domingo, 25 de enero de 2009

TALLER DE POESIA DE LOS SABADOS: 24 de Enero



GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA
NÚMERO - 1 - 24/01/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa.


POEMAS Y CUADROS DE LOS INTEGRANTES DÍA 24 DE ENERO
PÁGINA 1


Cuadro: Conversación con Picasso. Carmen Salamanca Gallego

ALÉJATE, POESÍA, QUIERO VIVIR
Cuando el error palpita entre mis sienes
declinando revulsivos
y, tras la maraña de insípidos asesinatos,
surgen crímenes como acueductos del miedo,
es el momento de huir, a hurtadillas,
pétrea candidez de la mutilación en masa.
Cuando mis párpados atormentados
se reclinan ante la majestuosa pérdida de lo inútil,
es hora de rodar, huir,
volcar la negra savia en sus orillas
e implorarte el desapego fulminante,
una certera disección más allá de las raíces.
Carmen Salamanca Gallego
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Cuadro: Eva, la serpiente y la muerte de Hans Baldung Grien. Reproducción de Claire Deloupy

POESÍA PARA LA REINA QUE DEJARÉ DE SER

Hundí mi pluma en otras letras
en busca de mi poeta.¿De quién los versos
que bailan por las noches más oscuras

los versos que saltan de tecla en tecla?
Y si hoy el poema sale sin rimas
no importa.
Me alegra tanto esa novedad:
Yo ya no soy yo.
Me preceden miles de versos
Y cuando en un futuro lejano
Escriba mi último verso
Miles de versos
Estarán aun por escribir.
Mas la reina que soy
viento y letras
no morirá.
Claire Deloupy Marchand


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Cuadro: Hielo Sobre fuego. Amelia Diez Cuesta

LAS SERVIDUMBRES DE LA PALABRA AMOR

No eras tú ni yo ni aquellos que mueren por amor
los que siervos y espléndidos amantes rugían tras
las fuentes y los amaneceres como libres gacelas
como vientos controlados por palabras inmortales.
No era la cándida esperanza ni los riesgos inventados
lo que encerraba mi genio entre cielos o infiernos
ni las nubes recorriendo mi piel detenida en tu abrazo
cuando la eternidad me llamaba desde tu voz.
No era ni la lujuria ni la espléndida esperanza
lo que me amarraba a los sueños imposibles.
Habitante de un futuro que nunca existirá
vivo entre dunas del pasado y el desierto.
Amelia Díez Cuesta


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Cuadro: Papeles y albatros, de Miguel Menassa

ESCAPÓ DE MIS MANOS CUAL POMPA DE JABÓN

En ese preciso momento escapó de mis manos
convirtiendo el norte en todas las direcciones posibles.
Tenía la cadencia mágica de una gota peregrina,
izada sin forma, vencedora, en el camino de nadie
y el cuerpo del hombre.
Su agua era un pájaro flotando entre la luna y mis ojos,

agitada libertad, la de mis pies desnudos,
hundidos en la mirada sobre el mar.
Escapó de las manos que no tocaron nuncael sol frente a frente.

Escapó un verbo pronunciado en ese instante,
un tenue rumor de vientoy un nombre de mujer.

MÓNICA LÓPEZ BORDÓN
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Cuadro: Más allá del horizonte, de Miguel Menassa

ENTRECIERRO LOS OJOS Y NO PUEDO SOÑAR
Dime que me acerque a tu figura,
para poder besar tu cabellera,
deslizándose por tu cintura.
Déjame invocarte en la distancia
regresar a aquel cuerpo febril
y hundirme en el hontanar de tu mirada.
Recuerdo los caminos que conducían a tus labios,
jamás llegaban a ninguna parte.
Aquellas noches de promesas, de aventuras,
de preguntas que sólo el viento respondía.
La voluptuosidad de tus pechos
agitando el oleaje,
la ansiedad de tus muslos,
oscuros testigos del amor.
Te siento tan cerca,
allá en las antípodas,
¡vuelve otra vez! –me digo-
y siento el aliento de un mundo indescifrable.
Entrecierro los ojos,
y te recuerdo balanceada en el tumulto de las
constelaciones,
cuando te perdías para siempre
y no puedo soñar.


Vicente Prada Gómez.
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Cuadro: Los Guardianes de sol. Olga de Lucia

LA SERVIDUMBRES DE LA PALABRA AMOR

Conjugo amor, infinitivo
y vuelan miles de palomas
a posarse junto al imponente océano.
Pactos invisibles, separan
todas las manos del mundo.
Murmullo lastimero, resuena
en las ciudades que agonizan
y el amor huye en desbandada
horrorizado frente a la masacre.
¿Si Dios es Amor? ¿Dónde está Dios?
¿Si Amor es desear el Bien?
¿Dónde reside la bondad?
Ciego el amor deambula sin saber quienes
sucumbirán a su influjos humanos.
Un día se mete en la alcoba de los amantes
y todo se vuelve luz, calor, rosas apasionadas.
Y el mismo día y en el mismo momento
es ácido y brutal, se lleva toda el alma.
Tal vez en esos días, uno pueda rozar lo etéreo,
lo efímero, el trasvase de los flujos del amor.
La ilusión de haber tocado el corazón amado
de haber algo mío en lo tuyo,
algo tuyo en lo mío.
El más bello hermafrodita.
Y en el mismo día y en el mismo momento
entró en los vientres y ese fue su mayor sometimiento.
Aún, el mismo día y en el mismo momento,
entró en el estudio del poeta
y borracho de tanta libertad,
se quedó a su vera para siempre.
Olga de Lucia Vicente


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Cuadro: Las amigas, de Gustav Klimt. Reproducción de Alejandra Menassa
ALÉJATE DE MÍ, POESÍA QUIERO VIVIR.
Nunca pensé que diría esta frase una tarde en tu regazo, poesía.

Yo al principio, imaginé doliente el camino que me habría de conducir a ti,
muchos se habían quitado la vida en tu presencia,
te habían ofrendado su descascarado corazón,
habían vertido en tu nombre su sangre,
o se habían hecho matar al amparo de la noche por drogas o mujeres,
habían hecho infiernos de sus vidas, para no darse cuenta que tú eras la maldita,
la dama insomne, la única mujer, la droga última del poeta, su tierra prometida.
Después vinieron otros a decirme: ella exige un amor sin condiciones.
A ella sólo se llega por la felicidad, por el Goce:
mi querido Salinas, yo sé que tú gozabas la poesía
más que a tu amante niña.
Con el tiempo me di cuenta de casi todo:
Ella te dará libertad, pero te encadenará para siempre a la letra,
ella combina los verbos sin césar, sin importarle mucho el resultado;
Ella se crece en los entierros y en los cumpleaños,
celebra con la misma intensidad las bienvenidas y las despedidas,
muere de amor y resucita en el mismo verso.
No teme a nada, ni a la pereza del hombre que la escribe,
cambia de amante como de zapatos,
le gustan todos, es una mujer lúbrica, una contorsionista de la palabra.

Alejandra Menassa

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Cuadro: Relámpago cero. Miguel Menassa

POESÍA PARA LA REINA QUE DEJARÉ DE SER
No supe cómo fue:

saetas envenenadas que perforaron mi piel,
fogonazos de luz alumbraron mi mirada,
quizá el ulular del viento cargado de ecos.
Inútil cabalgar huyendo,

enfermaron mis manos de palabras
enceguecieron mis ojos de versos
ensordecieron mis oídos de poetas.
Vencida, me arrodillo en último vasallaje
para rendir pleitesía a la reina que asesinó el poema.

Pilar Rojas
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Cuadro: Cielo flotante, de Carlos Fernández


ENTRECIERRO LOS OJOS Y NO PUEDO SOÑAR


Somos nuestros máximos desconocidos.
Entrecierro los ojos y hablo con gestos
donde el cuerpo hace obstáculo al Cíclope
separando las palabras para poder pensar.
Así surgen las sombras en los recuerdos
el juego en la memoria y la repetición
de la mejor respuesta donde el Mito hace
recurso de lo imposible en la fórmula ciega.
Y caminando, entre las manos, surgen alianzas
antecedentes de una fiebre molecular erótica
donde todo lo que vendrá es futuro de la prioridad
fuente del saber, economía del goce y cruel guerra.
Entrecierro los ojos y la mujer se ocupa del ocio.

Entrecierro los ojos y él se encarga de la guerra.
Entrecierro los ojos y el hombre trabaja la nada.
Entrecierro los ojos y cuatro jinetes dan la clave:
el grupo es la única pieza completa del sistema.


Carlos Fernández
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Cuadro: El poeta. Las tres y media. Marc Chagall. Reproducción de Cruz González.


ALÉJATE DE MÍ, POESÍA QUIERO VIVIR

Cada vez, se vuelve del revés y grita no poder más,
llora el llanto de los incondicionales del cielo
y cae sobre la noche con su cuerpo de nada y de olvido.

Vuelve sumisa, sonríe como si la noche no hubiese acontecido
y barre una y otra vez virutas de tiempo que llegan,
implacables, sobre su piel.

Quiero vivir, poesía, aléjate de mí
y ella sonríe y espera, tranquila, el próximo encuentro.

Planto un árbol y luego otro, construyo una casa y luego una ciudad,
fabrico coches que parecen cohetes espaciales por la intensidad
con que realizan cada maniobra; me diluyo en lluvia ácida
y desaparezco. Cuando abro los ojos,
ella hace como si nada hubiese acontecido
y pone una lavadora o tiende la ropa
que quedó mojada sobre el sillón.

Me siento en una silla con un parche azul en una de sus patas
y me acuerdo de un poema o de un cuadro y mis manos
se deslizan sobre el teclado negro, y dirigen la orquesta
que ya se puso en marcha y no puede parar.

Dejo que la alegría tienda sobre mi piel restos de tiempo,
me olvido del mundo y escribo un mundo
que nace
cuando llego al final.

Cruz González Cardeñosa
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Cuadro: Sacudidas del amor. Magdalena Salamanca

ESCAPO DE MIS MANOS COMO POMPAS DE JABÓN

Escapo de mis manos como pompas de jabón
flotando en la mirada, sobre la extensión oculta de un latido.
Nadie sabía nada, las ardillas mascullaban el ácido silencio,
el viento había borrado todas las huellas,
ningún rincón guardaba, ya, el olor de lo sucedido.

El sol giraba indeciso en el cielo antes de ocultarse,
óbices disfrazados de bellas hadas inundaban la pradera.
La luz había tornado opacamente hacia un resplandor confuso,
como ojo ciego, ya nada, se vislumbraba en aquel lienzo
caído sobre el aliento entrecortado de la soledad.

Un compás de sombras replegadas de los árboles
comenzó a rendirse sobre el rostro de la noche.
Huida de mí, anticipo el camino que dibuja el horizonte;
ardo en distancias, mientras los versos difuminan pasos,
y me pierdo, virtuosa, en el espacio que une las palabras.


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Cuadro: Conversacion con el Olimpo. Miguel Menassa


ME DESHAGO ENTRE POMPAS DE JABON


Son los labios que beso, el error que me condena
a la incertidumbre del vacío.
Tu parpadeo es el tiempo de mi vida.
Hubiera preferido acortar el espacio
que me separa de ti.
Lo hice con ansias, miré el lugar secreto
donde duermen tus versos, tratando de
aproximarme a tu verdad.
Aléjate, para mí-dijiste- solo queda el fruto
redondo y tierno cuya sombra hondea el suelo.
Decidí no tirar más piedras a la niebla
por si acaso hería tu sombra huyendo
de mis provocaciones.
He labrado mis soledades,
he sido víctima de mis reclamaciones
que nadie escucha.
Ya no rezo porque no existe quien me perdone.
Tu y yo, caballo de perfil robado a la noche,
apaguemos esa lámpara que nos ciega
de falsa pasión,
esa lumbre conocida que
ya no calienta.
Y en cuanto todos se hayan ido,
sentirás la agonía de las horas,
el crepúsculo marchitándose vacío de sonrisas
y tu palma de cristal a punto
de quebrarse por el llanto.
Mi tristeza me la robó la tarde,
para mi, la verdad, es la mentira
de querer estar solo.
Porque hoy siento mi corazón en el pecho.
Miguel Martinez Fondon
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Cuadro: La espuma de los dias. Amelia Diez


LAS SERVIDUMBRES DE LA PALABRA AMOR


Ella había comenzado a caer tras los pliegues de la vejez cuando decidió entregarse a una felicidad que había previsto para sus recientemente alcanzados 20 años. Ya no quería recorrer el mundo como antaño, tampoco deseaba perturbar su paz con lecturas o estudios que pudieran desviar su camino a la felicidad que estaba a punto de alcanzar.
Cuando entraba al supermercado el propietario se acercaba a ella con una reverencia que sólo se estilaba en el siglo pasado, sin embargo ella se sentía trasportada a sus sueños primeros, cuando una mañana como todas las mañanas se levantaba Casilda y se acostaba como reina de un hombre hermoso y trabajador, sobre todo trabajador porque había escuchado a su madre y a sus abuelas insistir en la importancia de ese hecho; de ello dependía que ella fuera reina de un hombre o reina sin trono, aunque su único consuelo era que nunca dejaría de ser reina.
- Hola Casilda, pareces contenta, dijo la cajera número 1, y deteniéndose en la frase, ¿qué te ha pasado, parece que has subido de peso?
Casilda sonrió como satisfecha por la observación.
- Desde hace 2 semanas salgo con don Aurelio y muy pronto nos casaremos.
- ¿Y por qué tanta prisa?
- No se trata de prisa, yo siempre supe que me casaría al cumplir los 20. Las cosas siempre pasan como tienen que pasar, dijo Casilda con una seguridad en la cual pareció mecerse.
El propietario del supermercado escuchó en silencio la noticia y cuando Casilda estaba a punto de salir, se acercó a ella, hasta rozar su cabello, y susurrándole al oído le dijo: ----Casilda, ahora que ya eres una mujer, me gustaría hablar seriamente contigo, ¿me concederías una pequeña conversación.
Casilda se sintió turbada por su proximidad y, no acertando a decir palabra alguna, se aproximó más a él y se encontró contestando:
- Está bien, podemos tomar un café en la cafetería del hotel que está enfrente de mi casa.
- De acuerdo, allí estaré en 30 minutos.
Ella observó sus andares, cuando él entraba en el hotel, sus largas piernas parecían ser independientes una de la otra y la seguridad de sus pasos hacía que una y otra estuvieran de acuerdo en la dirección. Ella no separó sus ojos de aquel cuerpo que se acercaba como si lo hiciera desde siempre.
- Casilda, ¡cuánto deseaba este encuentro, lo he pensado desde hace más de dos años!. - Yo lo he soñado sin saber que lo soñaba y cuando me has hablado de la manera en que me has hablado lo supe.
- Vivo en una habitación de este mismo hotel, ¿quieres que te prepare un café especialmente para ti? ¡Permítemelo, por favor...! ?Sí, mi deseo desea lo que tú desees.
Sus manos se agarraron una a la otra sin vacilación y comenzaron a caminar hacia el ascensor, cuando sin darse cuenta ya estaban entrando en una de las habitaciones que formaban parte de su vivienda. Sus cuerpos se entregaron uno al otro ávidos y con una velocidad casi sincronizada, sus piernas ya rodaban por el suelo y sus cinturas permanecían juntas buscándose hasta que sus ropas volaron hacia una cama que permanecía como testigo mudo de aquel encuentro que se repetiría durante dos meses todos los días, mañana y tarde.
Había llegado el día deseado, hoy se casaría con el propietario del supermercado y la cajera número 1 se encontraba al otro lado del teléfono que había sonado insistentemente cuando ella se proponía enfundarse aquel vestido que reservaba para su boda desde que cumplió los 19.
- Casilda, siento no poder ir a tu boda, ¿me podrás perdonar.
- ¿Qué tengo que perdonarte?
- Oh, yo siempre estuve enamorada de don Marcos, no puedo tolerar que seas tú la que ocupe el lugar que yo siempre he deseado. Además nunca podré entender que hace dos meses te ibas a casar con otro y ahora te casas con don Marcos.
- Bueno, querida, yo sólo tengo servidumbre a la palabra amor, por eso no me importa con quien he de casarme.
- Pero, ¿quién era el otro?
- El otro sólo existía en mi deseo y alguien me dijo que para que un deseo se realice hay que comenzar a hablar de él.
- ¡Ah, sí! Entonces yo que he comenzado a hablar de mi deseo por don Marcos, algún día conseguiré ser su amante.
- ¡Ah!, ¿pero no lo eres todavía?. Por favor, yo pensaba que no solamente tú, sino que todas las cajeras y todas sus clientes estaban enamoradas de él...
- Sí, puede ser, pero él sólo tiene ojos para usted.
- No lo puedo tolerar, tendré que hablar con él, a mí me gusta que las cosas coincidan con lo que pienso. ¡Soy capaz de suspender la boda hasta que no realice mi sueño de amor!
- Es cierto, usted padece de servidumbre con la palabra amor.

Amelia Diez.


HASTA LA PRÓXIMA SEMANA

3 comentarios:

  1. Gracias compañeros poetas por permitirnos juntar nuestros versos al viento...Gracias por la acertada eleccíon de los cuadros.¡Bella aventura compartida!

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  2. que buen encuentro tenemos poetas con este blog, me gustó tu relato Amelia, todo por el amor y el mundo será nuestro, un abrazo, lucía

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  3. Gracias, querida Lucía, por el amor a la poesía y al mundo, entre otros. Besos también para ti, Claire. Amelia

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