-revista virtual-
COORDINADOR : MIGUEL OSCAR MENASSA
NÚMERO - 37- 19/12/09
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Cuadro: Amores que se van. Miguel Menassa
ALTOS PICOS
Un puñado de fiebre abre la ausencia
y juzga al beso sostenido por las sombras.
El cuerpo que busca hasta el final su cicatriz de muerte,
enmudece cualquier fonética de un gesto.
Silencio de cenizas en un invierno intermitente
donde algo no deja de caer, y no precisamente como un rayo
sino como una media voz exacta,
nombrando pieles que han sido bordes de heridas asombradas
de tanta inmadurez
arrojada en los escombros que propició la cólera.
Una sentencia inagotable y el vientre se abre dando lugar al nacimiento
pero vuelve a cerrarse indefenso ante la muerte.
No existen las palabras, todo es grito,
la cascada de sangre busca el labio
que infecundo une aire con aire
y desde todas partes surge la noche que ennegrece al mundo
y la luz queda sin dueño y el oxígeno intacto, dislocado,
rechaza cualquier combinación que transforme el alarido en canto.
El tiempo acaricia su sudario,
la flor traiciona al ojo y la mirada
vuelve a los subterráneos donde el brillo no encuentra su salida
y flor y luz son violentadas
por una lluvia de ojos olvidados, espaldas ciegas de algún sueño.
Lenta como una máscara, la vida vuela su fin
y se hace íntima detrás del pensamiento.
El origen, desfondado principio,
acarició una vez mi frente
me abrió y me cerró para darle lugar a mi vacío.
Abrí mis manos en el viento y yo también tiré mi primer piedra
y gané un corazón adentro mío que me miraba en todos los vaivenes
por los que navegué desnuda en la intemperie.
La lujuria dejó caer su sayo y la loca que espera la pregunta
zumbó a mi alrededor con un olor a polvo de destinos.
Respeté su mudez y me fui caminando despacito hasta doblar la esquina
y ver pasar, sin romper nada, a un hombre entero, buscando su latido.
Norma Menassa
Cuadro: Laberinto de la pasión. Amelia Díez.
LOS PERFILES DEL TIEMPO
Acústico e insonoro el tiempo insobornable
gira sobre las bocas y cae sobre las pieles.
Omnipresente ronda su ligereza sobre el hambre
y también sobre los ocasos de las costumbres.
Informe y deformante llega y se aleja sin premura.
Bestia indeleble no conoce ni desconoce.
Nace todos los días y nada lo apacigua
cuando sus puertas se abren a la nostalgia.
Insoportable belleza la del tiempo detenido
entre palabras , entre otros, entre todos,
como si fuera una fiera en libertad
una sed innombrable y su destierro.
Somos los habitantes de un tiempo que nos cobija,
una sombra que nos impele siempre hacia delante,
una coronación siempre pospuesta,
una inmortalidad grotesca entre sus brazos.
Los perfiles del tiempo agitan sus alas rotas
entre las ruinas históricas de las lenguas,
que nos sueñan una y otra vez
que nos hacen volar sin alas.
Amelia Díez Cuesta
Cuadro: Lentitud. Miguel Menassa
“POEMA"
Agito castañuelas
y toco palmas.
Algún galán
se muestra altanero
y canta.
Junto al jazmín
la carretera y el llano.
Atrás quedan humos,
ruido y manos.
Piso tierra y es de asfalto,
abro los ojos y es blanco.
Cambié la lluvia por nieve,
las historias por los cantos.
Desato algunos cordones
y me cambio los zapatos.
Cruz González Cardeñosa
Cuadro: Desde La Luna. Miguel Menassa.
LIBRE DE LÁGRIMA
No llueve no
-no llueve-,
una gota pesada
cae de tu cuerpo
pero no llueve no,
una gota redonda
se escurre de tu boca
-no es sangre-
ni lluvia ni sudor ni baba.
No llueve no,
un pequeño caracol huye de tus ojos
y no es llanto,
ni lluvia.
No llueve no
y hay plegarias por tu ausencia,
motas de tiempo,
potros salvajes por tu pelo,
cientos de camellos sedientos,
rinocerontes presos de tus ojos
y no llueve no.
Hoy no llueve.
Hoy eres libre de lágrima
libre de lluvia,
libre de pesado cielo,
eres libre de libertad,
por fin, libre de ti.
Marcela Villavella.
Cuadro: La perla de la sabiduría. Miguel Menassa
DE FRENTE
No sabe hacia dónde va,
qué está esperando
ni a quién;
pero camina.
Camina
con los pies descalzos,
la cara al viento
y el cuerpo fuerte.
Camina
con cierta urgencia,
con la ansiedad del porvenir,
de lo desconocido
y no temido.
Camina atravesando el presente.
Gaby Melluso
INESPERADA SOLEDAD
Sordo crujir de pasos que se pierde entre la niebla,
quedo disfrazado de oscuridad.
Mis ropas húmedas delatan el duro camino.
La brújula no marca ni norte ni sur,
perdido en mi destino una vez alcanzado.
Se oyen clarines a lo lejos,
¿anuncian mi llegada o delatan
la batalla que culminará con mi destrucción?
Cae la música, también mi ánimo.
Vuelvo a mi inesperada soledad.
Cada paso, un vacío.
Añoro los soldados intuidos,
un sonido que delate otra presencia humana,
aunque enemiga.
Sólo me queda el silencio, el pasado.
Mi reloj quedó parado, como mi aliento.
¿Estaré ya muerto y sea este mi final?
¿Dónde quedaron los personajes bíblicos,
las almas perdidas, dónde mis ambiciones?
Un ruido estridente irrumpe en mi duelo.
Insoportable, a la vez que familiar.
Instintivamente mi mano se dirige
hacia el lugar oportuno.
Todo cesa. Despierto.
El sueño, esta vez, era mi único compañero.
Helena Trujillo Luque
Cuadro: A la vuelta de mi razón. Manuel Menassa
PARA QUE EXISTAS
En la orografía de mi rostro fingido
no existen ríos escenificando la vida y la muerte
ni lloran lágrimas amargas y sinceras mis ojos.
Porque no las hay.
En la palpitante huella de la muerte
donde en todo lo que nombro estás.
No escucho arpegios delirantes
de la luz a cualquier hora.
Pero hoy construyo tu cuerpo.
Para que existas.
Manuel Menassa de Lucia.
LIBERTAD TRAICIONADA
Paseas por las calles de una vieja ciudad,
amurallando de anhelos inmortales
la savia que la habita.
En los portales, alacranados cuerpos apenas si saludan,
han olvidado que la pasión resquebraja maderas.
En las plazas, se hacinan los cadáveres
que tu mano apuñaló despacio.
Hay bares solitarios,
de sus mesas se ausentaron los dados.
Las luces mortecinas de las farolas te vislumbran,
allá arriba, yerta como los astros del firmamento
dibujando astronómicos carros donde tu nombre
se aloja en el estribo.
Hace falta ser ciego para no ver que apareces
y cauces imbornales trasmutan en cloacas vetustas,
que pretendes transfigurar el rostro de la luna
cubriendo tu cabeza con solemnidad frigia
que hiendes corazones.
Esta vez me di cuenta,
así que he decidido arrancarte la alas
y susurrarte al oído: baja del pedestal,
te presto una escalera.
Pilar Rojas
LETRAS DE CAMBIO
Letras de cambio, bursátiles bujías,
letras de recambio, taladros y calderas,
frías palabras, bruscos amaneceres
palpitando en nasales fosas, horadando
vacías venas, músculos inservibles,
letreros que aseguran haber terminado.
Aquel rencor destronado, quien sabe,
árbol entusiasmado, no haya volado
pájaro de las cavernas, estrella enloquecida,
no haya volado como un pájaro tirotead
y sea recuerdo u olvido,
o haya volado y sea volar
en pos de volar.
Kepa Ríos Alday
Cuadro: Viento de banderas. Carlos Fernández.
Después de escuchar la noticia: “Dirigentes del PP valenciano no admiten dinero del Gobierno Central destinado a la compra de ordenadores para los niños porque estos pueden producir miopía”.
Atroces ornitorrincos transitan el cráneo del tirano.
Inocuas livideces señala la moral en manos del lacayo.
Son miserables las guerras, atroces los huesos vencidos
inenarrable la tinta inocua vertida en las esquelas
cuando las paredes escritas reciben la metralla de la otra España.
Nació parida por tres lenguas de perfil continente la rosa; y
la gaviota bucea mar adentro su vuelo infinito de justicia eterna.
La hoz y el martillo, la cruz y el águila son ancestros de atroces livideces
sobre la piel herida del toro que sangra sobre el albero su
no quiero, no quiero, no quiero torero.
Ella busca la pieza fácil sobre el barco ausente
cerca del puerto con su pico de juez
la gaviota blanca sobre el azul infierno.
Ella orada la tierra desde su frente de tallo,
en tu propio jardín, en la escuela de tus hijos y en tu cementerio
abriendo a la belleza su declinar vuelo de pétalos, la rosa.
Son tres las espadas que cruzan mi pecho, mi cerebro y
los atributos personales, tres son un redondel de cuerda
para el cuello dirá la gaviota,
para sustentar el talle y adornar tu pelo, dirá la rosa.
para escribirle un verso rojo y azul tugsteno,
un verso rojo y blanco, un verso de
¡aquí te espero!
Carlos Fernández
TODO SU CUERPO SE ILUMINA
En mañanas excelsas de locura
el sutil perfume de su cuerpo,
resabio de luchas fogosas,
de amantes ya perdidos,
evocan la semblanza del corsario
a merced de su víctima.
Todo su cuerpo se ilumina,
frente a la terquedad del tiempo por pasar.
Yace inmune,
perfección diestra del artista.
Sabio azar ante el eclipse del destino.
Por siempre, será la luz de la ceguera.
Jorge Montironi
Cuadro:La barca del olvido. Miguel Menassa.
DESPACIO QUE VOY APURADO
La última vez que te vi, estabas sobre
un fondo apurado de oro blanco,
con manos de cristal,
tratando de tocar esa piel de antaño,
donde lo márgenes de tiempo se duermen.
Magnolias para tus labios de flor invernal,
me recuerdan caricias de brillos de mar.
La mujer que tú eres
siempre navega a favor del amor,
irguiéndose con voz de agua,
para ser esa luz que abrasa
cuando la frialdad de la vida
doblega mis espaldas.
Siempre quise acariciar ese acento tuyo
de montaña, que me hizo descubrir
la puntuación del verbo amor,
brillando en el espacio
entre tus olas, de marina errante,
entre tus puentes de palabras.
Miguel Martínez Fondón
Cuadro: El naufragio esperado.Claire Deloupy.
“NO TENGO QUE ESPERAR NINGÚN FUTURO”
MOM
No tengo que esperar ningún futuro
porque el futuro son nuestras manos escribiendo la vida.
Ese rumor hecho de versos
jadeo incesante y tormenta.
En cada instante alguien muere.
En cada instante alguien nace.
Uno mismo ve sus muertes sucesivas en cada alba
su nuevo alumbramiento en cada verso.
Paseo mis sueños desatados
por la meseta de tu loco deseo y eso es el futuro.
Veo en tu mirada agrandarse el horizonte
y sucumbo de nuevo.
Sucumbo al hechizo de tu voz combativa
de pie contra la estupidez y la desidia
de pie contra las tinieblas
de pie contra la muerte.
Claire Deloupy
FUEGO CRUZADO
Cuando cesó la balacera,
el olor de la pólvora en un verano bochornoso
nubló todo presagio.
Hubo un silencio perturbado
por el latido de lo que no muere,
ni aunque muera.
Hubo traiciones sin remedio,
sorpresivas lealtades
obediencias mentidas
rebeliones,
que siempre se adjetivan
con el sofocamiento.
Hubo tregua:
cese de hostilidades entre beligerantes
por tiempo determinado.
Hubo tiempo,
tiempo de desconcierto
de desamparo,
toda ilusión cayendo en un vacío.
Tiempo de palabras mullidas,
reposo del guerrero.
Se fue desperezando lenta la primavera.
Y hubo acuerdo
reparto del botín,
renovación de alianzas,
roce de palmas.
Agridulce sabor
de haber crecido.
Pálidas cicatrices en el alma.
Inés Barrio
Cuadro: Vendrá la mañana. Miguel Menassa.
SIN TÍTULO
No conozco la ímproba tarea que supone ser un hombre,
no conozco siquiera aquellos seres
que se saben que ríen porque enseñan sus dientes.
Hombres blancos, negros, morenos o amarillos,
largas filas de hombres,
levantando sus banderas, sus tanques y avaricias,
cayendo uno a uno,
entre números, prisas, furias y lamentos.
La pena escribe desde un puerto
donde el gemido de las sirenas redoblan el vacío,
donde el viento aulla entre harapos de gargantas emergentes,
rostros de ceniza y pesadumbres amarillas con olor a ocre.
Posos inconfesables, noches espumosas y naufragios indiferentes
se funden en su sonrisa ambigua.
No hay dignidad posible
cuando el triste cuerpo amado,
cubierto de rosas nocturnas, nos abandona.
Y nos muestra, sin indolencia,
lo efímero de la existencia,
las huellas de los pasos que marcan el camino,
polvo y luz.
Vicente Prada Gómez
Cuadro: El suicidio de la marioneta. Alejandra Menassa.
BENDITO AÑO 34.
En el año de la muerte de Lorca, el 34, se representaban simultáneamente tres de sus obras teatrales de en Buenos Aires: Mariana Pineda, Bodas de Sangre y la Zapatera prodigiosa.
Bendito año 34, cuando tu María Pineda
se paseaba por Corrientes con aire de buena nueva,
bendito año 34, cuando el argéntico río anunciaba en carteleras
tus últimos amoríos:
la última boda de sangre:
él: Federico García, moreno de verde luna.
Ella: la que no es ninguna,
se desposaron en Mayo, cuando nadie lo quería,
y quizás madre le dijo: no te conviene esa niña.
y quizás padre le dijo:
qué mala cara que tiene,
está pálida y sombría, no le veo la sonrisa,
y se ve que ahí en el pecho,
no es oro lo que cobija.
Y Buenos Aires te amaba,
brazos altos, alta brisa,
sobre tus sienes doradas,
coronas se te deslizan,
¿porqué elegiste morir?
Mírala como te ama, mi Federico García;
toda la ciudad erguida para loar tu proeza.
Mientras, la zapaterita, parece que te decía:
zapatero a tus zapatos,
no te vayas de esta viña,
no hagas de uva para vino,
no derrames sangre poética
sobre esos, tus asesinos.
La fuente de cinco chorros,
ellos la hicieron contigo.
Bendito año 34 que la parca hizo maldito.
Alejandra Menassa
ELLA TAMBIÉN
Ella también reclamaba su parte.
Hurgó sin compasión
entre las ruinas de cada error consentido,
bajo estigmas de retorno intransigente,
sobre acolchados vientos y remotas incidencias
en el caldero displicente de los sueños.
Después de haber recorrido
parajes de insubordinación,
encontró caminos donde la vida
rueda en trasversales acercamientos al absurdo
mientras el corazón huye de su forma
y las manos coagulan dolor entre las uñas.
Bajo el marchamo de esa piel sin memoria,
también ella quería esquivar
la infantil carroza de los años.
Carmen Salamanca.
ROCA INSEGURA
Poesía, amo de ti,
amo de ti, roca insegura,
tu hambre de locura,
de vida no pasada.
M.O.M.
Poesía, sexo de la locura insondable,
desequilibrio del hombre vivo,
humanidad extraterrestre,
zafiro incalculable bajo sombras.
Poesía, tus palabras nutren los abismos
y regresas sonriente transformada en gacela
con un hacha en la mano derecha
y el corazón partido a la izquierda.
Poesía, roca insegura,
líquines de ciénagas profundas,
vivo contigo exiliada del mundo.
Y me sacias poesía,
y cuando hacemos el amor
mi sexo es todo del mañana,
solemne música de alguna juventud.
Lucía Serrano
POEMA SIN TÍTULO
Se descubre, se acerca sinuoso...
Primero su cálido sonido;
esa paz murmurante que, sin rencor,
recorre la calles y llega hasta mí.
Más tarde, el tanteo de los sentidos
rompe los diques del amor,
y como si nadie tuviera nada que ver,
soy atacada por un aluvión de olores;
esperanzas con promesas impresas en oro,
que me hacen sospechar de lo oculto.
Bajo ese aroma desconcertante,
teñida por la incertidumbre,
voy tomando la forma de las aceras,
me pliego en mil esquinas y
sigo, irreverente, mi camino.
De espaldas al temor de tu imagen,
contuve todas mis emociones,
pero intuía, que en cualquier momento,
tendría que girar mis ojos,
diagramar una paralela hacia el infinito
y verte.
Esta vez, no tuve miedo,
en todos estos años,
tracé oblicuos pensamientos
posibles alternativas para huir,
ahora sé, que de nada sirven tantas acrobacias,
que al ayuno interior, se vence
por los mismos caminos,
por los que se ama.
Sé que tu aroma a hombre
se escribe una cada uno de tus versos,
por eso, sigo amándote,
cuerpo a cuerpo, palabra a palabra.
Magdalena Salamanca
SIN TÍTULO
Le repite la historia como si fuera la primera vez:
ya no serás la luna y la muerte,
la risa y el alba
los cinco números
con todos sus puntos cardinales,
el sur y el oeste
con sus colores y sus sombras.
Ya no serás.
El día ha comenzado.
No supe ver y mi mano
cae, muerte abajo,
sin distancia.
Miro desde todos los lugares que amo,
inmensos
en los inacabables ojos del mundo.
Solivianto el eco de la noche,
su nudo en la garganta,
quiero huirla, desvencijarla
en el inevitable encuentro:
la muerte con la muerte
vencidas.
Mónica López Bordón
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