domingo, 5 de mayo de 2013

GRUPO DE POESIA DE LOS SÁBADOS 04-05-2013



GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA 
(Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 111, 04-05-2013
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa







MI SEXO Y YO

La vida me entraba por los ojos,
recovecos en pieles ajenas.

Enlazado a su cintura distante
me envolvían redes,
musculosos nudos,
piernas en arquitecturas
de ramales brazos
y rostros 
cubiertos de cabellos
de mujer en el viento.

Desde la comba de sus vientres
a orillas de amores secretos,
en altas claraboyas
buscaba equilibrios
para sumergirme en afluentes
de anatómicas conjugaciones,
instantes que me acompañan
aún después del olvido.

Cada mirada
tiene un nombre
que comienza
con una vocal amable.

Verbo persuasivo 
que habita cálidas vestiduras,
llena el aire de perfumes,
movimientos
como silencios apasionados,
volando bajo,
cerca de mi cuerpo.


Jaime Kozak

MI SEXO Y YO

La poesía llama a
la puerta de mis
sueños.
Tiene
un mensaje
para mí.

Voz inaudible
que hago
canción,
poema o
cuadro.

En el baile
me pasa otra cosa:
es fruto del amor
contra todo;
hacia
nosotros.

Dicen que el interior
de afuera,
es social.
A mí me parece
mío.

Si pienso
con el dinero
que tengo en
el bolsillo,
no llegaré
muy lejos.
Así que
pensaré con
todo mi dinero.
Con todas mis producciones.
¿Y si abolimos la
matemática?
Es más caro
que el ideal
del mundo.
La mejor publicidad
es el après coup
si la suma de la palabra
se dispone
por pura diversión.
Una combinación
impresa en la ruptura
de las tuercas,
un giro inoportuno
en la máquina viviente,
¿No has probado a escribir
mientras ves la tele?

Es un ejercicio divino
el de los pensamientos
que surgen a raíz del drama.
Son vencidos por el poder
del viento
que pasa
y no deja huella.
El viento que
si atrapas
nunca olvidarás.

Rescátalo, ánimo, anímate.
No deja huella indeleble.
La palabra te transforma
no de rumbo imprevisto,
incierto
nacimiento.
No de arquitectura,
variación
de narraciones airosas
que dan pistas
de su padecimiento.

Qué insolencia
la del pasado que cojea
en la culpa del pecado
impreso en los mortales.

El pecado
de la moral
la religión.

El error que no se puede
rectificar
para la ciencia.

Te excomulgan si eres
científico
y no corriges el error.

¿Sabes pegar fuerte?
Eso me dijeron.
Yo, escribo.

Como un caballo,
mi método
de hacer dinero
corre
buscando un después,
y ahora esto
que manejo
me maneja.

Mi sexo,
poderoso albañil
de la concordia,
radica,
levita
y estalla
en mil fragmentos
en mil constelaciones
de fragmentos.

Jugando
con la perfección.

Acompañadme,
quiero saber
a dónde van.

Escucho, nada más
y eso pelea
contra pelea
en lo que digo
(que me arresten
en esta libélula
llamada nunca
que murió
por nada).

Organización sindical
que mejor que vuelva.
Ahora yo soy tú,
¿quién es quién
en el juego del amor?

Campeón de mi corazón
soy el exceso de la fuerza
para la cabeza
revoloteante
de la protección.

Seguridad, vértigo
del mundo que la
esfera
resuelve en su fórmula
de aullidos.

Silbido que el viento
adelanta en sus manos.

La verdad, prefiero
la lucha.

Contra el pasado
mejor, la lejanía
del paraíso.
Hormigas silenciosas
laboriosamente espléndidas,
esplendorosas,
entre anaqueles
enamorados.

Un tiempo verbal inabarcable
un nuevo tiempo verbal
(número intemporal).

No quiero que me despedacen
Y fuimos calmando
el terror de la libertad
sobrecogiendo la caída
de las bocinas,
los cláxones enamorados
que multiplican los sentidos.

Verbos inacabados,
oxímoron de delicadeza,
neologismo infringiendo (por doquier)
cualquier ley.
Mentalismo inadvertido
soliloquiando
en armas ennegrecidas
por las apariencias de
las malversaciones.

Tenemos un problema
y me ocupa.
Un trato pelea contra
las virtudes
que trabajan.

¡Golondrina inquieta
que ennegreces
la distancia
con la disonancia
del abismo!

El alma
planetaria
es sorprendida
mintiendo.
El pecado original
golpea a la vida
golpea al horizonte
a galope
de nuestros ideales.

Entre cálidos perfumes
las imágenes
de la lágrima perdida.
Adelantar la lágrima
es el único porvenir.
Adelantarse
al porvenir,
la ruta de la
carrera.

Y si un ojo puede
más que el otro
no importa,
el mecanismo es
el mismo en
cualquier caso.
Un galope cibernético
que se traslada
al abrir y cerrar
de página.

A la página donde
escribo
cuando escribo.
También en una pintura,
un baile,
la vida.
Trato hecho
con el sello
de la fuerza
del ego.
Dando de más.
hasta que se abran los vientres
y haya sido el tiempo.

Virginia Valdominos


                                                                 

 
MI SEXO Y YO

Siguen buscando la primavera en la hojarasca del temblor,
buscan la novela prendida en la sombra de la melodía
como aquel botón negro en la solapa del ayer.
Se burlan del ramaje fluvial de los ancianos besos.

Juega con los tacones un tres por dos al desfile de los rengos
palma contra palma en la calle mayor si se trata de bailar,
así levitan mi sexo y yo, el orgullo de espaldas,
mirando de frente
el balcón de los ruiseñores donde brotan geranios de ¡gracias!.

Expertos en el combate permanente del amor, mi sexo y yo,
sueñan en camas mutiladas,
saltan barandales del primor y comprando flores salvajes de color limón
buscan el cuerpo del milagro a su medida,
guitarra que abraza el gitano como la lumbre mintiendo a la luna.

Mi sexo y yo siguen estudiando: tauromaquia, musicología y danza clásica
Porque nunca se sabe si van o vuelven
los tiempos del renacimiento y la alta aristocracia o
la jota de mi pueblo en el casino donde recuerdan nuestro viento de banderas.

Carlos Fernández

                                                       

MI SEXO Y YO

Desciendo por la vertical del vuelo
Por la amplia calle dividida,
Las extensas llanuras del poema
Palomas inolvidables como acordeones astrales
Pájaros saltimbanquis en el oscuro lienzo de la vida
Escarpado y gozoso tránsito
Mi sexo, mi hombre, mi mujer
Candelabro universal
De silencio submarino
Transversal y delicado
Como el tiempo oculto de las flores endecasílabas
Tejiendo y destejiendo amapolas libres
En la cabalgadura del tiempo
En el borde equinoccial de un prematuro corazón
De  niebla
Pergamino ataviado de brocados y desnudos labios
Hay paisajes y belleza en ti por descubrir.



Paola Duchên


MI SEXO Y YO
Arrodillada, frente a enigmáticos pigmentos,
moja la lluvia el ave de ligera vestidura
que corona el árbol donde nace el hombre.
Cruje la madera sobre el vértigo,
sopla la boca de fuego en la oquedad
perfumada de cabellos
rodando en desenfreno libador.
Ondas de candentes perfiles  
incendian la membrana del légamo
destilando ámbares de papel.
Frágil percusión, la voz eriza con su manto
la carne hambrienta de espera.
Láctea degustación, acaricia la sangre
la arena de vidrio de tus nalgas.
Fibras pulsando al alba soledades,
impregnan el corazón que vuela al despertar,
marea de sueños, cabalga, espuma azabache
en el hondo clamor del tiempo.

Helena Trujillo

                                                                 



MI SEXO Y YO

Llena de esperanza el camino se hace abrupto
las flores más hermosas, tenues
el vuelo espléndido sobre el mundo, bajo
mas no en la tierra.

Llena de esperanza la fantasía es una bella mujer inexistente, completa,
pequeña abeja de primavera que muere defendiéndose
por lo que nunca fue, por lo que nunca conseguirá,
cuchillos y horror de quietud y silencio,
poderoso artilugio desvencijado que se desliza como almeja muerta
sobre los colores de una bandera sombría de tanta libertad,
la que nos fue ofrecida por el siglo para acallar nuestras bocas.

Desde aquí me proclamo lo que nunca podré completamente,
desde aquí, fresca cueva de atardecer en que yace el alma de los dioses,
de los versos y el color, sobre ecuaciones y fórmulas
que brindan mis sueños a la fiel luz del sol en cada palabra,
mi sexo es vuestro canto que se hace carne en mí,
todas las miradas,
y mi yo, un desahuciado ahora por mi voz.

Susana Lorente

                                                       
                                                                              

                             

EL SEXO Y YO

De niña, su presencia apenas intuida
ya  marcaba mis pasos, reflejando
el eco de un futuro en femenino.

Fantasmas y huecos a medio hacer
atrajeron mi atención, llenaron
de verde mi mirada huidiza.

Después, algo inexplicable intervino
y la vida se llenó de curvas,
subidas y bajadas que no entendía.

Un día, él tocó una tecla oculta
que me hizo volar más allá de lo conocido,
hacia el cielo, y conocí el rostro de dios.

Nada volvió a ser igual, mi cuerpo
resurgía cada vez y su mirada
era el límite de toda verdad.

Desde entonces, mi piel reclama
sus argucias, ese estremecimiento
simultáneo entre el sexo y yo.


Carmen Salamanca

                                                                          


MI SEXO Y YO

Me gusta, este dintel de espina
con el que juegas a saber
y que te cae
como las burbujas que envuelven su propio maleficio
como la sencilla caída
que tiene forma de alma
y se inmiscuye en los secretos de las palabras.

Es fabuloso, cuando lo ves, ir y venir
sin sentido precoz
la cabeza remueve su dicha :

Ha nacido en la palabra

Amamos las esferas
y más allá también amamos

Mi sexo y yo, no vamos a ninguna parte
porque estamos hechos de tantas partes
que nos perderíamos.

Hemos acordado
y eso en total intimidad,
que no buscaríamos
frente a la serenidad
ninguna palabra que
sepa voltearse en los sentidos.

Hemos firmado,
en mi cuerpo
una señal que tema enderezarse
sobre la oblicua conciencia.

Pero esta la sorpresa,
la que distancia
la sangre de mi sexo.

Nos están mirando, desde la orilla
con el pulpo respirando desde un rebote
donde se hinchan los levantamientos

Pierdo lo perdido
así destella la diferencia.

quítalo es inofensivo,
aunque abuse de mi

quien quiere que salte
para nunca encontrar
quien quiere que seamos varios

por lo menos nosotros dos
y no aseguro la ausencia de ventrílocuos

no soy como ese pájaro que quiere aprender a volar
y construye cerrando puertas
inmovilizando un latido sobre cinco.

Nosotros, mi sexo y yo,

Tanto tiempo en mi
hablando sin cesar
se revuelca con los movimientos
de los astros y de los menos astros
de los que cerca tantean su nostalgia.

La semana pasada se escapo unas horas
para ver como se contemplan
las cuentas de los bancos
¿Desde que reflejo cóncavo
miramos apagarse el destello ?

¿Y la medida de la voz
es un vuelo ?

A mi me da igual, que vuelva a irse

A solas, soy infiel,
pero no como podrían cascarse,
en la multitud,
en los escarabajos.
Son asuntos que requieren de varias ideas esenciales.
varios pilares
que no tendrán derecho a tocar el cielo.

No se toca.
El pan se zambulle en la vida
y mi sexo distingue el puñado del pasado,
la mano, asfaltando, sobre ella, un perfume
que repartirá asombrada los peligros.

Antaño convivía sobre una piel
que desvalijaba los fuelles del tiempo.

Ahora sobre el terrible tobogán
vamos manoseando las horas
y el año nuevo puede estar a la vuelta de la esquina

Hemos aprendido a desayunar
a lamer los desechos que descuartizan
a ver sobre el tejado
que nadie nada alcance 
que no quede trasmutada la voz que me deslumbra

¿Pero quien en mi está a su favor?
He hablado con la física, la química, la astronomía.
Les gusta mucho volar
pero de las nubes no cuentan nada
si las sacudo, ¿llorarán ?
si pliego sus manos
¿terminarán con los disturbios de los cuentos ?

Hay un bosque que arde
y las iglesias saludan la luz.
El dolor es próximo
a veces, no puede rebotar,
a veces es una mirada que cae en mis brazos.

Así que con el mar cercando mi cuelo
me dejo abrazar por sus voces.

Hay un canto sobre los cantos
una balada sin dificultad
que aprende la rutina del corazón
ese, es mi sexo, desplomando su lugar.

Clémence Loonis

                                                                                 


EL SEXO Y YO

Mi sexo mi mujer,
huellas de besos, de huidas, de palabras muertas,
de palabras desechas, diluidas, como la luz muriendo en el ocaso.

No te conozco del todo
pero supe que el cielo está cuajado de silenciosos huecos
y brisas invisibles como viento de hojas,
rondan el mundo sin memoria
y siempre hay un amor dormido frente a una juventud inacabada.


Descansan tibios rescoldos de fuegos intactos que no olvidan
mientras la mano deja de buscar para atenerse a un orden,
porque no encuentra objeto más que un centro viviente,
un nombre suspendido sobre un labio,
un latir de estrellas y un susurro
bordes que son encuentros mirando una señal equivocada.


Te comprendí y no he muerto en el silencio justo de un orgasmo,
en la lenta seda que se derrama en diminuto.
Lavaba mis pies en la fuente de sirenas porque no tenía intención de
definirme, centellando en un destierro enrojecido por momentos de pasión
donde gestos antiguos y soñados se desataban a falta de una historia.

En ese paraíso de inconciencia absolvía a mi amor y a mi inconstancia
de toda la avidez por ser de otra manera
y huía frente a la implacable luz
de los descubrimientos de ser un cuerpo inalcanzable,
insensible a la aprobación de alguna caridad que lo trastorne,
y así imantado de luz fosforescente golpeaba la roca
que duraba un instante y luego sucumbía en la extraña ceremonia
donde dos nómades pasajeros habitaban la deriva de los sexos,
en costas que se transformaban,
mientras mi cabellera se desplegaba para el lujo
del desconocido príncipe del paroxismo,
y todo olía a sal flotando en la blancura de un relámpago.

Mi sexo mi mujer,
todos los lazos tenían la tibieza del flagelo
donde una cosa no era igual a ninguna cosa
y cualquier acto se abría en una lengua de presagios,
mientras un nuevo astro vacío de futuro
pedía extinguirse en una jaula de demencia
que no pudo instalarse en ningún lado,
ni siquiera en mi lecho donde un juego nupcial decepcionado
se puso al lado de la muerte, sólo un poco,
en un desvanecimiento temporario,
que despertó ante el fracaso de un encuentro sin socorro
y la boca pidió un lugar extravagante donde el alma se aferre
como una mujer desnuda a la humedad del sexo
que trota al lado mío insaciable,
sin alcanzar jamás el corazón del sol ametrallado de espejismos.



Norma Menassa


                                                                          



"Mi Sexo y Yo"

Alguien muerde una flor de madrugada y dispara plenitudes ignotas,
despierta una guitarra que soñaba con dos cuerdas de más
para lograr la melodía escandalosa de mi sexo-pentagrama, en un atril.
La brisa, desde el borde de Manhattan, viene robándole suspiros a las lilas
para hacer una notación musical, que defina el acorde necesario
entre  estrella y estrella,  y el cuásar inmolado más acá del amor.

Entonces, cada miembro es un milagro. Cada poro, una mano,
mi cabello oloroso de sándalo y lavanda, y cada orificio de vida
se vuelve imprescindible
para alcanzar el arpegio anhelado en tanto verdor.

Pero no hay una boca capaz de cantar una nota  tan alta, en el viento del Sur.
Solamente un ardor en la carne, como un temblor de rosa naciendo en agonía,
el gemido de una rama, ferozmente agitada en la última tormenta ,
o la pequeña muerte de un durazno caído en todo su esplendor,
en la morada tarde de abril.

Y aún así, ninguno de ambos sabemos qué hacer con tanta armonía,
sólo repetir por un instante, esa pequeña muerte del durazno,
o de la estrella,  que en su curva de extinción alcanza
la magnitud del brillo.

Norma B. Demaría.

                                                                          


El sexo y yo

Él y yo
siempre acompañados,
siempre diferente.

Él no sabe y yo no sé.
Descubrimos en cada actividad
el tiempo de nuestra gloria.

A veces, duerme o yo trabajo.
A veces, es un sinsabor
producir acuerdos.

Para encontrarme con él
dejo atrás las ilusiones
y me entrego a las palabras
me dejo poseer.

Cruz González Cardeñosa

                                                                            



EL SEXO Y YO

Descansan los sueños bajo el enjambre que no cesa.
Mi voz se delata en mis palabras; denota y connota,
cierra y abre, acuerda y discrepa, huye de mí y vuelve,
y sin dejar rastro perece tras el telón del silencio.

¿Mi sexo es acaso un órgano genital o una forma cromosómica?

Últimas noticias dicen que mi erotismo es  erógeno,
que mis vacíos son bocas insaciables y bordes implacables.
Mientras mi mirada sólo ve lo que mi deseo impone,
mis ojos gozan de lo que no ven y mi boca de lo indecible.

Oh, vértigo superficial y etéreo, viento del asombro,
lejos de toda forma y de cualquier contenido,
palabra hacedora de marcas que vienen a mi encuentro.

Abandono esta certeza que me abarca y me embarca
en el silencio más conspicuo y en la palabra más insensata,
recorro sin ojos la lejanía abrupta de su propia ausencia,
y  pregunto por lo que me encadena a lo diferente,
y  me hace ser una entre otros, inconjugable,
efímera, cuando el sexo se abre como un sueño ajeno.

Sexo pluscuamperfecto, cuadrúpedo, sexo de todos mis días.

Amelia Díez Cuesta
 



MI SEXO Y YO
Hay días en los que la lujuria arrecia y las palabras
incendian  cualquier rescoldo escondido
 en lo más recóndito de mi ser.
Quiero contar estrellas me decías
y mi sexo clama por los espacios siderales
dibujando el mapa de las galaxias
donde no hay planeta que detenga nuestro vuelo.

A veces la bestia se invita a cenar
y cataratas de rubíes brotan de las paredes,
fantasmagórica composición de color
que aligera los contornos con una tosca bruma carmesí,
toda sangre latiendo desaforadamente.

Hay algo que se esconde ganando batallas a la noche
cuando mi sexo y yo paseamos los fríos adoquines de una calle cualquiera
y me pregunto qué será la belleza cuando rozo el borde mismo de mi deseo.

Pilar Rojas



MI SEXO Y YO -1-

Era un día tormentoso de verano. Se escuchaba a ratos el trueno estallar cada vez más cerca. Me daban pánico estos súbitos rugidos del cielo. Estábamos los dos en el pajar, ahí nos había sorprendido la lluvia. Nadie alrededor. Él, yo, la lluvia que crepitaba sobre las tejas y el ruido amenazador de la tormenta. Tenía el pelo muy negro, unos ojos chisposos que aquel día no paraban de reírse. Él estaba echado en el heno y desde la semioscuridad me llamaba con insistencia: “ ¡Ven! ¡Ven conmigo! ¡No tengas miedo!” A cuatro patas me acerqué deseosa de sentir su cercanía cálida y protectora. Lo que más recuerdo es su cara risueña, su alegría. Me acurruqué a su lado, feliz de encontrar cobijo a su vera. Primero no me di cuenta de nada, tranquilizada por su presencia no deseaba nada más. Pero empezó a decirme: “¡Mira! ¡Mira!” Y se reía más fuerte y sus ojos brillaban y me miraban como nunca me habían mirado.
Llegué a percibir que algo especial estaba pasando. Me incorporé un poco, mi curiosidad despertada por su insistencia y miré en la dirección que una de sus manos me indicaba. La otra agarraba con fuerza lo que me pareció primero un animalucho posado en su vientre, hasta dar me cuenta que era parte de su propio cuerpo lo que su mano, deslizándose, acariciaba con fuerza… ¡Me quedé estupefacta! Nunca había visto nada semejante.¡”Míralo que bonito!” dijo él sin dejar de reírse… Más que reírse parecía contentísimo como nunca le había visto. Me llevaba unos 5 años y era más bien, en nuestra vida cotidiana, serio y ensimismado. Yo, no me atrevía a moverme, fascinada por el espectáculo e intuyendo que estaba pasando algo especial. Él seguía deslizando su mano y empezó a susurrarme: “Tócalo… ¡Verás que majo! ¡Anda! Tócalo”… Acerqué lentamente mi pequeña mano, rocé el animalito tan curioso y me estremecí. Él también se estremeció… Entonces me rodeó lentamente con su brazo, cogió suavemente mi otra mano y con dulzura y firmeza la puso entre mis muslos… “¡Acariciate!” me dijo “¡Acariciate muy suave! Verás que gusto…Es como comer el caramelo más rico del mundo…”.
Ya no se escuchaba la tormenta pero sí, después de un ratito cálido e infinito, la voz ansiosa de mi madre, que repetía: “Pero dónde estáis, niños… ¿Dónde os habéis metido? ¿Qué hacéis? “ Y él  poniendo un dedo delante de su boca mientras brillaban sus ojos sonrientes contestó: “Vamos enseguida…¡Estaba lloviendo mucho! Estamos en el granero jugando con la paja…” Y su mano cálida seguía apretando la mía contra el cielo, recién descubierto y se reía de contento y me besó dulcemente en la boca…  


Claire Deloupy Marchand.



EL SEXO Y YO

¿En qué cintura cimbrea ya el aliento
de un hombre que reclama la tierra a su semilla?
Llegó la primavera, y todo reverdece:
los lirios de mi pecho, el nácar de mi sexo.

Se ha vertido el pudor de su vasija,
se han roto las espinas, cancelas que
separan humanos corazones.

Hay un río que palpita subterráneo,
y hace crecer las uvas del deseo,
y ya florece todo al ritmo de la vida.

Como virgen impura,  mi inocencia
manchada te sojuzga, voluptuosa.
Bailaré, Salomé entontecida por masculinos vahos,
 esta vez, no quiero tu cabeza,
sólo quiero cegarte con mi belleza impía,
 y arrebatarte tesoros y grandezas.

La lucha será a muerte, tendrás
que compartir conmigo tus blasones,
en la tela que tejo, diligente,
sólo caen los incautos a quien amo.

 El sexo nos distrae inútilmente,
de la parca que avanza hacia nosotros,
nos promete inmortales latifundios,
perennes marejadas de placeres.

Pero  ha de descender lo que ha ascendido.
Del alto fuego quedan sólo las malogradas ascuas.
Tu grandeza es efímera e insiste,
en retornar a inexcrutables pozos.

Y sin embargo, el gallo, cantará
nuevamente en la mañana,
Sonarán renovadas las trompetas,
Y  tendrá que amanecerse
la trasnochada sombra de tu sexo.

Volvemos a empezar,
guerreros de la noche coronados
de nardos y azucenas y laureles.
La lucha es ardua, le oponemos
a Ella, que ama las decapitaciones,
el sexo, la palabra.

Alejandra Menassa.


MI SEXO Y YO


No había llamado al que acudiera:
ni a las orquídeas en flor,
ni a la metáfora pluvial que lo nombraba.
Mi sexo, telúrico y bárbaro
con su nuez de ébano,
tocaba en solitario su campana.
Sentía un arrebol sanguíneo,
húmedo en su plenitud
de almendra amarga.
Cabía en su longitud
el ciego atisbo de los órganos.
Yo sentía, yo creía…
pero era él quien delataba
mi ignorancia.
Tenía un hambre de sirulo
y una pasión ciempiés
por trabar amistad
y cantar como un pájaro en la rama.
Mi sexo tenía aires de calandria
y quería sumergirse entre copos
de inéditas arcadias.
Quería el sol, hablar en voz alta
como hablan las nubes
o los árboles en la montaña.
Un sintagma inesperado
le dará la libertad.

Ruy Henríquez.

MI SEXO Y YO.

Hay un sexo de mí, que tiene tu nombre.
Arcángel de innumerables batallas,
esplendor en su agravio,
mancillo esa plenitud episcopal
sobre tu mundo de flores,
cuando los líquidos de la noche
resbalan sobre las hojas que cubren tu piel.

Más allá de  tu fortaleza, se halla mi exaltación.
Una caída sobre ti es suficiente
para sentir como se expande la vida
con sus gestos eternos de mujer abrazada
a los mares de mi deseo.

Entre tantas manera de morir,
tus brazos como corolas con sus estambres
son una invitación a una longeva tradición
porque en ti yace la agonía de la muerte
y con tu alegría eres capaz
de terminar con el dolor de vivir.

Mujer, brazo de cielo multicolor,
esquina donde encuentro esperanzas.
Sé que mi sexo eres tu, con tus máximas
contradicciones, imperceptibles de distinguir
en la vigilia y en el sueño.

Me quedo exhausto, coronado con tu deseo,
esperando que mi hombre bestia
resista tu verdor arborescente,
y sobre tus palabras,
como ardientes clavos
en  el altar donde libre de espinas,
mi conciencia se entrega
con desaforado  abandono,
a un destino que no podrán otros seres,
sino solo aquel que como hombre
decapite triunfalmente su sexo.

Miguel Martínez Fondón.





EL SEXO Y YO

Kilométricas torturas
y lamentos,
soportaron
dilatadas pupilas
creciendo  al cielo.
Olvido
desesperanza
devolvieron soledad
a mutilados dedos.

Días, meses, años
por  rieles invisibles
del desencuentro
hubo prioridad
a curar enfermos cuerpos
en la puerta de la muerte.
Cuesta quitarme
este cansancio
que ahorca
y enloquece.

Amo el mar de tus ojos
en el verso.

El deseo de esas caricias
no buscan la senda
no apresuro el tiempo
no corro a tus besos
y desandar el caudaloso hueco
hasta hundirnos en el lecho.

Deseo crepúsculos
testigos
del reverdecer
en las venas
los goces
de inmensa primavera…

Tantas protestas
 inútiles
si no atravieso la puerta
que selle
entre doradas filigranas
cual gemas exaltadas
la entrega total
de nuestros cuerpos.

Rosalba Pelle

 


1 comentario:

  1. inteligente temática para un poema, ya que cada uno ha existido en ella y parido letras con las venas de tinta internas
    me gusto lo leído
    Felicitaciones por lo expuesto y por el taller!!
    saludos desde argentina

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