lunes, 13 de mayo de 2013

GRUPO DE POESIA DE LOS SÁBADOS 11-05-2013



GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 112, 11-05-2013
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa


LA NOCHE ESTRELLADA

El mar
es un poco más
que  agua azul
que encanta
que fascina.

Flotar
buscando al ángel que me alcance.

Llegan
los Abaddones del abismo
en el verso
exorcismo  silente
piel ausente
sordera perenne.
Busco
un pedazo de arco iris
en la noche estrellada
intento nadar…
estrello contra la noche.


Rosalba Pelle



NOCHE ESTRELLADA

El hombre, ¡Qué maravilla, qué misterio!, ese ser que nombró las estrellas,
¡Ochenta y ocho constelaciones!, algunos de sus astros también tienen nombres.
Y tan lejos parecía ese disco redondo que los enamorados llaman luna.
Y sin embargo, él, lo alcanzó con su deseo. El hombre ¡Qué maravilla! ¡Qué misterio!
El mismo hombre que esta noche, tumbado sobre el césped,
mira titilar los pequeños remiendos en el manto del cielo,
cuya lechosa luz inunda aquel prado, ¡cuántos misterios
encierran para él esos diamantes salpicando el abismo de la noche!
No sabe sus nombres, el primer lucero que mancilló la pureza negra,
y parecía poder alcanzarse estirando los dedos de la mano,
él ignora que se llama Venus, el tercer astro más brillante del firmamento conocido.
Pero eso no le impide gozar, deleitarse, mirando las estrellas.
Le señalan su extrema pequeñez frente a la infinitud del universo,
le muestran que lo que sus sentidos alcanzan resulta casi siempre inalcanzable.
Él no sabe, no sabe, pero goza escrutando la inmensidad
¡Qué misterio, qué maravilla el hombre! ese ser que nombra las estrellas.
¡Qué inexistente noche si él no la mirara!

Alejandra Menassa



La noche estrellada

Dejo la maleta en el desván
y bajo a tomar
un zumo de naranjas con los niños,
que ya crecieron
y vienen ambos con compañía.

La casa es grande, no hará falta
que nos encontremos
podremos llamarnos por teléfono
cada vez que sintamos un poco de nostalgia.

El día pasó sin darnos cuenta.

Cuando se fueron
la casa quedó vacía
y yo cerré los ojos
y escribí

como si hubiese vuelto de un largo viaje
y tú no te hubieses ido.

O como si fueses un amigo querido
al que no veo hace mucho tiempo
y en quien confío.

El silencio persiste a pesar de los golpes de reloj.
Mañana saldrá el sol y los gorriones cantarán su melodía.

Suena el teléfono pero ya no hay nadie
que pueda atenderlo.

Atrás la pesadumbre y el miedo,
el inquietante deseo
y la mano que limpia la cabeza
y no la ves más.

No estás, nunca estuviste,
fuiste un sueño de mujer,
una promesa.

Parto de nuevo.

Ésta vez
dejo en tus habitaciones
el silencio.

La noche me pertenece
cuando mis manos
se deslizan por la página
y yo desaparezco.

Cruz González Cardeñosa


NOCHE ESTRELLADA

I

No tengo de escribir ni ganas
solamente obligación.
No sirve para cambiar el mundo
ni para cambiarme a mí. Por eso
no escribo poesía.
El ritmo,
la música no viene. No escucho
brotar la alegría en lo escrito
y estoy cansado de saber porqué.

Noche estrellada, déjame en paz.
No quiero ni morir.

II

Le chupé todas las piernas
una noche estrellada.
Ella me dijo que siguiera.
Le chupé toda la cara
una noche
de estrellas y tormentas.
Ella me dijo que parara.

Le di un beso entre las nalgas
una noche de estrellas separadas.
Ella me dijo que no le gustaba.

Era una noche de estrellas normales
ella me dijo que se la clavara y yo
se la metí como si nada.


Kepa Ríos Alday


NOCHE ESTRELLADA

                              

                                                          « Un plain-chant monte à gorge pleine
                                               Est-ce vers l’étoile Hölderlin
                                              Est-ce vers l’étoile Verlaine”
                                                                  Louis ARAGON
                                                              “Un canto llano sube a plena voz
                                                               ¿Será la estrella Hölderlin?
                                                              ¿Será la estrella Verlaine?”
                                                                   
         Cuando al anochecer el coche empezó a hacer ruidos raros, me paré en la primera gasolinera y le llamé a mi marido.
           “Mira…” me dijo “¡No te preocupes! Estás muy cerca del pueblo donde vive mi amigo José. Vete hasta su casa. Es muy buena gente; no tendrá ningún inconveniente. Ahí podéis pasar la noche y mañana por la tarde, os voy a buscar.”
José era un hombre solitario y muy callado. Sólo me había encontrado con él en dos ocasiones y a pesar de que fuese mucho más joven que yo me impresionaba por sus prolongados silencios.
Nos acogió amablemente, preparó una buena cena, me ayudó a acostar a los niños contándoles cuentos y cuando todo estuvo en calma me dijo: “¡Ven! Vamos a ver a las estrellas…”
Me llevó de la mano hasta la pradera, bajo el cielo estrellado y me dijo: “ Mira bien… Cada estrella es un poema” y después de un silencio empezó a recitar con voz grave un viejo poema de la infancia del cual cada verso tocaba mis fibras: el verso depurado, su voz, la oscuridad, los olores de la noche. Todo en mí se estremecía como se estremecían las estrellas. La belleza del silencio que siguió el último verso resuena aun en mí…Tan intensa era la noche, tan cercanos estábamos que ninguno de los dos sentía la necesidad de hablar. Sólo el vuelo de un pájaro nocturno, el viento suave en las ramas... Después, mucho después, enseñó lentamente con su mano a otra lejana estrella y con la misma voz grave y melodiosa empezó a recitar .
Me dejé llevar. La voz tomaba el ritmo de la noche, el ritmo de los movimientos de mi cuerpo si hubiese podido moverse. Era un poema de Verlaine muy dulce cuyos versos quedan grabados en mi corazón:
“ Hay una música por la cual daría
Todo Rossini, todo Mozart y todo Weber,
Una música muy antigua, lánguida y fúnebre,
Que para mí solo, tiene secretos encantos”
No sé si al final del poema me tomó en sus brazos, si sus labios besaron mis labios, si enlazamos nuestros cuerpos en los olores de la noche…Sé que durante horas, recostados en la hierba, mi cabeza reposando sobre su brazo, miramos a las estrellas compañeras… A veces, uno de los dos rompía con su voz el silencio y el poema subía lentamente, cálido hacia las estrellas, hasta que la última se apague en el pálido cielo.
Cuando llegó mi marido el día siguiente, los tres niños estaban jugando en el patio, yo preparando una tarta y José en la huerta.
Al despedirnos unas horas más tarde, José rozó mis labios con un beso suave y  susurró muy bajo: “ Gracias por haber venido…”. Ya en el coche me dijo mi marido: “¿Has visto? José te besó en la boca…”. “¡A sí viste!”. Y después de un silencio: “ ¡Habrá tenido cada fantasía conmigo esta noche!”. Mi marido me miró de reojo y exclamó: “¡Siempre tan solitario este José!”. “¡Qué chico! ¡Qué chico!”… Y soltamos todos una carcajada cuando el más pequeño de los niños, que estaba entonces, aprendiendo a hablar, repitió en eco, imitando a su padre: “¡Qué chico! ¡Qué chico!”
Fue una risa franca y abierta, de las que te limpian el corazón…

Claire Deloupy Marchand.





LA NOCHE ESTRELLADA


¿Si las estrellas se encienden,
quiere decir que a alguien le hace falta
quiere decir que alguien quiere que existan
quiere decir que alguien escupe esas perlas?
Vladimir Mayacovski

Quiza tenga que dar la inversa,
¿quiza haya inversos?

Pero el periplo desde donde salgo
es la aventura que no toma
como trampolin al cuerpo
Estandarte
que cada uno lleva desigual
o otros que no llevan
o llevan en su lugar,
apóstoles de los hombros.

Gusta ver la noche y su eternidad
el movimiento
saca mi temblor de entre las palabras
y con el nudo de los ecos,
se tornarán avalanchas en desacuerdo.

Voy hacia ti porque realizo.
Voy hacia otro y me engaño.

El cofre se ajusta al tiempo
cada engranaje suelta las trincheras
y se decide a vivir en libertad.

El caminar es estrella,
la noche estrellada
pasos, huellas musicales.


Clémence Loonis


LA NOCHE ESTRELLADA 
Una cosa es cantar a la sangre que circula
y otra muy distinta cantar a la sangre derramada.

La voluptuosidad invita a un tumulto sin fin
y aplacada se retuerce sombría sobre la curva
de unos labios cerrados por terrores antiguos,
que se debaten ante el choque de una presencia.

¿Acaso crees provenir de tus propios sueños?
¿Acaso crees que amas como las plantas siguen su ciclo?
Cuando desciendes  a los abismos hay progenitores
Cuando tus primeros pasos  siempre hay otras manos

Oh, ceguera que lates sin florecer y sin marchitarse,
devuélveme la vista, quiero conocer el borde de mi contorno
y la dimensión de mi fluir, más allá de mis antepasados.

Cuánto amor removió tu cauce, cuánto odio rodeó tu noche.
¿Quién no tuvo miedo cuando se levantó el telón de las despedidas?
Cuando las máscaras caen siempre hay algo que ver,
comienza el espectáculo y la metamorfosis de lo impasible
dibuja sus límites y ninguna cosa es ella misma.

Cuando la noche estrellada habita en mí, cuando camino
sabiendo donde mis pasos no me llevarán, río y lloro,
al unísono, de manera indescriptible. 

Amelia Díez Cuesta. 


LA NOCHE ESTRELLADA

Dibujo un encuentro apasionado
llamarada equinoccial y ventrílocua
Despertando el inmenso mar nocturno
De una hambrienta noche de soles y lejanas estrellas
Mudos espectadores del vivir humano
Pulso y latido del poema transfigurado
Bajo el calibre impetuoso del imposible horizonte de nieve
Cuando miro a las estrellas desde el telescópico vibrar
De mi alma
Baila la Cruz del Sur como una brújula de párpados
Y caen los abanicos y calendarios
Bajo el fragor de la fina arquitectura de tus labios.


Paola Duchên


LA NOCHE ESTRELLADA


El cielo tiene miedo de la noche,
de ese silencio lleno de murmullos
cuando los ojos se llenan de recuerdos
y una invasión de ópalos se cuelga en la mirada.

Levanto la cabeza y veo un nido de luciérnagas
rodando por el cielo,
cruzando todos los signos zodiacales,
mientras un aerolito cae sin mirar a nadie
de la elipse cerrada de los astros
y se ve abrir en el cielo un bosque de hadas extasiadas
que me prometen el cumplimiento de un milagro inalcanzable.

Un vuelo se agranda en la herida de su estela
y se ahoga un grito que solo cicatriza en el espacio.

Mi mirada se vuelve delirante en un aire de verano y primaveras
donde danzan las luminarias sin moverse
porque tienen la luz dentro del cuerpo
y aprendieron la lección del telescopio que creyó mirar y era mirado.

Con un llanto de luna oigo el ladrido de un perro
que da la vuelta al mundo
y un nocturno durmiendo en un concierto único
reposa sobre el piano que ensaya muertes tenues
junto al sonido del mar que prepara algún naufragio
mientras doblan las campanas de los astros muertos
y el azul del universo se salpica de luz,
aquella que desbordan los planetas
dominando un insomnio interminable
e invade todos los rincones
cuando es hora de dormir en todas partes.

El tiempo de los siglos se insinúa terriblemente envejecido,
cansado de soñar en esa espera
que salte una ilusión y llegue al cielo
sentada en una lágrima.



Norma Menassa


LA NOCHE ESTRELLADA
En el clamor de la noche,
las voces pierden sus acostumbrados sentidos,
los cuerpos se transforman en titubeantes sombras
proyectando sus desvelos en las aciagas paredes.
Escapando de uno mismo, vuelo en oníricas miradas
atravesando la profundidad de las pupilas
de habitantes que se nutren de la oscuridad.
En ese abismo, permanezco obnubilada
y  mi cuerpo muta, irradiando
la atómica mujer que invadirá el universo.
Noche pintada de estrellas,
nace este desvío necesario,
y veo el rostro de mi destino.

Helena Trujillo


LA NOCHE ESTRELLADA

Habíamos desarrollado múltiples habilidades,
espejismos relativos a la pericia de nuestras manos
recorriendo tu piel, mis recodos imposibles.

Preferíamos esos instantes en que la luz no estorba
y el cielo se transforma en una multitud
de pequeños ojos blancos, que nos vigila.

Sin tropiezos, tu mirada y la mía se trenzaban
hacia arriba, en una danza milenaria que desvelaba
pasiones inscritas en los comienzos de la vida.

Así, desperezábamos el alma y nos lanzábamos
a la aventura de explorar mundos imaginarios,
vidas paralelas, con el regusto de volver a empezar.

El tiempo no era obstáculo, ni la pereza del retorno,
ni los límites de altura o dimensión. Nada impedía
nuestro amor, cuando la noche estrellada, surgía.

Carmen Salamanca




LA NOCHE ESTRELLADA.

Entrego mi piel en una mañana abierta
a  la orilla del deseo,
donde el amanecer despierta
derramándose con el viento que llega del Sur.

Un olvido se teje enhebrando
noches estrelladas
con la distancia de tus manos
amando el necio juego de la muerte.

Me desnudo en palabras invisibles.
El fuego azul
se despliega en voluptuosos 
mares de cuerpos que se abren a la tierra
en el costado de los eternos amantes.

Y con la lentitud de las cataratas
contemplo el murmurar de tus besos clandestinos.
Giro hasta  devorar el aliento de tu pasión
y me tiendo en la madrugada
devorando las sílabas de tu aliento.


Soledad Caballero



LA NOCHE ESTRELLADA


Los vacíos no pueden entregarse,
a veces cruzan islas del alma
en veloces barcas con tripulantes de nubes.

La pasión nocturna me despierta,
muerde riberas que la ciñen
sin jacintos que las ronden.

Detrás del bálsamo carnal,
aspiro noches estrelladas,
cósmicos climas
y algo de eternidad
me invade.

Como los contornos de la mujer
y el halo de emanaciones de la especie
que fluyen al concentrado
olor de cortezas
y pieles protectoras.

Quise evolucionar
para que mi espíritu
fuera solamente
atmósfera tuya.

Deshabitarme
de figuras aéreas amadas:
astros continuos o migratorios
que palpitan
en repentinos enlaces,
luces en las sienes del mundo.




Jaime Kozak



NOCHE ESTRELLADA.

Esa estrella que apenas late, antes era una vida.
Su perfil de agónico presente, tiene forma,
es un círculo de esmeraldas acompañado
del sonido  de su último adiós.

Con el amor que todavía late en su seno
no quiere que tras su muerte se extingan
sus recuerdos.
Llora y su llanto como estalactitas
se licúan,  no dejando resto de color
en su origen.

Cuando la noche es estrellada,
se puede sentir ese brote de ánforas
con sus núcleos parpadeantes
contemplando las agonías del mundo,
de una tierra que no logra alcanzar su espíritu
y sin embargo…..

Era una vida, si,
esa estrella tuvo sus amores
pero de extraños sentimientos.
confundió el invierno
con los dulces frutos del mar

Ahora, en su distancia intocable,
en su arrogancia perpetua,
es un camino sin retorno, sin vida.

Lúgubre noche cuando desaparezca tu luz
y sobre tu silencio, un frio aliento invadirá
tu espacio, sin saber quien te habitó, estrella.

Ahora, congelada, como hombres que se apagan
como estrellas, cuya existencia vana no permitirá
ninguna descendencia,
solo el decadente vacío que invade la tristeza.

Solo, vencido, sin rostro, disolviéndose en la palabra
que reinó mientras vivía, nunca.

Miguel Martínez Fondón.



NOCHE ESTRELLADA
Esperaba las noches de luna nueva con fruición
repitiendo obsesivamente el gesto de abrir la ventana
y sentarse en el alfeizar, al borde del abismo.
Sobre la mesa un ajado mapa de las constelaciones:
Casiopea, Orión, Osa Menor, Hércules,
una combinación impecable.
Amaba el firmamento más allá de lo estático,
sin afán de mortalidad, nacían y morían estrellas
en ese vasto horizonte que ampliaba su mundo.
Sus ilusiones, esqueletos de saurios,
se amontonaban en las esquinas de su casa
donde los cocodrilos abrían sus fauces
para tragarse la dignidad
que cada cinco minutos le arrebataban.
Él, obstinado, se subía al carro de la Osa Mayor
para viajar la noche estrellada
buscando un lugar con decoro
donde reposar, tranquilo, su vida.

Pilar Rojas



1 comentario:

  1. UNa noche sin luna, noche de saber y sueño, noche plena de sabiduría es solo la noche de la sola soledad que embarga un alma...

    Maravilloso todo lo que se expresa...en tan hernosos parajes del pensamiento del grupo, que elabora la poesía.

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