabellos y suelte las piernas que se alargan
para ignorar que las rodillas alguna vez cayeron
pidiendo un anticipo por fuera del salario,
para pagar el alimento con orgullo y no escuchar más un grito de hambre.
                                  
Norma Menassa


QUÉ ESPERO DEL MAÑANA


Retroceder para tomar impulso, decías,
mientras el mundo se retorcía
entre simulacros de extinción.

Yo trabajaba simulando no entender,
escondiendo gritos de espanto
bajo la mullida costumbre de la realidad.

Impulso, decías, fuerza y control,
y en mi memoria se recortaba
un futuro a golpe de palabras escritas.

Y yo esperaba el momento
en que nuestra independencia
se convirtiera en libertad.

Carmen Salamanca




¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Decir: no quiero mucho, me detiene.
Decir: lo quiero todo, es decir nada.
Entonces, se abre un horizonte
frente a mí, y mis manos tejen
con otras manos laboriosas,
un destino posible.
Quiero estar con ustedes, compañeros,
La escritura del Master marcando los caminos,
la firmeza de Amelia en las lecturas,
la mano de Pilar entre las letras,
la sonrisa de Carlos en mis días,
Miguel en su entusiasmo varonil,
la deslumbrante poesía de Norma,
el tesón del mar en la mirada de Helena,
la dulzura de Claire en los cuidados,
la perseverancia de Paola,
la entrega de Cruz,
la alegría de Clemence,
la calidez exquisita de Susana,
la fuerza imparable de Virginia,
La templanza de Sole,
La inteligencia organizativa de Magda,
El orden de Carmen,
la disposición de Ruy,
el afán de conquista de otros lares
con que cruza Jaime las fronteras,
el amor de Olga,
la inquietud científica de Fabián,
la destreza de Manuel…
y los hombres y mujeres del futuro.
Quiero estar con ustedes, compañeros.
Porque ustedes están en la poesía,
en la palabra.
Mi vida  está entre ustedes. Mi futuro,
tejedores de redes donde
caigo, pez simple, enamorado de la noche.

Alejandra Menassa de Lucia

QUÉ ESPERO DEL MAÑANA

Vuelo y busco, mañana yace en ningún sitio,
mañana no espera en el cuarto de luces
ni en la sombra terrestre de la rama
que agita intermitente sus hojas,
ni en el cuenco donde la necesidad se mira y no ve nada.
Se escuchó el canto del soldado hacia la guerra,
guerra de truenos, palabras incomprendidas,
lluvia de afectos, de destinos errantes sobre la voz,
sobre las piernas,
contrincante bajo mi piel.
Esbozo una despedida sin promesa de no retorno,
para no volver,
un sueño, una esperanza consumida en un crisol,
vapor de miel sobre la espalda que se extiende para ti.
Aprender a morir en el grito sordo del frenesí
sin dolor, cada vez menos dolor
porque espero lo que no existe y sin embargo está aquí,
bello locuaz en una cárcel donde todo comienza, al detenerme.

Susana Lorente

QUÉ ESPERO DEL MAÑANA

Con rigurosos golpes amartillaba
los travesaños donde sostener
con la suavidad del viento
el mañana.

El crepúsculo dejaba sobre su piel
un dejo inarmónico
mientras se quitaba el sombrero de paja
que lentificaba el ardor del verano,
y su cuerpo, desvencijado,
se abalanzaba sobre el jergón
que la sorpresa había construido.

Sus manos, rugosas y huesudas
tornaban torpes e impacientes
a guarecerse en los bolsillos
tras intentos vanos de desatar los nudos
invisibles que amenazaban sus pies
y le hacían tropezar con la insistencia de lo conocido.

Los ojos se le escapaban al cielo
cuando ruidosas bandadas de pájaros
cruzaban sobre su mundo
y se perdían más allá de su mirada.

mientras sólo un instante de temblor le cegaba
porque era un hombre cabal que había aprendido a esperar
y yo ansiaba, como él, aprender a esperar para “volar sin alas”.
Pilar Rojas
QUÉ ESPERO DEL MAÑANA 

Vivir sin miradas al pasado
abierta a la frase siguiente
al cálido beso amante.
Entrelazando con alegría
vuestras compañeras palabras con las mías
acompañar y  ser acompañada
por esos nuevos caminos de la vida.
Trabajar con otros a la letra viva
de un mundo más humano.
Cabalgar y volar con el deseo en popa
hasta el punto final.

Claire Deloupy


¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Qué espero del mañana,
sino el ciclo interminable
del azul y la belleza,
las perdurables formas
del lienzo y el poema.
Reniego de esta sombra
que anticipa el augurio
de la tumba abierta.
Hoy no moriré, mañana tal vez.
Por ahora, beberé hasta saciarme
los ásperos alcoholes y las mieles
que destilan los muslos
de inhóspitas doncellas.
La juventud dura
lo que dura este poema.
Hoy no moriré, mañana tal vez.

Ruy Henríquez








POEMA SOBRE MI FUTURO O

¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?



Mi futuro se pierde

en la efeméride del cansancio.
Alado ardor
que enardece
la dicha
de los prontuarios.

Sometido a su radio
de acción
acalla
el más mínimo
movimiento
ajeno
a su reinado.
Proclama como
propio y lo maneja
a su antojo, enloquecido
al ardor
del sueño
en su regazo.
Líbrate de mí
pues sin mí
seré un ser alado
como tú,
que dicta sentencia,
en la violación de los
derechos
y clama piedad
para los ladrones.

Quebrantar
la suerte del
miserable
cuando el odio
proclama venganza
al mustio
ardid del bostezo
y de la queja.

Soy una más de esas mujeres.
Cambio la queja
por el árbol
hermoso
de la voz.
Como humana viviente
en sus fauces de misterio
de donde acudes,
suenan los timbales
y las madreselvas
se proclaman vencedoras
en una disputa
entre las rosas
y los nardos.
Lirios en gloria
que interfieren
el templo.
El tiempo hace acopio
de la apoplejía
de los jóvenes
a las márgenes de
su insidiosa
estampa de toreros.
Allá y acá
el amor es el ardid
del verano vencido y apagado.

Aquí adentro hay vueltas
de multitudes y fantasmas
yo soy frases de otros
y ahora quiero ser
lo desconocido,
lo que nunca se dijo
ni se dirá.
Lo que el canto extiende
entre sus brazos
al florido
jardín de la locura.
El amor,
el pasaje
hacia
el fruto
de esta silenciosa y diligente
pasión que me ata al futuro
y que me arrostra.
Cuando me dijiste ven
yo fui.
Ahora, nazco
cubierta de ti.
Penetrada por tu cornamusa.

Viajo en ti
y soy del mundo
que en tu seno anida.

Eco de los perdidos
en el sigilo,
camuflados con
escaramuzas del saber.
Me declaro culpable.
Soy la que no tiene nombre.
Un no saber
sabido
que mueve los
estertores
oriundos.
Que hace vivir
la crisálida
intrépida
y aventa las llanuras
insondables
preparando la paz
para las sombras de
Eros y Thanatos.

¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Amarrada al pacto que me sostiene, decido esperar.
No busco respuestas ni preguntas, me transformo a su compás.

Habitante de un país donde la incertidumbre es necesaria
bebo una vez más de aquella lejanía que respira en mí,
y el futuro recorre mis manos y  la poesía imperecedera
se hace eterna en aquella hora fugitiva.

He dejado de poseer el tiempo para poder gozarlo.

Soy la ceniza que no proviene del fuego,
la furia en la que se ahogaron aquellas indecisiones,
la mirada que no encuentro cuando comprendo,
la urdimbre que inventa el tiempo para poder vivirlo,
el revés de la angustia que me empuja hacia mi cuerpo.

Dispongo del ruido y sus quebrantos, en todas direcciones,
mis límites son los otros, mi música aquellos nombres propios,
que pensaron las frases en las que sueño y trabajo.
Después, simplemente, espero permanecer en el deseo.
Amelia Díez Cuesta
 

QUE ESPERO DE MAÑANA

                                                           « ¡Mañana ! Qué palabra, toda vibrante… »
                                                                                                          Pedro Salinas


Aunque fuesemos luciendo cantores
y sepamos volar en los rincones
más hermosos del tiempo,
alzaría la catástrofe de una vida plena.

Rozan mi voz las fiebres otras
que no se conciben en ningun paréntesis
y van lavando bacterias, risas y capsulas
que colocan en instantes lo que excluye la palabra.

Aunque el hambre no se calmase nunca
no cambiaría el ritmo de los días.
No cambio la orilla desesperada
que invade el movimiento de mañana.


Clémence Loonis





¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?


Esperaba del mañana
oteando el horizonte
ser tejedora de palabras
entremezclada en universos
buscando el infinito.
-arrodilló la muerte
multiplicada por  cinco
por seis-
en dosis pergeñadas
para caer
levantarse,
mientras llagaba la siguiente.

¿Qué espero del mañana?
Las fuerzas suficientes
las ganas
la aparición prístina
de nuevas realidades
que se pongan de pie
tantos sueños fracturados
que me arranquen
de este espanto cotidiano
que el viento se lleve
el gris hastío
en la convocatoria del ocaso.

Rosalba Pelle
 
 


¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?

Amplias alamedas para el hombre del mañana
Trabajando la inmensa alegría de las palabras
También en la voz pausada del silencio
En el árbol generoso que da sombras al caminante
Espero del mañana lo que el incansable trabajo
Del hombre  produzca en todas las direcciones
En todos los caminos, en todos los colores.                                                         

Tajo pleno del oro del mañana
Semilla de poetas por todas partes
Millones de voces en el canto mineral
Y selvático de los anchos y profundos
Ríos de mi infancia
Patria de palabras para la
Humana condición.



Paola Duchên

1 comentario:

  1. Oníricos, mágicos, capaces de capturar con detalle cada bocanada de aire patente en la voz, en la respiración y en el amor.

    Me proclamo, humildemente, vuestro seguidor.

    Me honrarían si entrasen a mi blog, también de poesía:

    http://cartasalasdiosasfalaces.wordpress.com

    Muchas gracias.

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