domingo, 10 de febrero de 2013

TALLER DE POESÍA GRUPO CERO DE LOS SÁBADOS 09/02/2013


                                                 

GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 102, 09-02-2012
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa



                                                        

SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR


Dice la Muerte:
“ ¿Qué piensas tú, hombre, que el otro morirá y tú te quedarás…”
                                                 De -“La danza de la muerte”-del códice del Escorial
Le contesta el poeta:                                                                                     
“Cada vez nuevas palabras,
                                               nuevas combinaciones,
                                                                                      me alejan de la muerte.”
                                                                                                                                 MOM    
Desde tu primer vagido
antes de la primera palabra
puso su dedo en tu piel.
Te pretende desde siempre
Pero, cuídate de caer tan pronto en sus brazos,
porque sería para ti,
antes de tiempo,
la última danza.

Poniendo palabras a la noche
a los murmullos de la carne
al cotidiano vivir
vamos toreando a la muerte
alargando un camino
cuyo final nos une  aparentemente a todos.

Pero más nos unen las palabras,
los caminos de las letras,
que nunca acabarán.

Su peso ligero capaz de desviarnos  del abismo
ganará al final la batalla
porque la poesía
y sus palabras
de boca en boca
nunca se callarán.

Claire Deloupy

                                                           
SI HABLAR ES LA MUERTE

Quererte,
como canta el cantor
cuando la mano empuja los olvidos,
tropieza con el lote de la vida
y nadie pierde la razón por saludarte
haciendo practicas con el sol.

Empecé con los pies
tirando piedras
alertando a la verdad para que viniese
a acomodar la lentitud
pasos deteniendo las cifras
que envuelven mi cuerpo.

Si hablar es la muerte,
paseo en el anden
con el aliento del tren
mirando muy lejos.

Muerdo el vuelo del pájaro
con fuerza salvaje,
letras aprendidas al azar,
cuerpo entero diciendo la verdad.

Clémence Loonis
                                                           



 SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR


Si es cerrar las cortinas
de un siniestro confesionario,
y anticiparse al silencio de la oscuridad
con un estrépito de ilusiones... no es hablar.
Acertar las fechas finales
con el índice del sueño
como un pescador sonámbulo entre redes... no es hablar.
No es precipitar en otra substancia
ni crecer por el abismo humano... es la raya
continua demarcando, abriendo estúpidas cifras en el alma:
Ayer, mañana...
Hablar es abrir las cortinas
del viejo confesionario y terminar
con cada frase en su lugar. Antes que llegue
la oscuridad hasta la lengua
replegando el final con sus acentos.


Kepa Ríos Alday
                                                         

SI HABLAR ES LA MUERTE,  NO ES HABLAR

Con el eco de los mares desiertos,
visto la huida de estos huesos desordenados de palabras,
y me abandono a los días en la fugacidad de las horas.

Las paredes del silencio se agrietan al atardecer.

Un viento firme para acunar las heridas
y las páginas se precipitan en lunas solitarias,
nocturnas, haciendo cuerpo el latido de la noche.

Busco exiliarme en abanicos vibrantes de sumas
en el costado de la sombra,
donde el poema se hace caricia imposible
y los viajeros sedientos de cadenas
vencen mi piel gastada.

Soy apenas es nostalgia peregrina que amanece entre talismanes,
esa palabra inestable que se ancla bajo el diluvio,
ese aliento enmudecido.


Soledad Caballero Castro

                                                         

SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR

Si recorres la  moneda que te acuña la mano esperando ácida la caída
y sueñas cara a la muerte, habla tu fortuna en el bolsillo,
aprende a esperar o vete.
   
Si la tarde compañera del murmullo que siempre hay en la piel
te unta la mirada de juegos horadando el real de plata
habla el revolver de la voz.

Si detengo la burbuja de olvido que respiras y desde el fondo del pozo
solo surge el eco, espera que la lluvia de otoño, ahogue tu desnivel de tristeza
en el brocal de piedra que te circunda el pecho.

 Si hablar es la muerte, no hay terceto en la representación del adiós
y entonces, nadie llora de rodillas en la esquina sombría del cuarto oscuro
allí donde el amor te expulsó.
   
Y no me vengas con la elegancia del barrio donde chocaron nuestros huesos,
que deletrear puedo con diferente acento vuestro nombre propio con pulso firme  
y los ojos cerrados.

Si hablar pudiera el muerto, párvulo ignorante se declarase el mono
y tres calaveras mintieran al océano frente al silencio.

Carlos Fernández

                                          

SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR


Frente a frente las cucharas batían combinaciones imposibles,
las bocas se abrían, la camarera caminaba,
los bebes dormían, un murmullo a la nada
y una pareja creyendo que hoy en su amor anidaba la vida.

Las palabras rebotaban en los muros,
la cuenta era dejada con desdén sobre la mesa
y el perdón justificaba otro próximo encuentro con el odio.

Cientos de rayos emanando energía
y ninguno era capaz de interrumpir ese discurrir frente al espejo,
lucha de las palabras por no escapar de Dios
mientras el reloj avanzaba victorioso hacia las 12 en punto.

Los zapatitos, la carroza y la corona desaparecían,
y las manos frescas de pintura,
y su cabello en torno de su rostro lo entregaba todo al viento,
su primera palabra quitándole el tiempo al tiempo,
mientras amábamos y comíamos.

Dame fechas, nombres, dame el espacio,
el veneno de la noche serpenteando por la colina solitaria,
mi sonrisa es porque espero, dame tu alma que la mía no me basta,
me la pegaré al cuerpo, diré que es mía,
que nunca me pediste un verso
y volaré como una loca alucinada en la sombra gris de tu espesura.

Me toco el pecho por creer que alguna sensación abriga y lo creo,
y creo que hace frío bajo la tierra
o que la muerte solo es un corazón dejando de latir.

Cuanto creer en la maza del juez que yerra en su testimonio,
cuanto creer en la sirena que desvela la cárcel
en que un preso ha invertido su historia antigua de quebrantos,
cuánta soledad entre sus muros de piel.

No son las ruinas las que guardan mi resurrección,
es el habla del mañana, una mujer hecha de tu voz.

Susana Lorente
                                                      
SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR
Pálida rasgadura, queda el color en la mirada.
Océanos de palabras se hilvanan,
impronunciables,
frente al espejo de la esperanza.
Acuarelas proyectadas en el vacío sanguíneo,
agotan,  persistentes, las fibras de la traición.
Se incendia el lamento, mece en pétreas pupilas
la muerte, novia infernal de los silencios.
Desteje el ceñido nudo que ahoga los versos
en delgados pasadizos donde estallan los cerrojos.
Cadencia desatada del amor, germina el arcoíris de la voz,
vívida lección que combate el vagido final.

Helena Trujillo

                                                            

SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR


Cuando callas te noto como ausente,
ya lo dijo el poeta,
pero si hablar es la muerte,
prefiero tu ausencia,
el vértigo de la lejanía
los fríos filamentos de tu indiferencia.

Si hablar es la muerte y tú, el portador de su guadaña,
esperaré sentada en mi trono de paja
que las crecidas aguas de la distancia,
entonen caricias en la ribera con la maldad que habitas.

Aqueronte guiará tus pasos al otro lado
para que la soledad perturbe los tímpanos de tu mudez,
desnudo y solo, alejado de la vida,
tu sexo se convertirá en mástil de algún barco a la deriva.


Magdalena Salamanca
                                                           

SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR

Te veo surgir de la penumbra,
acostumbrada a regar el mundo
con tus lágrimas.

Te veo, acongojada por tu dolor,
separar el bien de lo demás,
para resistir los ataques del destino.

Era tu patria el deshonor,
tu refugio, el desaliento.

Rasgabas tus vestiduras
a la intemperie, mendigando
amor por las esquinas.

Fue, tu entereza, una ficción
en la que agonizabas cada noche,
sola, vestida de princesa.

Ningún color restituyó tu sonrisa,
ahogada por la costumbre de caer
fuera del mundo de los hombres.

Era, tu vida, el escondite perfecto:
un voto de silencio
                            que te mató.

Carmen Salamanca


                                   

SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR

Un cataclismo en la gramática y el lenguaje tiritando de frío
enloqueció en el naufragio de la palabra muerte.

Un ritual de vocablos sin sombra estalló
en la aventura de aquella pasión en el espacio
que rumoreó frases sin palabras cayendo en la hendidura
que no suturó ningún relámpago.

El acróbata saltó cayendo de pie sobre la pista mágica,
arenas avanzando con sus olas sin vida
donde agonizaba sin saber el último poeta.

Todas las lenguas están muertas
si no son resucitadas por las risas,
por el ruido del río que corre sin destino
estallando en la cítara del pecho,
si no se mojan en mares no nacidos
para que hable con una voz llena de eclipses y distancias
que desfonda en la noche la roca del insomnio
y vuelve convertida en pájaro llamando a la mañana.

Hay palabras que quieren arrastrar los cielos a la lengua
y otras que atraen los tesoros del abismo y se descargan como vagones llenos de carbón de piedra sobre el alma,
que no saben sino caer en el silencio,
un llano despoblado donde a veces habitan las palabras
que vienen del silencio y traen la nostalgia de ser barro o nada,
un vértigo cayendo en la fragilidad de un sueño,
que observa con desprecio tu mueca de dolor
y tu mirada de perro aullándole a la luna
sólo por ser un átomo desterrado
con una ventana por la que te mira.

Pero no mires con ojos engañosos mi doble catadura,
ni me injuries con la palabra muerte
porque no puedes ver el mecanismo de mis desplazamientos
ni la fábrica debajo del párpado
donde el angel yace desvanecido perdiendo la cordura
pero todo lo mueve,
y hay tempestades dentro de una risa
y agonías disueltas en una enfermedad de nubes,
y una inquietud de astros en los versos
que hablan y hablan para espantar la muerte
y protestar por la injusticia que quieres endilgarme,
porque hasta Dios me debe su existencia.

Norma Menassa

                                             
SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR

Háblale al deshielo,
al aliento que corre detrás de ti,
a las partículas que son cenizas
que el viento vuela lejos.
Habla a la insuficiencia del fuego,
a la luz tenue de la luna.
Irrumpe en las mañanas,
antes de llegar al horizonte.
Escucha como cae el agua de la lluvia,
y recuerda que el cielo navega a tu favor.
Pronuncia una sentencia,
Quédate con los que sueñan.
El rayo no tocará tu sangre,
ni será imagen de ninguna tierra fértil .
Hay semillas que mueren antes de nacer,
y nadie se da cuenta.
Lento es el dolor que no alcanza a tocar
el manso fluir de las primaveras.
Habita las montañas y tu aliento, aunque transparente,
no se derrumbará por el peñasco
nocturno de la muerte.
Es largo el desarraigo que viven los mortales
que hablan de la muerte.
Algo arde sin estrellas,
sombras del atardecer que nos dejan
atrás de nosotros mismos y golpean
al corazón milenario del poema.
Reduce la ceguera del rostro animal
que te persigue, y las heridas dirán
tu nombre mientras duelan.
La penumbra se baña con tus lágrimas,
y la lengua calla, el rancio aroma de
los puertos donde nadie parte.
La memoria respira vida,
en un amor privado de los días
que afirman delante de ti, tu presencia.
Inventa hombre huérfano tu medida,
la muerte no golpea las puertas,
entra invisible y sola a buscar los harapos
que dejan las pisadas leves,
y el hambre del invierno no hará de ti
florecer tu nombre en ningún asesinato.
Escribe el color del silencio,
y ella no podrá tocarte,
escucha la voz que viene andando
detrás de ti, y ella no será tu amante.

 Lucía Serrano
                                                          
SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR
Cicatrices de besos que nunca he dado
Vértigo que resuena entre cráteres sin voz
Nostalgia sin pudor de lo apremiante y lo intangible.
Si hablar es la muerte no es hablar.
La muerte rige los destinos, grandes o pequeños,
es un sonido sin rumbo y de un solo sentido,
no quiere a nadie, ni batalla ni se esconde.
Yo sé bien que muchas veces,
ni avanzo ni retrocedo en la vertiente
de la vanidad más acuciante y más brillante,
otras veces la prisión de mis sentidos como una jauría,
dicta prisa, cólera y bravura  entre vergeles
sin reposo, ni ordalías, que mezan el espanto
de haber nacido  humano.
Y  cuando un temblor recorre mi cuerpo, mis piernas…,
no es enamoramiento sino mortalidad,
y es ahí cuando comienzo a hablar.
Amelia Díez Cuesta
                                                           
SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR.

En la mina, entre el carbón humilde y el precioso diamante,
En ese averno  perforado por las picas de solemnes mineros
al  fondo de lo negro, más negro que una noche de robadas estrellas
donde Lucifer canta sus últimas tonadas,
Y el azufre ya no hiede al fatigado olfato.
Tu amor hace una tumba para mi amor lejano.

Allí, donde contemplas la espalda de los muertos,
catacumba de tantos que horadaron la roca,
entre torpes luciérnagas en cascos adheridas,
Barrenas que perforan los macilentos muros.
Tu amor hace una tumba para mi amor lejano.

Allí  donde condujo mi torpeza de siglos,
Mujer con un cuchillo entre los dientes,
Mi lengua de serpiente puso en tu sangre
cruel veneno mortal en la incipiente herida.
Tu amor hace una tumba para mi amor lejano.

Allí donde la muerte, que es blanda y es viscosa,
ha reptado silente entre aceradas sílabas.
Por agitar el aire con anhelos y ruegos,
el hacha del verdugo, descabezó a la bella,
Y su cabeza dice, abre la tumba, amor,
que aún respiro, y hablemos un momento.
Puede esperar la muerte, nos reclama el amor.

Alejandra Menassa de Lucia.

                                                               
SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR

I
Si hablar es la muerte
no es hablar,
me dijo ella
algo impotente
esa mañana
quejumbrosa
que el alba
quiso recordarme.

La noche anterior
pasada la media noche
el lujo del semen enluteció.
Se hizo casposo el escorzo
de la semilla del viento
y el poseedor de la noche
algo somnoliento
triste y pobre
como los mendigos de tus ojos
me sonrió de lejos
y sugirió el amor.

Nosotros, nos divertíamos como locos.
Mientras amábamos cantábamos.
Los polvos inolvidables de los siglos
derramaban sobre nosotros
las arenas del tiempo
y decidíamos amarnos
por siempre
y entonces
lo eterno se desvanecía entre los hilos
que el tiempo
traía de nosotros
hacia el tiempo.

Nos desnudábamos a carcajadas
un día la aurora
sonriéndonos desde su rincón inoportuno
nos insultó diciéndonos:
miserables, me habéis robado
lo único que tenía.

El sonido fulgurante
de la pólvora se oyó a kilómetros
el hombre, el pobre hombre,
había volado de sus sesos
los cabellos que hacia nosotros
el tiempo nos traía.

II

Y yo le dije sonriente
esa mañana en que el césped de sus miserias
envolvía el karma de su ausencia
madre, mujer
abandóname
déjame marchar enmudecida
y mírame a los ojos
cuando me digas
que tus ojos y mis ojos
enredados
son del mismo dueño.

Los nocturnos pájaros
los sueños del inquietante letargo
los sueños de los sueños donde está su ombligo.
Germen del tiempo, naces en los hombres.
Naces en la miseria de los hombres, en los hombres del hombre.

Germen del tiempo,
Germen de las cadenas
de los inquebrantables huesos
milenarios de la palabra
que ha caído.

El hombre quién es?
Soy una mujer escribiendo en un ordenador,
joven,
cronológicamente polimorfa,
morfológicamente perversa
pervertida por la palabra y la cicuta.
Sobrevuela (sobre mí) el paréntesis de tu nombre
oh padre celestial
que viajas en el tiempo del reloj.
Los tiempos taciturnos del olvido
naufragan mientras las miserias
rebocan la barca con los náufragos.

El otoño les guareció de la proa
pero la tormenta era tan amplia que nadie pudo salvarlos.
Fueron míseros condescendientes de los pobres
y ahora, se revuelcan con su aparato genial sobre los pedregales
entre las miserias de las conchas marinas
que soliviantadas en su entereza
soliloquian con el coral.

Los mares del viento,
de los hermanos desaparecidos
para que en esta carta
en esta despedida
estemos tú y yo
oh, madre patria muerte
oh poesía de hielo.

Sin embargo, yo soy la estatua
el vértigo se apodera de mí
y no puedo contestar a su pregunta.
Soy un estafador profesional.
Vengo del más allá para deciros
que transcurro en otro lugar
donde no soy seréis
el donjuan del oro
y el llanto de Inés.
Verdes serpientes que despojaron la
duda
de quién es quién
en la historia del amo.

Y, sin embargo, nada alcanza.
Su ferocidad perfecta
es del orden de la palabra
y su tremenda soledad
tremenda por artefacta
por humilde no podría
ni traducirse,
se revienta
para vestirse de recuerdo.


Virginia Valdominos.


SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR

Hablo para cambiar tu nuca por un nombre,
la claridad de las mañanas por el turbio vaivén
de los desencuentros a media luz.

Traigo la sombra sobre mi piel
como un manto de muerte
y al nombrarla el cielo se abre
para mirarte y descubrir
que no te conozco
aunque nos hayamos besado
y me hayas jurado que por mí
serías capaz de una noche de ensueño.

Apenas sé tu nombre y conozco de ti
uno o dos rasgos que me permiten
arder como tea y sentir
que el mundo está poblado de nosotros.

Me dices que al hablar,
la muerte se te mete entre los dedos
y me nombra.

Si hablar es la muerte no es hablar,
por lo que puede ser que seas tú
el que estés muerto.

Cruz González Cardeñosa

SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR


Si en el cíngulo cruel de las pasiones,
en el altar de la condena
tu cuerpo tiembla y se arrodilla.

Si tienes hambre y sed,
y nada calma el hambre
y la sed te abrasa
aún después de la bebida.

Si eres esclavo de una idea fija
que a tus manos atan las cadenas
de antiguos homicidas.

Y huyes y te escondes
como un niño
que ante la sombra de un árbol
en la pared de su cuarto grita.

Si eres locuaz
cuando al silencio
la daga bienhechora te invita
y no hablas ni aún para salvar la vida.

Si tu cuerpo canta
floreciente en su agonía,
y se esconde detrás del dolor,
al final no queda
para hablar contigo
ni la tumba abierta.

Ruy Henríquez

                                                            

SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR

Dijo Shakespeare:
“No tienes juventud ni vejez;
es como si durmieras
después de cenar con ambas”.

En el alfeizar de la ventana
está acurrucado el mundo
cubierto con amapolas
de querer hablar en Madrid
desde una plaza en Buenos Aires
comiendo ostras de Venecia.

La cabra de la legión española
tose por la corrupción,
mientras leo de noche
y me recuerdas
el café con leche y medias lunas
en Atalaya,  camino del obstinado mar.

Tus señales se toman por milagros de la voz.

Palabras dentro de palabras, 
acariciando vientos tejidos entre fantasmas.

Susurrantes visiones
al pie de colinas ventosas
 tras un saber de certeros paisajes
cuando nuestra ambición
se distrae en miradas a la deriva,
hambreando deseos  partidos
y  la pasión es hablar.

Jaime Kozak




SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR

Hojarasca de vocales encendidas
Doblan su esqueleto
Con su sombra y su escalera
Y la noche llena de luces
Se encienden en tu corazón
Alejando las flores de la vida
Los labios de tu boca
Hacia otros rumbos…

Paola Duchên

SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES HABLAR.


Nadie podrá decir que sobre mi frente
hay una luz turbia.

Mis manos han servido un convite apasionado
pero  están cansadas de esperar la señal del amor.

Se doblegan a un dolor
donde se apacigua un manso regar
de lágrimas osadas,
esperando el tiempo del olvido.

Naufragando hacia una dicha imaginaria
dentro de mi, ventanas espaciosas
dejan salir hojas y viento
que enturbian la sombra de mi alma.

No creas que mis palabras han huido
ni se asemejan a esa muerte sombría
con su verdad tenebrosa.

En mi,
un amor asustado no se eleva
en la dicha de sus cumbres,
ni aviva la alegría
por falta de vigor humano.


Miguel Martínez.



SI HABLAR ES LA MUERTE NO ES HABLAR

Que la muerte me sorprenda hablando
es la más alta pretensión de mi deseo,
pues, como humano he nacido entre palabras,
son ellas las que me amarran a la vida.

Olga de Lucia.




SI HABLAR ES LA MUERTE,NO ES HABLAR

Ella vino a mi casa
tantas veces.
Cuando se obstina
pidiendo muerte
cuando intempestiva
apalea mi cabeza,
cuando intenta
acribillar cristales,
en mis sienes,
atormenta.

Cierto vacío
y su viento helado
se cuela aún
por las ventanas.

Lejos escucho
clamor de gorriones
y alondras,
llega el aroma
del tilo plata
y una voz áfona
empuja,
gana la partida
a la garganta …

La radio
me espera.
Soy  palabra
o no soy.

Rosalba Pelle



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