lunes, 1 de julio de 2013

GRUPO DE POESÍA 29-06-2013


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 117, 29-06-2013
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa








ALEJATE PARA QUE PUEDA VERTE, ACERCATE PARA PERDERTE.

Entregada al silencio de la noche
se levantan muros de viento
desordenando este continente inmóvil.

En un grito la distancia se despliega.
El pálido aroma cotidiano
y los cuerpos escritos de perfil
me encadenan
con la pasión de la sangre
-       arrebatadas huellas conocidas.-

Cruje el aroma de los colores
en este costado palpitante
eco penetrante de una mirada
que se hiere voluptuosa en las horas.

Reposa guerrero en la distancia de la batalla,
rendido al porvenir de la tormenta.
que tu aliento impreciso abra impasible el lamento.

Tiéndete en la distancia de esta página
y acaricia con tus palabras el silencio que envuelve la noche.

Soledad Caballero


ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE, ACÉRCATE PARA PERDERTE.

Obuses y variadas inclemencias caen sobre las esperanzas
que rodean a los hombres desde milenios y ellas siguen ahí,
como si alguna vez hubiesen existido, como si fueran alcanzables.

Contra la incertidumbre han abolido lo desconocido,
y ha quedado prohibido hablar de la muerte en toda circunstancia.

Tu cercanía me impide mirarte, aléjate para que pueda verte.
Son tus ojos lo único que ves debajo de tus párpados.
Son tus labios encerrados bajo el candado del silencio
los objetos  perdidos de todos tus sueños,
el beso insaciable de la inolvidable y  las horas
que no dejan de marcar el ritmo de tu cuerpo.

Pido una proximidad lejana, una distancia diferente cada vez,
un acercarse permanentemente, un sueño con despertar,
porque lo inalcanzable es la razón de todo movimiento.

Amelia Díez Cuesta




ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE;
ACÉRCATE PARA PERDERTE

A TANO EN SU 65 CUMPLEAÑOS
Hay hombres que caminan cabizbajos,
se acaba su único trabajo, y la vida se les va
yendo por la hendija, como se extingue
el haz de luz tras la puerta que se cierra.

Hay otros, sin embargo, para los que la vida
comienza a los sesenta y cinco años,
para ellos, la jubilación no es
sino una de las formas del júbilo.
Con júbilo descifraron los misterios
de las grutas ocultas impresos en las placas,
y con júbilo cantan su edad nueva.
Son los amantes del amor,
los que tienen en las venas cientos de Pegasos.

Los que frente a la naranja de la vida,
extraen todos los jugos con pericia.
Los otros, pasan su tiempo en este mundo
sin hacer apenas ruido para no despertar
los oscuros mecanismos de la muerte.

Ellos no, ellos la invocan y enrostran cada día,
y cada día la vencen, ganándole minutos.
Ella, a cambio, les arranca pedacitos de cuádriceps,
meniscos,  pectorales ¡Bajo precio por sentir
el latido elevándose por encima de
frecuencias audibles para el humano oído!,
o se detiene en su talón de Aquiles,
porque al bañarlos en el río de la inmortalidad,
la abuela Emilia los tomó por el tobillo.
Algún punto débil tenían que tener
esos colosos que enrostran cada día a la parca.

Un grande dijo que la  riqueza de un hombre
son sus relaciones sociales,
el oro de la amistad llena las arcas de estos hombres,
que siempre tienen disponible la sonrisa,
la mano generosa dispuesta a ser tendida,
y las palabras de ánimo prestas a brotar de los labios.

Estos hombres, suelen tener su musa,
princesa amante que baila para ellos
danzas ancestrales, porque el amor
desborda sus fronteras,
y les resulta amar tan necesario, que mueren
si no aman con la pasión de Príapo.

Conozco pocos de estos hombres,
son escasos como trébol cuyas hojas son tétrada.
Esta noche celebramos de uno,
su feliz nacimiento.

Alejandra Menassa de Lucia.




 
ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE
ACERCATE PARA PERDERTE

Tenían nuestras noches,
hendiduras y salamandras de perfil.

Aléjate para que pueda verte
en nubes rasgadas de coral,
para dejar en tu boca
sabores leves
de fuego y mar.

Acércate para perderte
por cielos en declive,
donde los amores ruedan por playas
como objetos abandonados
cubriendo la multitud.

Son los versos que vienen,
vendrán desafiantes por todas partes
a encerrarse en los últimos refugios
para dejar en la carne huellas de eclipses.

Acércate porque no hay
quien reparta el pan y el vino
o cultive hierbas en boca de los vivos,
ni abra linos del reposo,
o llore por heridas del tiempo.

Aléjate para perderte en niños que vendrán.

También las edades son estados de ánimos
y maneras de vivir.

Enamorado del camino,
divago
allí donde hay lugar para los sueños,
y te vuelvo a encontrar
donde habita la bruma,
donde suben y bajan las mareas.


Jaime Kozak



ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE, ACÉRCATE PARA PERDERTE

Sombra soy del poeta que desde el coso las cinco heridas
ilumina como sombra y sol que bailan y cohabitan
el tendido de sombreros, pañuelos y abanicos
en cada lance en el pecho un suspiro y un aplauso tímido
al cambio de tercio por seguir de pie frente a su suerte.

Aléjate embrujo de animal que mi brazo extendido pueda teñido
de sangre verte,
acércate con verónicas de muerte para perderte
que no sea la ovación desde el tendido una cruz en el recuerdo
ni claveles faltasen en la plaza de oro
ni el negro vuelva en el ruedo a enlutarte.

Cimbrea tu talle de bucles y luceros como embriaga la espiga al viento
no falte en tu atuendo el trapo del envite,
la pluma plateada del estoque entre las páginas del último libro,
ni ocultes la correspondencia por amada
que plebiscito del pueblo será el destino  
y leyendas de versos tus amores.

Aléjate del cuerpo la gravedad exacta de la calavera última
acércate a los labios del sexo la alborada y canta como río que baila
y ríe como pájaro en el cementerio
libre del ciprés y el mármol su condena.

Carlos Fernández 



ALEJATE, PARA QUE PUEDA VERTE. ACÉRCATE, PARA PERDERTE.

Pensábamos que el amor nos salvaría,
permanecías alejado,
picoteamos la tierra en busca de tu semilla
pero el sol se ocultaba siempre,
incesante luz en un mar de tormentas
en que nada calma el hambre
ni la agonía de tu partida cuando te acercas
in misericordioso, persistente en la retina
donde nada nace ni muere en la imagen,
bosque desnudo sobre el risco solitario.
Velocidad te pido para que mi parpadeo te pierda
y encontrarte en el rastro de tinta que borda el mundo
en un pétalo fresco, en un abrazo de metal y fuego.

Susana Lorente
    



 
ALÉJATE PARA QUE PUEDA  VERTE,
ACÉRCATE PARA PERDERTE

Un sol de poniente, círculo perfecto sin ambages,
anidaba en su pecho, fabricando una sed indomable
porque todo el zumo de esa naranja que no sabía desgajar
se lo bebió la tarde en que su vida expiró asaeteada por amor.

El adiós impregnó su mano con mutaciones clandestinas
trastocando en un contar laxo la férrea gallardía de su empaque.
Embaucada por el resplandor no se dio cuenta
que olvidada en la almohada, su vida fue corrompiéndose
entre las grietas de ese de horno de reverbero.

Ni la vehemencia de los besos ni la plaga de la magnificencia
impidieron que los suspiros ocuparon en su caja torácica
el lugar de ese músculo misterioso  
tan sensible a las palabras que no alcanzaban su boca,
extraviando su cuerpo en el destello de lo imposible.

Apretaba los dientes para no dejar escapar el fuego
cuando aluviones de insomnio convertían en pesadillas
su cara trasmutada en rasgos ajenos,
como cuando a la mañana el espejo la miraba
con los ojos de su amado y ella recordaba
las palabras de aquel viejo sabio de su barrio:
 aléjate para que pueda  verte,
acércate para perderte.

Pilar Rojas




ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE.
ACÉRCATE PARA PERDERTE.

Lejana soledad la del ayer,
vicios de un eco que se repite
en el insistente vacío del recuerdo.
Esquivo la insolencia del hábito,
distorsionados sentidos donde el canto
incendia los refugios de lo nuevo.
Siembro el futuro de aves de luz,
gaviotas portadoras del saber,
aire purificador que alimente nuestro amor.


Helena Trujillo



ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE. ACÉRCATE PARA PERDERTE

Bajan las barriadas con su ímpetu bullanguero
Sobre mi tristeza señorial 
Hoy despido a unos amigos
Se han levantado temprano
Y con el sol de la madrugada
Se van para Extremadura
Para su pueblo de  aceite y olivas
El alquiler no alcanza y el trabajo está algo escaso.
Los niños no lo saben pero lo saben
En mi casa, en la escalera de al lado
Una mujer pensativa decide jugar al ajedrez de la vida
No romperán mi corazón
Aunque esté roto
No romperán mi corazón
Jarrón de alfareros
La voz ahuecada cantará bien alto
Tendrá el sabor de la risa de los niños
Y el poderío del amor de las mujeres
Templanza, templanza del varón
Yo mantengo la sonrisa bien alto
Alegre el corazón mientras golpea
 Fuerte la humanidad sin límites
No romperán mi corazón

Paola Duchên Reynaga.




ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE;
ACÉRCATE PARA PERDERTE

En medio del tumulto, los peces
enloquecían al negar tu nombre,
enganchados en ritmos pretéritos
y maneras de olímpica traición.

Me habías enseñado a remar
también contra corriente,
esquivando obstáculos con tesón,
sin bajar la guardia en aguas mansas.

Desde la orilla, estudiabas aquella informe rebelión 
en que algunos, para alcanzar el cielo,
renegaban de las escamas y morían,
asfixiados, fuera de su mundo.

Aléjate, me gritabas,
aléjate para que pueda verte.

Y yo movía mis brazos rápidamente
y remaba para no convertirme
en alimento de tanto ser desesperado,
carroña para los buitres y su angustia.

Después, cuando el sol caía y las aguas
se tranquilizaban, volvía a buscar,
en tus ojos, el horizonte de lo conseguido,
mientras, una vez más, definías mi camino:

Acércate, decías entonces,
acércate para perderte.

Carmen Salamanca



POEMA
ALÉJATE PARA QUE PUEDA VERTE, ACÉRCATE PARA PERDERTE

Vértigo delincuente
susurras
versos
y sílabas
rodantes
en los vaivenes
del corazón pétreo.

Reino austral de la sílaba
sobre la letra
la parte por el todo
de alguna carne
de la carne.

Te condeno
sobre la piel de mi almohada
rompiendo las palabras
húmedas.

Tras la victoria
abro el misterio.

Reinando sobre nosotros mismos
legislando nuestros propios cuerpos
llegaron los disturbios
de las lágrimas.

Soliviantando los relojes
para celebrar
los aniversarios
del amor.

Amores celebrando
sueños.

Amores alternando
los ritmos de la rima.

Amores reinando
como estrellas de fuego.

Frente a ti,
el ave victorioso
de la templanza
y altura
consonante.

Estrechando distancias
de más acá del mundo
a más allá de la palabra,
el universo de los vivos.

Radiante en nosotros.
Un mar en calma
vibrante y magnífico
donde si te acercas te pierdo
y he de alejarme para poder verte.



Virginia Valdominos

ALEJATE PARA QUE PUEDA VERTE
ACERCATE  PARA PERDERTE

Docente con cuerpo y alma
sin importar que la lluvia la desvista
Artesana alejando  a tantos diaguitas
para entender sus lágrimas.
Tejedora de llanto hasta el cansancio
indagando el por qué de estos presentes.
Soltando versos
quedándose hasta el alba
dormir despierta
no queriendo despertar.
Tejedora de caminos
hasta  la locura
vida y muerte entrelazadas
arropada con retazos de silencios
largos silencios
silencios…

Todo y nada
 que nos acercan en
inconmensurable  distancia.

Rosalba Pelle



1 comentario:

  1. Interesantes poemas, muestra de que cada uno da un significado diferente a cada consigna! Felicitaciones!

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