GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 86 18- 12-2011
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 86 18- 12-2011
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa
Dibujos: Miguel Oscar Menassa
LA POESÍA ME LLAMA, PERO HOY NO IRÉ
Estrujada por la marea de mi pensamiento,
escudriñando diásporas imposibles,
robé hálitos de aliento al definitivo,
especial, cómplice de la derrota.
No hubo ruegos magistrales
ni sinsabores ocultos entre líneas,
solamente, descendí a los abismos
cuya imagen resolvería entramados
de la dicha en nuestros corazones,
insurrectos al toque, deslizándose
entre hipótesis predeterminadas
y sucesos sin conclusión aparente.
Media página al borde de mis pies
y, sin embargo, recurro
a infalibles seguidores de tus pasos
mientras decido cuál será mi muerte.
Nada te dije aquella noche
ni arrimé el hombro a cualquier ascua,
simplemente, la vida se detuvo
al amanecer, como aliento incompleto.
Mis manos quedaron reducidas
a meros transeúntes del averno
mientras el futuro caducaba
a años luz de tu sonrisa.
Después, resucité la comparsa
que, indiferente, espiaba mis ojos
perpetrando el crimen perfecto:
Hoy no iré, pero estoy aquí.
Carmen Salamanca
LA POESÍA ME LLAMA, PERO HOY NO IRÉ
Desde aquí se escucha el mar y sus elucubraciones.
Pero uno sólo oye el sordo motor del tiempo
que se pone en marcha con su tos de obrero,
mientras en los cristales tiembla una luz
que quisiera disputarle al alba sus prodigios.
Debajo de ellos o por encima de la nube de gas,
del alquitrán que se aferra a los pulmones,
humedeciendo con su sal las paredes de mi cuarto,
se oye trepidar la ola dialogando con la piedra.
La espuma verde y blanca diluye su efervescencia
sobre la arena en una interminable fiesta.
Cómo brinda el mar en los bordes de la tierra,
celebrando en sus labios sus periódicas mareas.
Alza su copa inflamada de alcoholes y de yodos,
feliz de que haya tierra y no todo sea abismo.
La poesía me llama, pero hoy me quedaría aquí
escuchando al mar cantándome al oído
sus voces de coral y azul marino.
Ruy Henríquez
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Polos opuestos se aferran al rechazo,
justifican distancias, excusas que obvian el deseo
tejiendo miedo y verdad en sus argucias.
Id de mí, seguid el rastro de aquellos tinteros de antaño
donde el puño y la letra revestían,
almas a los más nobles, entre cantos astrales.
Desenfundad la diestra en coordenadas desconocidas,
dejad que la siniestra os acompañe.
Qué insistencia la de mis manos huyendo del teclado,
qué escondida algarabía anidan sus dedos.
Se contagia de lluvia el tormento
cuando la verdad niega la farsa,
es como un aspaviento el recorte
que enmudece al conquistador.
Labrador fértil, contenedor de advenimientos,
rocía los yunques de hielo
y saca a pasear los perros.
Manos desordenadas entre el cabello,
dulce camaleón para el milenio.
No sé cómo mentirte cuando desvaneces
como dama flagelada por la desprecio.
Canta gaviota la ambición
que, aunque hoy no vengas,
ella escribirá tu canción.
Magdalena Salamanca
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Detrás del silencio que la noche detiene.
En el lamento del tiempo.
En la tempestad de un destierro de palabras
herido hasta el impreciso desvelo.
Entre las sombras,
la poesía me llama.
Apasionada en los versos que sin asonancia
arrancan lágrimas recónditas,
deshojando las cenizas dispersas
en la frontera de la anatomía,
me abandono a la sangre.
La poesía me llama pero hoy no iré.
Soledad Caballero Castro
LA POESIA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Una gota de lluvia talla en el vidrio su misteriosa caída.
La que no existió nunca comienza su danza a mi alrededor
y en ligeros torbellinos rumorea cantos
que no llegan a ser voces sino silencios de humedad sobre mis labios.
Me encanta su aullido de sirenas
y me sumerjo en una desolación como de puertos
al que le faltan faros para indicar el rumbo
sobre mareas negras de noche y de peligros.
Se alzan cantos cada vez más fuertes
pidiéndome evidencias escritas de certidumbres que no tengo.
Pánico y grandeza cubren mi cuerpo,
fabulan sobre mi rostro que se convierte en un desconocido,
y soy mi sombra moviéndose entre los vestigios de mis pasos
que asombrados miden nuestra distancia y me siento perdida,
sin fuego, sin versos, en esta zona del insensato romance destinado al olvido.
Quedó el idilio trunco,
no quedó sino la ausencia que me arrastró a este páramo
de bosque mutilado donde la nostalgia
juega un damero de errores y mutilaciones
que se repiten infinitamente en mi mirada,
ahogando al oxígeno puro de este ocio
transformado ahora en la materia orgullosa de una frase:
“Hoy no iré”
Y el muro se trama para que no pueda estar en ningún lado
y poseedor de una fuerza secreta,
nos separa, retumbando sentencias de su boca para que me duela el alma:
“Tampoco yo estoy a tu lado”
Y no hay palabra paralela a mi sombra
que pueda arropar el ritmo de esta noche insomne
que a veces dura siglos,
reprochándome la pereza grave e inconclusa de mi respiración
que rechaza cualquier soplo que module palabras
salidas de mi fuego o de mi cama
y quedo tumbada en esta desavenencia
que me impide ser esa gota de lluvia que talla sobre el vidrio su caída.
Norma Menassa
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Con torrencial vehemencia de gotas insistentes haciendo la tormenta de mis días
borrando con su rastro de pies de río las huellas caminadas,
la isla de lo vivido surge con un nuevo nacimiento del mar de la palabra.
Con premura de ayer e insistencia de siempre, terca como la mula de Balaam,
Ella llama las huestes de poetas que me habitan, reúne mis ejércitos, toca diana sin fin,
para que la distancia con la letra se aminore y se anegue con el verbo la solitaria estancia,]
para intimar al punto de ser uno con las palabras tristes y con las palabras alegres
para tener un destino fulgurante, una tumba de marfil, una jaula de oro.
Ella, la que me llama como el hijo en la noche a una madre ausente,
como el sediento que clama en el desierto el desembarco de las nubes,
Ella que me llama para pedirme el imposible del poema, y yo que la desoigo,
con insolente desobediencia de muchacha, yo que le tiro piedras para ahuyentarla,
Que me visto de harapos y me embarro la cara para esconderme detrás de la miseria,
pero nada, su grito puede más que mi caprichosa insistencia en burlarla,
por eso, sólo puedo decirle: espérame, mañana, hoy no iré, hoy me duelen las palabras.]
Alejandra Menassa
LA POESÍA ME LLAMA, PERO HOY NO IRÉ
La poesía me llama
desde la historia que calcula mis pasos.
Tiemblo antes de comenzar,
me doy cuenta que sólo existiré por ella.
Ruedo como la noche que no amanece,
como un cuerpo a punto de estallar
entre otros cuerpos,
pero hoy no iré.
Amelia Díez Cuesta
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ.
Arrastra sus cadenas el hombre en las ciudades.
Sin palabras que la nombren, huye la libertad
de los perversos sueños de cada noche.
Abandonado a su destino, entierra en sombrías cunetas
la esperanza, horizonte preciso para el futuro.
Invadido de consignas, despierta la mañana
programado en la reproducción de su desidia,
virus letal del arte y del amor.
Vagos recuerdos de gritos que acunaron la revolución,
tiempos donde el pálpito vital aún se advertía.
Amputado de su propia razón,
sordo al latido histórico del verbo,
a las páginas que esperan en las bibliotecas,
a las lágrimas secas de los que dieron su sangre.
Hombre cibernético, conectado a mil redes que asfixian su pasión,
olvida su nombre, su futuro,
transcurre entre frágiles paredes de cartón que mudan,
día a día, en robusto cedro que acogerá sus huesos.
Descanse en paz, hombre moderno, dios de su propia locura.
Helena Trujillo
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Rota de libertad, golpeando los ojos de la muerte: ¡abrid las puertas de la culpa! Viene la certeza, y su fragancia déspota.
Gabardina de plomo, dientes s como ideales y un truco de tiempo en dimensiones.
No hay cabeza en este deslizar de cánula presente.
Emigrantes huecos en los despojos de la música.
Búho de frenesí. Gancho de talla gira el paso de los hombres.
De suelo, en suelo, en suelo.
Último dentellar los vientos de la ira.
Grita mi forma de cuchillo
Mandrágora de piel.
Solera de lágrima de fuego, el bosque en el que habito.
Como quisiste tú, el núcleo de la ruina.
Llanto como palabras.
Pantomima de bólido parlante.
tronado ápice invernal,
para tu santa luz…
sobre el miedo.
Virginia Valdominos.
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
La santa rezaba, desnuda, tendida sobre el altar.
El velo de la piedad entre sus piernas
y su rostro ardoroso de pasión
en la mirada.
El cielo escuchaba su voz que clamaba
mientras la tierra quitaba rastrojos,
amparaba sus pies que se quebraban
y bendecía la esbelta profecía
cayendo sobre las gentes.
La poesía me llama pero hoy no iré.
Cruz González Cardeñosa
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Disecciona con escarapelo de plata
el perfil de jueves en cada fruta invernal.
Los gajos del pulgar entre las hebras
abren del papel estampado
la sonrisa del caramelo.
Las manos hacen nido al viento que surca
la escena y los tropezones de escarcha
olvidan el turno de entrada al teatro
donde el aroma
imprime fotocopias de invisible memoria.
Es la hora del te quiero
del salto voluntario sin red sobre el cierzo
azuzando sobre los cristales
la cizalla del almuerzo y el muérdago para soñar.
Un hombre se levanta y hace piedra
su espalda.
Un hombre camina y hace que vuela
su voz.
Carlos Fernández
LA POESÍA ME LLAMA PERO HOY NO IRÉ
Hoy la poesía me llama, pero no iré.
El sol templa la calle donde avarientos cadáveres deambulan
sin saber de su estado, atronados por el fulgor de oropeles;
los niños caminan a la escuela, adelantados por el rumor de
bálsamos;
en los bancos la
vejez se derrumba enmudecida por oídos cerrados a palabras.
Pasa el día en banales esperas y la noche alumbra cráneos
desnudos,
sin ornato que enmascare el rubor de las mejillas que se
esconde,
avergonzado de la insaciable avidez por el espanto.
Lenguaraces mandíbulas cantan las gestas carroñeras de
anónima fragancia
allí donde domina la ingrata necedad del poderoso.
Pilar Rojas