GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 127, 23-11-2013
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 127, 23-11-2013
Semana
a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo
realizado en el Grupo de poesía los sábados a las 18:00 h de la
Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Dibujos: Miguel Oscar Menassa
HE SENTIDO, HE
VISTO Y NO HE CREÍDO
Halo de un
territorio
fulgente
el inmenso mar,
cae asesinado.
En un banquete
donde se devoran
las enseñanzas
la víctima
es el nudo de su transparencia.
Arde en la máscara
del amor
sus formas de
mujer.
La luna rota
rueda en la
cúspide de la memoria
lejos de mí misma.
Virginia
Valdominos
HE SENTIDO, HE
VISTO Y NO HE CREIDO
Aunque no haya futuro
estos instantes viviré
con marítima libertad.
Llevada por el oleaje de tus versos
por los últimos ecos del tiempo sobre la piel
abrí los ojos.
Abrí los ojos y algo se quebró.
Sacudido por la violencia del
encuentro
irrumpió el verso.
Algo se rompió y algo nació.
La soledad ya no son más que letras
arrastradas unas hacia otras
por la magia de un diluvio sin nombre.
Algo se quebró y algo abrió por fin sus labios al viento
a los vendavales que surcan en silencio la tarde.
Algo vibró entre las cataratas del
recuerdo.
Unas palabras y sus mil sentidos
un murmullo que desconoce su fuente.
Claire Deloupy
HE SENTIDO, HE
VISTO Y NO HE CREIDO
En los labios
azules de sal he sentido la bravura del mar y
en los ojos de
añil el reflejo lunar atado
al pescante
herido de la soledad.
En la
concavidad de la mano yerta he visto aguijones del hambre
cosiendo los
tajos de piel huida entre las redes
torturadas por
la calma.
He sentido de
rodillas la claridad orquestal de la promesa y
la sinfonía del
bombardeo en cárceles desiertas de cuerpos confinados al destino.
He sentido
caricias en el pecho de la culpa,
puñetazos en el
rostro de la muerte he visto.
Nunca hubo
sangre.
He juntado la
concavidad de las manos,
suplicando de
rodillas al futuro orquestal de la suerte y sin embargo
cada milagro
mil años de
trabajo.
He sentido, he
visto tu cuerpo libre volando sobre la cama.
He sentido, he
visto y no he creído que me puedas amar.
Carlos
Fernández
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE CREIDO
Sobre mi piel, rastros de los sentidos,
la tentación del mundo destellando
sobre dudas opacas
que parecían costas volando como espumas
o áridos paisajes enclavados sin raíces en lejanos desiertos.
He sentido el ulular del viento golpeando las persianas
inventando destinos que no ocurrían nunca
y he visto seres sobre las nalgas de una nube que emigraba
sin saber nunca adónde iba a parar ni que formas nuevas
tomaría
arrastrada por esa sustitución imprevisible.
La desolación se hundió en la sangre como gritos del alma
contando historias del pasado donde viví mi imaginario
paraíso
perdido ahora en la tormenta, luchando por ese delirante anillo
que acercaba el infierno con su canto pagano
desnudando pechos encendidos de lujuria
que cual vacuolas transparentes habitaban el jardín de las
delicias
donde amé tantas veces sin creer que moría.
Ojos queridos me miraban a través de los sueños
donde se desvanecían las formas humanas
y una fé solitaria quedaba colgada de los labios
esperando posarse sobre labios que pasan
hasta perderse sin pedirme permiso,
resonando en acordes
hasta ser un gemido de todo lo perdido
Todo lo transitorio se transformó en belleza
y para mí el acoso de un aliento a flores desbocadas
surgía cada tanto a preguntarme por la creencia
que abandoné en alguna espesura para que el cuerpo resbalase
por sus curvas insomnes hacia la opulencia de un espléndido
olvido,
y resucitar mil veces como gota de lluvia
sobre la solemnidad de aquel océano
que a veces insistía en mostrarme su abismo.
Norma Menassa
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE
CREÍDO
Y por eso estoy aquí,
rumiando expectativas,
aullando en la noche
mi desesperación.
Mientras, la vida
se diluye entre mis dedos
recordándome, una vez más,
el lento camino hacia la
muerte.
Carmen Salamanca
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE CREIDO
Enredado en los ásperos
licores de la mañana,
fumando mi pipa de corsario,
más tieso que un árbol,
mástil a punto de ser derribado,
circunnavego, ignorante de mi rumbo,
las brumosas costas de la muerte,
sus negros acantilados,
con la esperanza secreta
de ver en ellos mi futuro.
Hubiera querido ser un ángel,
una nube que pasa
a mil metros de distancia,
una gaviota que palpa el aire
buscando un suculento pez
para embucharse.
Caer sin temblor
como cae el musculoso elefante,
como cae un bloque de hielo
en el polo Norte
y se hecha a navegar
hasta que se deshace
entre efímeros alcoholes
en los confines de tu aliento.
He sentido en mis manos
el temblor de estar vivo.
He visto producirse milagros
delante de mis ojos.
Y aún no he creído
que la cuenta
tendrá para mí
alguna vez su destino.
Ruy Henríquez
HE VISTO, HE SENTIDO, HE CREÍDO
Huelga de barrenderos y jardineros en Madrid.
18-11-2013.
He visto las calles de mi amada ciudad deprimidas.
Un síndrome de Diógenes ciudadano las invade.
No tienen ganas de pintarse los labios, lloran
papelitos multicolores que con el viento hacen remolinos
que danzan alrededor de piernas apresuradas en la mañana gris.
Un síndrome de Diógenes ciudadano las invade.
No tienen ganas de pintarse los labios, lloran
papelitos multicolores que con el viento hacen remolinos
que danzan alrededor de piernas apresuradas en la mañana gris.
He visto los derechos pisoteados, montañas de basura
montañas como bocas a punto de engullirnos,
cáscaras de naranjas y de plátanos que ya algunos
no podrán comer porque se les niega el motor último
para producir el sustento propio y el de los pequeños
comensales a cargo del cabeza de familia,
que yace descabezado en la mañana gris.
montañas como bocas a punto de engullirnos,
cáscaras de naranjas y de plátanos que ya algunos
no podrán comer porque se les niega el motor último
para producir el sustento propio y el de los pequeños
comensales a cargo del cabeza de familia,
que yace descabezado en la mañana gris.
Comida en descomposición, restos de materia
recordándonos la podre que avanza sobre los corazones mutilados.
¿Qué hacer cuando ya no se puede ni hablar?
¿Qué hacer con un gobierno que cuida los bolsillos opulentos
y le niega el pan al estómago vacío de Daniel, de Ramón, de María?
¿Qué hacer cuando son impunes el robo y la estafa?
¿Qué? en la mañana tristemente, melancólicamente gris
recordándonos la podre que avanza sobre los corazones mutilados.
¿Qué hacer cuando ya no se puede ni hablar?
¿Qué hacer con un gobierno que cuida los bolsillos opulentos
y le niega el pan al estómago vacío de Daniel, de Ramón, de María?
¿Qué hacer cuando son impunes el robo y la estafa?
¿Qué? en la mañana tristemente, melancólicamente gris
He sentido su hambre milenaria, su lucha por el pan
he sentido su muerte por falta de alaninas y fructosas,
la multiplicación de su agonía, la metralla del hambre
en las entrañas, y el frío sin zapatos y con las estrellas
por sombrero. Quisiera no sentir, pero he sentido,
mi humano corazón las resonancias percibe de otro dolor humano,
y se retuerce, desoladoramente, en la mañana gris.
he sentido su muerte por falta de alaninas y fructosas,
la multiplicación de su agonía, la metralla del hambre
en las entrañas, y el frío sin zapatos y con las estrellas
por sombrero. Quisiera no sentir, pero he sentido,
mi humano corazón las resonancias percibe de otro dolor humano,
y se retuerce, desoladoramente, en la mañana gris.
He creído en el hombre y sus misterios,
he conocido su bondad increíble y su extrema maldad.
Y sé que se levantará, y agitará el testuz para librarse del yugo
acosador que lo somete. He creído y creo, sé
que la revolución se está gestando en las células vivas
que aún nos quedan, compañero, compañera,
triunfalmente, hay un sol, hay un sol, en la mañana gris.
he conocido su bondad increíble y su extrema maldad.
Y sé que se levantará, y agitará el testuz para librarse del yugo
acosador que lo somete. He creído y creo, sé
que la revolución se está gestando en las células vivas
que aún nos quedan, compañero, compañera,
triunfalmente, hay un sol, hay un sol, en la mañana gris.
Alejandra Menassa
HE SENTID, HE VISTO Y NO HE CREIDO
Era un día sosegado, los cristales de la ventana,
opacos por el paso del tiempo, difuminaban la calle
que aparecía a mis ojos sembrada de figuras
fantasmagóricas, livianas y altivas.
La nieve se ensuciaba en las aceras mientras el frio
se abrazaba a los cuerpos como un amante celoso,
implacable, vigilando
cualquier movimiento.
Solo la voz que profería noticias me provocaba desazón.
Anunciaba la desaparecieron en los parques de los corrillos
infantiles
porque el juego no disponía de la energía necesaria para
comenzar;
el hambre, siempre temeraria, se había anticipado a las
risas.
Los poderosos libraban sus batallas sin contar los muertos,
esos que se enterraban y aquellos otros que seguían
caminando,
perdidos en la calle, sin destino que comenzar.
No había canciones que mitigaran la pena
ni versos que lamieran heridas
no fuera que las sombras cobraran vida.
Todo era injusticia, oprobio y necedad.
Me acerqué con cautela a la radio acallé la voz injuriosa
y salí a trabajar porque no he creído que el hombre fuera
solo eso.
Pilar Rojas
¿AMO
LA VERDAD?
La verdad es los ojos de mis muertos que ven crecer
los nardos.
Es la niñez que sella destinos hasta la finitud.
Es los padres paridos en el horror, los hijos
nacidos en el ceno de tanta destrucción, hambre, balas, que inexorablemente
dejan las guerras.
Es el clarinete de papá, guardado celosamente por la
abuela Rosa, y me habla de tantos sueños truncos.
Es la Inquietud del Rosal y los versos del Dante,
cómplices con la luna, esperando la
primera cita.
Es el amor inmenso, el dolor de alguna caricia
ausente.
Es las palabras certeras que alivian el llanto
caliente cuando las tempestades ensayan estaciones mortales sobre la voz ,sobre
el camino.
Es la distancia cual aurora cotidiana.
Aunque la mentira clave corona de espinas
que me arrodilla una y tantas veces
mi verdad es lo que ven
amo la verdad , mi verdad es lo que digo y lo que no
digo
aunque no exista…
Rosalba Pelle
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE CREÍDO
He sentido el agobiante peso de la culpa
posarse sobre los pensamientos más obscenos
y clavarse sin remedio en la razón.
He visto alzarse con lujuria y descargar
con furia lacerante, granadas silenciosas
sobre las cunas de paja y hormigón.
He visto ciudadanos desmayarse en el camino,
enterrando en cada paso una ilusión.
He visto y no he creído. Mi lucha continúa.
Aunque arrecie el mal tiempo: Resistir.
Olga de Lucia
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE CREÍDO
Limpié el jardín y sentí el frío del invierno
incrustándose en mi alma.
Vi tormentas terribles
atravesando el fino reducto
del calor humano.
Ni visto ni sentido me hicieron creer
en lo inevitable.
La muerte es compañera, me sigue,
la persigo, me despido y luego de la mano
seguimos caminando.
Cruz González Cardeñosa
HE SENTIDO, HE
VISTO Y NO HE CREIDO
Anoche, los
sentidos en alerta,
de pie frente a
frente con una expectativa,
la de colocar la
nota que diluye el cuerpo.
He visto, con sus
alas, como el oxigeno
daba forma a mis
pulmones
como el temblor
se sentaba en el recoveco
de la belleza y
aplaudía uniforme.
¡Tantas llaves
saliendo de su cuerpo !
¡Tantas puños
para el amor !
La silueta que
sobre el muro
ama la
inclinación
desborda abajo y
gana todo el caudal.
El ritmo afilo mi
corazón
y entre los giros
balanceo la creencia
que
definitivamente se torno
hacia el final
y diluyo el
cuerpo.
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE CREÍDO
...mi oscuridad sigue escuchando,/como
un radar
hacia el vacío
abierto...
Germán P. García
He
sentido como ansiaba hablar.
Mudo
sin reflejos
frente
a la luz ciega en mi retina.
Después
amé la eficacia
de la
conquista en ausencias,
ligeramente
oblicuas.
He
visto distancias
hasta
los huesos
calculando
magnitudes
en mi
torpeza.
Inquilino
nocturno
de
nubes enroscadas
en la
garganta.
Quedé
lentificado
en
luceros carnívoros
que me
esperaban.
Alcancé
a decir:
no
desaparezcas
al pie
de tu ventana,
vivo
pero inmóvil.
Y no
creído en señales recicladas
desde
latitudes inestables,
al
negar estertores
de
nuestra fuerza en la rotación
de
perpetuos movimientos,
para
nacer,
siendo
otro.
Jaime
Kozak
He sentido, he visto y no he creído
Me he visto llegar entre el velo y el taconeo,
y algo del horror se apoderó de mi.
Me di cuenta, ya no habria calma,
muerte te quiero ver lejana
y algo del horror se apoderó de mi.
Me di cuenta, ya no habria calma,
muerte te quiero ver lejana
aunque pueda encontrarte a la vuelta de la esquina,
60 años de proyectos junto a vosotros
se opondran a tu presencia, 60 años de proyectos junto a vosotros
la quietud será para quien te acepte en vida,
yo solo quiero detenerme
como el movimiento preciso del deseo,
sentir la tierra bajo mis pies,
aunque al sentir algo de ella,
aunque al creer pierda
irremediablemente, el amor.
Sentí, ví y aún no creí,
pero creeré.
Susana Lorente
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE CREÍDO
Rompo el ruido que me separa del silencio y reclamo
no creer en los sentires que quieren quebrar mi
despertar,
ni creer en lo que mis ojos, previamente engañados, me ofrecen.
Amo lo innumerable y, también, lo inconmensurable,
que se materializa bajo el poder del trabajo y el latido
que derriba columnas y construye
abismos,
donde crecen las decisiones que me transforman.
No sólo esta mañana, todas las mañanas, no sólo
aquellas cuya tormenta anochecida ciega mi mirada,
ni las que anuncian una eternidad amordazada,
también aquellas que se agotan en
mi transformación.
Relámpago, impasse, desgarro y nudo,
atan mi pasión a la certeza de la incertidumbre.
He sentido, he visto y no he creído.
Cobijada en mis pactos parto por
todos los caminos,
o bien, arremeto contra mí misma, sabiendo
que no me moveré de lo que me nombra.
¡Oh, mansedumbre que me acosas como viento huracanado,
nunca conseguirás pertenecerme!
Amelia Díez Cuesta
HE SENTIDO, HE VISTO Y NO HE
CREÍDO
Era de Heracles, o tal vez
de Hércules, la fuerza bruta
Que a veces socavaba mi alma
Periplo anclado como una
vértebra detonando su andadura
Su mordedura infernal en mi
vientre de alelíes
Cobra disfrazada anidando sus
futuras crías
Su mortal veneno no permitía
ver
Y sin embargo, he sentido,
he visto y no he creído
He sentido el temblor bajo
tus brazos,
Bajo tus párpados de ciego
Bajo tu columna vertebral
hecha toda de tiempo
Bajo los arcos de una noche
intemporal
Con el mar en la espalda
acariciando una piel que no me pertenece
He visto llanuras donde los
huesos blanqueaban horizontes olvidados
Corceles y aviones enloquecidos
en el fragor de cualquier guerra
Madres ardientes gritando al
silencio de sus hijos
Madres solitarias y
enronquecidas de dolor cual lobo
No he creído nada de lo que
he visto,
Pero aún así he mantenido
los ojos bien abiertos
Asomándome a la vida cual
asombro pertinaz
Cuál líquida formulación
innúmera
Cual rastro escrito con las
esquirlas de la muerte.
Paola Duchên
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