GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 80- 17/09/11
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Dibujos de Miguel Oscar Menassa
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
máscaras de mi piel que cubrieron mis pasos por las extranjerías.
Mundos por los que navegué volcaron su aliento en mi garganta
y me dieron ese sabor de mujer feliz mezcla de arcilla y ola.
Como si fuesen sombras de una llama,
se bañan entre miel y vino púrpura las impaciencias
que veo circular frente a mi rostro ovalado,
apetecible como una fruta henchida por el brillo repetido del alba,
que urgido se pervierte mirando desde abajo
para escuchar en el ruido de las ruedas
como se revientan los globos de la ruta secreta de la muerte.
Ya te husmeé desde aquel día en que los embriones dejaban su bolsa placentaria
y te derribé sin ofenderte en medio de mi placer de víctima triunfante.
Por ahora aquí estoy, tengo una complicidad estrecha con mi espíritu
viendo como se queman las naves del regreso,
más viva que el olor del agua en el reverso de la oleada
y el verde liquen que viste la desnudez de la roca submarina.
Pon la memoria en fuga, tranquilízate,
no vengas ahora apresuradamente a tomar el timón que tu trono taciturno ha quedado replegado entre la muchedumbre que soy
y mi cuerpo, manchado por mil lunas,
es una carne regia que oculta la cifra de mi nacimiento
entre números estelares que ascienden cada noche por oriente.
De nada sirve la luz de una lámpara en pleno mediodía.
Amarillo dulzor, la plena madurez, recorriendo las velas de mis alas migratorias.
Surco tu negro mar, admiro tu potencia, pero escucha el ruido de la horda, parece una colmena de futuro,
todos los extraviados en busca de la verdad divina,
una arrogancia intemporal me invade, escúchame decir: mi casta es de vivientes.
Norma Menassa
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
Ha pasado el tiempo, pero no es eso.
La cosecha, siempre incierta, requiere de la siembra,
del trabajo de los días desbrozando
los arrabales de los sentidos,
donde rastrojos marchitan en la insistencia.
El cielo sangra el día y la mañana nuevamente
renace en azul, furiosa de vida.
En sazón, el camino,
después todavía otros pasos.
Pilar Rojas
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
No temas morder esa fruta que,
de madura,
rueda hasta tus manos.
En ella respira aún el árbol
y hacen mella todavía,
en su jugoso vientre,
los calores del verano.
Su áspera dulzura,
su inusual tacto,
no traen la muerte,
ni destila en sus néctares
el veneno del pasado.
Ella quiere probar,
de tu boca,
la avidez de sus labios.
Hincarse de diente a diente,
lúbrica,
desgarrando,
gozando de tu salivar manzano.
Ciega para ti la fruta
de su muslo perfumado.
Apaga tu sed con el alcohol
de su savia madura.
Ruy Henríquez
Había llegado y se había quedado
como si fuera para siempre,
como un rigor sin causa y sin final
como un beso nunca iniciado.
No había otro camino ni otro destino.
¿Esperar para qué? Si esto es lo que hay,
esto lo posible y lo imposible.
La madurez no es la muerte,
tampoco lo que se acerca a ella,
ni lo que cae sin remedio en la quietud.
La madurez es lo propio de todas las edades.
Existe la madurez. Lo sé.
No es la muerte. Es la decisión insegura,
el latido que no se inicia, el temblor acústico,
ese silencio roto, ese rubor sin dueño.
Duración limitada, riesgo interminable,
página a página, escribiré su destino.
Amelia Díez Cuesta
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
Hablabas sin que yo comprendiera.
Una tarde, cerraste con tus manos las estrellas.
Me vestí para el baile
y mientras desaparecías
te escuché decir:
Pequeña,
la madurez
no es la muerte.
Cruz González Cardeñosa
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
“ No crecer para no morir no impide morir”
Frente al invierno que acecha
puertas y ventanas abiertas.
Que el sol empape las paredes
se adhiera a los contornos de la piel
ilumine todas las palabras.
El porvenir está al alcance de la mano.
Son nuestras voces por la llanura.
Sujeta por tenues hilos al porvenir,
desparramada por las oleadas del tiempo
la vida es inagotable.
Ya algo de mí se alejó de mí
algo de mí atropella el alma.
Algo se expande
por los agujeros del tiempo
que nunca volverá.
La canción vuela para quien sabe escuchar.
Hoy, la luz de las palabras recorre tu piel.
Alguien cogerá al vuelo el verso callado
y cambiará el rumbo de su vida.
Aunque caduque mi piel
el intenso murmullo seguirá
su camino por las sombras.
La madurez no es la muerte:
la fruta humana ha de madurar
hasta su punto final.
Claire Deloupy
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
¿Quién fuimos?
La madurez no es la muerte –esa oscura estepa de nuestras relaciones guarda mujeres, pensamientos, alegoría. Retórica infinita en un alma empequeñecida por el eco de las pasiones. Las macetas que nos sostienen, murieron en los cuadros en esa matanza que fue tus ojos, incrustados en el agujero del placar, donde se amontonan las fotografías.
¿Fue todo voz? Orquídeas olorosas se cultivaban en los corazones manchados con la muerte. Cantaban y cantaban hasta morir cantando y festejaban la naturaleza de las despedidas, para ser, para desatar de esta vaca loca, que no fue más de carne, sino de puntillas en el fondo de las aldeas, en el medio de los espejismos, el entuerto y fatal destino de los dormitorios y de las bisagras.
Casi nadie nos reconocía: una suerte de risas y carreras, llamada flor de piel, camelia de sudor y atrezo, contra apolo y atila, tragicómicos. Ardiente pan entre las piernas de esa risa loca, embellecida por la templanza de los desempleados y el antes de cualquier vulgaridad, un insisto aún en tu mejilla, en tus cosas que nos pertenecen.
Vendo esta rosa pues huele a eternidad, huele a tregua de las olas, bellas esperanzas del mañana. Viene y van los mecanismos, al día ardiente devorado, en esta hueste de piedra que me estorba. ¡Reclamación, doctor, reclamación! Merme su libertad en esta piel de estalactitas, de firmes arrebatos al olvido.
Ni gris su nardo, ni caracolas submarinas comiendo la seguridad, ¡la melancolía no tiene límites! Este círculo de sangre empapa nuestros hogares. Transgredan, transgredan el único momento del amor, en estas latitudes no existe el mañana. La tierra es esto que piso dentro de tu boca. Este manantial podrido de libertad.
La brisa vive en mí, también, regurgita claridad. Su propia dentadura desaparece en el atisbo de un sueño… ¡Arrebol!
Un infinito nudo de sueños que avista sobre mí, la soltura de un pájaro.
Virginia Valdominos
Ingrávida, como tijera
o molde intergaláctico,
aterrizo en los contornos de la piel.
Un vaho inmemorial
desnuda mi perplejidad,
cuando los hados rebosan alianzas
que desencadenan marcas,
de la vida, en mi rostro.
Ya estoy madura, me digo,
y suelto las amarras de mis ojos,
para que la ceguera asiente
su premura lejos de mi voz.
El golpe, cualquier golpe
no evitará la intensidad del retorno.
Mi caída, cualquier caída,
alejará espectros entre limos del futuro.
La madurez no es la muerte,
y mi madurez es una suerte.
Carmen Salamanca
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
A Miguel Oscar Menassa
En los ojos de azul y amianto se tejió la mar que circunda
como serpiente espiral, las raíces que horadan el aura.
El demonio arrancó su cabeza cloqueante que descendía
abriendo una brecha entre la piedra y el musgo,
desarticulando su urdimbre desértica en papeles
que volaron en las garras de un águila ardiente cuando surcó el horizonte.
Un remolino de hojas y flores crecieron bañadas por su boca-pluma,
en donde aguarda el amor.
Todos gritaron ¡el cantor ha muerto!, ¡he aquí el hombre!,
y una geometría soportó las risas iracundas de Dios
arrasando con gigantescos pies las sencillas ilusiones de un hombre,
que aprendió a ser hombre.
Un hombre al que el clamor inaudito frunce la sombra de su esclavitud,
Una historia reposada en su pelo blanco en el que no se descubre su ancestral soledad,
Una gota de rocío que aguanta en su ventana el vapor del sol
y viaja en tapiz iluminado por los más grandes artificieros hacia una lucha sin igual.
La derrota ante la perfección de la deformidad de un asta rota
en la tenebrosa oscuridad,
diciendo adiós a la vaca que proveyó suntuosa su proteína,
en la locura que nos pronuncia y en el cincel que nos descubre
en la nueva dimensión del metal.
Ceniza indeleble que retiene la inmortalidad
una vez sobrellevado el trance de la muerte. La lógica no podría venir a auxiliarnos.
Él es donde Ella teje el nido de un pájaro desnudo,
la quietud del sudor que reposa en la almohada,
la sangre que se desliza por la línea de la vida en nuestras manos.
Susana Lorente Gómez
A MI MAESTRO en sus 71 cumpleaños.
-UN DÍA DE FIESTA-
“La madurez no es la muerte”
Y el vuelo agarraba sus alas, empezaba el poema del sí,
y el jugo cumplía con sus resonancias, en las aguas,
el puerto, un bosque, lejos del pie que le dio la tierra.
Toda la primavera rodeaba el hemisferio,
un hombre sobre su cerco y el viento era palabra.
Tras la frontera dividida en habitual o punto dado vuelta,
su viaje, arrojaba de sí, pequeñas balsas enamoradas.
La piel era tan veraz que el hormigueo era eterno.
Sus cielos hacían raíces en la cuenca de una batalla sonada
y el sur ganaba otro capricho al amor.
Ay, hombre de años festejados,
te mira la felicidad con la astucia de las alfombras
y sin derrochar aire, sin objeción del perfume
prometes treinta años más,
una madurez,
trampolín del deseo.
Clémence Loonis
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
La madurez sabe sin carne
saltar los afluentes que peinan
amerizar en náuticas noches de violín
sobre tu cuello.
Ella mueve la nuez que girando la cabeza
desliza su atlas
amortiguando la sorpresa en
simular ceguera ante el asombro
salpicando sangre en elegía de letra viva.
La madurez no es la muerte
y si un golpe de brisa cierra
por dentro la huida, decisión es
representar de amante fiel el papel de sombra
que siempre te busca y se burla
en el espejo del cuerpo.
La madurez no es la muerte
reloj de papel donde insiste
cada hora su vuelta imposible
de coser con dos agujas,
el tiempo del cartílago.
Carlos Fernández
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
Con estos huesos pintados
por el naufragio de vestir
esta piel fría de muerte,
desfilo entre las tumbas entreabiertas
cansada de golpear silencios.
Entre gargantas vencidas,
lenguas que se estremecen
en el verde que atraviesa la tierra
y un vivir en el amanecer de la madurez
acaricio los días hasta el límite de la mirada.
Toca bailar con el viento
mirando de perfil a la muerte.
Soledad Caballero Castro
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
Cuando se abre en la tierra el surco que nos llama
y proclama nuestra unión con la materia.
Cuando conoce el hombre que una cifra lo signa
y que la eternidad ha de truncarse.
Cuando ya no hay retorno para volver del enigma resuelto
y no es posible ni arrancando los ojos quedar ciego.
Cuando la vida tiene el punto de la muerte,
y ya entonces adquiere uno padre y madre.
Cuando se es de esta especie que caduca,
y se tocan los brazos y se sienten de carne o de palabras,
Cuando se aleja uno del hijo que era y se acerca al padre que será,
la madurez ha hecho su nido en nuestra alma
y ha transformado en oro la cárcel de la muerte.
Alejandra Menassa
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
“Un prodigio de luz y de color me habita”
Carmen Conde
En el principio camino
por las letras de la muerte
escribiendo las formas de sus manos
o el color de sus ojos,
presencia que existe fuera y dentro de mí.
Con cuerpo de mujer llega esta vez
la parca vestida de azul
y soy un sueño de ese sueño.
Aprendo de su empeño y de mi risa.
La madurez no es la muerte,
un prodigio de luz y de color me habita.
No te nombro para que vengas,
te nombro en el aleteo preciso de mi partida,
en la ausencia, donde la contaminada austeridad de lo vivo
se nutre de mí para quererte, alimenta mi ego para amarte
descompuesta en fracasos y cristales que cortan el silencio.
Ciego arquetipo insinuante, el pulso de lo vivido,
enterró gestos de hilarante mezquindad,
cuando aún creía en la madurez como la muerte.
Templetes inscritos en mi piel, habitados por lo muerto,
deslucían tu mirada, cayendo sobre mi cuerpo.
Supe que la brusquedad de la partida
había de jugarse entre dos.
Recuerdo la sensación de aquellas gotas carmesí
descendiendo hacia el vientre de la tierra,
donde el hálito del final, acompaña la jugada.
¿Dónde nace la frontera? ¿dónde muere?
¿A qué hora vendrá la guadaña a templar tanta pasión?
Rocío con el flujo primero de aquella niña
el plasma sin sangre del verdugo, y sin perder más tiempo,
sigo el camino. La madurez no es la muerte.
Magdalena Salamanca
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
Venías a mis ojos como aquél deseado monstruo
que penetra las mentes femeninas
y lee todos los pensamientos.
Esos que hacen tremar el alma en las noches de estío,
que humedecen nuestros cuerpos con un sudor de ángeles
uniendo las pieles.
Es de otro mundo esta orilla a la que arribo,
fecundo campo de la madurez
en cuyo fondo se vislumbra altiva la guadaña.
Quédate ahí, espérame, en un atardecer lejano
con canto de sirenas complaciendo al mar.
Ahora he de pisar el universo de soles donde vivo,
atesorar este árbol de profundas raíces
que la veloz corriente de olas enloquecidas
no logrará arrancar.
Abrete, cofre de tesoros, magia del deseo
ilumina el sendero que se vuelve sabio.
Olga de Lucia
LA MADUREZ NO ES LA MUERTE
Así como el sol imperturbable prosigue su labor
y en el seno del áspero fruto, tímida y confusa,
eclosiona la dulzura alimenticia; dóranse
las verdes intenciones del botón que en la planta
amanece convirtiéndola en vespertinos colores y perfumes;
o el carácter se entibia bajo la inesperada caricia...
Así como sucede una mirada apacible, o una mano
ofrece generosa la habilidad desconocida,
y amplía la tez madura la extensión del alma...
Así queda la muerte intacta más allá
como rueda el uso de los verbos
más allá de la opinión predispuesta...
Rueda el redondo
producto inacabado como caído
a plomo del discurso de la rama en declive.
Y rueda, entre otras conclusiones,
la propiamente dicha,
o el hombre desprendido que se obtiene
sin embargo vivo.
Kepa Ríos Alday
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