sábado, 17 de septiembre de 2011

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 17-09-2011

GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 80- 17/09/11
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa


Dibujos de Miguel Oscar Menassa


LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

máscaras de mi piel que cubrieron mis pasos por las extranjerías.

Mundos por los que navegué volcaron su aliento en mi garganta

y me dieron ese sabor de mujer feliz mezcla de arcilla y ola.

Como si fuesen sombras de una llama,

se bañan entre miel y vino púrpura las impaciencias

que veo circular frente a mi rostro ovalado,

apetecible como una fruta henchida por el brillo repetido del alba,

que urgido se pervierte mirando desde abajo

para escuchar en el ruido de las ruedas

como se revientan los globos de la ruta secreta de la muerte.

Ya te husmeé desde aquel día en que los embriones dejaban su bolsa placentaria

y te derribé sin ofenderte en medio de mi placer de víctima triunfante.

Por ahora aquí estoy, tengo una complicidad estrecha con mi espíritu

viendo como se queman las naves del regreso,

más viva que el olor del agua en el reverso de la oleada

y el verde liquen que viste la desnudez de la roca submarina.

Pon la memoria en fuga, tranquilízate,

no vengas ahora apresuradamente a tomar el timón que tu trono taciturno ha quedado replegado entre la muchedumbre que soy

y mi cuerpo, manchado por mil lunas,

es una carne regia que oculta la cifra de mi nacimiento

entre números estelares que ascienden cada noche por oriente.

De nada sirve la luz de una lámpara en pleno mediodía.

Amarillo dulzor, la plena madurez, recorriendo las velas de mis alas migratorias.

Surco tu negro mar, admiro tu potencia, pero escucha el ruido de la horda, parece una colmena de futuro,

todos los extraviados en busca de la verdad divina,

una arrogancia intemporal me invade, escúchame decir: mi casta es de vivientes.

Norma Menassa

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Ha pasado el tiempo, pero no es eso.

La cosecha, siempre incierta, requiere de la siembra,

del trabajo de los días desbrozando

los arrabales de los sentidos,

donde rastrojos marchitan en la insistencia.

El cielo sangra el día y la mañana nuevamente

renace en azul, furiosa de vida.

En sazón, el camino,

después todavía otros pasos.

Pilar Rojas

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

No temas morder esa fruta que,

de madura,

rueda hasta tus manos.

En ella respira aún el árbol

y hacen mella todavía,

en su jugoso vientre,

los calores del verano.

Su áspera dulzura,

su inusual tacto,

no traen la muerte,

ni destila en sus néctares

el veneno del pasado.

Ella quiere probar,

de tu boca,

la avidez de sus labios.

Hincarse de diente a diente,

lúbrica,

desgarrando,

gozando de tu salivar manzano.

Ciega para ti la fruta

de su muslo perfumado.

Apaga tu sed con el alcohol

de su savia madura.

Ruy Henríquez

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Había llegado y se había quedado

como si fuera para siempre,

como un rigor sin causa y sin final

como un beso nunca iniciado.

No había otro camino ni otro destino.

¿Esperar para qué? Si esto es lo que hay,

esto lo posible y lo imposible.

La madurez no es la muerte,

tampoco lo que se acerca a ella,

ni lo que cae sin remedio en la quietud.

La madurez es lo propio de todas las edades.

Existe la madurez. Lo sé.

No es la muerte. Es la decisión insegura,

el latido que no se inicia, el temblor acústico,

ese silencio roto, ese rubor sin dueño.

Duración limitada, riesgo interminable,

página a página, escribiré su destino.

Amelia Díez Cuesta

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Hablabas sin que yo comprendiera.

Una tarde, cerraste con tus manos las estrellas.

Me vestí para el baile

y mientras desaparecías

te escuché decir:

Pequeña,

la madurez

no es la muerte.

Cruz González Cardeñosa

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

“ No crecer para no morir no impide morir”

Frente al invierno que acecha

puertas y ventanas abiertas.

Que el sol empape las paredes

se adhiera a los contornos de la piel

ilumine todas las palabras.

El porvenir está al alcance de la mano.

Son nuestras voces por la llanura.

Sujeta por tenues hilos al porvenir,

desparramada por las oleadas del tiempo

la vida es inagotable.

Ya algo de mí se alejó de mí

algo de mí atropella el alma.

Algo se expande

por los agujeros del tiempo

que nunca volverá.

La canción vuela para quien sabe escuchar.

Hoy, la luz de las palabras recorre tu piel.

Alguien cogerá al vuelo el verso callado

y cambiará el rumbo de su vida.

Aunque caduque mi piel

el intenso murmullo seguirá

su camino por las sombras.

La madurez no es la muerte:

la fruta humana ha de madurar

hasta su punto final.

Claire Deloupy

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

¿Quién fuimos?

La madurez no es la muerte –esa oscura estepa de nuestras relaciones guarda mujeres, pensamientos, alegoría. Retórica infinita en un alma empequeñecida por el eco de las pasiones. Las macetas que nos sostienen, murieron en los cuadros en esa matanza que fue tus ojos, incrustados en el agujero del placar, donde se amontonan las fotografías.

¿Fue todo voz? Orquídeas olorosas se cultivaban en los corazones manchados con la muerte. Cantaban y cantaban hasta morir cantando y festejaban la naturaleza de las despedidas, para ser, para desatar de esta vaca loca, que no fue más de carne, sino de puntillas en el fondo de las aldeas, en el medio de los espejismos, el entuerto y fatal destino de los dormitorios y de las bisagras.

Casi nadie nos reconocía: una suerte de risas y carreras, llamada flor de piel, camelia de sudor y atrezo, contra apolo y atila, tragicómicos. Ardiente pan entre las piernas de esa risa loca, embellecida por la templanza de los desempleados y el antes de cualquier vulgaridad, un insisto aún en tu mejilla, en tus cosas que nos pertenecen.

Vendo esta rosa pues huele a eternidad, huele a tregua de las olas, bellas esperanzas del mañana. Viene y van los mecanismos, al día ardiente devorado, en esta hueste de piedra que me estorba. ¡Reclamación, doctor, reclamación! Merme su libertad en esta piel de estalactitas, de firmes arrebatos al olvido.

Ni gris su nardo, ni caracolas submarinas comiendo la seguridad, ¡la melancolía no tiene límites! Este círculo de sangre empapa nuestros hogares. Transgredan, transgredan el único momento del amor, en estas latitudes no existe el mañana. La tierra es esto que piso dentro de tu boca. Este manantial podrido de libertad.

La brisa vive en mí, también, regurgita claridad. Su propia dentadura desaparece en el atisbo de un sueño… ¡Arrebol!

Un infinito nudo de sueños que avista sobre mí, la soltura de un pájaro.

Virginia Valdominos

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Ingrávida, como tijera

o molde intergaláctico,

aterrizo en los contornos de la piel.

Un vaho inmemorial

desnuda mi perplejidad,

cuando los hados rebosan alianzas

que desencadenan marcas,

de la vida, en mi rostro.

Ya estoy madura, me digo,

y suelto las amarras de mis ojos,

para que la ceguera asiente

su premura lejos de mi voz.

El golpe, cualquier golpe

no evitará la intensidad del retorno.

Mi caída, cualquier caída,

alejará espectros entre limos del futuro.

La madurez no es la muerte,

y mi madurez es una suerte.

Carmen Salamanca

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

A Miguel Oscar Menassa

En los ojos de azul y amianto se tejió la mar que circunda

como serpiente espiral, las raíces que horadan el aura.

El demonio arrancó su cabeza cloqueante que descendía

abriendo una brecha entre la piedra y el musgo,

desarticulando su urdimbre desértica en papeles

que volaron en las garras de un águila ardiente cuando surcó el horizonte.

Un remolino de hojas y flores crecieron bañadas por su boca-pluma,

en donde aguarda el amor.

Todos gritaron ¡el cantor ha muerto!, ¡he aquí el hombre!,

y una geometría soportó las risas iracundas de Dios

arrasando con gigantescos pies las sencillas ilusiones de un hombre,

que aprendió a ser hombre.

Un hombre al que el clamor inaudito frunce la sombra de su esclavitud,

Una historia reposada en su pelo blanco en el que no se descubre su ancestral soledad,

Una gota de rocío que aguanta en su ventana el vapor del sol

y viaja en tapiz iluminado por los más grandes artificieros hacia una lucha sin igual.

La derrota ante la perfección de la deformidad de un asta rota

en la tenebrosa oscuridad,

diciendo adiós a la vaca que proveyó suntuosa su proteína,

en la locura que nos pronuncia y en el cincel que nos descubre

en la nueva dimensión del metal.

Ceniza indeleble que retiene la inmortalidad

una vez sobrellevado el trance de la muerte. La lógica no podría venir a auxiliarnos.

Él es donde Ella teje el nido de un pájaro desnudo,

la quietud del sudor que reposa en la almohada,

la sangre que se desliza por la línea de la vida en nuestras manos.

Susana Lorente Gómez



A MI MAESTRO en sus 71 cumpleaños.

-UN DÍA DE FIESTA-

La madurez no es la muerte

Y el vuelo agarraba sus alas, empezaba el poema del sí,

y el jugo cumplía con sus resonancias, en las aguas,

el puerto, un bosque, lejos del pie que le dio la tierra.

Toda la primavera rodeaba el hemisferio,

un hombre sobre su cerco y el viento era palabra.

Tras la frontera dividida en habitual o punto dado vuelta,

su viaje, arrojaba de sí, pequeñas balsas enamoradas.

La piel era tan veraz que el hormigueo era eterno.

Sus cielos hacían raíces en la cuenca de una batalla sonada

y el sur ganaba otro capricho al amor.

Ay, hombre de años festejados,

te mira la felicidad con la astucia de las alfombras

y sin derrochar aire, sin objeción del perfume

prometes treinta años más,

una madurez,

trampolín del deseo.

Clémence Loonis

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

La madurez sabe sin carne

el delta sur del vientre y

saltar los afluentes que peinan

amerizar en náuticas noches de violín

sobre tu cuello.

Ella mueve la nuez que girando la cabeza

desliza su atlas

amortiguando la sorpresa en

simular ceguera ante el asombro

salpicando sangre en elegía de letra viva.

La madurez no es la muerte

y si un golpe de brisa cierra

por dentro la huida, decisión es

representar de amante fiel el papel de sombra

que siempre te busca y se burla

en el espejo del cuerpo.

La madurez no es la muerte

reloj de papel donde insiste

cada hora su vuelta imposible

de coser con dos agujas,

el tiempo del cartílago.

Carlos Fernández

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Con estos huesos pintados

por el naufragio de vestir

esta piel fría de muerte,

desfilo entre las tumbas entreabiertas

cansada de golpear silencios.

Entre gargantas vencidas,

lenguas que se estremecen

en el verde que atraviesa la tierra

y un vivir en el amanecer de la madurez

acaricio los días hasta el límite de la mirada.

Toca bailar con el viento

mirando de perfil a la muerte.

Soledad Caballero Castro

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Cuando se abre en la tierra el surco que nos llama
y proclama nuestra unión con la materia.

Cuando conoce el hombre que una cifra lo signa
y que la eternidad ha de truncarse.

Cuando ya no hay retorno para volver del enigma resuelto
y no es posible ni arrancando los ojos quedar ciego.

Cuando la vida tiene el punto de la muerte,
y ya entonces adquiere uno padre y madre.

Cuando se es de esta especie que caduca,
y se tocan los brazos y se sienten de carne o de palabras,

Cuando se aleja uno del hijo que era y se acerca al padre que será,

la madurez ha hecho su nido en nuestra alma

y ha transformado en oro la cárcel de la muerte.


Alejandra Menassa

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Un prodigio de luz y de color me habita”

Carmen Conde

En el principio camino

por las letras de la muerte

escribiendo las formas de sus manos

o el color de sus ojos,

presencia que existe fuera y dentro de mí.

Con cuerpo de mujer llega esta vez

la parca vestida de azul

y soy un sueño de ese sueño.

Aprendo de su empeño y de mi risa.

La madurez no es la muerte,

un prodigio de luz y de color me habita.

Mónica López Bordón

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

No te nombro para que vengas,

te nombro en el aleteo preciso de mi partida,

en la ausencia, donde la contaminada austeridad de lo vivo

se nutre de mí para quererte, alimenta mi ego para amarte

descompuesta en fracasos y cristales que cortan el silencio.

Ciego arquetipo insinuante, el pulso de lo vivido,

enterró gestos de hilarante mezquindad,

cuando aún creía en la madurez como la muerte.

Templetes inscritos en mi piel, habitados por lo muerto,

deslucían tu mirada, cayendo sobre mi cuerpo.

Supe que la brusquedad de la partida

había de jugarse entre dos.

Recuerdo la sensación de aquellas gotas carmesí

descendiendo hacia el vientre de la tierra,

donde el hálito del final, acompaña la jugada.

¿Dónde nace la frontera? ¿dónde muere?

¿A qué hora vendrá la guadaña a templar tanta pasión?

Rocío con el flujo primero de aquella niña

el plasma sin sangre del verdugo, y sin perder más tiempo,

sigo el camino. La madurez no es la muerte.

Magdalena Salamanca

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE

Venías a mis ojos como aquél deseado monstruo

que penetra las mentes femeninas

y lee todos los pensamientos.

Esos que hacen tremar el alma en las noches de estío,

que humedecen nuestros cuerpos con un sudor de ángeles

uniendo las pieles.

Es de otro mundo esta orilla a la que arribo,

fecundo campo de la madurez

en cuyo fondo se vislumbra altiva la guadaña.

Quédate ahí, espérame, en un atardecer lejano

con canto de sirenas complaciendo al mar.

Ahora he de pisar el universo de soles donde vivo,

atesorar este árbol de profundas raíces

que la veloz corriente de olas enloquecidas

no logrará arrancar.

Abrete, cofre de tesoros, magia del deseo

ilumina el sendero que se vuelve sabio.

Olga de Lucia

LA MADUREZ NO ES LA MUERTE


Así como el sol imperturbable prosigue su labor
y en el seno del áspero fruto, tímida y confusa,
eclosiona la dulzura alimenticia; dóranse
las verdes intenciones del botón que en la planta
amanece convirtiéndola en vespertinos colores y perfumes;
o el carácter se entibia bajo la inesperada caricia...

Así como sucede una mirada apacible, o una mano
ofrece generosa la habilidad desconocida,
y amplía la tez madura la extensión del alma...

Así queda la muerte intacta más allá
como rueda el uso de los verbos
más allá de la opinión predispuesta...
Rueda el redondo
producto inacabado como caído
a plomo del discurso de la rama en declive.
Y rueda, entre otras conclusiones,
la propiamente dicha,
o el hombre desprendido que se obtiene
sin embargo vivo.


Kepa Ríos Alday

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