GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 94, 27 10-2012
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 94, 27 10-2012
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Dibujos: Miguel Oscar Menassa
VIVO ENCADENADO A…
Vivo encadenado a la tierra que
habito,
sus gentes laboriosas, de sangre
nutricia,
desgarran las montañas, dan luz
a los verdes brotes de las
gargantas.
Soñadoras presencias, dispersas en
la certera madrugada,
nutren con sus líquidos perfumes el
alimento del mañana.
De amores inconclusos, libres al
yacer del tiempo,
acarician con sus manos firmes la
piel del mundo,
abriendo sus poros al nacimiento de
la vida.
Encadenado a las pasiones de los que
no conocen el cansancio,
habito en las pobladas páginas
sembradas de fibras,
puntales aferrados al corazón de las
cosas,
arranco de la esclavitud del hombre,
las míseras angustias y entrego mi
pasiones
al rigor imperecedero del sabio
labriego.
Helena Trujillo
VIVO ENCADENADA A…
Mi sangre esparcida sobre la alfombra
no late, esta a merced de cualquier deseo
tiene soledad, se zambulle en los
reflejos.
Ha bastado la lógica para encajar
tu cuerpo en mi cuerpo y otras promesas
pero la distancia es mi mano no tus ojos.
Y no vale decir que la libertad es este
tajo
donde naufragan las frentes mas
preciadas.
El aroma, el resumen del tiempo
plancha las lágrimas extenuadas.
Hemos sido alcanzados.
VIVO ENCADENADO
A…
Bajo los
suburbios de la mansedumbre
y por encima de
la inalterable venganza,
repto como
humano sin urdimbre,
como un anhelo
sin furia que lo aliente,
ni ramaje que
enarbole su escafandra
ni liturgia
dormida en brazos desconcertados.
Vivo encadenada
a la palabra que huye
cuando sin
compasión cedo mi territorio
y el impacto me
impone volver a empezar
una vez más, un
nuevo goce, efímero y voraz.
Nada espero de
mí,
soy una
narración sin narrador,
un guante sin
nada que guardar,
una sombra que
huye desesperadamente,
un tajo siempre
dispuesto a entregar su secreto,
un fuego lejos
de la súplica y el sacrificio.
Vivo encadenada
a este goce inevitable.
Amelia Díez Cuesta.
VIVO ENCADENADO A…
Tu corazón, está tranquilo,
enamorado sobre mis cadenas,
en un reposo donde pluviales tardes
segregan el aliento
que ausenta la soledad.
¡Qué suavidad la de tus cadenas!
¡Qué vida derramas sobre mi pecho!
Qué lujuria de porvenir, cuando abrazada
al oráculo de mi abismada mirada
te dejas caer para ser camino
de flores sobre manos cruzadas.
Aguardando mi llegada,
con tu júbilo íntimo
celebras mis caricias
y te ocultas como fruto avergonzado
que cae maduro del árbol
que nos cobija.
Yo te recojo y tu humedad de rocío
calma ese valle desierto que es mi boca
y con la misma ternura con que lleno
tu habitáculo de sonrisas,
soy capaz de navegar
por la vereda de tus mares alados,
encontrando en tus gritos
tu presencia, siempre verdadera,
en los mil días venideros
Estas cadenas
que me amarran a lo celeste de tu cintura
llenan con tu infinito
esa soledad fugitiva que me invade
cuando miro hacia atrás y sólo veo
la sombra de antiguas voces
queriendo salir de sus cámaras mortuorias.
Devoro mi angustia, mi soledad
porque hallo tu corazón
cuando invoco tu ternura.
Miguel Martínez Fondón.
Como pueril alquimista ultrajado
empuñando afiladas hojas de un decir barato,
sumo a la aturdida espera del amor
un soplo de nostalgia para vivir encarcelado.
No son métodos acaudalados
los que entretienen a sabios y plebeyos,
son las consignas más ancestrales
las que custodian el álgido atardecer.
Cancioneros con halitosis permanente
repiten una y otra vez, como en un susurro,
aullidos que templan la paciencia,
vítores y palmas que traspasan los tímpanos.
Vivo encadenado a sentimientos suicidas
a plataformas tiránicas que lanzan mi cuerpo
a distancias desconocidas donde brillan,
como diamantes, los últimos suspiros del hombre.
Magdalena Salamanca
VIVO ENCADENADO A UN TEMBLOR
Vivo encadenado
a difusas insistencias,
sombras acústicas
anudando unas con otras,
pieles muertas.
Ausencias intermitentes
en las que he creado mi infierno
y con avidez lo habito.
Permanezco al pie de lentas,
aletargadas vísceras
atravesando tiempos.
El temblor,
duerme en estrechos cauces,
cabalga imaginados océanos,
recintos varoniles.
Fuera de eso,
sostengo con tesón estos ancianos minutos,
alejo lamentos, quimeras desoladas,
me muevo en otras intensidades.
Jaime Kozak
VIVO ENCADENADO A…
Vivo encadenado al futuro requiebro de la voz.
El quejido taladra otra vocal de mármol y, el acento a destino,
de su ronca pasión gitana escapa de los labios como un suspiro.
Son migajas de pan en los bolsillos estos recuerdos:
tardes de pana trabajando en el telar de los sueños
toda la sed posible.
En invierno, casi desierta la calle, el amanecer despertaba en el tajo y,
ya sin sol, pero con hambre, volvía al hogar.
En noches de tormenta, aún escucho, arrastrar los huesos
descoyuntados, camino del cementerio,
el temblar de las tibias, las manos descosidas y la hueca calavera
con algún despojo de carne pegado en la frente.
La casa de la sacramental no tenía techo, una leyenda decía:
enterrarlos boca arriba,
a los muertos les gusta la lluvia, el vuelo del vencejo en invierno y las
estrellas.
Vivo encadenado al futuro, estos eslabones en los tobillos,
en las muñecas, son el peso del miedo a la cuneta, donde docenas
de cadáveres sin ropa, los más recientes aún con ojos, yacen
libres de las cadenas.
Carlos Fernández
VIVO ENCADENADO A...
Vivo encadenado a un pesado salvavidas,
vivo en el mar como si pudiera
vivir en otra parte. Y sueño
poder volar sobre la muerte, y sigo
flotando un poco con la idea hundida,
con la piel ahogada y la cabeza
más arriba que el cuerpo, pero
más abajo que los sueños
del agua evaporada.
Vivo encadenado por el oro,
el oro totalmente ajeno.
Oro sin mí para quejarme,
son mis dientes de oro para comprobar
la dureza del marfil. Vivo
encadenado a la miseria,
porque el lujo es útil y no sirve
para morir encadenado,
ni para salvarse encadenado. Por eso
vivo encadenado a aquel cerrojo
cerrado en falso
que no pueda forzar.
vivo en el mar como si pudiera
vivir en otra parte. Y sueño
poder volar sobre la muerte, y sigo
flotando un poco con la idea hundida,
con la piel ahogada y la cabeza
más arriba que el cuerpo, pero
más abajo que los sueños
del agua evaporada.
Vivo encadenado por el oro,
el oro totalmente ajeno.
Oro sin mí para quejarme,
son mis dientes de oro para comprobar
la dureza del marfil. Vivo
encadenado a la miseria,
porque el lujo es útil y no sirve
para morir encadenado,
ni para salvarse encadenado. Por eso
vivo encadenado a aquel cerrojo
cerrado en falso
que no pueda forzar.
Kepa Ríos Alday
VIVO ENCADENADO A …
Ahí están las voces de los
poetas
Las imprescindibles, las más
necesarias,
Las que hicieron de su vida
una canción
Un canto alado que cruza
todos los tiempos
Con su humana voz fabricada
en los suburbios
Alimentada del trigo libre y
noble
Forjada con el hierro
sudoroso de las oscuras galerías del alma
Timbrada con la música de la
esclavitud continental
Las espaldas, las banderas,
el barro y el metal
Y los niños alrededor, en
cada paso,
Molestando con sus gritos,
con sus primeras palabras a la vida
Eah, niños, largo de aquí,
Salir de este poema
La leche de que debéis
alimentaros está en otra parte,
corred, corred, buscad los
brazos de vuestras madres
De aquel incendio en
vuestros pechos,
Luego vendréis a mí,
volveréis al poema, pero ya alimentados
Silencio. Silencio. Los
muertos también necesitan vuestro silencio
Ya volveréis a jugar
saltando entre las tumbas
Pisando entre la hierba
fresca, entre las flores cortadas siemprevivas
Con vuestros alegres pies cercenando
la madre tierra
Ya volveréis, ya volveréis…
y seréis millones
Cantando en la víspera del
año nuevo
Los niños del mundo
Los niños de la patria nueva
Los alegres niños
solitarios, los niños poetas
Vivo encadenada a ese
murmullo
A ese rumor de vida, de voces humanas
Palabras escritas en el
sueño milenario…
Haremos el mundo todo de
nuevo!
Paola Duchên
VIVO ENCADENADO A ESTAS PALABRAS
El reo desconoce cuánta libertad tiene en su cadenas.
El singular aplomo, el vértigo sinuoso,
el febril espasmo que de su espejo se libera,
cristal enmohecido por los vapores del ciego destino,
parecen anunciar que este esclavo,
este condenado a sus galeras infernales,
habrá de salvarse en un resquicio,
pues entre eslabón y eslabón
el cielo despliega toda su grandeza,
y aún desde su celda puede oír cantar al viento
más allá de su ínfima materia.
Ruy Henríquez
VIVO ENCADENADA A...
Al rítmico palpitar de tus
manos
cuando modulan la corteza de
la historia.
Al estruendo marítimo de la
libertad,
cada vez que estalla entre
alma y corazón.
A la luz entreabierta del
futuro,
mínimo destello de pasión,
cada amanecer.
A la furia animal del
pensamiento
cuando mi carne reivindica su
poder.
Encadenada al instante final
que hará de mí, puro rastro,
leve recuerdo.
Vivo
encadenada a la vida.
Carmen Salamanca
VIVO ENCADENADO A LAS PALABRAS
Escucho una voz constante entre mis horas,
una natural manera de habitar mis rincones,
de pasear a mis costados cuando camino,
de hablarme todo el tiempo de mundos desconocidos.
Vivo encadenado a todas las palabras que esa voz provoca,
vivo esperando que llegue entre mis pasos,
que descubra lo que sin ella jamás hubiese conocido,
es a ella a quien encadeno todos mis momentos.
Habitante mas que humano, ¿donde te escondes
cuando no te encuentro? Cuando no me hablas?
Cuando todo sin ti es silencio y el mundo es mudo?,
cerco inviolable, imposible poder con tanta altura.
Lucía Serrano.
VIVO ENCADENADO A…
Llegaste
con pasos lentos
amante del silencio,
llegaste
con palabras cansadas,
con el cuerpo lacerado
sin aliento…
Y el amor con la pasión
se complotaron
más, eras escombro,
pájaros grises
encorvaban tus hombros,
eras árbol viejo de heridas ramas.
Con amapolas en mis dedos,
sequé tus lágrimas,
acompañé tus pasos
hacia la barca enamorada,
corté ligaduras inhumanas
que silenciosamente
destruían tu jornada.
Quiero que recuperes
la atlántida perdida de la risa,
que huracanes no hinquen sus dientes,
resucitar el deseo de las cenizas,
te empujo a la muerte
en medio de angustia existencial
para que renazcas mañana
hacia la inmortalidad que te reclama.
Vivo encadenada al pasado
pidiendo a Dios
que acontezca en mi costado.
Rosalba Pelle
VIVO ENCADENADO A….
Norma Menassa
Me prometí volver a encontrar
el acontecimiento aquel del
desconcierto,
el primer asombro de una
brisa tocándome el rostro
como si para mi, un bosque de
álamos se desplegase en abanicos.
Llegó Noviembre y su
contrapartida enrareció mi atmósfera
que tuvo con el bosque
acuerdos diferentes
porque todo había cambiado
ya que ahora estaba en otro lugar
del planisferio,
al norte, no en el sur
y el cielo me miraba desde
constelaciones ignoradas
de las que me quejaba porque
no había admitido
que tenía que llegar a
conocerlas para que hablen conmigo
cada vez que las mirara.
La luz no había plasmado en
el mismo celeste
y sólo un pájaro perdido aparecía
en el pequeño patio
con pequeños saltitos
pero nunca escuché el llanto
de su canto
cada vez que se acababa el
día.
Me sorprendía ver como habían
escapado de la muerte
las monumentales piedras en
las que veía reflejada
la sombra y el sudor de los
caballos que caían
en las calles que subían y
bajaban en raudos laberintos
ocultando batallas de
conquistas y lluvias penetrando
por grietas que acababan en
atroces ruinas
explotadas por el estruendo
de los años.
Leía con avidez un libro de
héroes trajinando entre ruedas estrechas
y quería que pasase un
pregonero gritando mi nombre en las esquinas
haciéndome culpable de la
ruina de Roma y de haber secado
la sangre de los bárbaros en
una historia no del todo comprendida,
con hombres austeros y
doncellas encerradas por embustes.
Yo venía del llano,
de una pradera extensa con
mujeres de delicadas manos
ofreciendo la trama de sus
sueños en enredadas sombras,
prendiendo antorchas que
salían al encuentro de la luna a medianoche,
para espantar las ánimas.
Los hilos de colores se
entremezclan en la manta que cubre mis tobillos
ahora encadenados como torres
gemelas a mi propio camino,
aquel del airecito del
comienzo, y me quedo aquí,
para hablar largo y tendido, del
poema de amor
que escribíamos juntos como
viejos orfebres,
las tardes de los sábados.
Norma Menassa
VIVO ENCADENADO A…
Carta
de un votante del PP (que por supuesto, no soy yo) a su Presidente electo.
No tenga conmiseración para con mis
desdichas,
azóteme más fuerte, duele esta anestesia dolorosa.
Tan hechas a sufrir mis alforjas que ya no cabe más.
azóteme más fuerte, duele esta anestesia dolorosa.
Tan hechas a sufrir mis alforjas que ya no cabe más.
Redímame de todos mis pecados con su látigo.
Nunca acepté ninguna orden,
nunca hice el amor sin tener ganas,
grité a más decibelios de lo permitido.
Amé el arte, leí todos los libros,
bebí en todas las fuentes, lloré frente a la belleza.
Me emocioné frente al dolor ajeno:
Los niños sin comida, los adultos sin casa.
Soñé un futuro donde cada humano
podía construir una salud posible, un amor,
algún conocimiento, pequeños bienes necesarios.
Me mentí. Merezco ahora conocer el horror.
Merezco que caigan todas las ilusiones.
Vamos, Mariano, hasta que la sangre se funda
con el cuero, soy el pueblo arrodillado,
esperando el latigazo final, esperando
la vuelta de tuerca del garrote vil,
el estrangulamiento último, ese goce
del esclavo muriendo en manos del tirano.
Nunca acepté ninguna orden,
nunca hice el amor sin tener ganas,
grité a más decibelios de lo permitido.
Amé el arte, leí todos los libros,
bebí en todas las fuentes, lloré frente a la belleza.
Me emocioné frente al dolor ajeno:
Los niños sin comida, los adultos sin casa.
Soñé un futuro donde cada humano
podía construir una salud posible, un amor,
algún conocimiento, pequeños bienes necesarios.
Me mentí. Merezco ahora conocer el horror.
Merezco que caigan todas las ilusiones.
Vamos, Mariano, hasta que la sangre se funda
con el cuero, soy el pueblo arrodillado,
esperando el latigazo final, esperando
la vuelta de tuerca del garrote vil,
el estrangulamiento último, ese goce
del esclavo muriendo en manos del tirano.
Alejandra Menassa
VIVO ENCADANADA A…
Caen sobre la tierra firme gotas de sangre y rocío
y crece la albahaca desgranando horizontes.
Siempre un vástago nuevo en la raíz leñosa
arranca una sonrisa del rictus de dolor que brota en el páramo.
La noche arrecia y esconde los colores en un mundo
donde la crueldad se vence a golpes de hacha y viento
y yo ato firmemente mis manos a señas de humanos huesos
donde descansar mis pasos.
Pilar Rojas
VIVO ENCADENADO A...
Vivo encadenada a las luces que imprimen sobre mi piel
rayos de lumbre, a tu voz que mueve mi voz hasta la letra,
a los espejos que se rompen cuando hablo.
Cruz González Cardeñosa
VIVO ENCADENADO A LA DIFICULTAD
Vivo encadenada a la dificultad.
Nada me asusta
nada me aturde
y lo odio.
Virginia Valdominos
VIVO ENCADENADO A...
Vivo encadenado a un sueño alcanzable por una fe muerta,
en una ciudad donde las calles no braman por los ausentes
y los poetas de la vida no saben dónde está el amor en los ojos vagabundos,
vagabundos, miran sin ser vistos por su quebranto,
ni por sus promesas de olmo y cigarra desgarrada
en pleno bosque de cristal caduco en que caen las hojas de los libros ocres
sobre el suelo pisoteado.
La mano extendida ante la distancia de los tambores,
en las letras caídas de la combinación por el que el universo descifra jeroglíficos
en las bocas moribundas,
bocas de exilio pegadas a lo que el hombre creyó del hombre,
bocas hambrientas de olvido, bocas cerradas de agonía, engañadas.
Hoy vienen con su ruido metálico a decirle que se quedan
donde el cuerpo pierde su consistencia de ente bendito ante el futuro
ese que cada mañana llega sin pedirlo, en amanecer tranquilo y solitario,
entre la ropa acumulada por los rincones de la casa
en donde apenas se escucha el tararear de un tango.
Hoy vive encadenado a una promesa firmada por tus ojos abiertos,
para que no le despedace la bomba atómica del recuerdo,
el recuerdo de su sed blanca y vacuna sobre sus piernas de amianto
en las que la vida era toda esperanza, todo amor y libertad.
Susana Lorente
Vivo encadenado a un sueño alcanzable por una fe muerta,
en una ciudad donde las calles no braman por los ausentes
y los poetas de la vida no saben dónde está el amor en los ojos vagabundos,
vagabundos, miran sin ser vistos por su quebranto,
ni por sus promesas de olmo y cigarra desgarrada
en pleno bosque de cristal caduco en que caen las hojas de los libros ocres
sobre el suelo pisoteado.
La mano extendida ante la distancia de los tambores,
en las letras caídas de la combinación por el que el universo descifra jeroglíficos
en las bocas moribundas,
bocas de exilio pegadas a lo que el hombre creyó del hombre,
bocas hambrientas de olvido, bocas cerradas de agonía, engañadas.
Hoy vienen con su ruido metálico a decirle que se quedan
donde el cuerpo pierde su consistencia de ente bendito ante el futuro
ese que cada mañana llega sin pedirlo, en amanecer tranquilo y solitario,
entre la ropa acumulada por los rincones de la casa
en donde apenas se escucha el tararear de un tango.
Hoy vive encadenado a una promesa firmada por tus ojos abiertos,
para que no le despedace la bomba atómica del recuerdo,
el recuerdo de su sed blanca y vacuna sobre sus piernas de amianto
en las que la vida era toda esperanza, todo amor y libertad.
Susana Lorente
VIVO ENCADENADA
Encadena estoy al tic
tac incansable del reloj
al vaivén de las horas sobre mi piel.
Vivo encadenada a tus manos que
en mí desencadenan la vida.
A mis propias palabras vivo
encadenada
llaves certeras
para
la libertad.
Claire Deloupy Marchand
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