sábado, 6 de noviembre de 2010

TALLER DE POESÍA SÁBADOS 06-11-10




GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR:
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)

NÚMERO - 55- 06/11/10
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa


Los dibujos son de Miguel Menassa




LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ



Ni en Fa

La belleza no está en mi

ni en fa o re, presentándose así,

temblorosa y delicada,

sobre el pentagrama,

la cuerda... o el aire.

No está en mi ni en si.

Ni tampoco en dolientes sostenidos

o en dúctiles y apacibles bemoles,

que ceden como débiles brazos

a una melodía demasiado persuasiva.



Las escalas menores,

rebeldes y tenues fulguraciones,

o los tonos mayores, de frágil

alegría, o aún las transiciones

siempre imprevistas.... Nada

puede alterar el perpetuo

reino de lo no bello.

Y, ¿los compases? ¿el ritmo?

Cuántas maravillas puede

deparar el cuatro por cuatro

o, si soñamos un tres por cuatro,

lentísimo, hasta desfallecer soñando,

no quedaría ninguna duda, pero...

pronto no tendremos tiempo para no tener tiempo,

y desaparecerá ese breve motivo,

y no habrá ni silencio que desmentir.

Estaremos como esperando

el advenimiento de la palabra escrita,

que escribe nuestra música.

Kepa Ríos





LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ.





La belleza no está en mi como el silencio,

o como el vacío bostezo del tiempo.

No está en mi esperando ser descubierta,

desnudada y violada por todos los ojos

más allá de lo sublime.

La belleza tiene el gusto

de un manjar inexistente, tiene

color de recuerdo y la sutil forma

del proyecto que no empieza.

La belleza tiene que compararse siempre

con las caras forzadas de los compradores,

o dejar de intentar relucir siendo reflejo

y en los ojos esquivar furiosas miopías

para poder distinguirse de lo inexistente.



Sombrío néctar otoñal

cubierto de preguntas, desposeído de todo

lo que admira

el sexo asombrado y lúgubre

del visitante de ruinas y palacios,

la belleza se fue

antes de llegar. Batió sus pequeñas

alas de voraz insecto

y se exterminó a si misma

uno por uno.


Kepa Ríos





LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ.
Está en nosotros.


Somos el orbe y sus confines
un tan tan inoportuno,
la larga sombra que cae de la vida
y acaricia la puerta cancel que nos separa.

Aves engalanadas con simientes que construyen,
entre hojas robadas de ecuménicos libros,
los próximos milenios de la humanidad.

La belleza no está en mí, ni en ti, ni en él,
la belleza arroja luz hacia el futuro,
se desprende del nosotros y
será la encargada de perpetuar algún trazo,
algún pedazo de pan para nuestros hijos.

Tendremos que sembrar campos muertos
para demostrar a los ciegos que el trabajo
transforma la ignorancia en inteligencia.

Habrá quienes huyan por querer saber.
Unos vendrán y amarán
lo que de nadie heredaron,
otros se esconderán para no perder,
sin ni siquiera, haber jugado.

Un nosotros actual recorrerá las calles
de todas las ciudades,
por las que cuerpos y almas
se combinan infinitamente,
perseguidos por el amor.

La belleza extenderá sus redes de oriente hasta occidente,
las palabras dibujarán nuestro cielo
para que la batalla se libre en el poema,
la poesía hará el resto.


Magdalena Salamanca




LA BELLEZA NO ESTA EN MI

… luz de eternidad

Volvió el circo al pueblo,

y también el hombre aquél,

sumido en la esperanza cotidiana,

espejo donde se esconden imágenes infantiles,

rostros cruzando la escena.

Volvió el circo, y con él,

los leones, los payasos,

los equilibristas,

los colores intensos

de aquella tela extendida,

para caer desde lo alto

y volver a subir.

Atropellaban las horas

al tiempo que faltaba,

pero aquél hombre vivía feliz,

se acercaba a la belleza

que siempre estaba a sus costados,

y reía por reir, sin ningún espectador

para esa escena íntima, y a su vez,

usurpando el tiempo de los recuerdos.

Llegó el circo,

y era maravilloso ver

las huellas en la arena,

los animales salvajes

rodeados de los domésticos,

las chicas en el trapecio

haciendo malabares,

y los caballos blancos

donde yo me montaba

para ser parte del circo

y cabalgar en redondo

aquel cuadro que

siempre recordaba.

Repetida lucha

sin esfuerzos previos,

toda belleza,

luz de eternidad.


Lucía Serrano


LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ



La belleza no está en mí
ni en los contornos de un cuerpo
ni en las distancias recorridas a lo largo de una vida
ni en el tiempo transcurrido en aquellos encuentros inolvidables.
La belleza no está en los lienzos
manchados con verdes selváticos
y azules aguamarinas.
No está colgada en los museos
ni encerrada en ninguna melodía.
La belleza escapa de las definiciones
y de los diccionarios.
La belleza no entiende de horarios ni países,
de idiomas o tendencias políticas,
la belleza se esconde tras de cualquier esquina,
en rincones desconocidos,
en personajes anónimos.
La belleza puede estar en las páginas
polvorientas de un viejo libro
o sobre las sábanas revueltas de un hotel barato.
La belleza nada contiene,
se derrama en la inocencia de las cosas,
la belleza está en cada palabra,
cada momento de la vida que recién se escapa.
La belleza es inagotable e incontenible.
La belleza es lo que es para luego ser otra cosa.


Helena Trujillo



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ.

Los poetas me han exaltado
durante siglos, he sido labios
y he besado millones de bocas,
enamorado por igual
a jóvenes y ancianos.
Mar rojo de sangre y pasión
he sido.

Y sin embargo estoy tan sola,
y tan manoseada por la pluma
hiriente de sueños infantiles.
Como si fueran verdugos
me han condenado a la fragancia
de las horas y la crueldad de las espinas.

Si yo soy solo una rosa:
¡la belleza!, ¡no está en mi!
sino en rojo reflejo de la muerte.

Manuel Menassa de Lucia



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ.

Cuando sobre el niño cae una lluvia furiosa de sueños
y los arrecifes besan perversamente la proa de los barcos
mi loco corazón observa la vida a través de los cristales.

No hay mucho que ver.

Cuando sobre el hombre cae un enjambre de sueños
y el olor de los perfumes del verano es ilusorio
una mujer bella aplaude con sus párpados y dice:

No hay mucho que ver.

Cuando sobre la muerte nacen los sueños
y la traicionera mano desiste del acto
una mujer inventa el verdadero sonido de las vocales.

¡No hay mucho que ver! ¡pero tanto por hacer!.

Manuel Menassa



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ, SINO EN LAS SOMBRAS

La belleza no está en mí,
Ni tampoco en las palabras que pronuncias
cuando tu carne se apodera de mi cuerpo.

La mujer no ama la carne
La lanza al universo para absorber el alma que la acompaña
circunscrita a un amanecer, a una bóveda de recuerdos
carcomida por ataúdes vacíos
y ristras de necios afectos, por su incertidumbre.

La mujer no ama la carne, la lanza al vuelo.
¿Entiendes? La lanza lejos de ella para devorarla
cual prestidigitador voraz
en la cuerda floja.

Cuando vuelve y ama tu carne
es para recordarte que no pesa
que la desnuda en cada sueño entre sedas y albatros
de luces cegadoras hacia un infinito de cadenas y alabanzas.
Y entonces ella me susurra al oído que me vaya
que no la espere más, pues nunca volverá
que persiga cada sueño con la intensidad con que el viento arrastra a las palomas
con el brillo con que el sol quema las tempranas flores de abril.

¿Y qué pasa con mi corazón? Pregunté yo terca y ensombrecida.
Tu corazón palpitará hasta el espasmo, orgásmico batir de alas
donde los cantos adolecen de las notas del canto
y donde las aves abrevian el nombre de los pájaros.

La muerte sin vida no es muerte.
La vida sin muerte nunca fue la vida
¿Porqué entonces se ennegrece el carbón y sus heraldos
si el calor, arde más allá, donde las mariposas sacuden sus heridas?

No escuché la respuesta que inquirió a mis oídos.
Por el contrario sus ojos grandiosos revolotearon torpemente sobre el mantel a cuadros
roído por las horas, terco como mi sombra,
perseguido en cada fotografía.

Supe ciertamente que cientos, miles de palabras existen fuera de mí,
ahí, la belleza palpita
como en las sombras.


Virginia Valdominos



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ



La belleza no está en mí, fluye,

se despliega, me llama desde allí,

desde un lugar inalcanzable y fugaz,

perecedero e incalculablemente cierto.

La belleza me desata de mí misma

me envuelve y me arroja contra

los últimos límites de la expresión

y se apropia hasta de mi sepultura.

La belleza es la hora de la verdad,

la verdad que nace cuando se apaga

el sueño y nace el olvido, esa memoria

interminable, esa fuente inagotable.

Hoy quiero encontrarme con ella,

la belleza de la poesía que nada sabe de mí,

y sin embargo, me hace y me deshace,

me mece entre sus labios y me agita

hasta que una vez más rompe mi horizonte

y nazco entre sus letras como si fuera múltiple

como una pluma y un tintero queriendo registrar

los balbuceos de lo vertical y lo poliédrico.


Amelia Díez Cuesta



LA BELLEZA ESTÁ FUERA DE MÍ

No soy yo muy diferente de esas otras mujeres
que juntan en la playa caracoles y amontonan sin saberlo
vidas que han pasado.
Tengo sus mismas manos insensatas
que a veces se retuercen entre sílabas
y tachan sin temor alguna frase comenzada.
No quedan sobre el dorso nociones de mis signos
ni marcas de algún látigo,
pero me tiendo en mis propias tachaduras sin traicionarme,
aceptando esa ley rápida que se obstina en cortarme.
Ni siquiera soy más bella que ellas,
sólo una memoria me sostiene,
la de mi propia juventud vivida en escalas
de un tiempo insostenible
donde el futuro reinaba en el presente
y yo escribía el maravilloso desorden de la vida
con un temblor de escándalo que grabará la piedra de mi tumba.
Escribía mi cuerpo y sin el intermedio de palabras,
mi amor desanudaba tempestades
de llamas recorriendo misterios,
ausencias, tiempos de vacíos volcados en alguna sombra amada.
Y no puedo explicar esta manía.
He visto la belleza en la confesión obscena de los crímenes
de algunos transeúntes que pasan a mi lado con miradas vacías
y en mujeres que dejaron marcas para que los demás se enteren
de que la fecha es sólo el signo de una cita fallida.
He visto la belleza en los muros donde se ahogan los murmullos
y se rompen los gritos.
En las cuevas que guardan sus espectros antiguos
para que se alojen en ellas las noches extranjeras
y en esa medialuz vuelva la sangre a salpicar la historia.
He visto la belleza en la indiferencia de la estatua
que inventó en la mirada esa intención de juntarse con ella
con el fin de morir fríamente, a solas en el parque,
en medio de los árboles.

Un colgajo de hiedra cuelga de aquél balcón
que repite la historia de todos los balcones
y me aliviano pensando que nada depende de mí,
ningún altavoz puede ayudarme.
De la calleja sólo suben ruidos de frenos haciéndome escuchar
los diarios acontecimientos sin vocabulario,
los relatos de una gran orquesta mas fuerte que la voz de los cantantes
que mueven labios mudos a fuerza de repetir y de olvidar
el sonido de los pájaros.


Norma Menassa



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MI



Adolece tu órgano del golpe en el músculo formado,

del frenético descaro de las óperas en curvas diagonales,

prolongando en sus silencios desnudas cortesanas

que agitan sus muslos en el aire enrarecido de sus sexos.

Falta al vacío tu belleza de materia que acecha en los sueños

sus señales, sus fronteras de carnes temblando en la plenitud

de un verso, la alondra semejante a la andadura de mi piel

entre tus manos de gigante.

Quiero tomar de ti el gusto por las formas de inhóspitos murmullos,

el dulce desgarro de simétricos paisajes deslumbrados

bajo el sol de los desiertos.

Forja en mi pecho de hondos trapecios

tus cúspides de profundos planetas gravitando

en órbitas de dilatadas sombras tutelares.


Ruy Henríquez




LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ


"La belleza es un estado de ánimo" Zola.

Esta vez, no claudicaré frente al espejo.

Atravieso su impecable estampa,

mezclo mi sangre con ese azogue milagroso

y el tiempo frena su alcance.


Yo también quiero saber

el desenlace de estas manos

lanzadas al viento sin fin de la vida

Cercanos, como apéndices de la voz,

retumban en mis oídos ecos

de un ensueño radical para los muertos.

Esta vez, sus ojos no atraparán mi mirada.


Carmen Salamanca



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ:


Narciso en el lago

Narciso absorto en el fraguar de las aguas, en la orilla,

manchando sus tiernas rodillas,

apretando con sus infantiles manos

el fango correoso y fresco

que humea en las mañanas de abril.

Un cuerpo seducido por la enajenación

al borde de descubrir que los signos del oráculo

no eran ciertos,

brindó su gesto coloreado por la luz

a la tierra naciente bordada en el sol.

Palabras de agua como una alegoría de su perfecto perfil,

como un Joven astro que planeaba hacer brillar

las estrellas en sus estremecidas papilas,

dibujar en surcos la superficie del agua

tal seudópodo alimentándose

en las concavidades cavernosas.

Ah narciso, tu belleza se diluye por las inevitables ondas

que produce el transatlántico de las otras vidas,

pero resplandece en el deseo que viaja

entre las letras de un abecedario desconocido

por todas las historias.

Tu belleza es la conquista del amor cuando

tu ser imagen olvidas junto a la argucia del sentir.

Pobre Narciso que solo se oye

a sí mismo en la voz de Eco,

pobre Narciso.

Puedes arrancarte las orejas de tu cuerpo Narciso,

no se escucha con el cuerpo la presencia de una mujer.


Susana Lorente Gómez.




LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ

Cleopatra de mí misma, embalsamo al áspid
que habita mis entrañas.
Renuncio a la muerte prematura,
a la inmortal belleza de las momias.


Estos atributos malgastados,
mis rojos labios de volcánicos granates,
mis ojos: esmeraldas y extensas praderas,
mi cintura tallada sobre troncos
de nogales centenarios.


Esta vez narciso, ahogado en remolinos
de impiedad, me dirá que la belleza es del que mira,
son sus ojos los que descubren el brillo de los míos,
su mirada la que torna granates en rubíes.


Si hay belleza en mí, es por efímera,
y no digo que el tiempo venga a segar
juventudes y a sembrar arrugas en los rostros,
digo que la mirada muere en cada guiño del destino,
y con ella, nace y muere la belleza.


Alejandra Menassa




LA BELLEZA NO ESTÁ EN MI

Los lobos la mataron dentro del agua.

Rafael Alberti



Aúllan los lobos llamándome.

No me muevo.

Mis ojos se derrumban

esparcidos por la tierra.


Se cae de mí la belleza

quebrándose entre la cintura del viento

y la espalda del mar.


Voy a recoger todas las olas

perdidas en mi y en sus orillas.

Han quedado inmersas

en el límite del cuerpo

aventurando el no sentir, el vacío.


Océano de luz en mi pecho,

contrapunto entre aquellos labios y sus manos.

Se han ido todos

menos los lobos.


Nos cruzamos la mirada.

Mi piel, escondida a tientas,

se enciende, indomable,

y se defiende.


Fue cuando comprobé

que la belleza no está en mi.

Y fugitiva, hablando a la nada

acabé dejándola sola.


Me senté estremecida en la mirada,

entregada a un puñado de cenizas,

al corazón de lo que ama,

al pájaro salvaje, requebrado,

contemplándose en la arena.


Mónica López Bordón




LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ,


su cuerpo es de palabras.

No es aquello que pre- existe, no podemos tocarla.

No son sólo nuestros ojos testigos de lo bello,

No está en un objeto ni en la puesta de sol incomparable.

No es lo perfecto, lo armónico, lo hueco.

¿No es el código que alza su vara para encerrar la belleza en un concepto?

¿Está fuera de su terreno lo inarmónico,

le rinden pleitesía los colores,

la definen los buenos pensamientos,

la acunan en su vuelo los ánades rosados,

la contiene una sonrisa?

¿Es el canto que invade mis sentido y estremece mis células,

es la precisa combinación de las palabras que

se unen glamurosas para conformar el poema?

¿No es la mano tendida al indefenso,

no es la multitud clamando por un bien para el hombre,

No son los logros que consigue el ser humano con sus manos,

Ni la ciencia que iluminó infinitos descubrimientos?

¿Es lo que se define por lo opuesto?

Tal vez es todo eso y lo que hay de goce al buscarla.

Fugaz, efímera, inabarcable.


Olga de Lucia




LA BELLEZA NO ESTA EN MÍ


Con esta mano quieta, acaricio la belleza que no está en mí.

Te contemplo donde el otoño se deshoja

con sus propios pasos entrado en años,

donde tus labios frescos sueñan.


Mi garganta es un clamor de azucenas hechas de días

y recuerdos. Y poderosa es tu esbeltez

pero poco dura cuando mis ojos pasajeros

traspasan el límite de tu cuerpo

y tu delicada llama interior abrasa mi mirada de pálido celeste

cuando casi están encima.

Ahí, me acerco a ese mar nocturno,

esa pasión serena de voluntad que aguarda sin límites,

la alegría que te dan las horas de mi vivir,

en la eminencia de tus dedos,

que amados por mí, cierras,

y escucho tu alma agitada, quieta de niña que habla escuchada.

Amo de ti la mudez con que te agitas.

Cuando me suplicas alargando tu poderosa caricia

que no deje de sonreír, caigo,

caigo echado por la luz de tus rasgos que se desvanecen,

cuando enardecida tocas mi cara,

cuando embriagada,

pliegas tus alas en el umbral de mi cuerpo,

blandiendo tu cabeza sobre esa nube que nos envuelve,

para no ser ese silencio de rio callado,

que nadie ve pero duerme,

y que pasa entre las aguas que nos llevan

sobre rocas bravías y cánticos de vientos.


Miguel Martínez Fondón



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ PASADO

Hubo un esplendor de arbusto recio, creciendo
en el cemento rostro, su solitario silencio,
cual cadáver selvático ante el albor de la primera pregunta:
¿quién habla en este perfil de sesgo cercano?

Y hubo frente al espejo muecas del tiempo, elegancia y burla
entre signos de admiración, ante la eclosión del primer vello
en el mentón lejano, encorbatado de seda y esa mirada moruna
de pisar firme como la patria dice soldado, palabra, rasgo y pasión.

La belleza no está en mi pasado, blanco y negro, es el uniforme del colibrí
con sus setenta aleteos por segundo
queriendo apresar del viento
el instante único,
la úvula perfecta,
el aroma detenido de aquel triple salto mortal sobre el plinto,
cayendo de pie, en aplausos.

La belleza no responde,
ni pregunta efímera la rosa su declinar latín: rosae, rosa
en los párvulos labios del ayer,
en las manos ardientes de columpio,
en la espalda recta del labriego que canta en la alborada
su faena en el espliego,
soñando de vuelta a casa:
desnudar tu falda frente al fuego
y en cada estación continuar imprimiendo
tu belleza en pleno vuelo.

Carlos Fernández




LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ

Las argucias del tiempo construido
tallan el límpido diamante salvaje de los cuerpos,
cuando el infinito se precipita en el hueco de las palabras
que fueron trenzando mi camino.

Ahí, el mundo se despliega, brillante enardecido,
la noche despereza de estrellas,
y un viento indómito despliega en la frente
la tersura, apagando rescoldos de rémoras ignotas.

Parcas palabras cercenan la belleza que nunca profirió guiños,
huye de mí, donde nunca estuvo,
al compás de maestras de altas obras
que dispersan los añicos al borde del abismo,
donde todo comienza,
donde ahora poder construir la belleza.

Pilar Rojas



LA BELLEZA NO ESTÁ EN MÍ

“Una tarde, senté a la Belleza sobre mis rodillas y la encontré amarga”

Arthur Rimbaud

“ Un latigazo feroz a la belleza”

Miguel O. Menassa

La soñé, créanme,

como un océano taciturno.

La soñé en los delirios del amor

en la lucha feroz contra el tiempo.

La soñé en la juventud pálida,

desbordada por sus propios destellos.

La soñé de día y de noche

espiando en su piel los colores del ocaso.

Tragué desesperadamente

sus minutos insondables

sus puertos ciegos,

sus horizontes.

Furibunda,

ansiosa de porvenir

desparramaba palabras

por los últimos naufragios.


Claire Deloupy

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