domingo, 14 de octubre de 2012

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 13-10-2012


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 92, 13- 10-2012
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Dibujos: Miguel Oscar Menassa

                                                               
SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

                                                         …yo vi al águila herida
                                                                          JOSE MARTÍ

Mientras el oleaje del mar encendía las luces de toda penumbra,
aristocráticos sentimientos ajenos del mañana, subían a bordo
de mi nave, como una manada hambrienta, dispuestos a conocer
aventuras que nunca eligirían.
La frialdad de sus oraciones acercaba la noche oscura Intentando
perder a los viajeros y huérfanos entre desconocidos, contemplábamos
las luces del amanecer que estaba lejos del mar de nuestros sueños.
Como un trabajador anónimo, usaba del acto mas solitario que haya
conocido, miraba, como si supiera que toda pérdida es el pretexto de
encontrar lo nuevo.
La sombra de las ideas se hacía materia prima del viaje de vivir y no
forzábamos ninguna respuesta.
Un trabajador es un héroe capaz de ahuyentar a fieras salvajes, capaces
de enriquecerse en la humillación de hacerlo sentir pobre, y atrevidos pensaban en deshacerse de él, imaginando el fin de sus privilegios.
A falta de deseos, vivían de simples conjeturas, frágiles e inciertas a las que
Imaginaban verdaderas.
La bruma nocturna conoce el ladrido de la noche, que le pondrá candados oxidados a esos habitantes preocupados por el abismo de lo no alcanzado.
Densa la realidad aparece desprovista de significados y repetidores de lo bueno, no tienen espíritu que les deje saber de que tratan los hechos.
Mueren desconociendo la arquitectura del lenguaje,
y como no peldaños, Investigan lo que se desmorona.
En ese agujero inmóvil y obsoleto, las palabras se marchitan,
y caen a sus propios pies.
El trabajador sigue trabajando y espera un rumor que pronto llegará.
Decía el Poeta:
“Y vendrá la muerte y tendrá tus ojos, para todos tiene la muerte una mirada”
Pero para el poeta está la Poesía y quien ame demasiado a la poesía es capaz de tomar por asalto los infiernos mas ocultos,,
Arrancarle los ojos al demonio para comérselos luego como uvas maduras, vender a la luna como esclava y reducir el mundo a polvo.
Así cantaba el poeta y amigo René Villar por la noche cuando nos encontrábamos:
“quien ame demasiado a la Poesía, no tendrá el rostro ártico,
el invierno en las manos, el féretro en el alma.
Es un trabajador que no descansa, respetadlo.

Lucía Serrano

                                                             
SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

Hay una ventana en mis mañanas,
y la nube en que descansó con pesadez mi cuerpo
se derrite en la última pesadilla donde creció mi angustia.

Embrujos de la noche ruedan como bolas de nieve
y el  canto de los pájaros
avisa que el día entrará silenciosamente.

Un día más y los tambores de la aurora
convocan a esa peregrinación ciudadana
donde una multitud vuelve a sus asuntos,
y me sumo al ejército del pan volcado en las calles,
sencillamente como un obrero más
que entiende de un júbilo donde se pierde el yugo
y la alegría me olvida de mí misma
y el puño toma la fuerza necesaria para asirme a la vida una vez más, estirándome y corriendo como lo hacen todos en busca de algún pan
que hinche mis mejillas sanas.

La calle, la calle se despereza en alaridos
y veo al limpiavidrios montado en una silla suspendido en el espacio, temerario del vértigo, dichoso en su acrobacia,
y me convenzo de que me tocó la suerte de un trabajo sencillo.

Conservo el equilibrio de un cirujano que tiene de acero su herramienta,
y me enamoro durante la jornada de 8 horas donde vivo con otra,
hasta que vuelvo una vez más a poner la mano en mi bolsillo
y pagar mi pasaje después de una salida airosa.

Sin héroes, sin himnos y sin réplicas, el ritmo del trabajo
deja sobre mi piel  las limaduras del oro del esclavo
y una moneda de dos caras cae en el fondo de un monedero
como un botín de vida.

De qué sur, de qué viento, esta vida me envuelve
perdiendo los cerrojos de alguna cadena con herrumbre
que libera la invalidez, y me sumerge en este revoltijo humano
que vuelve necesaria mi existencia.


Norma Menassa

                                                           

SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

Amordazado paisaje donde el sombrero vil
me protege de la lluvia de caimanes.
Humo huérfano de las fábricas,
apenas presiento la sorda sirena que funda el tiempo.
Denso cielo ahogado en mi garganta
sediento de voz y horizonte.
Lucha mi obrero con sus brazos agotados,
labrando el pan de cada día,
habitando la imposible esperanza.
Desalmados soldados de la política,
reproducen su ejército de desidia.
Dioses de monedas electrónicas
juegan a las aflicciones ajenas,
desahuciando la alegría del corazón del prójimo.
Salvaje contienda de enredos,
hermanados en forzado mutismo,
avanza el proletario con sus manos puras.
Marea insaciable, por ser su única posibilidad,
puebla con sus versos nutricios
el futuro de palabras.


Helena Trujillo

                                                                

SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

Como brincando entre brumas,
caen las sílabas que enlazan
el tiempo de mi vida.

Primero fue mi padre
quien, grave la mirada,
pesado el acento, repetía:
Hay que trabajar,
para ganarse la vida.

Después, el universo
urdió la trama
con que tus palabras
alentaron mis manos,
impulsaron mi alma.

Hoy, practico cada día
tu enseñanza: trabajo
y lucho por mi comida.

Carmen Salamanca

                                        
 SOY UN TRABAJADOR Y TENGO QUE GANARME LA VIDA

De sol a sol clavo mi azada en la tierra-realidad.
Ganarme la vida es mi nobleza, mi querida libertad.
No os dejaré, señores del poder, tocar el don que nos sustenta
que hace de nosotros humanos con todas las letras.
Y así somos miles, señores, miles y millones.
Cuando nos alcanza para el pan
trabajamos  más para el alma
para la vida plena..

Usamos sin descanso las palabras,
balas certeras
que sólo matan a lo muerto.

Cuando toca decir, decimos,
hasta que de a poco
primero en nosotros mismos
después donde alcancen nuestras palabras
se transforme, como una flor despertando a la vida, la realidad.

Somos trabajadores, señores,
pase lo que pase
trabajamos para el hoy y el mañana
trabajamos para un mundo emergiendo de las sombras.

Claire Deloupy

                                                          

SOY UN TRABAJADOR. LUCHO POR MI COMIDA
Homo habilis me llamarán mis futuros congéneres,
Con mi mano segura le robo al árbol sus adorados frutos para calmar
la sed y derribo feroces dinosaurios con mi maza de estrellas.
Mi mujer: ella es hermosa, ha conocido el fuego y ha nombrado las cosas.
Soy libre, el sol y el aire me conmueven, tengo un techo en invierno,
y una mujer que acorta con su calor largas noches de tedio.
Soy un hombre, lucho por mi comida.

Soy Amemu, mi piel se ha oscurecido bajo el sol de Egipto,
yo he llevado las doradas rocas hasta la pirámide de Amenhotep,
el látigo se cebó con mi espalda, trabajé de sol a sol y fui muerto
porque supe el secreto, dónde el tesoro de Amenhotep,
dónde su embalsamado y regio cuerpo.
Bakat, mi esposa, me llora y Osiris bendice mi partida.
Soy un esclavo, mi sueño: conquistar una vida.

Soy Cristóbal, mi amo tomó a Juana, mi joven esposa, en el follaje,
fue doloroso, de haber nacido noble, ella no hubiera muerto.
El parto era un mar de sangre, donde el barco de su cuerpo se perdía.
Me queda Marco, tiene los ojos del señor y la sonrisa cálida de Juana.
Anhelo desposar la tierra que me acogerá en sus brazos,
la que acaricio cada día con azadas y guadañas.
Soy un siervo, mi sueño, poder decir: es mía la tierra que trabajo.

Mi nombre es James,  en esta máquina produzco el lino
con que se visten los burgueses, trabajo sin descanso
en esta fábrica de lámparas ustorias que desprenden tan mortecina luz,
desconozco si amanece y anochece, pero aún estoy vivo.
Ayer murió de tisis y cansancio mi compañero Tom.
Mi esposa, Rose, me alimenta mientras trabajo sin descanso:
Un penique más para regar de vino mi garganta y olvidar tanto oprobio.
Soy un trabajador asalariado, mi trabajo ya no me pertenece.

Alejandra Menassa

                                                     

SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

Como piedras guardadas en el estómago del lobo,
se anuncia el final de un cuento y el comienzo de otro.

Suciedad oculta que el sacerdote esconde bajo la sotana,
cuando el pecaminoso beso tatuado en su alzacuello
recibe a Dios cada noche, a través de la ventana.

Soy un trabajador, lucho por mi comida, gritaba,
que no se entere, que no sepa, que soy un muerto de hambre.


Magdalena Salamanca

                                                             

SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

El hambre se puso en pie y habló del pudor y la venganza,
no quería residir entre pieles cansadas, entre vidas “ocupadas”.
Abandono el efímero progreso de la debacle
y la pesada felicidad burguesa y sus comestibles
falacias arrojadas impunemente contra lo humano.
Lamento observar la vanidad hecha trizas
bajo ingles y labios, rotos al amanecer,
con lujurias hechas a medida y manos
enamoradas de su propia masacre.
No conozco la sed del marinero y sospecho
que las rutas han sido borradas por precipicios
de exasperación y  gritos provocados.
Se ha encerrado a la palabra entre mantos de azufre
escondidos tras las puertas canceladas
por la erosión de la prosperidad.
Cabalgan entre  beneficio y  pérdida,
ocultando el goce que no cesa y la vida
enredada entre acústicos corazones
endurecidos porque han olvidado la tensión
entre morir y nacer, entre voz y palabra.
Entrechocan huesos y risas ociosas,
mientras el pan de cada día huye
tras las oraciones inmoladas.
Como si fuera la última vez,
y también la primera,
como si fuera yo,
y también toda la humanidad,
la que habla y escribe,
la que vive y muere cada vez
que nace o muere, uno de nosotros.

Amelia Díez Cuesta


                                                            



SOY UNA TRABAJADORA, LUCHO POR MI COMIDA


¡Quiero la libertad ! ¡Quiero la libertad !
grité desde la condena.

Encerrar a la libertad fue
historia de los relampagos
que atardeciendo
cosían vigorosamente
palabras al corazón.
Redes secretas se establecian
sobre cada pupitre
con forma de luz apelando nuevas palabras.

Había que levantarse,  cada día
con los aviones metidos en los bolsillos
encapuchar la mañana perfumada con sus balones
de risas y trapeos para endiablar el día.

Cada mañana pies y manos interrogando
los maleficios que entregaban sus manipulaciones
cerca de la entrepierna, más lejos que el sexo.

Este cuerpo que cumple su función ritual
se abalanza sobre mi, acaricia el envoltorio
y desde dentro me lame la soledad,
orificio donde se escapa la mar.

Lucho por mi comida porque mi comida
es pan y hierro,  atardecer y encajes,
piel y pelo juntando las atmosferas,
un hambre de reina multiplicando
los golpes de constancia,
una longitud desplegandose.

Clemence Loonis

                                                                      


SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

Reino de la nada,
encontré entre aullidos estrepitosos de sombras
aguardando su tez terráquea el tiempo,
que solo cuenta el paso constante del tictac sonámbulo.
La fruta podrida espera en la cesta el mordisco fatal de una muerte ajena
los nudillos sangrantes al pie de los miles de kilómetros de muro
que protegen vuestro inocente orbe donde el poder se yergue
para callar las bocas alegres en que cantan las mañanas
desgarrando la calle, al pie de mi ventana,
lavando la culpa de antaño ennoblecida
achicando el túnel por el que avanza el amor
y el prado cubriéndose de verde papel,
y el plato abandonando su sonido de tamborilero ausente
sobre el acuoso lecho de su reflejo.
Las ondas caen sobre sus propios cuerpos enfermos,
las torres vuelan, los aljibes denuncian su porvenir de riqueza,
y con estas manos caen los ángeles y mi pelo se tiñe de luz
con tu hambre de enamorado,
labriego del tiempo.


Susana Lorente

                                                           

SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

Vengo de más allá del tiempo.
Tengo en mis ojos el brillo
del niño al hombre.

Vengo para mostraros
Mi corazón.
diseccionado, una vez muerto.

Fuimos asesinados,
nuestro hogar era la palabra.
y nuestras manos un pedazo de pan.

Ligados por vértices insondables.
Dios nos dio una limosna

Lucho por mi comida, señor
entre las grandes constelaciones,
espejismos tibios de leche maternal,
que engulle
el hilo invisible donde nacen
 las ascuas del amor
y la completa ausencia
de la nada que une!

Trabajadores
Volando la materia,
a los tiempos de la frescura.

Virginia Valdominos.

                                                            


SOY UN TRABAJADOR. LUCHO POR MI COMIDA.
En la cola del estoy mintiendo porque
trabajo de parado y el subsidio es mi salario.
Y cuando estoy empleado también miento
con mi cantidad de carne y mi altura.
En el grosor de mi país soy
una burbuja de aire...
soy un trabajador, lucho por mi comida.
El mundo amenazado se había
convertido en amenaza.
Tal vez me afilié a un sindicato, tal vez
lloré ante mi director en su despacho...
Me puse pálido ante el despido como
si se tratase de mi propia muerte,
y tomé también el cálido sol del escaqueo
bronceando mi piel con absentismo.
¿Acaso esperaban otra cosa? Mi fin
es comer, porque soy un trabajador...
Lucho por mi comida...
Porque conseguir comida, alimento,
es la única forma de saber
que alguien en el mundo quiere que yo viva.
Aunque sea porque necesita
una mísera pieza intercambiable,
recambios para una gran máquina
que formamos entre muchos
obreros parciales. Por eso lucho
por el tiempo de mi comida
que uso para leer, para comer personas
engullendo el valor de aquellas vidas,
para escribir banquetes platónicos
y orgías de abstinencia.
A veces parece que veo el fútbol,
que juego a las quinielas, que escucho
lo que no dice la televisión. Otras veces
intento decir mi opinión para aparentar
tener algo. O intento escuchar para
aparentar que me falta algo porque
necesito que me falte algo... soy
un trabajador luchando por su comida.
Hago el amor como un capitalista sin dinero,
como un obrero sin cuerpo, alguien
que ama lo que come para vivir...
Un trabajador que lucha por su comida
para otros.
Kepa Ríos Alday
                                                                  
SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

El hambre como un lento caracol se encarama
Y muerde la mansedumbre cerebral de albatros
Nitrógeno enrojecido, inmóvil de cadáver
Surca este paisaje y lágrimas vivas
Arrancadas como hojas al viento
Bailan en tus labios que quiero olvidar y besar…
La noche es cruel sin testigos del amor
Que alzan su vuelo en el abismo efímero
Que es tocar tu pelo al viento, feroz austeridad
Con boca de volcán de nube
Un trabajador duerme esta noche
Su noche más insomne
Su negra noche oscura, atlántica
Dilatada en grandes bosques borgianos
Ciegos al sendero que engendra el milenario
Gozo nupcial de la hoz y el martillo
Se alza el trabajo, olímpico y  material
Del centímetro bifurcado en indagación de habitaciones
De la tuerca y el clavo en el placer del lecho y el ataúd
Hasta el negro moscardón que vuela junto a un dron
Sin pasajeros llevando la negra muerte en sus pulmones
De acero miserable…
Mi comida, la comida de mis hijos, y de los hijos de mis hijos,
 el pan caliente y la leche, 
Que quema mis manos y se transforma en aluminio escrito
No habrá de faltar a mi mesa porque soy un trabajador, y lucho por mi comida.                      

Paola Duchên.  







SOY UN TRABAJADOR LUCHO POR MI COMIDA

Hambriento me despierto a la luz y tejo
con  avezadas manos de obrero la malla del tiempo.
Soy un trabajador, lucho por mi comida,
y no fue una condena de dioses implacables
ni la derrota de las castas que quebraron sus carnes
ante látigos desaforados urgiendo la tarea
El mundo que circundo se enaltece cuando a mis días
le arranco la destreza y acomodo en mi casa
aquello que otros hombres labraron como obreros.

Pilar Rojas



                                                               




SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA

Soy un trabajador susurraba en la noche.
Al abrir la puerta de su casa, los hijos le abrazaron las piernas y
con sus bocas abiertas de hambre
trepaban por su cuerpo abandonado.

Desde el patio la sombra de ropa tendida bailaba como una mujer.

Soy jornalero del deseo mascullaba después de cenar los suyos
y desanudando la corbata negra,
de espaldas a la vida tuvo un sueño:
hoy mis brazos luchan por la comida de los cuerpos desnudos,
mañana en el cobertizo buscaré la herradura del azar y
allí donde la hoz no cortase,
alcanzará la navaja un preciso tajo de pan.

Estrechó las manos del tiempo
escuchando el latido de los colores en la mirada
antes que el primer rayo de sol impartiese verticalmente
la sentencia de la sangre.

Conozco, de faena, todos los disfraces del apetito,
la micra distancia de esos labios prohibidos y la vertiente del menú
en los generosos pechos de la tierra que sólo muere en edad anciana.

Soy un ejercito y la tundra de palabra y pluma.
Somos un ejercito, luchamos por la comida, retumbó el eco del estómago.

Carlos Fernández

                                                          

SOY UN TRABAJADOR,LUCHO POR MI COMIDA
Otra vida
para quien perdió todo.
Otra vida
en este reino del capital,
ni respeto, ni ruidos, ni tres.
Otra vida,
una hebra de llanto,
un eslabón de nadas,
casi sin sangre,
sin paciencia
anda por las cornisas
caminando,
luchando por su pan,
sólo encuentra luceros congelados
pampa desierta ,hacia la muerte.
Un apellido
De la magna Grecia
náufrago en la niebla.
Anda,
va hacia el oleaje
hacia el llamado de un mar febril.
Anda 
Con su pulso,
su compás,
sus ruidos,
su brújula,
buscando ese sustento,
sólo encuentra desiertos de cobalto
Anda
con recuerdos
esculpidos de sal
y tormentas que asfixian su voz.
Anda,
con los pies mojados
y tanta  nostalgia
clavada a su osamenta.

Rosalba Pelle
                                   

                                                                      

SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA.

Viajo a través de  voraces engaños,
almas sentencias a lo imposible.

Pusilánimes de la mentira,
se presentan para arrojar la historia
en el rincón de los secretos
que errantes
se pierden entre los fantasmas.

Los corazones se dividen ,
las huellas de los caminos
marcados de sangre
con aroma  a pasos gastados
se levanta en el eco de los cristales rotos.

Desencuentro de miradas
muertos contando tiempos
hombres  errantes
sentados a la mesa para estampar  su nombre
en la derrota.

En el sur de la caída,
donde el grito se levanta
al borde de la desesperación
y vida y muerte se besan,
despliego mis manos en el angosto camino
para gritar:
“Soy un trabajador y lucho por mi comida”

Soledad Caballero.






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