sábado, 7 de noviembre de 2009

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS. 07-11-09



GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA
NÚMERO - 31- 07/11/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa





Cuadro: Hojas de otoño. Miguel Menassa

NO MUERAS, TE AMO TANTO

César Vallejo.

Estaba enferma de humanidad y como todos, una vejez anciana
la venía siguiendo por la espalda, disfrazada de muchacho,
le venía haciendo señas, gestos insinuantes, de una seducción inapelable.
Y ella tampoco quería enlentecer la tortuga del tiempo
o terminar de una vez con los tontos relojes,
y le guiñaba un ojo a aquél muchacho o fruncía los labios como besando el aire.

Se regodeaba en sus años transitados,
sus años hechos a fuerza de amar los minutos las horas.
Se crecía su cuerpo de mujer madura y joven frente al espejo
Que la abrazaba con diamantinos brazos.
Era toda de a noche, novia de la letra esposa de los astros.

Se afanaba en alcanzarla la dama que teje trajes de telarañas a los muertos,
la que invita al banquete a los gusanos

la que esparce cenizas funerarias al viento del último estertor.
Él la amaba., surcaron juntos eternidades de risas y de llanto,
tuvieron hijos, hicieron juntos y separados libros, casas, árboles, fiestas…
Él le tomó la mano rogándole que prolongara su mirada
una hora, un minuto, un segundo, una décima más:
“No mueras, te amo tanto”
Ela lo miró tiernamente, regalándole los últimos instantes de sus ojos abiertos
y le dijo: “No me sigas. La vida es mucho más hermosa que mi muerte.”

Alejandra Menassa da Lucia



Cuadro: Máscaras del olvido. Amelia Díez


PARA LIARSE A GOLPES ES PRECISO ESTAR SOLOS,
COMO PARA HACER EL AMOR, PERO SIEMPRE ESTÁ LA NOCHE.
Cesare Pavese

Para que nadie muera es preciso romper el dos,
romper las tinieblas que Noé instaló,
romper la rabia que de lo nuevo se burla
y romper también lo que de lo viejo se endulza.

Para liarse a golpes es preciso estar solos,
cuando la muerte acecha tras el amor único
cuando la verdad huye tras el brillo del héroe
caído sin que el atemporal telón abra sus puertas.

La noche es un testigo que no duerme.
Vela las cornisas del odio y ruega por el amor.
Sentado en sus orillas como un amanecer
insiste en borrar su aciaga negritud.

El amor no amanece entre brazos caídos
ni en rostros ausentes a golpes de mano.
El amor no arde entre celos exclusivos
no pide nada a nadie, tampoco reza.

Para liarse a golpes es preciso estar solos
como para hacer el amor, pero siempre está la noche,
la noche que vela por los que nacen y mueren,
la noche que desconoce el fracaso y el triunfo.

Por eso que tres veces tres y otras tres
se cierra y se abre lo que si no habla no existe.
Detengo los golpes, desnudo el amor
hasta que todo final inaugure un comienzo.

Amelia Díez Cuesta




Cuadro: Gestación del amor. Miguel Menassa


SU MANO DE ADIOS, UN GOLPE DE OLAS EN EL ALMA

Me devuelves al mar para que aprenda
el hechizo de las voces del olvido dejadas en las manos.
Pequeñas lágrimas detenidas vibran a mis espaldas y mi pecho
rompe en un charco de lamentos contra una atmósfera de piedra.
Los años pasaron como selvas estrellándose
contra un horizonte sin abismos
y se alejó de mi el ruido de tus pasos que fueron
ecos de las olas cerrándose en ovillo antes de su desmayo.
Había presagios en el cielo y signos en el aire.
Venía la belleza hacia mis ojos
y caminaba segura en tu planeta.
Yo te hice flor y música de nardos hicieron de tus pies
dos alas haciendo de tu impulso ciego
un camino que lleva a lo infinito.
Fui la circe del mar en que viajabas descuidado
y cantaron nenúfares de noche sobre el encantamiento
mientras la rueda de la espera contagiaba de luz
toda la realidad en un instante.
Vibraron sonidos de una vieja flauta que acompañó a la noche,
aquella noche donde dos angustias se hablaron en secreto
para nombrar el mar, sabiéndolo innombrable,
y las olas se agrandaron satisfechas porque fuimos
el endemoniado fondo que atraía con todas sus fuerzas invencibles,
a los monstruos sonámbulos heridos,
perdiéndonos en una agitación que nos golpeaba el alma.
¿Acaso yo sabía del hechizo?
-Oh, esa belleza del mundo entrelazada de música y ausencias
donde el destino habla-
No hay manera de cambiar los signos
y el encuentro dura lo que dura un sueño
y es tan real como las tempestades.
Pero quedó tu mano de adiós con ritmo de ave,
moviendo con la solemnidad de una mujer que se desnuda,
el torbellino de un fuego originario donde arde el mar y su delirio.

Norma Menassa




Cuadro: Abierto a la vejez. Miguel Menassa

LAS ARROJÓ AL FUEGO

Bertolt Brecht
Sí…
Las arrojó.
Sin piedad, sin remordimiento, sin prisa.
Las arrojó de costado y de frente.
Las arrojó sin torcer el alma.
Las arrojó para siempre.

Llovía y las gotas no tocaban ya las llamas.
El crepúsculo irrumpía con sus nostalgias,
pero las llamas pudieron más.

No…
No quedó ni ceniza de lo arrojado,
ni sombra
ni voz.

No quedó murmullo del crepitar ardiente.
Sólo letras compañeras,
letras en sus multiplicadas posiciones,
palabras más allá del calor,
de la vida.

Claire Deloupy


Cuadro: Agreste Paraíso. Miguel Menassa

¡TÁNTA VIDA Y JAMÁS!


Abandonada entre tus cuadernos de bitácora,
fui adentrándome en vestigios de arrecifes inhóspitos
y, ahora, retomo la superficie de tu piel
para vivir contigo hasta la mañana.

Recuerdo la displicente censura
el adinerado gesto de las calles
nuestra mirada perdida bajo el asfalto
y, sin embargo, la firmeza de nuestros pasos .

¡Tanta vida y jamás! hubo disfraces para el alma,
solo mutaciones paradigmáticas
que frotaban con ternura
los hábitos más sofisticados.

Encontramos en la sangre, un camino,
latido ágil que insólitamente,
trasparentaba los sentimientos
y nos hacía vulnerables ante la justicia.

Después, aprendimos a distinguir, luz de oscuridad,
y nos quedamos ciegos.

Magdalena Salamanca




Cuadro: Las puertas de Madrid. Miguel Menassa

LA COSA ES NO ENTREGARSE

No te inquietes si el alba te parece impalpable,
Y los lirios no crecen como tú lo esperabas,
Y se desordenan las cosas a tu alrededor,
Y sientes el derrumbe que aleja la alegría,
Y piensas que termine ese tiempo miserable,
Y no puedes saber lo que tú buscas.
Ahí cuando lo fácil es dejarse estar,
Convencerse que el mundo no se ha hecho para ti,
Ahí cuando las nubes ocultan los brillos de la luna,
Tú no te entregues a esa melancolía.
Que no te seduzca con su necesidad postrera,
Que no te sigan sus sílabas.
No la escuches cuando habla en voz alta,
Sin dirigirse a nadie.
Tú no te entregues, esa es la cosa.
Después te reirás a solas y a lo alto,
Y verás que hay un mundo
Esperándote a ti, del otro lado de ese asfalto.

Lucía Serrano
(inspirado en un el poema de Nazim Hikmet "Esa es la cosa"


Cuadro: Virutas de libertad. Carmen Salamanca

EL SILENCIO DE TU INVARIABLE NOCHE
(Dámaso Alonso)

Decidí escapar hacia la base,
escatimando lágrimas y rajadura
en la escalinata de tu rostro.
Desenterrar hendiduras, pernoctar
a espaldas de la garganta,
entre errores desgastados
hasta la postrer imagen de los días.

Desanudar las leyes de mi cuerpo
al ritmo de precisas disyuntivas,
más allá de la marabunta,
esencial, que nos habita.

Descorchar, al fin,
cada marca entre los ojos
bajo la inmarcesible estampa
de este latido, en el silencio
de tu invariable noche.

Carmen Salamanca


Cuadro: Ecos del reloj. Miguel Menassa

COMO MUROS QUE SE DERRUMBAN

Noches en que a veces, de pronto,
me siento rodeado de pardos montes,
de locuaces ríos, de nevadas cordilleras,
que cubren de amarillo mis sienes.

Aquí me teneis,
dispuesto a perderme entre enredaderas,
entre fuentes ocultas,
donde las pisadas conducen a secretos salones,
donde la luz se afana por hundirse.

Noches donde la almohada
se escapa del sueño,
donde la mentira es carne
y la verdad se viste de ceniza,
y ninguna pronuncia su secreto torcido.

Son como muros que se derrumban,
cuando los pájaros se marchan
y el corazón enmudece.

Vicente Prada Gómez


Cuadro: Explosión de primavera. Olga de Lucia

PORQUE CADA EDAD TIENE SU PLACER Y SU DOLOR

Marchaba Eros con su tea abrazadora
alumbrando las cumbres del Olimpo.
Contagiaba a su paso el calor de la vida,
sembrando esperanzas por doquier.

Marchaba Tanathos a su lado, irreverente,
con su temblor de sombras
para dejar sobre los hombres la verdadera puntuación.

Yo, que transito intentando equilibrar las dos tendencias,
en el exacto tiempo de las realizaciones,
sé que mis células perderán sus enlaces invisibles
enloquecidas en su viaje a lo inorgánico.

Mientras tanto escribo, con la ilusión
que alguien, en algún lugar del mundo
preste su aliento a estas páginas,
haga vivir estas palabras.

Olga de Lucia Vicente



Cuadro:Desde la luna. Miguel Menassa.

SE QUERIAN

Se querían de amor entre la madrugada,
entre conchas marinas abiertas a la luz,
y páginas aburridas de antiguos amantes.

Sus cuerpos eran del poema su final,
el cierre que con infinita quietud
amansa su respiración agitada.

Entre paréntesis del tiempo,
ella hurgaba la imagen detenida
de recuerdos en los ojos de él.

Anunciaba cada tarde
una efímera caricia,
inerte ante una piel sostenida
por lagunas de soledad,
salpicada de brillos apagados
por la confianza de saberse vivos.

Ese mar surcando en sus rostros
luciendo el canto de los años detenidos,
les hacia conjurar los días por venir,
las formas de la brisa sobre
el color dorado de sus pétalos labios.

Ella sabe que viven,
que renacen en palabras,
y mientras duren sus voces,
nadie podrá aplacar su hálito juvenil,
ni el interminable murmullo de sus murallas.

Miguel Martínez Fondón



Cuadro:La vida en el mar. Miguel Menassa

“EN LA MEMORIA DE LA LLUVIA”
Olga Orozco

Dejo la gloria de ser
diosa maldita de océano grandioso
y me sumerjo
en acuoso líquido para nacer.

Desplazo el corazón
de su costado de dolor
y lo asiento entre letras
que mueven la sangre
a ritmo de poema.

Deslizo la piel hasta tu piel
sin detener su marcha hacia el infierno.

Las llamas de tus ojos arrebatan la noche
a los encuentros, alisan la distancia del olvido.

La memoria está en el movimiento.

Cruz González Cardeñosa


Cuadro: Columna de amaneceres. Carlos Fernandez

SE QUEDARON SOLOS

Marchó la nieve ladera arriba su blancura
guiando nubes de ajedrez las golondrinas en su destierro
curvando con el pico un rastro de plumón cayendo
con el sol de otoño, en tu libro abierto, un recuerdo.

Marchó el otoño de nubes cobrizas y hojas eternas
Tapizando de sonido el caminante tiempo de luz
Que alimenta de sabiduría el almendro y la flor
Viajando como el sur impera en la retina del viajante.

Marcharon todos y quedó casi nadie, un altivo obispo
A cien kilómetros era lo más cercano al cielo
Cuando truena en el valle que linda con el cementerio
Cuando casi nadie, con doce ovejas, comulga su pena de rueda.

Se quedaron solos, trece con el pastor y una campana
De hierro que sin fuerza suena cuando a corta distancia el obispo
Fue arrestado por su cargo opulento de exagerarse monaguillo
Con la frontera cercana de los cuarenta en copas que nunca pagaba.

Marchó el cuñado por la sierra en busca de la luna que aullaba
Y nunca volvió a brillar su calva de nacimiento. Casó y marchó
Hermano. Casó y enviudó hermana. Nunca escribe casi nadie.
Enterré a luna la terca merina que quiso aullar con el lobo un matrimonio.

Se quedaron solos, los dos relojes del campanario porque casi nadie
Se fiaba del sol y la arena y además el bizco tenía mal dormir
Y disparaba perdigones a las golondrinas en su destierro
Y buscaba inútilmente nidos en el almendro del que nunca fue obispo.

Y llego el estío y todo parecía tan real, los campos de oro y trino
El segadal una palabra inventada en la infancia
Las tejas guiando en su reflejo a las nubes del próximo otoño
Las merinas sin abrigo, el opio disfrazando amapolas y el pastor
Con su tabla de ley y orujo sobre el valle, esperando el caballo del cartero
Que anuncié boda, bautizo o muerte en el valle del silencio.

Carlos Fernández


Cuadro: Caravana de luz. Miguel Menassa


LOS HOMBRES RELLENADOS
T. S. ELLIOT
Sabios albores pusieron en mis manos el velo del tiempo
para escuchar corazones heridos de nostalgia
por aquella turba de arena que nunca fue desierto.

Obrera del instante, mis manos,
educadas en música de invierno
producían latidos en los pechos huecos.

Un aire que aún respiro despeja de las dunas
fantasmas que resuenan para borrar recuerdos.

Conozco de los rostros visiones de futuro, el temblor del miedo,
la piedad del agua, que húmeda, en el desierto deja la nada.
Este poblado de habitantes huecos, esta sombra de palmera,
estos dátiles que juegan en mi boca son vocablos de pasión,
arena de versos, piel que recubre la mirada del tiempo.

Pilar Rojas

Cuadro: Las palabras de la locura. Miguel Menassa


NO HEMOS SIDO OBLIGADOS A MATAR TODAVÍA

No hemos sido obligados a nada,

ni a matar ni a entregar nuestra alma.

La vida es un cruel laboratorio

donde se mezclan sangre y excrementos.

Quieren fabricar un hombre moderno,

que mire al horizonte y no se estremezca.

Nadie ya puede obligarnos a cantar

consignas de muerte y destrucción.

El hombre padece el horror que vieron sus ojos,

lo ha cegado para siempre.

matar ya no tiene sentido.

Ninguna mano ajena puede robar

lo que no le pertenece.

La vida no tiene precio.

Cada uno ciega su propio ser

arrojándose a las llamas de la muerte,

sirviendo de combustible barato

para que este mundo siga girando.

No hemos sido obligados a matar todavía.

No hemos sido obligados.

Nos entregamos solos.

Helena Trujillo



Cuadro: Mujeres en el mar. Miguel Menassa.


LA AURORA LLEGA Y NADIE LA RECIBE EN SU BOCA

Desprendida de su piel

la aurora llega

como preludio del día

hundido,

en las hojas del tiempo.

Tiene sed de labios nuevos,

de enigmas y misterios intactos

en el pentagrama de la noche.

Estaba la luna menguante.

Miraba.

Miraba con los párpados de su viento

la desnudez del camino

y las bocas entreabiertas.

-Nadie la esperaba-

Apacible y eterna

clavó su espada, dos veces,

en los cuerpos de sangre herida.

Derramó la lluvia de todo lo vivido.

Llegó con paso tranquilo.

Nadie la esperaba.

Mónica López Bordón


No hay comentarios:

Publicar un comentario