GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 118, 06-07-2013
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 118, 06-07-2013
Semana
a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo
realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la
Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Dibujos: Miguel Oscar Menassa
Qué espero del mañana
Espero soledad y nieve, deshielo,
espero tu cintura al alba.
Dejaste tu montura
y te quedaste a vivir en mi casa.
Mañana de sol y de agonías,
futuro insomne, crisálida de males,
pan sin hornear
mirando los molinos destrozados.
Caíste desde el cielo y estás entre mis manos
esperando una letra certera que te lance
hacia otros horizontes que los del miedo
y la desesperanza.
Estás agazapado en mis entrañas
escuchando el sonido de las olas
cantando las mareas
descubriendo entre los tiburones
una orca.
Manchado de carmín quedaste
cuando la noche te besó la cara
y te entretienes rondando vanidades
ejerciendo de niño irreverente
sin saber si es tu cuerpo sensible
si son tus huellas posibilidad humana.
¿QUÉ
ESPERO DEL MAÑANA?
¿Qué
espero del mañana?
Espero
que cumpla soledades
de
brisa nocturna,
despierte
anhelos
al
paso de transfiguraciones,
tallos
balsámicos
desanudando
cabelleras
hipnóticas.
Nada
existe
sin
el trabajo de mis voces,
ni
el contacto de otras geografías.
Variaciones
de sonidos
en
jardines a la velocidad del verso.
Desde
tiempos por venir
vuelan
cósmicos abismos.
Sólidas
construcciones aéreas,
en
la densidad
de
espejismos digestivos,
magnitudes
inexactas,
quizá,
imposibles.
El
mañana se puede ver
ocultándose
cerca,
floreciendo
en la nieve.
No
cabe en el mar o el silencio.
Tiempo
de enigmas
perdurando
invisible
cuando
se orienta al universo,
escucha
el espanto y la furia
en
la adoración de sombras,
luz
futura.
QUÉ ESPERO DEL MAÑANA
Alguna fruta fresca con sabor dulce y una lágrima amarga
final
en el paladar que incite al cante en el trono de la amistad.
Algunos libros clásicos, sin sorpresas llamativas ni locas
aventuras,
vidas escritas por manos como las mías: tiernas y violentas
cual fruta fresca.
Algunas mujeres de libro.
Fruta fresca y temblor.
Tobogán, laberinto y espejos en el parque donde jugar al
payaso haciendo que espera la ofensa de la trapecista, la
bofetada de la traición.
Algunas victorias sin corona, triunfos sin etapas, un aula
espero con mi nombre,
tal vez una calle con balcones y geranios y una farola negra
en la esquina del adiós.
Un silbido, un piropo, un ole con ole y olé con el ala del
sombrero
y los pulgares del revés hablando en castizo, en porteño o
en yes veriguel.
Una burla de escenario, un chiste violeta de quinientos
espero,
el honor de la guitarra desclavando los baúles y
rasgando con un pincel las telas de tu cuerpo.
Cerrar el puño de la misión cumplida.
Nada, no espero casi nada.
Mi cuerpo untado en cremas cálidas flotando en marea baja,
cerca
de tu sexo mojado.
Esperar…del pasado lo espero todo o casi todo.
Un hospital de día con despachos de mediodía y talleres
donde aprender la dimensión del odio al amar y fruta fresca
de verdad.
¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Qué esperar del mañana, querida poeta,
amanecer que nunca llega
y se convierte en columnas de años,
amores que cobran vida de poema.
Imperturbables damas de la desesperación,
somos las reinas sublimes,
labios de impalpable brisa,
abandonadas al flujo de nuestros vientres.
Nombramos la vida entre los límites,
habitamos presas, nuestra espera,
engaño necesario del egoísmo de la verdad.
Cómo atrapar lo que no existe,
lo que vive en las gargantas,
fuego de silencios donde el rostro se disfraza.
Si supieran, Carilda, las remontadas acústicas,
los vuelos en cristales de cobalto,
iluminando nuestra ceguera.
Somos cuerdas arrancadas al porvenir,
sonoras pulsaciones de la sangre,
fundadoras etéreas del deseo.
Helena Trujillo
¿Qué espero
del mañana?
Albur
destronando polvorientas ideas
atrapadas en
barrigas descomunales
y grandes
cuentas ocultas en paraísos fiscales.
Ciénaga donde
van a revolcarse ignominiosos
banqueros
ávidos de poder.
Justicia que
no decline la balanza,
comida para
todos, trabajo para todos,
y un afán que
no tenga que ver con el afano
sino con un
sano interés por lo que de humano
eleva al
hombre a su ansiada condición.
Reses sin
discurso acudiendo al llamado
del cencerro
que difunde su sonido insistente
llamando a la
aniquilación.,
Venial esta
culpa que nos mantiene
sometidos a la
barbarie de la ignorancia
y el abuso de
poder.
Luz para un
mañana que no sabemos calcular.
Olga de Lucia
Vicente.
QUE ESPERO DEL MAÑANA
A nuestro alrededor pasó de todo.
El planeta se llenó de habitantes destrozados,
ávidos de sangre humana y el metal fue la reja donde se pudrió
el odio.
Veníamos cruzando ciudades y a través de los techos hicimos
el camino
pero no dejamos de cantar mientras las chimeneas llenaban de
humo
nuestras vidas que parecían un pensamiento tallado en el
mañana.
A veces había que decirle al corazón que no latiese así,
que se acallara,
que esperase la siguiente mano
que a lo mejor venía el as de espadas
y habríamos ganado la partida.
A esas alturas el futuro quedaba a una distancia
inexplicable
y los años eran algunas gotas de miel y acíbar combinadas
de tal manera que inundaban los oídos
y la vida era esa mujer impúdica
pidiendo un pedazo de pan, un pedazo de sol, un pedazo de
algo.
Una avalancha de palabras trajo el temblor
y un remolino arrancó de la garganta un canto
que deformó los puntos y las comas y el olor a tinta
impregnó el papel
que hablaba del futuro al que le entregaríamos la última palabra.
El hoy se imponía furibundo y quedaban los sueños en el aire
siendo el mañana una revista de aventuras por entregas
que aparecía el día viernes
y que tenía entre paréntesis al pié de página
la posibilidad de volver y que la vida continuara.
En ese tiempo de la pausa quedaban los incendios apagados
e imaginaba que había que decirle al mundo que así no,
que hay que cambiar de vida, aunque por ahí dicen que morir
es cosa fácil,
y movía la cabeza hacia los lados pensando en lo difícil y
en lo fácil
teniendo en cuenta que el hombre no se achica
ya que la apuesta la hizo de antemano sabiendo que la deuda
es impagable.
Yo del mañana espero un jardincito
donde la tierra esté limpia de alimañas
y un viento desparrame los cabellos y suelte las piernas que
se alargan
para ignorar que las rodillas alguna vez cayeron
pidiendo un anticipo por fuera del salario,
para pagar el alimento con orgullo y no escuchar más un
grito de hambre.
Norma Menassa
QUÉ ESPERO DEL MAÑANA
Retroceder para tomar impulso, decías,
mientras el mundo se retorcía
entre simulacros de extinción.
Yo trabajaba simulando no entender,
escondiendo gritos de espanto
bajo la mullida costumbre de la realidad.
Impulso, decías, fuerza y control,
y en mi memoria se recortaba
un futuro a golpe de palabras escritas.
Y yo esperaba el momento
en que nuestra independencia
se convirtiera en libertad.
¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Decir: no quiero mucho, me detiene.
Decir: lo quiero todo, es decir nada.
Entonces, se abre un horizonte
frente a mí, y mis manos tejen
con otras manos laboriosas,
un destino posible.
Quiero estar con ustedes, compañeros,
La escritura del Master marcando los caminos,
la firmeza de Amelia en las lecturas,
la mano de Pilar entre las letras,
la sonrisa de Carlos en mis días,
Miguel en su entusiasmo varonil,
la deslumbrante poesía de Norma,
el tesón del mar en la mirada de Helena,
la dulzura de Claire en los cuidados,
la perseverancia de Paola,
la entrega de Cruz,
la alegría de Clemence,
la calidez exquisita de Susana,
la fuerza imparable de Virginia,
La templanza de Sole,
La inteligencia organizativa de Magda,
El orden de Carmen,
la disposición de Ruy,
el afán de conquista de otros lares
con que cruza Jaime las fronteras,
el amor de Olga,
la inquietud científica de Fabián,
la destreza de Manuel…
y los hombres y mujeres del futuro.
Quiero estar con ustedes, compañeros.
Porque ustedes están en la poesía,
en la palabra.
Mi vida está entre ustedes.
Mi futuro,
tejedores de redes donde
caigo, pez simple, enamorado de la noche.
Alejandra Menassa de Lucia
QUÉ ESPERO DEL MAÑANA
Vuelo y busco, mañana yace en ningún sitio,
mañana no espera en el cuarto de luces
ni en la sombra terrestre de la rama
que agita intermitente sus hojas,
ni en el cuenco donde la necesidad se mira y no ve nada.
Se escuchó el canto del soldado hacia la guerra,
guerra de truenos, palabras incomprendidas,
lluvia de afectos, de destinos errantes sobre la voz,
sobre las piernas,
contrincante bajo mi piel.
Esbozo una despedida sin promesa de no retorno,
para no volver,
un sueño, una esperanza consumida en un crisol,
vapor de miel sobre la espalda que se extiende para ti.
Aprender a morir en el grito sordo del frenesí
sin dolor, cada vez menos dolor
porque espero lo que no existe y sin embargo está aquí,
bello locuaz en una cárcel donde todo comienza, al detenerme.
Susana Lorente
Vuelo y busco, mañana yace en ningún sitio,
mañana no espera en el cuarto de luces
ni en la sombra terrestre de la rama
que agita intermitente sus hojas,
ni en el cuenco donde la necesidad se mira y no ve nada.
Se escuchó el canto del soldado hacia la guerra,
guerra de truenos, palabras incomprendidas,
lluvia de afectos, de destinos errantes sobre la voz,
sobre las piernas,
contrincante bajo mi piel.
Esbozo una despedida sin promesa de no retorno,
para no volver,
un sueño, una esperanza consumida en un crisol,
vapor de miel sobre la espalda que se extiende para ti.
Aprender a morir en el grito sordo del frenesí
sin dolor, cada vez menos dolor
porque espero lo que no existe y sin embargo está aquí,
bello locuaz en una cárcel donde todo comienza, al detenerme.
Susana Lorente
QUÉ ESPERO DEL MAÑANA
Con rigurosos golpes amartillaba
los travesaños donde sostener
con la suavidad del viento
el mañana.
El crepúsculo dejaba sobre su piel
un dejo inarmónico
mientras se quitaba el sombrero de
paja
que lentificaba el ardor del verano,
y su cuerpo, desvencijado,
se abalanzaba sobre el jergón
que la sorpresa había construido.
Sus manos, rugosas y huesudas
tornaban torpes e impacientes
a guarecerse en los bolsillos
tras intentos vanos de desatar los
nudos
invisibles que amenazaban sus pies
y le hacían tropezar con la
insistencia de lo conocido.
Los ojos se le escapaban al cielo
cuando ruidosas bandadas de pájaros
cruzaban sobre su mundo
y se perdían más allá de su mirada.
mientras sólo un instante de
temblor le cegaba
porque era un hombre cabal que
había aprendido a esperar
y yo ansiaba, como él, aprender a
esperar para “volar sin alas”.
QUÉ ESPERO DEL
MAÑANA
Vivir sin miradas al pasado
abierta a la frase siguiente
al cálido beso amante.
Entrelazando con alegría
vuestras compañeras palabras con las mías
acompañar y ser acompañada
por esos nuevos caminos de la vida.
Trabajar con otros a la letra viva
de un mundo más humano.
Cabalgar y volar con el deseo en popa
hasta el punto final.
¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Qué espero del mañana,
sino el ciclo interminable
del azul y la belleza,
las perdurables formas
del lienzo y el poema.
Reniego de esta sombra
que anticipa el augurio
de la tumba abierta.
Hoy no moriré, mañana tal vez.
Por ahora, beberé hasta saciarme
los ásperos alcoholes y las mieles
que destilan los muslos
de inhóspitas doncellas.
La juventud dura
lo que dura este poema.
Hoy no moriré, mañana tal vez.
Ruy Henríquez
POEMA SOBRE MI FUTURO O
¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Mi futuro se pierde
en la efeméride del cansancio.
Alado ardor
que enardece
la dicha
de los prontuarios.
Sometido a su radio
de acción
acalla
el más mínimo
movimiento
ajeno
a su reinado.
Proclama como
propio y lo maneja
a su antojo, enloquecido
al ardor
del sueño
en su regazo.
Líbrate de mí
pues sin mí
seré un ser alado
como tú,
que dicta sentencia,
en la violación de los
derechos
y clama piedad
para los ladrones.
Quebrantar
la suerte del
miserable
cuando el odio
proclama venganza
al mustio
ardid del bostezo
y de la queja.
Soy una más de esas mujeres.
Cambio la queja
por el árbol
hermoso
de la voz.
Como humana viviente
en sus fauces de misterio
de donde acudes,
suenan los timbales
y las madreselvas
se proclaman vencedoras
en una disputa
entre las rosas
y los nardos.
Lirios en gloria
que interfieren
el templo.
El tiempo hace acopio
de la apoplejía
de los jóvenes
a las márgenes de
su insidiosa
estampa de toreros.
Allá y acá
el amor es el ardid
del verano vencido y apagado.
Aquí adentro hay vueltas
de multitudes y fantasmas
yo soy frases de otros
y ahora quiero ser
lo desconocido,
lo que nunca se dijo
ni se dirá.
Lo que el canto extiende
entre sus brazos
al florido
jardín de la locura.
El amor,
el pasaje
hacia
el fruto
de esta silenciosa y diligente
pasión que me ata al futuro
y que me arrostra.
Cuando me dijiste ven
yo fui.
Ahora, nazco
cubierta de ti.
Penetrada por tu cornamusa.
Viajo en ti
y soy del mundo
que en tu seno anida.
Eco de los perdidos
en el sigilo,
camuflados con
escaramuzas del saber.
Me declaro culpable.
Soy la que no tiene nombre.
Un no saber
sabido
que mueve los
estertores
oriundos.
Que hace vivir
la crisálida
intrépida
y aventa las llanuras
insondables
preparando la paz
para las sombras de
Eros y Thanatos.
¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Amarrada al pacto que me sostiene,
decido esperar.
No busco respuestas ni preguntas, me
transformo a su compás.
Habitante de un país donde la
incertidumbre es necesaria
bebo una vez más de aquella lejanía que
respira en mí,
y el futuro recorre mis manos y la poesía imperecedera
se hace eterna en aquella hora
fugitiva.
He dejado de poseer el tiempo para
poder gozarlo.
Soy la ceniza que no proviene del fuego,
la furia en la que se ahogaron aquellas
indecisiones,
la mirada que no encuentro cuando
comprendo,
la urdimbre que inventa el tiempo para
poder vivirlo,
el revés de la angustia que me empuja
hacia mi cuerpo.
Dispongo del ruido y sus quebrantos, en
todas direcciones,
mis límites son los otros, mi música aquellos
nombres propios,
que pensaron las frases en las que
sueño y trabajo.
Después, simplemente, espero permanecer
en el deseo.
Amelia Díez Cuesta
QUE ESPERO DE MAÑANA
« ¡Mañana !
Qué palabra, toda vibrante… »
Pedro
Salinas
Aunque fuesemos luciendo cantores
y sepamos volar en los rincones
más hermosos del tiempo,
alzaría la catástrofe de una vida plena.
Rozan mi voz las fiebres otras
que no se conciben en ningun paréntesis
y van lavando bacterias, risas y capsulas
que colocan en instantes lo que excluye la
palabra.
Aunque el hambre no se calmase nunca
no cambiaría el ritmo de los días.
No cambio la orilla desesperada
que invade el movimiento de mañana.
Clémence Loonis
¿QUÉ ESPERO DEL MAÑANA?
Esperaba del mañana
oteando el horizonte
ser tejedora de palabras
entremezclada en universos
buscando el infinito.
-arrodilló la muerte
multiplicada por cinco
por seis-
en dosis pergeñadas
para caer
levantarse,
mientras llagaba la siguiente.
¿Qué espero del mañana?
Las fuerzas suficientes
las ganas
la aparición prístina
de nuevas realidades
que se pongan de pie
tantos sueños fracturados
que me arranquen
de este espanto cotidiano
que el viento se lleve
el gris hastío
en la convocatoria del ocaso.
Rosalba Pelle
¿QUÉ
ESPERO DEL MAÑANA?
Amplias alamedas para el hombre del mañana
Trabajando la inmensa alegría de las palabras
También en la voz pausada del silencio
En el árbol generoso que da sombras al caminante
Espero del mañana lo que el incansable trabajo
Del hombre produzca
en todas las direcciones
En todos los caminos, en todos los colores.
Tajo pleno del oro del mañana
Semilla de poetas por todas partes
Millones de voces en el canto mineral
Y selvático de los anchos y profundos
Ríos de mi infancia
Patria de palabras para la
Humana condición.
Paola Duchên
Oníricos, mágicos, capaces de capturar con detalle cada bocanada de aire patente en la voz, en la respiración y en el amor.
ResponderEliminarMe proclamo, humildemente, vuestro seguidor.
Me honrarían si entrasen a mi blog, también de poesía:
http://cartasalasdiosasfalaces.wordpress.com
Muchas gracias.