lunes, 1 de octubre de 2012

TALLER DE POESÍA 29-09-2012


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 90, 29- 09-2012
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa



 NUNCA SERÉ LIBRE

Hoy me desperté en mil fragmentos de cuerpo,
aristas de sombra arrastrada en caudales de sonrisa muda,
furtiva de los siglos
tocando a lágrimas en la hora del crepúsculo.

Besé la mañana con un sollozo pálido,
y el viento me aleja de la cuna  que arrulla mi aliento.

Es la hora del  tibio aroma a oración gastada
que quiere  partir mi cuerpo, allí, donde la muerte no existe
donde el  silencio exhala nombres dibujados a espada
y el alma se recorta a la altura del olvido,
y mil fragmentos de cuerpo
se esparcen en brazos del silencio.


Soledad Caballero Castro
 NUNCA SERÉ LIBRE
Aún vivos, el temblor se instaló en las sienes,
resquebrajada piel amenazada por imágenes del horror.
Viles armas espetadas contra el hambriento lamento,
manos alzadas en hurtado ejercicio de la voluntad.
Entumecidos por los golpes, sacuden las compradas conciencias,
hermanos que los abandonaron a su suerte.
El obrero, el profesor, el médico, hijos de la libertad,
blanden su propio cuerpo para defender la voz cegada
ante un ejército alimentado de sangre.
Nunca habrá justicia si no es para todos,
sin el pan y el abrigo necesarios, futuro de toda esperanza.
Nunca podrán descansar si gobiernan los bárbaros
en su impune locura, corrompiendo el curso de la historia.
Nunca el poeta  podrá abrazar la piel amada
si la desvergüenza extermina la inocencia.

Atravesando hondos espacios de dolor,
deambulan las palabras buscando su destino,
el escondite donde aún exista la razón.


Helena Trujillo Luque
 NUNCA SERÉ LIBRE
Recuerdo cuando niña, soñaba la libertad
como una mariposa volando a la deriva.
Al crecer, le fueron naciendo en las alas
pequeñas cadenitas y el peso hizo perder
altura al intrépido vuelo.

Crecí más y se agrandaban también conmigo
las cadenas, sus finos eslabones se engrosaban,
y gruesas y pesadas, me anclaban a la tierra.
Volar se hizo imposible, hasta que un día,
tomé la pluma y volaron por mí las palabras.

Yo nunca seré libre, pero ellas,
se enamoran del alba,
coquetean con el sol,
aman la libertad y la libertad las ama.

Pero a mi, a mí me acechan tres cárceles cotidianas:
la cárcel de mi cuerpo que con los años
se arqueará como rama vencida por el peso
de los imposibles pájaros  del tiempo.

La cárcel del Estado, que no puede pensar
al ciudadano  sino para sangrarlo y desandar
lo que tantas muertes costara producir:
el camino del pan, la salud, la educación y  el trabajo.

La cárcel de mi alma, que sorda y persistente,
se empeña en repetir antiguos modos,
maneras manoseadas,  manidas palabras
polvorientas.
Pero a veces, aquél cuarto en semipenumbra
en el escribo me regala las limas necesarias
para borrar las rejas, la cuchara con que cavar
un túnel que alumbre la mañana,
y soy libre, sólo me atan, palabras de otros poetas
que me hablan.

Alejandra Menassa
 NUNCA SERÉ LIBRE
Amarillea la tarde y los rojos febriles del verano
dejan paso a la palidez de un otoño amedrentado.
Saco la espada de su escondrijo
y la pongo sobre la mesa para evitar un mal.
Ella teme mi furia sobre su rostro de niña.
Yo me río de su temblor y ceno tranquilamente
la comida de los desconocidos habitantes de la casa.
Me siento el invencible hombre que no conoce el dolor.
Y dejo que ella se coma las migajas y se vaya a dormir
a los pies de mi cama.
El día traerá la guerra y ella nunca sabrá la diferencia.
Dejará sus muñecas y vendrá conmigo al campo de batalla.
La lluvia mojará nuestros rostros vacíos
y yo conquistaré para ella los parajes inhóspitos de su soledad.
Cruz González Cardeñosa
NUNCA SERÉ LIBRE

Aullaron aquella noche, pero no supieron por qué.
Aullaron como lobos pero también como los que están a punto de ser degollados. La noche opacaba sus voces mas se percibía la palpitación extrema de sus gargantas estremecidas por los aullidos.
Después se miraron en silencio sin saber, ajenos a sí mismos, ensimismados por su propio grito, pálidos, privados para siempre de lo que más ambicionaban: algo de libertad.

Claire Deloupy
 NUNCA SERÉ LIBRE


¿Hubo libertad en el pueblo donde naciste?
¿Libertad? Hermosas son las casas de adobe y piedra,
los árboles custodian un pasillo de sombras hacia el aldabón de los buenos días
donde caminante y pacto ofrecen sus manos de faena. ¿libertad?

Las mozas con pañuelos de seda recogen sus melenas
y el viento juega con la ropa tendida sobre el prado de manzanilla,
a lo lejos los perros saltan su mendrugo de pan y el pastor
aprovecha para silbar sus pasos cuando al lavadero llega.
Hubo máxima libertad en los páramos desiertos. Nada escribía entonces.

Sin embargo los jueves se siegan las tierras comunes de labranza por las dudas
la cigarra atacara o las plegarias no mojasen el vientre de la tierra
con la lluvia amada y la hambruna nos obligue a bajar de nuevo a la mina
donde yacen enterrados los hijos de la sílice silenciosa.
El resto de la semana los niños estudian sus cartillas y
al llegar la noche cerca de la lumbre los que aprendieron
leen las mil y una noche, las aventuras del llanero solitario
y la vuelta al mundo en… no recuerdo si hubo libertad en el pueblo donde nací.

Tal vez se refiera a la semana al año donde festejamos con la patrona del valle
seguir vivos y después se hace la matanza de algún gorrino
y el mancomunado almuerzo con hogazas, carne, vino de la tierra y ensaladas.

Carlos Fernández
 NUNCA SERÉ LIBRE


Ahora que el poder
enseña los destrozos
ejambres de capitulaciones,
tus ojos no podrán derruir
ni pie, ni paso
de erecto camino.

He visto como sembraban las voces
y repartían los calabosos,
cuellos dolidos,
atormentando el futuro
con un eco al unisono,
patibulo contando la eterna nota
de mi garganta.

He abierto las carnes
y jugado con los gusanos.
Eramos fieles antidisturbios,
palomas escapadas
que no querían reprochar a los reflejos
ni sustentar
con un apendice, una gloria de vieja condición.

Ahora he abierto las piernas,
veo como se deslizan las plumas
girando su estelar latido
como un puerto de distancias
que alarga la libertad.

Y bailo,  frunce la luz,
apabulla mis recuerdos.
No es el infinito que llama,
es un lugar,
una vocal que tanto quisé.


Clémence Loonis
 NUNCA SERÉ LIBRE


Libertad gritaba y mi voz agonizaba entre banderas
pidiendo muerte y otros monumentos de ocasión.
Vivo en tierra de nadie y en tierra de todos,
amanezco y anochezco como si fuera para siempre,
y no soy piedra arrasada por vientos sin destino.
Bajo lluvia de dolor y otros enseres propiamente humanos
muto como parlante en el sudario del trabajo
pliego alas que no tengo y muevo glotis y lengua
como si fuera el último remedio contra la ignominia
acampada en mis omoplatos, y algunas falanges
quiebran sus ruidos en ausencia de otras manos.
No quiero hincar mis labios en silencios maltrechos
en augurios cansados de no suceder,
magnitudes abiertas entre destinos cerrados.

Amelia Díez Cuesta.
 NUNCA SERÉ LIBRE

Brasa estéril domesticada de delirios
Embrozada en el más puro espejo
De un largo cuello, una garganta pública
Y reiterada, en vieja cadencia alborotada
En pleno rizo del pelo más salvaje,
Tu voz de magnolias y terraplenes
Arde en los confines de un sueño mío
De los blancos manteles de la vida…
De  esplendorosa mesa
Los manjares del poeta
La fruta fresca y la hojarasca
Algo que se pudre en el corazón
Tirano, enamorado de sí mismo
 No avanza sino en sombras
Altura para el vuelo
Voz fecunda encadenada
Al umbral agrietado de la espuma
Muerdo un trocito de libertad
Esperando nacer  a otras palabras
Nunca seré libre
Y esa es toda mi libertad.

Paola Duchên      
 NUNCA SERÉ LIBRE

Una crueldad se asoma en el horizonte.
Se mece suavemente el vapor que no puede volar
sobre los mares.
El amor, el amor, que siempre fue un refugio
batió sus alas y ensordeció la huída.

La historia se astilló en los vientos
que sacuden la larga alameda en la que nunca hay nadie.
Sutiles son las babas que forman la telaraña de pasiones
que desafían al destino.

Las agonías de otros tiempos fueron empujadas
por cantos de liturgia hasta la estrella con brillo
de adorables maldades que fueron perdonadas
por ser sólo atisbos de la desposesión que amenazaba al inocente.

Un arco iris de topacios amarillos coronó la cabeza de falsos reyes
que exigían el tributo de esta forma terrestre,
y la apuesta fue colocada sobre una existencia temporaria
acosada por batientes parches que escalonaban las horas
de aquellos distraídos que buscaban en su voracidad
otros vientres  conyugales cada vez más inciertos.

Unos fugaces besos de viaje sin retorno,
no pudieron más que la plegaria de perdón
pronunciada en voz baja para alivianar su índole asesina.

Una libertad mordida por filosos colmillos
avisó a los amantes que jamás se unirían,
y ninguna creencia pudo ser el milagro que disolviese
esa forma de cadenas herrumbradas por el desamparo,
que al arrastrarse eran lamentos de himnos que morían
como mueren las brasas consumidas conjurando a la noche.

“Nunca” pesaba más que “Nada” y la pisada de fuego
marcó la arena por la que se escapó la libertad y su descanso,
mutó el polvo del asombro en una tierra incendiada
y “nunca seré libre” fue una pasión contrahecha
viajando en lo profundo del ojo
que alucinaba sin cifras la fórmula de precisión
tatuada en mi nuca de pájaro entristecido.                           

Norma Menassa            
 NUNCA SERÉ LIBRE


Si lo intentara,
si destejiera las membranas de todo mi cuerpo
y lo volviera a coser,
montaría los puntos huecos del alma,
bien apretados,
para que los sentimientos no tuvieran más salida
que el amor.

Ellos, con su talante de mentira disfrazada,
engañan a la respiración,
anudan los estómagos,
despiertan los nervios
cuando vagan libremente
explorando, con extrema persistencia,
los límites más profundos del corazón.

¡Oh Dios! Líbranos de esta cárcel
o nunca seré libre.

Magdalena Salamanca


NUNCA SERÉ LIBRE
Mientras liman barrotes
la piel comienza a tatuar pasado,
malograda, resquebrajada,
decapitando sueños,
en el silencio escarcha de la madrugada.
Ella asecha .
Sin suspiros, sin sonrisa, guardiana antigua,
ocupada con esmero en sepultar voces,
truncar vidas.
Única certeza,
viaje impreciso, eterno enigma.
Después que pueda el verso sin tiempo
en el mar de esos ojos,
después, seré Eva en cada alborada,
águila a su refugio.


Rosalba Pelle  


 VUELO SOLO, ENTRE MIS RECUERDOS….

Jaén, parada de caravanas, en Andalucía,
donde los moros vivían de nosotros,
y nosotros de ellos, por solo tener entre las horas,
los recuerdos mas bellos de la infancia,
y cantábamos juntos para beber un porvenir
inesperado y audaz,
y también para tener hambre de esa soledad
que tanto reclamábamos en silencio.
No vino el héroe a proponernos majestuosos
palacios, ni tampoco fuimos nosotros,
vino la alegría conocida de Jaén,
y aceptamos esa vibración imaginaria.
Al borde de cualquier precipicio,
pensábamos en ella y nos salvábamos,
de cualquier hombre o mujer, que solo
estuviese en el mundo para no ver,
para no pensar, no sentir, no vibrar como ellos.
Ni el hierro, ni el herrero construyeron
las escaleras que subimos aquel día,
al caer la tarde,en Andalucía.

 LUCIA SERRANO





    



NUNCA SERÉ LIBRE -LA CRISIS

Era una huelga general light indefinida.
Los que tenían empleo iban al trabajo,
cobran a fin de mes, pero muchos de ellos
no hacían apenas ningún trabajo.
Era una moda de la tristeza, un signo,
un síntoma inexplicable. Sin causa.
Los comerciantes espantaban
a muchos clientes con la excusa
de que ahora hay muchos
que no vienen a comprar. Están tristes,
vienen a conversar, a llorar, a robar
un poco de trabajo, un poco de tiempo.

Era un descanso nacional
que ya duraba siete años.
Algo en nosotros se había agotado.
El verano no terminaba nunca,
se juntaba con el del año siguiente
en una lenta sucesión
de días imprecisos. Los propietarios
de las pequeñas empresas despedían
a sus familiares con escueta tristeza,
los que quedaron con trabajo
quedaron sin algún compañero
su duelo eran las pérdidas,
los fracasos.

Kepa Ríos.







NUNCA FUI LIBRE

Rosita, él y yo estábamos en la barandilla, mirando como el barco se alejaba de la ciudad. Un punto pequeño en el horizonte y nuestro cabalgar hacia el nacimiento del sol, con los brazos extendidos para tocar el mar, para salar la leche incorpórea y omnipresente de nuestras bocas. Yo siempre pensé que él era el mar, el lobo que aúlla en la noche antes de la guerra, antes del amor, antes de la transformación de la belleza inusitada de las grandes mujeres, enamoradas del viento, del vino y de la libertad, en palabra.  Dulces dátiles adornados de velos y flores en un altar abandonado hace miles de años, para ser habitado por nuestro deseo con su sombra de inocencia. El barco marchaba y con él los zambombazos de los aviones, los torpedos de los submarinos, las piernas inertes, los ojos atolondrados, la vida pusilánime al borde del abismo en un sillón de terciopelo en que muere la vida silenciosa como el polvo, entre grietas de paredes a punto de caer. Vimos como la luz se apagó para darle a la noche un lugar, para que no nos matara el sol, y hoy saldremos a pasear, llueve y las gárgolas rebosan en sus fluidos.  Revisaremos nuestras cadenas, sin rencor, hay que recibir al diablo, ya entró en la casa de Dios.  

Susana Lorente











NUNCA SERÉ LIBRE

Fuera del círculo
donde el alma limita con la vida,
escucho dramáticas consignas,
paradigmas enquistados en la carne
de aquellos que no sobrevivirán.

Gritan al vacío,
al estrecho pasadizo libertad
que se aleja a cada instante,
gritan sin resuello, sin acorde
con el cuerpo endurecido:

¡Nunca seré libre!
Mientras tanto, mis manos
amenazan esa condena de silencio
donde la muerte espera,
sin remisión, mi caída.


Carmen Salamanca

    






1 comentario:

  1. Gracias por la poesía!

    Aquí un poema de Nils Ferlin, poeta sueco:

    Ni siguera un pajaro gris
    que canta en ramo verde
    hay en el otro lado
    y ello es bastante triste.
    Ni siguera un pajaro gris
    tampoco un abedúl blanco –
    Pero el día más hermoso del verano
    he tenido ganas de estar allí…

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