domingo, 20 de diciembre de 2009

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 19-12-09


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA
NÚMERO - 37- 19/12/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa



Cuadro: Amores que se van. Miguel Menassa




ALTOS PICOS




Un puñado de fiebre abre la ausencia


y juzga al beso sostenido por las sombras.


El cuerpo que busca hasta el final su cicatriz de muerte,


enmudece cualquier fonética de un gesto.


Silencio de cenizas en un invierno intermitente


donde algo no deja de caer, y no precisamente como un rayo


sino como una media voz exacta,


nombrando pieles que han sido bordes de heridas asombradas


de tanta inmadurez


arrojada en los escombros que propició la cólera.


Una sentencia inagotable y el vientre se abre dando lugar al nacimiento


pero vuelve a cerrarse indefenso ante la muerte.


No existen las palabras, todo es grito,


la cascada de sangre busca el labio


que infecundo une aire con aire


y desde todas partes surge la noche que ennegrece al mundo


y la luz queda sin dueño y el oxígeno intacto, dislocado,


rechaza cualquier combinación que transforme el alarido en canto.


El tiempo acaricia su sudario,


la flor traiciona al ojo y la mirada


vuelve a los subterráneos donde el brillo no encuentra su salida


y flor y luz son violentadas


por una lluvia de ojos olvidados, espaldas ciegas de algún sueño.


Lenta como una máscara, la vida vuela su fin


y se hace íntima detrás del pensamiento.


El origen, desfondado principio,


acarició una vez mi frente


me abrió y me cerró para darle lugar a mi vacío.


Abrí mis manos en el viento y yo también tiré mi primer piedra


y gané un corazón adentro mío que me miraba en todos los vaivenes


por los que navegué desnuda en la intemperie.


La lujuria dejó caer su sayo y la loca que espera la pregunta


zumbó a mi alrededor con un olor a polvo de destinos.


Respeté su mudez y me fui caminando despacito hasta doblar la esquina


y ver pasar, sin romper nada, a un hombre entero, buscando su latido.



Norma Menassa





Cuadro: Laberinto de la pasión. Amelia Díez.



LOS PERFILES DEL TIEMPO


Acústico e insonoro el tiempo insobornable


gira sobre las bocas y cae sobre las pieles.


Omnipresente ronda su ligereza sobre el hambre


y también sobre los ocasos de las costumbres.



Informe y deformante llega y se aleja sin premura.


Bestia indeleble no conoce ni desconoce.


Nace todos los días y nada lo apacigua


cuando sus puertas se abren a la nostalgia.



Insoportable belleza la del tiempo detenido


entre palabras , entre otros, entre todos,


como si fuera una fiera en libertad


una sed innombrable y su destierro.



Somos los habitantes de un tiempo que nos cobija,


una sombra que nos impele siempre hacia delante,


una coronación siempre pospuesta,


una inmortalidad grotesca entre sus brazos.



Los perfiles del tiempo agitan sus alas rotas


entre las ruinas históricas de las lenguas,


que nos sueñan una y otra vez


que nos hacen volar sin alas.



Amelia Díez Cuesta





Cuadro: Lentitud. Miguel Menassa



“POEMA"


Agito castañuelas


y toco palmas.


Algún galán


se muestra altanero


y canta.



Junto al jazmín


la carretera y el llano.


Atrás quedan humos,


ruido y manos.



Piso tierra y es de asfalto,


abro los ojos y es blanco.


Cambié la lluvia por nieve,


las historias por los cantos.



Desato algunos cordones


y me cambio los zapatos.



Cruz González Cardeñosa



Cuadro: Desde La Luna. Miguel Menassa.




LIBRE DE LÁGRIMA



No llueve no


-no llueve-,


una gota pesada


cae de tu cuerpo


pero no llueve no,


una gota redonda


se escurre de tu boca


-no es sangre-


ni lluvia ni sudor ni baba.


No llueve no,


un pequeño caracol huye de tus ojos


y no es llanto,


ni lluvia.


No llueve no


y hay plegarias por tu ausencia,


motas de tiempo,


potros salvajes por tu pelo,


cientos de camellos sedientos,


rinocerontes presos de tus ojos


y no llueve no.


Hoy no llueve.


Hoy eres libre de lágrima


libre de lluvia,


libre de pesado cielo,


eres libre de libertad,


por fin, libre de ti.





Marcela Villavella.





Cuadro: La perla de la sabiduría. Miguel Menassa



DE FRENTE


No sabe hacia dónde va,


qué está esperando


ni a quién;


pero camina.



Camina


con los pies descalzos,


la cara al viento


y el cuerpo fuerte.



Camina


con cierta urgencia,


con la ansiedad del porvenir,


de lo desconocido


y no temido.



Camina atravesando el presente.





Gaby Melluso






Cuadro: Puñales de la mirada. Amelia Díez.


INESPERADA SOLEDAD



Sordo crujir de pasos que se pierde entre la niebla,


quedo disfrazado de oscuridad.


Mis ropas húmedas delatan el duro camino.


La brújula no marca ni norte ni sur,


perdido en mi destino una vez alcanzado.


Se oyen clarines a lo lejos,


¿anuncian mi llegada o delatan


la batalla que culminará con mi destrucción?


Cae la música, también mi ánimo.


Vuelvo a mi inesperada soledad.


Cada paso, un vacío.


Añoro los soldados intuidos,


un sonido que delate otra presencia humana,


aunque enemiga.


Sólo me queda el silencio, el pasado.


Mi reloj quedó parado, como mi aliento.


¿Estaré ya muerto y sea este mi final?


¿Dónde quedaron los personajes bíblicos,


las almas perdidas, dónde mis ambiciones?


Un ruido estridente irrumpe en mi duelo.


Insoportable, a la vez que familiar.


Instintivamente mi mano se dirige


hacia el lugar oportuno.


Todo cesa. Despierto.


El sueño, esta vez, era mi único compañero.








Helena Trujillo Luque



Cuadro: A la vuelta de mi razón. Manuel Menassa


PARA QUE EXISTAS



En la orografía de mi rostro fingido


no existen ríos escenificando la vida y la muerte


ni lloran lágrimas amargas y sinceras mis ojos.


Porque no las hay.



En la palpitante huella de la muerte


donde en todo lo que nombro estás.


No escucho arpegios delirantes
de la luz a cualquier hora.



Pero hoy construyo tu cuerpo.


Para que existas.



Manuel Menassa de Lucia.




Cuadro: El resplandor de la espera. Amelia Díez.


LIBERTAD TRAICIONADA



Paseas por las calles de una vieja ciudad,


amurallando de anhelos inmortales


la savia que la habita.


En los portales, alacranados cuerpos apenas si saludan,


han olvidado que la pasión resquebraja maderas.


En las plazas, se hacinan los cadáveres


que tu mano apuñaló despacio.


Hay bares solitarios,


de sus mesas se ausentaron los dados.


Las luces mortecinas de las farolas te vislumbran,


allá arriba, yerta como los astros del firmamento


dibujando astronómicos carros donde tu nombre


se aloja en el estribo.



Hace falta ser ciego para no ver que apareces


y cauces imbornales trasmutan en cloacas vetustas,


que pretendes transfigurar el rostro de la luna


cubriendo tu cabeza con solemnidad frigia


que hiendes corazones.



Esta vez me di cuenta,


así que he decidido arrancarte la alas


y susurrarte al oído: baja del pedestal,


te presto una escalera.



Pilar Rojas



Cuadro: Versos de Oriente. Miguel Menassa.




LETRAS DE CAMBIO



Letras de cambio, bursátiles bujías,


letras de recambio, taladros y calderas,


frías palabras, bruscos amaneceres


palpitando en nasales fosas, horadando


vacías venas, músculos inservibles,


letreros que aseguran haber terminado.



Aquel rencor destronado, quien sabe,


árbol entusiasmado, no haya volado


pájaro de las cavernas, estrella enloquecida,


no haya volado como un pájaro tirotead


y sea recuerdo u olvido,


o haya volado y sea volar


en pos de volar.

Kepa Ríos Alday


Cuadro: Viento de banderas. Carlos Fernández.


LA ROSA Y LA GAVIOTA



Después de escuchar la noticia: “Dirigentes del PP valenciano no admiten dinero del Gobierno Central destinado a la compra de ordenadores para los niños porque estos pueden producir miopía”.



Atroces ornitorrincos transitan el cráneo del tirano.


Inocuas livideces señala la moral en manos del lacayo.



Son miserables las guerras, atroces los huesos vencidos


inenarrable la tinta inocua vertida en las esquelas


cuando las paredes escritas reciben la metralla de la otra España.



Nació parida por tres lenguas de perfil continente la rosa; y


la gaviota bucea mar adentro su vuelo infinito de justicia eterna.



La hoz y el martillo, la cruz y el águila son ancestros de atroces livideces


sobre la piel herida del toro que sangra sobre el albero su


no quiero, no quiero, no quiero torero.



Ella busca la pieza fácil sobre el barco ausente


cerca del puerto con su pico de juez


la gaviota blanca sobre el azul infierno.


Ella orada la tierra desde su frente de tallo,


en tu propio jardín, en la escuela de tus hijos y en tu cementerio


abriendo a la belleza su declinar vuelo de pétalos, la rosa.



Son tres las espadas que cruzan mi pecho, mi cerebro y


los atributos personales, tres son un redondel de cuerda


para el cuello dirá la gaviota,


para sustentar el talle y adornar tu pelo, dirá la rosa.


para escribirle un verso rojo y azul tugsteno,


un verso rojo y blanco, un verso de


¡aquí te espero!





Carlos Fernández






Cuadro:Lo que esperamos. Miguel Menassa.


TODO SU CUERPO SE ILUMINA



En mañanas excelsas de locura


el sutil perfume de su cuerpo,


resabio de luchas fogosas,


de amantes ya perdidos,


evocan la semblanza del corsario


a merced de su víctima.



Todo su cuerpo se ilumina,


frente a la terquedad del tiempo por pasar.


Yace inmune,


perfección diestra del artista.


Sabio azar ante el eclipse del destino.


Por siempre, será la luz de la ceguera.





Jorge Montironi




Cuadro:La barca del olvido. Miguel Menassa.



DESPACIO QUE VOY APURADO





La última vez que te vi, estabas sobre


un fondo apurado de oro blanco,


con manos de cristal,


tratando de tocar esa piel de antaño,


donde lo márgenes de tiempo se duermen.


Magnolias para tus labios de flor invernal,


me recuerdan caricias de brillos de mar.


La mujer que tú eres


siempre navega a favor del amor,


irguiéndose con voz de agua,


para ser esa luz que abrasa


cuando la frialdad de la vida


doblega mis espaldas.



Siempre quise acariciar ese acento tuyo


de montaña, que me hizo descubrir


la puntuación del verbo amor,


brillando en el espacio


entre tus olas, de marina errante,


entre tus puentes de palabras.





Miguel Martínez Fondón






Cuadro: El naufragio esperado.Claire Deloupy.


“NO TENGO QUE ESPERAR NINGÚN FUTURO”


MOM



No tengo que esperar ningún futuro


porque el futuro son nuestras manos escribiendo la vida.


Ese rumor hecho de versos


jadeo incesante y tormenta.


En cada instante alguien muere.


En cada instante alguien nace.


Uno mismo ve sus muertes sucesivas en cada alba


su nuevo alumbramiento en cada verso.



Paseo mis sueños desatados


por la meseta de tu loco deseo y eso es el futuro.


Veo en tu mirada agrandarse el horizonte


y sucumbo de nuevo.


Sucumbo al hechizo de tu voz combativa


de pie contra la estupidez y la desidia


de pie contra las tinieblas


de pie contra la muerte.



Claire Deloupy





Cuadro: Trapecio Astral. Amelia Díez.

FUEGO CRUZADO


Cuando cesó la balacera,


el olor de la pólvora en un verano bochornoso


nubló todo presagio.


Hubo un silencio perturbado


por el latido de lo que no muere,


ni aunque muera.


Hubo traiciones sin remedio,


sorpresivas lealtades


obediencias mentidas


rebeliones,


que siempre se adjetivan


con el sofocamiento.


Hubo tregua:


cese de hostilidades entre beligerantes


por tiempo determinado.


Hubo tiempo,


tiempo de desconcierto


de desamparo,


toda ilusión cayendo en un vacío.


Tiempo de palabras mullidas,


reposo del guerrero.



Se fue desperezando lenta la primavera.



Y hubo acuerdo


reparto del botín,


renovación de alianzas,


roce de palmas.


Agridulce sabor


de haber crecido.


Pálidas cicatrices en el alma.




Inés Barrio




Cuadro: Vendrá la mañana. Miguel Menassa.



SIN TÍTULO



No conozco la ímproba tarea que supone ser un hombre,


no conozco siquiera aquellos seres


que se saben que ríen porque enseñan sus dientes.



Hombres blancos, negros, morenos o amarillos,


largas filas de hombres,


levantando sus banderas, sus tanques y avaricias,


cayendo uno a uno,


entre números, prisas, furias y lamentos.



La pena escribe desde un puerto


donde el gemido de las sirenas redoblan el vacío,


donde el viento aulla entre harapos de gargantas emergentes,


rostros de ceniza y pesadumbres amarillas con olor a ocre.



Posos inconfesables, noches espumosas y naufragios indiferentes


se funden en su sonrisa ambigua.



No hay dignidad posible


cuando el triste cuerpo amado,


cubierto de rosas nocturnas, nos abandona.


Y nos muestra, sin indolencia,


lo efímero de la existencia,


las huellas de los pasos que marcan el camino,


polvo y luz.




Vicente Prada Gómez





Cuadro: El suicidio de la marioneta. Alejandra Menassa.





BENDITO AÑO 34.



En el año de la muerte de Lorca, el 34, se representaban simultáneamente tres de sus obras teatrales de en Buenos Aires: Mariana Pineda, Bodas de Sangre y la Zapatera prodigiosa.




Bendito año 34, cuando tu María Pineda


se paseaba por Corrientes con aire de buena nueva,


bendito año 34, cuando el argéntico río anunciaba en carteleras


tus últimos amoríos:


la última boda de sangre:


él: Federico García, moreno de verde luna.


Ella: la que no es ninguna,


se desposaron en Mayo, cuando nadie lo quería,


y quizás madre le dijo: no te conviene esa niña.


y quizás padre le dijo:


qué mala cara que tiene,


está pálida y sombría, no le veo la sonrisa,


y se ve que ahí en el pecho,


no es oro lo que cobija.


Y Buenos Aires te amaba,


brazos altos, alta brisa,


sobre tus sienes doradas,


coronas se te deslizan,


¿porqué elegiste morir?


Mírala como te ama, mi Federico García;


toda la ciudad erguida para loar tu proeza.


Mientras, la zapaterita, parece que te decía:


zapatero a tus zapatos,


no te vayas de esta viña,


no hagas de uva para vino,


no derrames sangre poética


sobre esos, tus asesinos.


La fuente de cinco chorros,


ellos la hicieron contigo.


Bendito año 34 que la parca hizo maldito.





Alejandra Menassa

Cuadro: Multitudes. Carmen Salamanca

ELLA TAMBIÉN



Ella también reclamaba su parte.



Hurgó sin compasión


entre las ruinas de cada error consentido,


bajo estigmas de retorno intransigente,


sobre acolchados vientos y remotas incidencias


en el caldero displicente de los sueños.



Después de haber recorrido


parajes de insubordinación,


encontró caminos donde la vida


rueda en trasversales acercamientos al absurdo


mientras el corazón huye de su forma


y las manos coagulan dolor entre las uñas.



Bajo el marchamo de esa piel sin memoria,


también ella quería esquivar


la infantil carroza de los años.



Carmen Salamanca.






Cuadro: A lomos del viento. Miguel Menassa.


ROCA INSEGURA



Poesía, amo de ti,


amo de ti, roca insegura,


tu hambre de locura,


de vida no pasada.


M.O.M.



Poesía, sexo de la locura insondable,


desequilibrio del hombre vivo,


humanidad extraterrestre,


zafiro incalculable bajo sombras.



Poesía, tus palabras nutren los abismos


y regresas sonriente transformada en gacela


con un hacha en la mano derecha


y el corazón partido a la izquierda.



Poesía, roca insegura,


líquines de ciénagas profundas,


vivo contigo exiliada del mundo.



Y me sacias poesía,


y cuando hacemos el amor


mi sexo es todo del mañana,


solemne música de alguna juventud.





Lucía Serrano





Cuadro: Observando la experiencia. Miguel Menassa.


POEMA SIN TÍTULO


Se descubre, se acerca sinuoso...



Primero su cálido sonido;


esa paz murmurante que, sin rencor,


recorre la calles y llega hasta mí.



Más tarde, el tanteo de los sentidos


rompe los diques del amor,


y como si nadie tuviera nada que ver,


soy atacada por un aluvión de olores;


esperanzas con promesas impresas en oro,


que me hacen sospechar de lo oculto.



Bajo ese aroma desconcertante,


teñida por la incertidumbre,


voy tomando la forma de las aceras,


me pliego en mil esquinas y


sigo, irreverente, mi camino.



De espaldas al temor de tu imagen,


contuve todas mis emociones,


pero intuía, que en cualquier momento,


tendría que girar mis ojos,


diagramar una paralela hacia el infinito


y verte.



Esta vez, no tuve miedo,


en todos estos años,


tracé oblicuos pensamientos


posibles alternativas para huir,


ahora sé, que de nada sirven tantas acrobacias,


que al ayuno interior, se vence


por los mismos caminos,


por los que se ama.



Sé que tu aroma a hombre


se escribe una cada uno de tus versos,


por eso, sigo amándote,


cuerpo a cuerpo, palabra a palabra.





Magdalena Salamanca


Cuadro: Los brillos de la noche. Miguel Menassa.


SIN TÍTULO



Le repite la historia como si fuera la primera vez:


ya no serás la luna y la muerte,


la risa y el alba


los cinco números


con todos sus puntos cardinales,


el sur y el oeste


con sus colores y sus sombras.



Ya no serás.



El día ha comenzado.


No supe ver y mi mano


cae, muerte abajo,


sin distancia.



Miro desde todos los lugares que amo,


inmensos


en los inacabables ojos del mundo.



Solivianto el eco de la noche,


su nudo en la garganta,


quiero huirla, desvencijarla


en el inevitable encuentro:


la muerte con la muerte


vencidas.




Mónica López Bordón




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