domingo, 25 de noviembre de 2012

TALLER DE POESÍA SÁBADOS. 24-11-2012



                                 
                                    
GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 98, 24- 11-2012
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa


                                                      

SOLDADAS DE MI PATRIA
                                                                                       

Hermana, hoy me repliego en tus noches de asombrosas quimeras,
y te veo partir apenas amanecida la mañana,
con tu traje de olivas esparcidas en cementerios terrenales,
donde gimen corazones destrozados por las luchas febriles
que engalanan las patrias repartidas, al sur y
al Norte muy al norte de mi casa.
Fuego y amor marchando hacia la selva,
mi selva tucumana,
mi ardor vuelto gobierno de otros,
mi mujer empañada por las lágrimas que nublan su mirada.
Estoy en ti desde el sudor que moja mi vergüenza
desde la llaga que me habita,
haciendo sueños con tintas e infinitos,
llavero de mi vida, desde la que te nombro la dueña de mis llaves.
Partid, que yo he partido tantas veces
tratando de hacer desde mi doctoral oficio,
la causa y la raíz, calcárea piedra penetrando sombras
en busca de caras que no saben de otras caras
anomias de la guerra machacando el silencio en medio
de los nombres inventados por la sentencia del sepulcro,
por el arduo trajín de la batalla y por tus hombres muertos.

Ignoro acaso el odio de este amor.
Ignoro que jamás rendiste cuentas de rodillas,
que las tardes y los hijos se dormían al ritmo de canciones,
protestando como protesta el cobre americano
cuando Bolivia se alza en vuelo y carcomen
sus minas los falsarios después de haber desbaratado
el brillo de la plata que impidió desprenderse del ocaso
un arco que perdió su flecha y abanicó colores alejando  tormentas
para que las tinieblas repitan esos sones
que son los gritos de un ahogo
que sube por los tiempos enloquecidos de conquistas capitales,
descifrando mal los decálogos de un Dios,
que impidió que no subieran las escalas
de un canto llano que aquietase el alma,
y la lesión fuera la carne estremecida por su propio furor,
haciendo historia.
Mujer soldado de mi patria,
te veo cabalgando en potros tus honores por defender la infamia.
Acabas de ponerme un poco de aflicción en mis espaldas,
pero tengo tus hombros, tu fusil, tu pedazo de pan,
y me doy cuenta que tu grito es un llanto de victoria
atado cual sermón a la barbarie.

Norma Menassa



                                                       

SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

He aprendido muchas maneras de hacer patria

y a distinguir de lo terrestre el patio de mi casa.

He llorado sin lágrimas y he caminado sin pies,

he roto fronteras y he construido paredes que no existían,

y me he puesto máscara cuando ha sido necesario.

Si rota la incógnita desaparece la ecuación,

he de perder esta individual seguridad, este  formol

que sin piedad hace latir una razón que no tengo,

un saber que no se transforma y una promesa en estado de espera.

Pregunto por mi patria y  “poesía y  psicoanálisis” me responde,

una patria inalcanzable, su mirada única, doble y múltiple,

me hace girar y mutar como soldada

que nace y muere en la palabra.


Amelia Díez Cuesta




SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Camino entre los muertos, cadáveres arrojados a mis pies por el tiempo.
Transcurre macilento el frío del invierno que quema las cosechas y las almas.
No llevo carabina ni cuchillo, ni he peleado jamás en ninguna batalla,
no reconozco el sonido de bombas asesinas ni de balas.
Mi uniforme es de alpaca, sombrero de ala ancha, medias negras de seda,
rojo en los labios, desacato final a la nostalgia,
oído siempre presto a la humana palabra.
Eso si, leí todo lo que caía en mis manos con disciplina militar,
cada vez que gritaron: “cuerpo a tierra”, yo hice el amor, por torpeza,
por desconocimiento de la guerra, por esa costumbre de no yacer a solas.
Si había que defender algo, al menos que fuera algo para muchos.
Yo, soldada, no de guerra ni paz, no quiero estar en los ejércitos de ningún
ministerio, ni entre las almas que le ruegan a Dios,
ni entre esos que rezuman en las crisis, trabajadores esperando su hoz,
en la reserva, en la recámara del revólver del mundo, balas perdidas.
Yo, soldada, como aleación sencilla, no oro y plata, sino cobre y estaño,
a las palabras.
La poesía, ese arma que no cargó la pólvora y el diablo no dispara.

Alejandra Menassa


                                                        


SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Tambores y  estandartes para mi patria de mil colores
Un azul que siembra el cielo de ciclámenes
Violetas arrebatadas en el corazón ardiente del poema
Toda pasión enamorada lleva las siglas de tu nombre
Un humano delirio hecho poema
Una batalla y la misma guerra hecha canción
Millones de pájaros cruzando la mirada
Como el sol de mediodía, rojo, así es mi corazón y mi palabra.


Paola Duchên

SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA.

A mi abuela centenaria


Patria, eran tus manos;
tantas pieles acariciaron,
corazones latiendo,
brazos agitando despedidas.

El oxigeno, cada mañana,
desde hace cien años,
carga el movimiento de tus ojos
que saben distinguir la constancia de la fiesta.

Hoy festejamos contigo y para nosotros
cien años del vivir.

Tú, que me viste aprender a andar y a hablar,
quedaste testigo
de mi rápida pregunta en la desilusión
¿el hombre, es ese beso que no vuelve?

Era todo oscuridad,
buscábamos un azul que pariese al cielo,
buscábamos un  amor e interrumpimos cuerpos
pensando que la piel decía la verdad.

Eran fragancias de esperanzas infantiles
que nos dejaban a flote.

Vimos a la muerte
como rajaba de nuestros corazones
el futuro
como el fluir vestido de miedo
quedaba anudado en tres palabras.

Hoy, te miro con la agitación de los años.
Las palabras han invadido mi patria
y la distancia golpea la libertad.

Pongo la cifra exacta,  cuarto generaciones
y más allá de tus brazos que todavía aprietan
construyo patria.
El azul no interrumpe ninguna soledad
porque el amor, es arma de letra.

Clémence Loonis






SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Miro a mi alrededor y me pregunto qué extraña idea
me une al paseante que se cruza en el camino.
Desconozco de su vida el sendero,
 no sé qué palabras alimentan su cuerpo
 ni sé, de sus noches de insomnio, la causa.
Quizá sea la patria, el suelo que pisamos.

La patria y vuelan cohetes mecanizados,
máquina de matar y de morir
por un trozo de tierra árida,
 por una religión,  por una… siempre una,
siempre una única manera.

Qué la patria, acaso la infancia, los olores agrios de leche,
cuando ni siquiera sabía del mundo.
 Los pequeños rituales diarios, conocidos y familiares
cuyo prestigio se sustenta con los más crueles sacrificios,
o acaso el ideal que porta un pendón de muerte,
que arrostra el futuro y debilita el pensamiento.
La madre patria, y colores y gustos de infancia
se arremolinan en mis pies, traídos por un huracán de recuerdos.

Patria de qué,  humana,  me digo
y  me propongo vaciarla de sentido para poder construir
 en una conversación interminable un mundo posible.

Pilar Rojas
 SOY UNA SOLDADA DE LA PATRIA

Esdrújulas cuestas,
contorno secular
custodiando
los esdrújulos ocres
de valles y quebradas.
Esdrújulas estrellas,
perseguidas por el sol,
viñedos sanagasteños
en garganda de mis changos
al son de chaya,
albahaca y carnaval.
Esdrújulos naranjales
se vistieron
de azahares en septiembre,
esdrújula piel de hombre
quebrada en la eternidad
de Talampaya,
el viento ulula
vieja canción
de lobo herido.

Hay hambre
en tu esdrújula geografía,
demasiada,
para inmensa Pacha Mama
dueña de cóndores
y acequias.
Hay hombros encorvados,
rodillas ensangrentadas,
innecesaria resignación lacerante.
Esdrújulo amanecer
en el que el tiempo
lame las heridas.

La cadencia justa
de cada verso
renuevan sangre,
ponen en mi boca
la energía necesaria
para decir:
soy una soldada de la patria
no del miedo ,la injusticia,
una soldada de la patria
de la libertad
no del asesinado cotidiano,
una soldada de la patria
inmensurablemente triste,
cuando bastoneros del poder
y de la muerte
aplastan sueños de raíz
bajo la tierra,
tienden cada día
emboscada a la esperanza.
Que no pudra ningún miedo,
que no asesine ningún castigo,
que no puedan con el deseo
palpitante
de mañanas albas.

Rosalba Pelle

 SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Reconozco leyendo, con ustedes, el soberbio renglón de felicidad.
Como un guante de pacto elegante en las manos,
saludo al general con mi cabeza impar de acústica mirada
y mi frente de secreto sostiene los colores del horizonte.

¿Cuales son las dos condiciones en las que el soldado
entra en contacto con el mundo sin  que ella o él
puedan evitar la transfusión de vida a la madre patria? Responda.
Señor:¡No a la guerra! Señor.

Precisa negación su respuesta. Sin embargo grandes rótulos
en diferentes lenguas gritan pidiendo auxilio desde los tejados
antes del bombardeo diario. ¿Alguna alegación? soldado

Soldado soy de la muerte y soldada de la vida soy,
mi suerte en los callejones es gatuna,
huyendo por la chimenea de la metralla, tropiezo con tu cuerpo
en el dormitorio vecino y…un soldado en la trinchera
no pregunta, avanza sobre la boca pidiendo contraseña.

El asedio es tenaz, la ventana demasiado alta y mis ojos son dos puertas
acribilladas de pasión, tu silencio se mueve en mi pecho,
el jadeo sin bala es una herida abierta que urge abordaje,
sin premura.

¡Inténtelo de nuevo! puede retirarse soldado.

Carlos Fernández
 SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Soy un soldado de mi patria,
de mi patria que va de una frontera
hasta los brazos que la defienden,
que va desde la otra frontera
hasta los ojos invasores. Mi patria
como una fuente pública
toda llena de monedas de deseos
privados, secretos... de deseos.

Soy un soldado de mi patria
que va de un día hasta otro,
de mi patria que es lo siguiente
encima de la piel; lo inmediato
encima de los labios. Por eso
no tiene más frontera en llamas
que tus líneas crecidas y encrespadas,
ni más bandera que tu color ondeando
que me da valor para comprar mi patria.

Soy un soldado en pie tras la derrota
mi patria es parecida a la victoria.
Tiene lágrimas de virgen y zonas en venta,
mi patria es parecida a una tentación.
Los religiosos no entran, los cultos
no salen, las mujeres se toman
mi patria como un sueño. Los hombres
quisieran escalarla,
y aman sus laderas corrompidas.
Las mujeres se tiran de mi patria
como de un delicioso cabello,
y mi patria se pone roja
hasta el amor.

Soy un lunático de mi sol,
una patria soldada y separada
también por la fuerza. Hecha
y deshecha pedazos, unida,
desmembrada... patrón de suela,
suelo de mi patria madre,
de mi patrón roto al nacer
contra todo pronóstico
entre tus patrias.


Kepa Ríos

                                                     

YO SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA
                                               
Soldada a mi patria por lazos invisibles
ya no sé  si es de noche o de día.
Sé que la palabra fluye
y  eso es mi combate.

Soy una soldada sin descanso
porque la vida siempre peligra.

 La lucha es  mi único presente.
Los enemigos  nos asaltan con cruda realidad,
caen como cohetes noticias terroríficas,
el hombre está amenazado en todos los frentes.

La civilización se tambalea
la barbarie acecha
con sus olas gigantescas
con sus grotescas pantomimas.


Y yo, pequeña soldada de la letra
sacando pecho,
alzando los puños bajo el fuego enemigo,
 canto.

La lucha es palmo a palmo.
Ya lo sabemos:
no tiene regreso.
Sólo este horizonte de batalla
donde se gana a veces
para volver enseguida a la lucha.

Mis armas:
casi nada.
Esas pequeñas palabras
 juntadas una a una
perdiéndose en la niebla.

Claire Deloupy Marchand




SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Soy una soldada de mi patria,
inclinada por rigurosas,
severas luces
a través de campos,
constelaciones,
disparos,
gritos y súplicas.

Con la muerte de la dictadura nací.

Todo lo acato sin dejar huella.

Crecí con la democracia,
nada me pesa en realidad,
vuelo sin ver rostros y deseo algo,
ciertamente parecido al cielo y los pájaros.

Soy orgullosa,
no bebo
ni blasfemo,
no miro de costado
a los compañeros de armas.

Compro cremas para suavizarme
las manos y el rostro,
me friego a escondidas.

Leo un libro tras otro,
bebo vinagre para palidecer
y a pesar de todo mis mejillas siguen rosadas,
no quiero que nadie piense que provoco.

Mi color no es por las vitaminas
ni playas donde tenderme ociosa.

Siempre fui inquieta,
me estremecían sollozos
y gemidos de cualquiera,
a veces por la enfática inutilidad de mi inspiración,
otras por la farsa de los folletines.

Con pasión combatía con aguja
donde debía usarse la espada,
hasta que aprendí.

Mi ardor era criminalmente infantil.

No podía ser implacable del todo
y estaba llena de compasión.

Era mitad cera, mitad metal
y en eso gasté años de vida.

Después fui sargento de artillería,
gané peso social.
Me hice mayor con las armas,
me construí con el ejercito.

Sin embargo,
aun quisiera que las mujeres no den a luz huérfanos,
que el pan alcance para todos,
que no encarcelen inocentes
y que nadie se suicide por siempre en un desahucio.

Jaime Kozak





SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Desordenada por mis vicios,

soy una soldada de mi patria

acogido por la misericordia.



Bautizada en llantos de mujer,

salvajes bestias se alimentan de mi confusión,

presa fácil en el desfiladero del horror.



Deforme ejército acuñado

por el himno de las desgracias,

tiemblo con el rugido de los tanques.



Negra mirada de vaciados ojos,

me pierdo en el porvenir

socavado de la esperanza.



Cruel impostura, trazo estrategias

en el desdibujado mapa de mi memoria,

con espada de niño danzando en trazos invisibles.



Soy una soldada de mi patria,

enemiga de las quimeras, prometida

al lúcido eslabón que nos reinventará.



Helena Trujillo
 SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA



Llego al centro de la ciudad y pienso,

esta es mi Patria, esta mi gente,

su música mi música,

su sangre mis amores

soldados a fuego,

inteligencias del porvenir.



Acepté ser soldada de mi Patria,

transparente día frente al espejo,

donde lo unido reclamaba ser,

reconocido, amparado, nuestro.



Abatida el águila,

lamen sus heridas,

hambrientos seres del desierto.



El humo de las fábricas,

también se olía en la ciudad.

Todo era un adentro

cuando pensaba en mi Patria.



Como un metal somnoliento,

de pie frente al porvenir,

acepto el nombramiento,

borro con letras todo mal,



Derramo el ocio en la copa

de un vino de mi Patria,

y lúcida la noche,

retorna a la semilla fresca

de todas las simientes.



Táctica donde los claustros

se han desmoronado,

y el hombre nuevo, detenido,

mira el cielo de su Patria.



Lucía Serrano

SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Extranjera de mí,
entregada al juego de morir
camino entre líneas, derrotada de batallas
con los pueblos reunidos
para hundir en la tierra,
cadáveres vestidos en oscuras noches.

Se abre el día,
y me prendo de tu mano
para envolver la violencia de tus brazos
en límites que se despliega
en túneles de cristal
con la lentitud del huracán
arrancando besos a la vida.

Soy soldada en esta patria,
donde el borde se despliega 
en desordenados círculos sin rumbo
el  silencio sacude las metáforas
y la tarde escribe en nombre de mujer
una piel deshabitada de palabras.

Soledad Caballero


SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA
Acerco a mi cara tu corazón ensangrentado
y soplo cerca de tu oído un viento feroz.
Las sombras caen al otro lado de la noche
y tus ojos cerrados comienzan a parpadear la vida.
El cuerpo de trapo va tomando forma humana
y los clarines que soñabas lejanos argumentan
úfano despertar en los entretelones del dolor.
Los colores desparramados por la tela
son la alegría de los encuentros
cuando la canción frunce
con mano certera
las letras de mi nombre
a ese caminar ligero como la marcha
de las soldadas de la patria
y me entrego sin más
a los acordes
y la voz antaño misteriosa
es el ritmo de la vida que se nutre de ti.
Cruz González Cardeñosa



SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA


Me ponía en fila como todas las demás
cantaba sin temblar el himno sobre nuestras cabezas
y una levedad que recordaba la más acogedora plenitud
me hacía creer que estaba viva cuando el viento errante llegaba a mi cuerpo,
después de miles de kilómetros recorridos sin incumplir ninguna ley humana
y el roce con la piedra en las alturas, y el declive a la calidad del mar en la tierra.
No fue pecado adorarte para alcanzar un destino en las rutas laberínticas de esta ciudad,
el nombre dejó de ser la esencia para encontrarse con el instante
en que la vista ya no cobija el sueño de gaviotas
que hacen vida en el suburbio de mi patria.
Tanta soledad conmueve mi tez serena,
los brazos extendidos por la llanura de unas ropas a punto de caer
mientras la bandera continúa impetuosa su ritmo de oscuridad cavernosa
en el reflejo de mi iris apagándose.
Son muchos los que no levantan la quijada del plato
enamorados de su sonido estridente y concienzudo de puerta fantasmal
de la que con expertos instrumentos esperan escuchar algún sonido
que de existencia a su alma dormida en un crisol.
Soy una soldada de mi patria y ésta es mi patria,
el gris a punto de estallar en los límites del marco,
las sombras vagabundas regresando a la casa de los trazos siempre agonizantes
por los que se construye el camino al andar.

Susana Lorente




SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA


Desafiando el frío invierno y sus heladas madrugadas,
con la excusa de mover un poco la sangre en mi cuerpo,
despejando fijos pensamientos en mi cabeza,
tomé un día el camino inverso que subía a las montañas,
con la esperanza de encontrar nuevas ideas con el sol naciente.

Era noche cerrada y el día apenas había comenzado,
cuando ya estaba escalando por la escarpada montaña.
Hacía un frío intenso y el viento nublaba la mirada,
pero el aire era limpio y me sentía renacer en algo nuevo.
El mundo parecía estarse forjando y yo nada recordaba,
como si fuera el primer hombre.

Por eso no fue poca mi sorpresa al encontrar en un promontorio,
la figura erguida, y como alerta, de una mujer que me estaba esperando.

“¿Quién eres?”, le pregunté temblando.
Y sin dudarlo me contestó: “Soy una soldada de mi patria,
y estoy aguardando a ese hombre que tú también andas buscando”


Ruy Henríquez









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