GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 106, 08-03-2013
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 106, 08-03-2013
ESPECIAL DÍA DE LA MUJER TRABAJADORASemana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Dibujos: Miguel Oscar Menassa
VÍDEO DEL RECITAL:
LLANTO DEL POETA
A mí mismo
Se solía decir:
este siglo no será posible
sin embargo,
rompiendo las barreras de la historia
y porque ella lo ha deseado para mí,
aquí me tenéis, yo soy un hombre.
Un hombre masculino, atravesado,
por el sonido de su voz abierta.
Mujer, mujer del pan y las caricias,
de las revoluciones y el trabajo duro.
Una mujer construye la tierra donde vivo,
el mar, la plena, rotunda libertad del mar.
Ella construye para mí, el vuelo de los pájaros,
palabras y mujeres, permanentemente,
pero no por mi gracia, belleza inteligente,
una mujer, la Poesía,
sostiene con su deseo inagotable,
infinitas mujeres y entre todas al viento,
hacen de mí esta sustancia incandescente.
Un fuego que viene de la letra y va a la letra,
un fuego, una pulsión
y ella abre sus nalgas, abre sus nalgas y sonríe
y un tiempo se detiene en las pupilas del amor
y violentas canciones de cuna nos dejan sin aliento
y el hombre vive y muere y ya no sabe qué decir
y la mujer toca un violín, silencio, interminable,
y se deja caer entre nosotros, tal vez, benéfica,
tal vez, desesperada de tanta soledad,
lo cierto, es que se deja caer entre nosotros
y tiñe con sus movimientos, afines al poema,
toda vida oculta, toda tristeza, la soledad,
con la misma luz de los grandes milagros
para que todo brille con la ilusión del amor,
manantial para el sediento y el incrédulo,
ella es la fe.
Mujer, mujer, escándalo que se apodera de mi ser,
de todas mis palabras, de mis versos más altos
y en esa cumbre del saber humano,
cada palabra, todo poema sangra con tu presencia.
Hay hombres,
hay hombres en el mundo moderno,
hay hombres, Llantos del exilio Miguel Oscar Menassa
14
hasta yo mismo vivo en el mundo moderno,
pero la mujer tiene, secretamente,
guardada una energía,
inexistente para el hombre,
por eso busco en ella,
- poeta incorregible -
lo perdido, lo nunca hallado,
lo imperfecto que nos hace sublimes.
Por eso busco en ella
y ella que lo sabe hace más de tres siglos,
no deja de producir pájaros en todas direcciones,
mujeres y palabras, algunas para mí, el resto,
para el mundo, si existiera.
Una mujer,
Yo soy la noche, me decía,
y la noche es una capa de visón caliente
para la soledad del poeta.
La noche y el poeta juntos,
única manera de atravesar la nada del invierno
y se apretaba a mí con ternura y, yo,
al borde de las lágrimas,
para verla contenta,
haciendo con su deseo el universo,
me oscurecía.
Una ella me ama y me consuela,
quiere aprender de mí lo que ella me enseñó.
Otra me muestra todo el día lo estúpido que soy,
buscando todo el tiempo por todos lados una vida,
cuando en ella late con frenesí una vida imposible,
desde mucho antes de encontramos, de conocernos.
Antes de irse habló de la mujer:
construyendo su vida y su alegría
una mujer teje ese sueño, ese destino.
Y yo que soy un hombre,
de verdad, masculino,
porque ella así lo desea con fervor,
me levanto a la mañana y se lo digo:
Allá voy, señora,
tras el latido frenético,
múltiple de tus deseos.
Aunque no te des cuenta,
aunque nadie lo crea,
estás en mí, iluminada,
estás en mí.
Y cuando hacemos el amor, ella recuerda:
Qué mal te comportaste con esa coma, Llantos del exilio Miguel Oscar Menassa
15
en el cuaderno del domingo, o bien,
los verbos singulares atrapados,
en una adjetivación inconsecuente.
Yo la dejaba recordar, tranquilamente,
y aprendía todo lo que podía,
pero no tocaba nada,
dejaba cada cosa en su lugar.
Esa promesa era el fundamento, sencillo,
de nuestro gran amor:
ella me lo daría todo, todo,
pero yo, no tocaría nada.
Yo soy un hombre masculino
y vivo atravesado por ella en mil pedazos,
todo lo que ella quiere encontrar en mí,
lo coloca ella misma, delicadamente, en silencio
y, después, ama con frenesí todas sus virtudes
y yo me dejo llevar por el haz de luz de sus deseos
y no dejo de amar lo que ella construye sin saber,
y no dejo de enloquecerme con tantos pájaros volando,
y no dejo de morir a cada instante entre las letras
y toco, yo también, embelesado, ese violín sangrante,
su boca enamorada, su locura de alas, su pantera,
ese violín sangrante, aullido quieto, desgarrado,
toco su voz marina, su libertad espléndida, su mar,
sus ojos de gaviota desesperada y escribo este poema.
Miguel Oscar Menassa
DIA DE LA MUJER TRABAJADORA
Una vez al año besamos con carmín el vaho del espejo,
cepillamos toda sombra de pálida nostalgia en el cuello,
prendemos con nuestro mejor pañuelo la escalera del infierno
y salimos del asombro con un ejemplo de pleonasmo: poeta y mujer.
Un día la mujer habla, entonces se produce la nada desde el barro alfarero.
Las hilanderas y las piedras del cementerio tiemblan al desfilar
los tacones jornaleros hacia la patria del invento donde se fabrica el
manantial
de las diferencias, cultivando collares de palabras y broches de libertad.
Un día la mujer calla, entonces el hombre olvida la fórmula de la quimera,
la clave del beso eterno y con zozobra pide ¡igualdad!
Ella con los colores del amor perdido pinta flores de primavera muerta.
Él canta desde la penumbra de la farola, fandangos y coplas al rumor
del hambre y del amor nacido en la matanza que festeja cumplida venganza.
Un día la mujer escribe en la carátula del libro su nombre de combate
declara errático el deseo, denuncia tirana la ignorancia, multiplica
el pan del parentesco en su piel de mariposa, cae vencida, se hace flor y
vuela.
Carlos Fernández
POEMA
EN EL DÍA 8 DE MARZO DE 2013
Cuando mujer digo, el
ocre se convierte en oro
y la extensa planicie
de sus trigales
alimentan las ansias de
la humanidad.
Son, ella y sus mil
formas,
holocaustos y claros
arrecifes de colar
sumergidos en el alma.
Ella sueña, escondida
bajo su piel,
a través, de la
transparencia de su mirada.
Hay millones de
ejemplos,
millones de cometas
atemperando el equilibrio estelar
mientras los sones del
silencio acompañan los pasos encadenados de su historia.
Mujer digo y el mar se
catapulta en aluviones de hombres
que arrecian virtuosos
como claudicando libertad.
Ella, nacerá de sus
cenizas un día más,
cuando el poema se
convierta en tropel de su agonía
y el misterioso destino
de sus pupilas
apacigüe el llanto
desgarrado de una madre a punto de parir.
Cuando las aguas de sus
lágrimas toquen el hilarante sexo
que se acerca precavido
para poder acariciarla,
la noche verterá su
sonrisa más laica sobre el lecho de su nombre.
Mujer, mujer, mujer de
nube y terciopelo,
desenfunda la pluma y
canta.
Hálitos de
perseverancia ciñen tus fauces al futuro
donde volar montada
sobre la luna, será lo cotidiano.
Ella palpita envilecida
entre las sombras
atormentada por los
presagios.
¡Sal! Abandona las
correas que constriñen el silencio que te nombra
y, con un revés de la
página, desangra sobre el escritorio
cada uno de los días,
sin pensar en el pasado.
Magdalena Salamanca
A LA MUJER TRABAJADORA
En el principio casi no
existías,
sólo tu pureza, tu
virginidad,
quedaron registradas en
los libros.
Y, sin renuncia previa,
sin mácula
ni huella, fuiste
madre, supremo bien,
madre llorosa de los
hombres.
Después, nada durante
siglos,
acallado quedó tu
nombre
bajo el peso de una
historia masculina.
Fue necesaria la
revolución, la muerte
de tantas ellas en el
fuego de la lucha,
el despilfarro de valor
y gallardía.
Hace apenas cien años,
te dieron
el trabajo como
apellido, un día.
Eres mujer y, al fin,
trabajadora.
Hoy, el mundo gira y tú
con él,
mientras tu rostro
adquiere nueva libertad:
Hoy, puedes escribir tu
historia.
Carmen Salamanca
UNA MUJER PARA LA VIDA
8
de marzo, día de la mujer trabajadora.
No sale el pasado de esta hoja blanqueando el
traqueteo.
Es tu hombro,
esta desnudez alza la bandera de la patria
incandescente.
No me añadan manos para esta tarea tan subjuntiva.
Con mis cinco dedos, alcanzo mi universo
y te palpo en cada esquina donde el viento planea
sonrisas,
cascabel de una locura de ojos.
Este enamoramiento se deprime con tu boca movimiento
los sonidos.
¡Abran las ciudades de Adán y Eva para que retumban
y queden ancladas las lámparas del movimiento!
Quieres seguir, esplendida, cabellera tendiendo
la historia con el grito de tus nombres:
Sangre, fauna y ropa desconocida.
Nada mantiene la garganta en su lugar, ella se aloja
en el amor.
Palpitantes, fuertes corazones pisan el horizonte
teniendo colgando los extremos!
¿La ven?
Esta en todas partes, se confunde con la vida.
Clemence Loonis.
YO
SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA
Soldada a mi patria por
lazos invisibles
ya no sé si es de noche o de día.
Sé que la palabra
fluye
y eso es mi combate.
Soy una soldada sin
descanso
porque la vida siempre
peligra.
La lucha es
mi único presente.
Los enemigos nos asaltan con cruda realidad,
caen como cohetes
noticias terroríficas,
el hombre está
amenazado en todos los frentes.
La civilización se
tambalea
la barbarie acecha
con sus olas
gigantescas
con sus grotescas
pantomimas.
Y yo, pequeña soldada
de la letra
sacando pecho,
alzando los puños bajo
el fuego enemigo,
canto.
La lucha es palmo a
palmo.
Ya lo sabemos:
no tiene regreso.
Sólo este horizonte de
batalla
donde se gana a veces
para volver enseguida a
la lucha.
Mis armas:
casi nada.
Esas pequeñas palabras
juntadas una a una
perdiéndose en la
niebla.
Claire Deloupy.
MI MUJER
Mi mujer, opaca luz del
tiempo, a veces dormitaba sobre nubes de acero y nieves blandas.
Mi mujer, pequeña en su cuerpo aprisionada, dolores
y alegrías que solo coloreaban la superficie de sus sueños.
Mi mujer, con el tiempo
apurando los dobleces de la vida, sintiendo que hizo mucho y que no hizo al
mismo tiempo.
Mi mujer, en medio del
océano de voces que carecen del arrullo necesario para tranquilizarla, para
mecerla como a un niño cuando siente que todo se transforma en polvo cósmico,
en esquirlas de luz que escapan detrás del horizonte.
Mi mujer, ausente a
veces por períodos largos donde el duelo de ausencias no pide arreglo y ella permanece
en sombras, extendiendo el pergamino de los nombres, siempre cambiantes,
siempre firmas inexactas dando cuenta de lo desconocido.
Mi mujer, de cabellos
de plata que mira distraída sin comprender del todo, qué anima al universo, ni
que presencia atolondrada en trinos de pájaros celebra la luz de un nuevo día.
Mi mujer, hoy no se
pintó los labios, no esperó ser llamada querida por algún semejante de este
territorio de cielos y de aguas donde la inmensidad asienta su aposento, sobre
la desmentida de los límites.
No disolvió el planeta
aún su cuerpo dolorido, pero su grito perforó el abismo y rodó por tierra el
fundamento.
La ilusión perdió lo
que se escapa, se licuó la materia organizada
y un halo misterioso avanzó lento como marejada en su retiro.
Norma Menassa
POEMA
DEL DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA
(PARA
EL RECITAL DEL DÍA 8 DE MARZO DE 2013)
La mujer
Qué fascinante idea de
sí misma
Qué lugar reconoce en
las sendas del señor
Y también en las garras
que la muerte prepara para todos.
La mujer, no está
absenta de la misma
Y si muere
¿Por qué no vivir?
¿Por qué no soñar?
¿Por qué no hablar?
Lágrimas de soledad
Hechas palabras
Pedazos aniquilados por
el lenguaje
Que fragua,
Como de ninguna parte
El estallido astral de
la astucia
Con que la mujer se
estima.
Él, a veces, la
reconoce
La espera y la aniquila
La ama y la apremia
¿Pero qué significa la
verdad?
¿Qué significa el saber
sin saber?
La mujer lo sabe.
Es un código secreto,
Un éter,
Un himen
Quizás un fragante
costado aniquilado
Ella es la que era y la
que será.
El trabajo le dio
brazos
Le dio alas
Le dio Dios.
También la ciencia la
alimentó
La fraguó entre
distancias
Como a un niño
hambriento
un desconsolado niño
hambriento
de libertad.
Cuando lo consiguió,
La hirieron de muerte
Le taparon la boca
O la mataron.
Arrojada vaga solamente
Donde las luces y las
sombras
Forman un remolino
sin consecuentes
En la historia de la
civilización.
La poesía transformó su
hogar.
Virginia Valdominos
DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA
Me levanto de la cama
y el sol sonríe la
calle
desde la ventana.
Él ya se fue a trabajar
y yo madrugué
para sentirme libre
un instante antes
de encontrarme
con los compañeros.
En el trabajo camino
tranquila
como si el ritmo
trepidante del día
no hubiese comenzado.
Hoy es un día especial
-le digo a una
compañera
con cara de angustia-
algo ha cambiado.
Y me doy cuenta
que todo sigue igual
y me río hasta no poder
más
cuando al terminar la
jornada
alguién que conozco me
dice
mujer trabajadora
¡qué cambiada estás!
Al llegar a casa él me
dice
qué te ocurrió hoy
estás diferente
como si varios siglos
hubiesen acontecido en
ti.
Me siento a su lado
y conversamos
de lo que cada uno
tuvo que poner de su
parte,
y nos sorprendemos
de que haya sido
posible
escribir sobre nuestra
piel
el encuentro.
Cruz González Cardeñosa
MUJER TRABAJADORA -
GOCE INTERRUMPIDO
El gozne de una puerta
libertaria
Era como una feria
embriagadora
Al calor de tu cuerpo
de animal sediento
Archipiélago y piel de
suburbios marinos
El gusto de la sal
mezclada con tu edad antigua
De idiomas alfareros,
de cenizas y cantos
Arrebatada y
desgranando el sonido multicolor
Del amor en la selva
milenaria
La selva habitada
Millones de pájaros
como gotas de rocío
En la humedad de la
palabra y la lengua
Que toca
definitivamente
Los extrarradios de la
urbe
La civilización en
pleno
El territorio de la
nada.
Paola Duchên
UNA MUJER INOLVIDABLE
Esto va por ti, alzo mi copa llena de besos,
y brindo por la belleza de tu nombre.
Mujer hacedora, junto a él, de pan, de versos y de hijos.
Tú, que te llamas Hipatia, tu padre, Teón,
rechazando creencias de la época,
te hizo ciudadana de la polis,
derecho exclusivo del otro sexo,
confió en tu inteligencia
y te ayudó a encontrar tu órbita
en las ciencias de los astros y los números,
un camino que abrirías tú también para otros,
porque el que tiene un saber y no lo dona,
en él se pudre, y se fermenta,
y sus larvas devoran corazones.
Como pago, fuiste golpeada hasta la muerte,
una mártir más, como tantas,
por nada, por mujer sabia,
algo que debe de estar muy cerca del demonio
para la mente enferma y reaccionaria.
Tú que te llamas Christine de Pizan,
la oscura Edad Media se iluminó
con tu Ciudad de damas,
luchaste porque esa luz de lo femenino
brillara en todo su esplendor.
Heriste de muerte al amor cortés,
y en la Querella, la inteligencia de ella
se midió con la de él, y después de haberse
dejado vencer tantos siglos…, hicieron tablas.
Tú que te llamas James Barry,
lampiño de agudo timbre de la armada inglesa.
Tus manos laboriosas de insigne cirujano,
develaron el misterio de nacer,
como el Macduff de Shakespeare,
por cesárea.
Y cuando te enterraron, tus papeles decían:
Margaret Ann Bulkley, y todos se asombraron,
ocultando el secreto, y signando tu lápida con
un nombre de varón: James,
pues se debía seguir manteniendo la falacia
de que las descendientes de Eva
no eran aptas para ejercer la Medicina.
Tú que te llamas Marie Curie,
un alud de isótopos radiactivos
no hubiera superado tu refulgir.
No sólo fuiste la primera mujer Nobel,
sino que, por si quedaban dudas, repetiste,
hazaña que ningún hombre ha podido emular.
La física y la Química fueron la casa
en la que creció tu perspicacia.
Tu esposo, que urdía contigo magníficos
experimentos, obtuvo su Cátedra en París,
a ti te la negaron, obtusos comensales
de viejos prejuicios apolillados,
no les bastó ni el Nobel para obviar
la delicadeza de tu sexo.
Alice Guy,
¿Quién no recuerda a los Lumière,
Ellos inventaron el primer cinematógrafo,
pero no fue suya la primera película,
fue la dulce Alice la de la idea,
pero ¿para qué decírselo al mundo?
muchas de sus obras, las firmó
su ayudante, un varón de cuyo nombre
no me acuerdo, en las Historias del cine,
omitida en las más,
porque ¿cómo iba a ser pionera del cine una mujer?
Ada Byron, tu madre te alejó de la poesía,
hija de universal poeta maldito, por amor a tu padre,
descubriste la poesía de la matemática,
de tus manos laboriosas, nació el primer software,
la informática moderna es hija de tu ciencia.
Pero ¿quién te conoce?
había que silenciar el femenil ingenio,
como estas tantas, tantas…,
y cada una, cada día, voz silenciada,
grita más alto, escribe más alto,
deja intensa, la huella de tu paso:
¡Es un pie de mujer! ¡Grita bien alto!
Alejandra Menassa.
Esto va por ti, alzo mi copa llena de besos,
y brindo por la belleza de tu nombre.
Mujer hacedora, junto a él, de pan, de versos y de hijos.
Tú, que te llamas Hipatia, tu padre, Teón,
rechazando creencias de la época,
te hizo ciudadana de la polis,
derecho exclusivo del otro sexo,
confió en tu inteligencia
y te ayudó a encontrar tu órbita
en las ciencias de los astros y los números,
un camino que abrirías tú también para otros,
porque el que tiene un saber y no lo dona,
en él se pudre, y se fermenta,
y sus larvas devoran corazones.
Como pago, fuiste golpeada hasta la muerte,
una mártir más, como tantas,
por nada, por mujer sabia,
algo que debe de estar muy cerca del demonio
para la mente enferma y reaccionaria.
Tú que te llamas Christine de Pizan,
la oscura Edad Media se iluminó
con tu Ciudad de damas,
luchaste porque esa luz de lo femenino
brillara en todo su esplendor.
Heriste de muerte al amor cortés,
y en la Querella, la inteligencia de ella
se midió con la de él, y después de haberse
dejado vencer tantos siglos…, hicieron tablas.
Tú que te llamas James Barry,
lampiño de agudo timbre de la armada inglesa.
Tus manos laboriosas de insigne cirujano,
develaron el misterio de nacer,
como el Macduff de Shakespeare,
por cesárea.
Y cuando te enterraron, tus papeles decían:
Margaret Ann Bulkley, y todos se asombraron,
ocultando el secreto, y signando tu lápida con
un nombre de varón: James,
pues se debía seguir manteniendo la falacia
de que las descendientes de Eva
no eran aptas para ejercer la Medicina.
Tú que te llamas Marie Curie,
un alud de isótopos radiactivos
no hubiera superado tu refulgir.
No sólo fuiste la primera mujer Nobel,
sino que, por si quedaban dudas, repetiste,
hazaña que ningún hombre ha podido emular.
La física y la Química fueron la casa
en la que creció tu perspicacia.
Tu esposo, que urdía contigo magníficos
experimentos, obtuvo su Cátedra en París,
a ti te la negaron, obtusos comensales
de viejos prejuicios apolillados,
no les bastó ni el Nobel para obviar
la delicadeza de tu sexo.
Alice Guy,
¿Quién no recuerda a los Lumière,
Ellos inventaron el primer cinematógrafo,
pero no fue suya la primera película,
fue la dulce Alice la de la idea,
pero ¿para qué decírselo al mundo?
muchas de sus obras, las firmó
su ayudante, un varón de cuyo nombre
no me acuerdo, en las Historias del cine,
omitida en las más,
porque ¿cómo iba a ser pionera del cine una mujer?
Ada Byron, tu madre te alejó de la poesía,
hija de universal poeta maldito, por amor a tu padre,
descubriste la poesía de la matemática,
de tus manos laboriosas, nació el primer software,
la informática moderna es hija de tu ciencia.
Pero ¿quién te conoce?
había que silenciar el femenil ingenio,
como estas tantas, tantas…,
y cada una, cada día, voz silenciada,
grita más alto, escribe más alto,
deja intensa, la huella de tu paso:
¡Es un pie de mujer! ¡Grita bien alto!
Alejandra Menassa.
DIA DE LA MUJER TRABAJADORA
Mujer ostentas junto a tu nombre
algo que perseguisteis conquistar.
Un lugar en el engranaje de la producción,
un pensamiento reconocido
en la circulación de la palabra.
Junto a tu nombre, mujer trabajadora
huyen espantadas las palomas de la libertad.
Miles de mujeres escritoras
pueden modificar el destino de la humanidad.
Y no será el camino obviar las diferencias.
Ni se trata de que las fantasías
se hagan realidad.
Se trata de desarrollar las fantasías
y pertenecer a la realidad, al tiempo.
Construir la realidad,
ponerle un clavel en el ojal,
que gozarán otros.
Mujer ostentas junto a tu nombre
algo que perseguisteis conquistar.
Un lugar en el engranaje de la producción,
un pensamiento reconocido
en la circulación de la palabra.
Junto a tu nombre, mujer trabajadora
huyen espantadas las palomas de la libertad.
Miles de mujeres escritoras
pueden modificar el destino de la humanidad.
Y no será el camino obviar las diferencias.
Ni se trata de que las fantasías
se hagan realidad.
Se trata de desarrollar las fantasías
y pertenecer a la realidad, al tiempo.
Construir la realidad,
ponerle un clavel en el ojal,
que gozarán otros.
Olga de Lucia
LA MUJER. Norma Demaría
“El hombre cree-crea a la mujer, dice Lacan. En realidad la pone a parir el UNO, y por eso mismo es que ese Otro, ese Otro en tanto se inscribe en él la articulación del lenguaje, ese Otro debe estar tachado con eso de uno en menos”.
“La mujer es la escritura de una doble soledad.”
Silvia Laura Jabif
Insistentes.
Como errantes caracolas que vienen y van
sin cesar ni detenerse con la ola expansiva del agua.
Obstinadas.
Con la feroz persistencia de la gota que horada.
Como barcos encantados con el canto de sirenas
de largos brazos y desnudos pechos.
¡Locos piratas temerarios como locos!
las gloriosas corolas de tus besos
se entrechocan detrás de mis cabellos
donde es la noche una boca celebrante y mi perfume
la rueca que teje tempestades
de clamores intangibles de fantasmas y sueños.
Quiero alcanzar con mis ojos
el ojo voraz del faro de la escollera norte.
Y no puedo.
Quiero mirar la marea morada de rojiza luna.
Y no la veo.
Quiero saber cómo galopa el poderoso potro del viento
con sus pulidas patas de plata pura
sobre mi piel mojada.
Y no lo siento.
Mi deseo
me llevó al exilio de todos los estímulos
que no emanan de tu cuerpo.
Y tu deseo
-con la paciencia apasionada de un orfebre-
me engarzó a tus miembros
oscuros y hermosísimos.
Apenas sé dónde queda mi boca, mis pies
dónde está mi cintura.
Tengo algo… (¿de satén y encaje negro?,
¿de coral?, ¿de aguamarina?)
enredado en mi cadera, y no me importa.
Dejo de oír las barcarolas encendidas de
ebrios pescadores
que cantan y acarician las gastadas redes
como lencería fina.
Sobreviene el estallido de las olas, de la boca,
las manos, el aliento
¡del cuerpo entero! …
Ninguno de ambos quiere arribar al día.
Tú, dentro de mí, te sientes inmortal y absoluto.
Yo contigo,
tu cuerpo, mío. Todo mío.
La cabellera en llamas. Con brasas en los pies y el pecho
abierto en la tormenta –torrente y remolino-
¡Soy!.
Sé que existo.
¡Soy la reina del mundo!
Norma Demaría
“El hombre cree-crea a la mujer, dice Lacan. En realidad la pone a parir el UNO, y por eso mismo es que ese Otro, ese Otro en tanto se inscribe en él la articulación del lenguaje, ese Otro debe estar tachado con eso de uno en menos”.
“La mujer es la escritura de una doble soledad.”
Silvia Laura Jabif
Insistentes.
Como errantes caracolas que vienen y van
sin cesar ni detenerse con la ola expansiva del agua.
Obstinadas.
Con la feroz persistencia de la gota que horada.
Como barcos encantados con el canto de sirenas
de largos brazos y desnudos pechos.
¡Locos piratas temerarios como locos!
las gloriosas corolas de tus besos
se entrechocan detrás de mis cabellos
donde es la noche una boca celebrante y mi perfume
la rueca que teje tempestades
de clamores intangibles de fantasmas y sueños.
Quiero alcanzar con mis ojos
el ojo voraz del faro de la escollera norte.
Y no puedo.
Quiero mirar la marea morada de rojiza luna.
Y no la veo.
Quiero saber cómo galopa el poderoso potro del viento
con sus pulidas patas de plata pura
sobre mi piel mojada.
Y no lo siento.
Mi deseo
me llevó al exilio de todos los estímulos
que no emanan de tu cuerpo.
Y tu deseo
-con la paciencia apasionada de un orfebre-
me engarzó a tus miembros
oscuros y hermosísimos.
Apenas sé dónde queda mi boca, mis pies
dónde está mi cintura.
Tengo algo… (¿de satén y encaje negro?,
¿de coral?, ¿de aguamarina?)
enredado en mi cadera, y no me importa.
Dejo de oír las barcarolas encendidas de
ebrios pescadores
que cantan y acarician las gastadas redes
como lencería fina.
Sobreviene el estallido de las olas, de la boca,
las manos, el aliento
¡del cuerpo entero! …
Ninguno de ambos quiere arribar al día.
Tú, dentro de mí, te sientes inmortal y absoluto.
Yo contigo,
tu cuerpo, mío. Todo mío.
La cabellera en llamas. Con brasas en los pies y el pecho
abierto en la tormenta –torrente y remolino-
¡Soy!.
Sé que existo.
¡Soy la reina del mundo!
Norma Demaría
SOY UNA TRABAJADORA, LUCHO POR MI COMIDA
Otra vida
para quien perdió todo.
Otra vida
en este reino del capital,
ni respeto, ni ruidos, ni tres.
Otra vida,
una hebra de llanto,
un eslabón de nadas,
casi sin sangre,
anda por las cornisas
caminando,
luchando por su pan,
encuentra luceros congelados
pampa desierta ,hacia la muerte.
Un apellido
De la magna Grecia
náufrago en la niebla.
Anda,
va hacia el oleaje
hacia el llamado de un mar febril.
Anda
Con su pulso,
su compás,
sus ruidos,
su brújula,
busca,
encuentra desiertos de cobalto
Anda
con recuerdos
esculpidos de sal
y tormentas que asfixian su voz.
Anda,
con los pies mojados
y tanta nostalgia
clavada a su osamenta...
Anda, es una trabajadora,
lucha por su comida.
Rosalba Pelle
MUJER TRABAJADORA
Se levantó algo
inquieta esa mañana de marzo.
Con todo el día por
delante para agostar prejuicios
se detuvo en la fecha
del calendario, ocho de marzo.
Siempre le habían
gustado los números pares, porque
no sabía qué hacer con
el resto de lo que no cuadraba.
Se entretenía, en el
desayuno, jugando con las fechas,
ya que eso del tiempo
le provocaba alguna dificultad.
Esa mañana el ocho de
marzo no la invitó a jugar,
sabía que el ocho era
el número atómico del oxígeno
y que los octágonos tenían veinte diagonales,
datos suficientes para
disparar su cuantiosa imaginación
que siempre la
perseguía y que a veces nublaba la realidad.
Hoy carecía de
clarividencia. No desesperó, mientras oía la radio,
acometió la tarea
diaria de acicalar su cuerpo;
era una mujer y su
atractivo le compensaba de no sabía qué.
Oyó la noticia y
comprendió: ocho de marzo, día de la mujer trabajadora.
Algo de impiedad existe
en la celebración de la muerte
y aunque no era
religiosa creía en el símbolo
y pensó que quizás Eva
tenía algo que ver,
el dolor se había
instalado en el mundo de manos de la mujer
y salir de esos
confines provocaba más de un aprieto.
La venganza fue atroz,
convertida en madre
y recluida entre cuatro
paredes pasaban los siglos.
Ellas algo ponían de su
parte, amantes de las compensaciones
un hombre y un hijo
saciaban sus impulsos recónditos.
Mas el destino no
siempre fue cruel, había habido mujeres
que se pusieron el
mundo por montera y con argucias diversas
derribaron paredes e
injusticias para hacer de la humanidad su casa.
Se sobrecogió con estas
reflexiones, si había sido posible para una,
era posible para todas
y ella, que abandono de pequeña la idea de ser tonta,
estaba convencida de
que con trabajo se muelen piedras.
No lo dudó, una última
mirada en el espejo
y se dirigió al
trabajo. Esa era su manera de festejar.
Pilar Rojas
UNA MUJER INOLVIDABLE
No está tu testimonio
en las crónicas de la memoria.
Tu pie no dejó una huella
imborrable
en la arena del tiempo,
que en su clepsidra bate
los días con sus noches.
Efímera, tu cabellera de esbelta
joven,
diluye su mineral grafito
en los átomos ignaros que viajan
en el polvo o en el polen.
Inmersa está tu vida
en los procesos infinitos de la
noche.
La tinta de tus células,
el betún de tus pupilas
encendidas
todavía corre buscando
entre las letras una salida.
Y tu voz y tu risa,
y tu mano cediendo
ante el simple milagro de la
vida.
Ruy Henríquez
SI HABLAR ES LA MUERTE, NO ES
HABLAR
Frente a frente las cucharas batían combinaciones imposibles,
las bocas se abrían, la
camarera caminaba,
los bebes dormían, un murmullo
a la nada
y una pareja creyendo que hoy
en su amor anidaba la vida.
Las palabras rebotaban en los muros,
Las palabras rebotaban en los muros,
la cuenta era dejada con desdén
sobre la mesa
y el perdón justificaba otro
próximo encuentro con el odio.
Cientos de rayos emanando energía
Cientos de rayos emanando energía
y ninguno era capaz de
interrumpir ese discurrir frente al espejo,
lucha de las palabras por no
escapar de Dios
mientras el reloj avanzaba
victorioso hacia las 12 en punto.
Los zapatitos, la carroza y la corona desaparecían,
Los zapatitos, la carroza y la corona desaparecían,
y las manos frescas de pintura,
y su cabello en torno de su
rostro lo entregaba todo al viento,
su primera palabra quitándole
el tiempo al tiempo,
mientras amábamos y comíamos.
Dame fechas, nombres, dame el espacio,
Dame fechas, nombres, dame el espacio,
el veneno de la noche
serpenteando por la colina solitaria,
mi sonrisa es porque espero,
dame tu alma que la mía no me basta,
me la pegaré al cuerpo, diré
que es mía,
que nunca me pediste un verso
y volaré como una loca
alucinada en la sombra gris de tu espesura.
Me toco el pecho por creer que alguna sensación abriga y lo creo,
Me toco el pecho por creer que alguna sensación abriga y lo creo,
y creo que hace frío bajo la
tierra
o que la muerte solo es un
corazón dejando de latir.
Cuanto creer en la maza del juez que yerra en su testimonio,
Cuanto creer en la maza del juez que yerra en su testimonio,
cuanto creer en la sirena que
desvela la cárcel
en que un preso ha invertido su
historia antigua de quebrantos,
cuánta soledad entre sus muros
de piel.
No son las ruinas las que guardan mi resurrección,
No son las ruinas las que guardan mi resurrección,
es el habla del mañana, una
mujer hecha de tu voz.
Susana Lorente
CONVENCIONES ÚTILES
Cual ave que surca el
alba,
abro mi espíritu para
dejarme invadir
por el aire purificador
de los ensueños.
Escapo del
remordimiento visceral
de mis días y noches,
inagotables años de
putrefacción.
Divinidad perdida,
sutiles presencias
me invitan a escapar
y sumarme a su basta
misión.
Amantes de un nuevo
destino,
los cuerpos danzan,
ávidos de alegría.
El ritmo palpitante
muda mis formas redondeadas,
cruel recuerdo de la
ingravidez del tiempo.
Nazco en su estilizada
mirada,
me traduzco en otras
lenguas
inicio el viaje, mi
propia biografía.
Helena Trujillo
POEMA DE MIGUEL OSCAR MENASSA QUE FUE RECITADO POR AMELIA DÍEZ
SOMOS EL FRUTO MADURO DE UNA ESTACIÓN LEJANA
En plena noche
Ella sigue siendo mi luz
y descansar me parece
absurdo en su presencia.
Ella produce luz cuando vibra su cuerpo
cuando su cuerpo tiembla de volcanes perdidos
de volcanes abiertos cual pestilente herida
escupiendo y llorando
calientes tempestades de silencio.
Abro los ojos para verla temblar
y Ella me enceguece con su luz.
Cuando su cuerpo recorre
los escándalos de la noche
cuando su cuerpo se detiene
violín interminable
en infinitas notas imposibles
como una música
loca de silencio
la luz
infinita luz
se enceguece a sí misma.
Al compás
de los últimos movimientos de su cuerpo
todo es gris.
Como cuando la lluvia
te parte el corazón
como cuando en invierno
las heladas razones del odio
en tu cuerpo
hacen fracasar todo temblor
todo sueño.
Y el gris es
más que la soledad
más que el silencio
como cuando las piedras
se defienden de las piedras
como cuando la noche estalla
de oscuridad y sombras. La poesía y yo Miguel Oscar Menassa
18
Reina la noche
y Ella, todavía,
es Poesía.
Animal de luz.
Bestia del tiempo
baila para mí
última danza.
Se contornea y salta entre la muerte y la locura
sin brusquedad como danzando entre corales como danzando entre nubes
ardientes de plenitud.
Su cuerpo es el amor
es el amor que nos lleva más lejos que la muerte amor de amores más
imposible, aún, que la locura.
Amor no sabe nada de la vida
es una carne abierta
a las palabras más pequeñas.
Amor no reina sobre nada
danza sin esperar respuesta
como si la vida fuera su compás.
Furtiva
entre la espesa niebla
donde se pudre el tiempo
envuelta en mis palabras
crucificada por el amor
sonríe
abierta como nube
partida por el sol.
Yo era el inefable
hombre de las cavernas
buitre feroz sin patria
caía
con toda mi destreza
sobre tu pequeño tiempo
muerto entre la niebla
y me lo comía
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