domingo, 15 de noviembre de 2009

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS. 14-11-09





GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA
NÚMERO - 32- 14/11/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Cuadro: Atardecer azul. Miguel Oscar Menassa.

EL MISMO CORAZON Y EL MISMO PENSAMIENTO

Nazim Hikmet
Se alejaron los reyes magos,

Murieron los amigos desganados,

Crecieron las plantas en el jardín,

El verde del césped subió muy alto,

Aumentaron las plagas por falta de cuidado,

Se acabaron los títulos de nobleza,

También partió mi padre hacia otras tierras,
No hubo más barrios conocidos,
Desaparecieron las monedas del arcón,

Se fueron quedando sin aire los pulmones,

La boca se secó de tanto hablarle a nadie.

No llegaron las golondrinas

Como si se hubiesen terminado los veranos

Papá Noel estaba entre el gentío,

Sin sus vestimentas, sin su barba.

Era difícil encontrar algún conocido.

Todo quedaba lejos,

El mar pareció ocultarse,

El corazón latía acelerado por volver,
Las alarmas dejaron de sonar,

Los teléfonos todos quedaron descompuestos.

Sin embargo yo, tenía el mismo corazón

Y el mismo pensamiento.


Lucía Serrano
Cuadro: Bebedores de cerveza. Miguel Oscar Menassa.

Y SIN RUMBO ACUCHILLA LAS SIMÉTRICAS OLAS *

Noche deslumbrante

que retuerce sus caderas

y estremece los abismos,

donde el poeta se dispone a seguir su camino.

Unos hombres sordos le despiden,

angustia profunda balbuceando entre las piedras,

vergonzosa hilera de fantasmas,

cadenas rotas colgando sobre los hombros.

Él se aleja de aquel bosque durmiente,

de aquellas estatuas vacías,

donde los ojos,

¡malditos ojos!

derribaron un amor cerrado

entre brumas de escarlata.

Y sin rumo acuchilla las simétricas olas,

donde los océanos se visten de ceniza,

donde sus ojos se despiertan en otros,

mundo de alambre,

donde el olvido vuela sobre el suelo

y el grito como deseo,

trepa por adormideras,

hacia las estrellas del estío.

VICENTE PRADA GÓMEZ.

* Verso de Luis Cernuda.


Cuadro: Abismos imposibles. Miguel Menassa


TIENE UN VERSO EN LOS OJOS

Amanece

como el abrazo implacable de los amantes

que late en las palabras.

Fuego inexorable enarbolando

preguntas en su laberinto.

Tiene un verso en los ojos.

Estremecida en la alegría de vivir

sabe que ellos le hablan a la noche

con un rostro que nunca volverá.

Su murmullo extraviado

escribe en la distancia

un canto de amor

que crece y se desvanece.

Destello fugaz.

Es el tiempo de color azul,

fluye y florece lento, arraigado.

Los ojos vuelven a mirar

ese verso escrito buscando su historia.

MÓNICA LÓPEZ BORDÓN


Cuadro: Multánime latido. Alejandra Menassa.

LA POESÍA ME LATE EN EL COSTADO

A Miguel Menassa, maestro

Este verso es el último verso y está muerto.

Miguel Menassa

¿Qué hacer cuándo la poesía te congela la sangre,

te detiene en la dicha, te atrapa en su lazada?

¿Qué hacer cuando el disparo certero de los versos

hace saltar resortes de rincones recónditos,

insiste en empujarte desde el goce hasta el goce,

insiste en penetrarte como la luz del día violentando la noche?

Y el tiempo detenido, sólo para escucharla,

silenciado el latido sólo por no acallarla,

la vida que se para en medio de la estrofa,

para empaparse en ella, para beber en copa

los versos escanciados, las frases memorables.

Acertijo de luna, polvo de multánimes estrellas,

polvo de humanos huesos y humanos estertores,

te he sentido reptar por el ancho edificio de mis venas,

treparme al corazón como a altas ramas hondas,

te he visto colonizar mis células, henchidas en tu música

como velas ustorias, bordadas en tus letras.

Y es una infección íntima, un férreo desembarco,

un alud imparable, un agosto de emocionadas lágrimas,

cuando se agolpa el verso a las puertas del alma,

cuando el ariete poético derrumba las murallas

Cuando restalla el poema, aldaba de los días

que llama a nuestro humano y lo saca del trance,

y lo levanta, y sin piedad, lo exalta.


Alejandra Menassa de Lucia


Cuadro: Olga de Lucia. En el centro del volcán.

AGUAS DE UNA VERTIENTE AL LIMITE DE SUS FUERZAS

Deambulo en un mar de dudas y desvelos,

transito a diario las cumbres más escarpadas

y me desvanezco en las saladas aguas del mar

adonde arribo mansamente.

Hay vida en el mar y también muerte.

Así le dijo el arroyo al majestuoso río

y éste al profundo mar.

Así me dije en un recodo de la vida

donde el dolor me tiró sobre las cuerdas

y una ausencia me arrastraba a su vacío.

En libertad me hubiera dejado morir.

Por eso adoro la cadenas,

necesito tus manos tersando mi piel,

tus palabras acariciando mi cuello.

Necesito...no sé...

Sóle sé que una desgana me arruga el alma

y mis pies sin fuerza, se dejan estar en el río

que mezcla sus líquidos sin fronteras, ni artificios.

Desolado, sencillamente desolado,

ahoga su garganta un grito de auxilio.


Olga de Lucia


Cuadro: Lanberintos de pasión. Amelia Díez.

ME VIENE, HAY DÍAS, UNA GANA UBÉRRIMA, POLÍTICA,

César Vallejo

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,

de escribir y escribir hasta alcanzar la página, que me llama,

desde la lágrima del odio y la nostalgia, desde un futuro,

que no quiere acomodarse entre mis piernas y tus sueños,

que no quiere plantar anfiteatros en los muelles del silencio

que reza mientras no dejan de hablar para nadie y para algo.

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,

de besar la noche en que hablando y escribiendo llegué hasta hoy,

hoy que no se detiene ni quiere abandonar su movimiento

ni saludar como si fuera a volver a pasar sobre sus pasos,

ni rodar como una cabeza ya sin cuerpo, ya sin hombros,

donde otros me olvidan y se mecen como centauros.

Me viene, hay días, una gana inédita, de vivir, y morir,

me viene, y no se me va; más bien me empuja,

me subvierte, me convierte, me divierte,

me desliza y me condensa entre labios propios y ajenos

ampliamente cerrados y abiertos.

Amelia Díez Cuesta


Cuadro: El don del amor. Miguel Menassa.

¡QUÉ FELICIDAD IGUAL A SEISCIENTOS TREINTA Y DOS! (Pedro Salinas)

Raíz de verde número

que sobre la piel oculta deshaces

el nudo brutal de la ignorancia.

¡Qué inexactitud igual a nada!

De la cuenta te escapas, número o palabra

que olvidaste en tus sumas...

¿Se habrá elevado al cubo? ¿Habrá

preferido ser fracción,

y tendrás, en tu ecuación generatriz,
un treinta y cinco por ciento de todo?

¿Qué cifra maldita se ríe

de tí entre las sábanas del llanto?
¿Recuerdas las palabras divisores,


las frases que funcionan como un polinomio

y se anulan en un nombre, o quedan

indeterminadas como un gesto inacabado?


Trata al numerador como a ti mismo,

y cuando quieras imaginar un amor infinito

recuerda el seiscientos treinta y dos.

Kepa Ríos Alday


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