lunes, 15 de abril de 2013

GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS. 13-04-2013




GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA 
(Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 108, 13-04-2013
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa



LIBÉLULA ILUMINADA

Entregada a paupérrimas libaciones,
acometo el entorno con  súbita rebeldía,
diatribas sin fe.

Después, arribo al sur de la conciencia
y vuelo, multicolor, hacia la luz.

Carmen Salamanca
LIBELULA ILUMINADA,
LA MUERTE
Los muertos ignoran el dolor de partir.
Han partido.
Han rastreado la tierra,
buscando sin encontrar
encontrando lo que no buscaban.
No miran, no hablan ni sonríen.
Están a la merced de lo que de ellos diremos.
Nada les afecta ya:
ni los altibajos de la bolsa
ni que llueva tanto en abril.
No son rencorosos
tampoco felices.
Nada les duele.
No cantan
ni temen
ni sueñan.
Ya han escrito
todas las líneas de su historia.
Claire Deloupy
                                           





UN DÍA EN NUEVA YORK O EL GUANTE DE LA LUNA

“Para ver que todo se ha ido
para ver los huecos y los vestidos,
!dame tu guante de luna,
tu otro guante perdido en la hierba
amor mío!

F.G.Lorca

En la gran manzana,
impasible
bajo el grito
del pulmón de elefante,
arrancando formas
que buscan el giro de la sierpe
en tu ausencia,
tu carne sin salida,
alcanzará con tocar
el pulso de nuestro amor
para que broten flores
sobre la tierra de mi ansia,
dibujando vertientes
de cielo en tu risa.

Estoy en Nueva York,
la ciudad de las 150 lenguas,
monumento al siglo de la expansión
y luces futuras.

La famosa estatua de la libertad,
clausurada.

Al lado, Superman,
con sonrisa congelada,
defensor del mundo
libre del mundo.

Y las nuevas torres gemelas,
recordando la estupidez del siglo,
muertes inútiles,
incineradas,
cayendo en alturas de cristal.
Estoy en la Avenida de la Américas,
recuerdo un paisaje seco en la rodilla.

Hasta el General José de San Martín,
está por aquí.

Ya  no duele la tristeza,
ni temo la muerte
en tabernas
al este de la ciudad.

Resucito en el vuelo de mariposas disecadas.

Camino por la pequeña Italia,
tengo en mis oídos las esperanzas
de aquel ingeniero,
muerto una tarde
construyendo
el puente de Brooklyn.

No duerme nadie
en los rascacielos
ni en el asfalto de marquesinas
y los marineros se asoman
a las barandillas, bajo la nieve.

¿Qué hacer entonces?

¿Ordenar paisajes,
amores que serán
imágenes virtuales?

Bocanadas de sangre
donde el Hudson
y el Atlántico
emborrachan éxitos,
oxidan antenas,
interminables madrugadas.

Mundos
de espejos y acero
en el corazón de las niñas
atravesando interminables
ferrocarriles
resistiendo días,
afilando navajas de neón.

Si no son los pájaros ciegos,
son gemidos de mitades olvidadas
brotando en savia nueva,
oscuridad inextinguible
en el verdadero dolor
manteniendo voraces astros
despertando células,
pequeñas quemaduras,
maravillas en los ojos
desbocando ásperas manadas,
en que todo rumor será piedra
y toda huella latido.

Jaime Kozak
Nueva York/marzo/2013
 
                                                               


LA LIBÉLULA ILUMINADA


Si de pronto no existes
deja tu alma a la libélula
porque estarás cerca del sol
ayudándole a guardar en los troncos del árbol
los fragmentos de la luna destrozada por el rayo,
y entrarás a robar en el jardín ajeno
una rama florida que arrojarás al agua
como talismán de guerra abandonado.

En la noche llegarás hasta el tembloroso firmamento
a sumergirte en una cascada de estrellas olorosas
y con pies estrellados andarás con sigilo por la casa
donde hemos dormido entre las sombras
galopando al caballo del diablo incendiado
que sueña brujerías,
y al despertar con el sigilo del aire del perfume
me dirás, quédate allí, cuida del camino
yo fui llamado a iluminar el surco
donde la tierra aloja su cicatriz de piedra
y te vendré a buscar en la cintura astral
donde se encuentran el fuego con la nieve,
para que seas luz y habites con forma de libélula
el cuerpo incierto pero claro de la primavera.

 Norma Menassa
                                                         
POEMA
LA LIBÉLULA ILUMINADA
Llueve veneno de amor
en tiempos del universo.
Un grito
hacia las sombras
dejó para siempre
la libélula iluminada.
Planetas que las
investigaciones abren
al metal noble.
La primavera llega,
la población es huérfana
y la libélula busca un lugar
para multiplicarse.
El alma del océano
emigró al corazón del olvido.
Desde entonces,
habita
la casa del color.
Nuestro oficio
es amar y recolectar los
frutos.
Madreselvas personales
que el vértigo soñó
en la orquesta de estrellas
que la luna, en su vuelo,
besa y aplaude.
Floridas sonrisas
que recuerdan
el porvenir. 


LA LIBÉLULA ILUMINADA
Hay sucesos interminables que siempre nos conmueven,
insobornables e inasibles, a nuestros huesos estremecen.
No se puede despertar a los dormidos sin tañer la palabra,
sin quitar de su frente ese oscuro sueño que abate sus manos.
Ni la insolencia ni la violencia pueden doblegar al maestro,
ni siquiera la ausencia de maestro puede romper su luz.
Los héroes y los amantes celebran la llegada del poeta,
nacemos cada vez  que su palabra cual libélula iluminada
alumbra caminos antes inhóspitos, antes inexistentes.
Si callase una sola vez, si la risa vencida despertara en otros labios,
si las orillas de la espera desbordaran los contornos del espejo,
los días no se ahogarían en la nostalgia del quebranto,
ni mis miedos me buscarían como la guerra sus escombros.
Perplejo, el tiempo se ha detenido en tus manos y, se encorva,
como un huracán sobre los hombres que huyen buscando silencio.
Poeta de las horas que corren de boca en boca,
del huésped que convoca la lejanía y la incólume oscuridad,
dame tus palabras y viajaré por frases que nadie ha pronunciado.

Amelia Díez Cuesta
LA LIBÉLULA ILUMINADA

Pájaros multicolores embriagados del vivir
Luciérnagas nocturnas para adelgazar la noche
Voz inmemorial de los poetas
Cabalgando con su fuerza milenaria
En la sencilla libélula iluminada
Y su constante bramar de universo abierto
Universo y latido
Pulso humano y casi animal en el dintel de la palabra
Temeraria es la voz que subterránea emerge
Canto mineral bajo el podio herrumbroso
De las escaleras que suben en caracol hasta los cielos
Clamando su desesperación de metal y hambre
Pectorales acordes acompañan la tarde
Como las teclas que la vida
Con su esqueleto de oropeles
Va escribiendo golpe a golpe
En el corazón de la muerte.




LA LIBÉLULA ILUMINADA.

Ella, con su cuerpo larguilucho  y su cadena de anillos
planeaba batiendo sus alas siempre abiertas
hasta atacar subrepticiamente los insectos,
amable carne de su festín.

Un rayo de luz escapando entre las nubes al pantano,
iluminó los lunares de sus alas
que refulgían dibujando en el aire
pequeñas estrellas multiformes

Cayendo  sobre ojos absortos
que seguían embelesados
su vuelo hipnótico.
¿Qué serías libélula sin la luz?

Olga de Lucia
                                                               

LIBÉLULA ILUMINADA

Doble élitro que zumba en la noche clara y despejada,
 un cuerpo como un junco que se extiende silencioso,
envidiando ese batir de alas, cintura que se quiebra
dorada, hendiendo  el manto oscuro de la noche.

Se ha posado en el libro, taciturna,
sobre la página rezuma su lenta luz de farolillo,
su gran cabeza coronada con ojos relucientes
pareciera leer, pero no es ojo el del insecto
que penetre el humano saber que la página alberga.

Debe ser un raro cruce, me digo, luciérnaga
y libélula eludiendo las leyes de la especie,
en ella entró la luz, polizón anidando
en un cuerpo equivocado, y la hizo brillar

para que esta noche, donde oscuras
tormentas y rayos imposibles anularon
eléctricas centrales, dejando ciega
a la ciudad adusta, su centelleante cuerpo,


ilumine estas letras, este libro que leo,
bestia lumínica, engendro desconocido,
que me hace pensar  en avernos fragorosos,
en estrellados cielos, fantásticas hogueras,

en torno a las cuales se reúnen brujas celestes,
iluminando al hombre que habita entre las páginas,
y borrando, de pronto, mi imbatible ceguera.

Alejandra Menassa



LIBÉLULA ILUMINADA.
“En plena noche nocheElla sigue siendo mi luz y descansar,
me parece absurdo en su presencia.” Miguel O. Menassa

Libélula Iluminada, hacedora de fuego y agonías, rosa descalza en la intención 
          del verbo, racimo posible de otras vidas,
tu luz me provoca y me dispone al incesante desplegar de alas
en un espacio donde es posible el amoroso abrazo de Abadón y Gea
en el mismo tiempo que transitas.
Y así te acepto y te celebro, Poesía.

Poesía fue el acorde, -el sagrado movimiento de su mano-
con que mi madre meció mi cuna. Y la sublime armonía de su voz,
en su primera canción de madre para mí,
donde su marca signó mi lengua, para que el milagro repitiera al infinito
cada temblor del verso por parir.   
Ella tenía una fiebre de palomas y pinceles que despertaban al caer el día,
era la hechicera de la fragua, la perpetua pitonisa que guardaba 
la luz donde los hombres acudían a engarzar palabras para celebrar la vida.
Poesía era la tormenta de su sangre, la rebelión de todos los sentidos
ante el niño descalzo en la tierra oscura, el pecho abierto del soldado,
el pan ausente del mendigo. Y era
la ternura intacta por el jazmín de Octubre,
una mirada frutal y alborozada, en permanente estreno agigantado
para crear el mundo que creía.
  
Repetí esa Poesía, en el goce de mi mano en la cuna de mis hijas.
Cada vez que corto el pan en la mesa tendida.
En cada temblor azul de un beso. Y  en mi cuerpo,
-libélula iluminada, bienvenida-  cada vez que el éxtasis me toca.

 Norma Beatriz de María

                                                         

LA LIBÉLULA ILUMINADA

Estaba al lado del camino nocturno,
cómo confundir su pequeño cuerpo ideal.
Ocurría en medio de la oscuridad
como un  en medio de las dudas.
Estaba en el suelo, como todas las ideas,
la recogieron los niños curiosos.
La tocaron, acariciaron aquella luz animal
que brillaba como un pequeño led ignorante
de la voluntad del dios interruptor.

Aquel maravilloso gusano que brillaba
era extraordinariamente tímido. Apenas
movía su cuerpo alucinante, estaba
muy quieto.
Era evidente que no podía apagarse.
Entonces no estaba encendido
si no que su color era más que un color,
era una pintura de la noche viva.
Lo tiraron al agua, pintó la corriente,
se hundió, pintó el fondo del agua,
un pez lo comió y se encendió su boca
por dentro iluminada.
Después, este pez comenzó a silbar
debajo del agua. No sabía aquella melodía
que comenzaba muy lentamente.
Era un silbido que salía
de la corriente diciendo: soy una libélula.
Entonces los niños cantaron esa canción.
El pez ser fue río arriba.
Siguió silbando, nadie escuchaba.
Los niños también siguieron cantando.


Kepa Ríos Alday

                                                                
LA LIBÉLULA ILUMINADA


Detenida en el cristal,
temblando en sus alas
metálicos destellos,
la luz vertical del mediodía
se esfuerza en cantar
los colores que creía perdidos.
Libélula iluminada,
trajín de cristales rotos,
fugitiva me alcanza
destrozando sombras,
agujeros inundados,
vanos vacíos.
Noticias del hambre,
de la juventud
y sus íntimas sustancias.
Voraz reencuentro,
dialéctica semblanza
que aspira encontrarse en sus destellos.
Sostengo en la mirada
los tiempos perdidos del sosiego
y las ambiciones sin medida.
Tiembla tu cuerpo en el pulso locuaz
del que te espera.
Botánica maestra,
preciso insecto que me clava
en su corazón de húmedo suspiro
el metal agudo del que busca
un reflejo matizado por el viento.
Benigno sol, su cálida mano
pasa calentando mi espalda
para que pueda girar nuevamente
y olvidar por fin la cifra que me delata.


Ruy Henríquez

LIBÉLULA ILUMINADA

Hay días depredadores de ensueños,
plúmbeos como armaduras pesadas
que atenazaran los horizontes.
Días que transcurren en aconteceres nimios,
convertidos en relojes de sol
contando los vilipendios posibles
porque la determinación carece de piedad
y se instala con la brusquedad necesaria
para que el cuerpo no conozca derrota.
Pero hay días en los que el milagro es posible
y libélulas iluminadas alumbran la noche.

Pilar Rojas

LIBÉLULA ILUMINADA

Escapando de uno mismo,
vuela la libélula, iluminada por el verbo.
Simple en su fatal movimiento,
se pierde en la cadencia de los pies,
rasgando el piso a ritmo de caricias.
Solitaria de color, se descuelga en petrificados movimientos,
bajo el telar nocturno que quiebra el cuerpo.
Ángel desterrado, arranca las cadenas de la voluntad,
atravesando el crujir de la madera en sinfonía final.

Helena Trujillo
                                                       

LA LIBELULA ILUMINADA

Tomo varios tragos del infinito
y compongo vértebras
que quieren decir más.
Quizá haya otro mundo cerca ;

Pero donde la luz  brilla más,
es en mi mundo.
El espectáculo constante del trabajo.

Se escogen libélulas de colores
cada voz toma también su pulso,
su derrame
sin embotellar ningún sonido.

Quizá un día tenga una mirada
para la que ha sido
pero 
hay una voz por encima de mi voz
que se casa cada día con tus páginas iluminadas.


Clémence Loonis


LA LIBELULA ILUMINADA

Sobre la faz de sus ojos 
creía el mundo iluminado,
el gesto de la noche
bordando sueños de vivo despertar
y nuestra propia luz, destino que buscaba hambrienta sobre sus pasos inalcanzables. 
Asomada a la calle en que el trueno alumbra las almas dormidas,
vuelo a ras de tierra, sigo el rastro de su huella sobre la arena,
lento y  seguro caminar sobre las olas, constancia de corazón celeste para la eternidad.

Susana Lorente


La libélula iluminada

Iluminada, multicolor, iridiscente?
Yo,
sí,
yo quise morir
no había cupo ya
para ponerme de pie.
Después de tantos amores perdidos
tantos estragos del horror,
agua por todas partes
energía en cortocircuito…

Según la luz
que me atravesaba
era el color que me vestía
corría a través del agua
buscando
más allá de la superficie
volaba como un helicóptero,
volvía hacia atrás como un colibrí.
Fuerte , valiente, enamorada,
 así  emprendía el vuelo
una y otra vez,
cada mañana,
con toda la potencia cerebral,
porque la mente lo puede todo,
con esa visión de trescientos sesenta grados
que me desinhibía
y ver, así, más allá de las limitaciones.

Hoy es el negro
el único color que me viste
todo negro
agujero negro,
deslizándome en oscuras
aguas negras
ilusiones,
sueños desmoronados
dejan ver
la visión clara de la vida.

Una libélula
a la que le cortaron las alas,
y le pegaron los ojos.

Rosalba Pelle


LIBELULA   ILUMINADA

Vacila el atardecer,
se iluminan las aves,
el viento recorre los caminos
y va hacia el sueño.

Se queja el otoño
de todos los comienzos
y brutal la sombra de la noche
llega sangrante.

Silenciosos espíritus
bajo las estrellas.
Restos dorados
tiemblan de placer.

Ocaso negro del vuelo.

Lucía Serrano

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