domingo, 29 de mayo de 2011

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 28-05-11


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 74- 28/05/11
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos de Miguel Oscar Menassa

POEMA A MI MADRE

Siempre queda algo por decir:

¡Si supierais

cuánto os he querido!

Una vez más recuerdo tu cuerpo y sus manos,

tu silencio entre palabras siempre necesarias,

tu pan encendiendo mi garganta, tu amor

incansable y tu permiso interminable.

Todo cuanto fue presa del tiempo

se ha eternizado entre tus amados labios.

Ahora las esperanzas se han separado de la espera,

el amor de tu sangre, y la nostalgia ha huido

con la claridad y su crepuscular existencia.

En tiempos en que mi corazón aún te amaba

y me escondía en los pliegues de la cobardía,

todo era juicio bacanal y esclavitud buscada,

después me dije: esta época estéril no me retendrá.

Inexorable y terrible la inquietud me llama al vivir

y el poderoso Destino juega entre nosotros,

ha dejado de burlarse de los mortales,

ha dejado de ser sin nuestro trabajo:

no dejaré que mi voz abandone el relámpago.

AMELIA DÍEZ CUESTA

POEMA A LA MADRE

¿Madre? ¿Acaso no ves que estoy ardiendo

en el fuego del vivir? Aléjate de mí, déjame

besar otros labios, escribir otro poema.

Vísteme de pudor y lejanía, dame un destino.

En el refugio de la burla ha nacido una vez más

su cuerpo, incesante enemigo de las mutilaciones.

Ata mis pasos a su paso y arremete contra

toda condición humana y sus extensos suburbios.

Busco una separación perpetuamente indefinida.

Atada a las palabras que nunca pronunciaré

muto y nazco cada vez que decido vivir,

cada vez que decido morir.

Ella se debate y me bate con sus alas de sueño

cuando la quietud se apiada de mí,

cuando me llama el ayer y el mañana

cuando el silencio sella mis humanos labios.

AMELIA DÍEZ CUESTA



MADRE DADORA

Madre dadora, de tus tectónicos movimientos se desprende la leche de los días,

los dorados centauros habitan tu cintura indomable de amazona.

Amasaste con manos diligentes el pan de la ancha vida,

y en aroma de lilas y naranjas, tu perfume me asombra todavía.

Madre, caricias de tus manos hicieron fronteras de mi cuerpo,

y tu mirada me señaló la dirección del mundo inconocido.

De tu mano pisé el cuerpo de otra madre: la tierra generosa que nos nutre,

la que nos lega los peces y las uvas, como hicieras tú en mi indefensión primera.

Tus dedos, como hormigas laboriosas, tallaron los prismas que alojaron las letras,

y en ellos, mis ojos ávidos aprendieron el arte milenario de descifrar idiomas,

y amé el verbo como antes había amado tu extensa piel americana.

En el columpio del mundo, entre otros hombres y mujeres, me impulsabas,

y así rompí los límites de mi infantil silueta, y amanecí poeta y mujer a la alborada.

Y ahora te canto, madre, con las mismas palabras que aprendiera en tus brazos,

brazos múltiples en los que habitó la humanidad a la que abrías mis curiosos ojos,

en la escala del lenguaje trepé hasta tu rostro en el que el poeta puso la belleza,

y besando tu frente, dije emocionada: suelta la mano, madre, la ancha vida me llama.

Alejandra Menassa

POEMA A MI MADRE

Era preciso venir para otra cosa,

esperar el momento,

mantener el silencio

a pesar del bullicio,

de las malas palabras.

Preciso fue mantenerme escondida

para que no me vieras

y creyeras que estaba.

Cuando hubo el amor

el aire enrarecido

se bañaba en tus lágrimas.

Cruz González Cardeñosa

A MI MADRE

El viento agitó la lluvia para llegar a tu rostro

y con un velo dilapidaste la ilusión de Dios.

Ya nada podía arrebatarte,

así que te maldije por ocultarme la verdad.

¿Qué verdad puede estar contorneada por la nada?

¿qué nada puede ser tan deslumbrante

que nos impulse a seguirla sin alcanzarla nunca,

en la ceguera?

Tú, que con tus manos y tu pecho saciaste mi boca

también me obligaste a comenzar una guerra

sin contrincantes ni destino,

una lucha por aceptar el latir de mi corazón.

Tuve que renunciar a la eternidad que hinchaba

mi vientre vacío

de la semilla fantasmal del que yace contigo.

La voz del mundo me encontraba agazapada

por creerme aún de ti y quererte solo para mi.

He dejado de ser lo que soñabas,

sin embargo sigo siendo de tu placer

lo que crees reflejar de tu cuerpo en mi trabajo.

Porque si algo habita mi alma de soldado

es con la condición de una ausencia

que corre como un río blanco alejándose de ti,

como una caricia exagerada en la que la hostilidad

anhela tu ternura.

Permíteme jugar para que los dados caigan de tu lado,

seguirte solo hasta que este poema

fallezca en el punto.

Susana Lorente Gómez


A MI MADRE (2)

Entre el humo y el hielo escamas de plata:

“mis sardinitas que ricas son,

son de Santurce las traigo yo”.

Blanca nieves, conchita, tu cuento de cenicienta en las sienes

y lobos salvajes que pastan robaron la infancia

de actriz farmacéutica en el zaguán sin Biblia.

Cuando el amigo taconea o palmea el frío municipal,

la señal alerta peligro de bigotes con gorra

buscando con jaez inclinar el fiel de la balanza.

Relincha el llanero solitario al verte llegar a casa

tebeos, onzas de chocolate y un ajedrez

receta de los abuelos.

Con el clavel en la boca el tallo verde se dobla.

queda pintado tu retrato: piel de castañuelas,

pasea en tus brazos cruzados tierna la hogaza,

palabra de honor el escote y de seda un pañuelo bordado

que sus manos de luz, entre barricada, aprendiera.

Carlos Fernández

A MI MADRE

Los pasos de mi madre,

en besados

bordes de cometa,

lamían

elevadas

raíces sin rima.

Inenarrables

giros de eclipse

en lo vivo de la noche,

sin necesidad

de lanzarse

a blancos cubiles.

Jamás se escuchó

el menor roce de vísceras.

Y, se veía

por las mañanas,

un chico

caminando con su madre

acariciando parábolas,

verdes capillas

a la escucha

de misterios,

largamente descifrados

en la relojería celeste.

Jaime Kozak


A MI MADRE

(2)

“Fuimos esa complicidad,

mi primera ceniza, mi tierra última”

Norma Menassa

Madre, en el bullicio de tu mirada

desespere tu nombre en una cloaca.

Un sistema de piedras golpeaba al zar

de tu esperanza. Busque y desterré

la inclinación que enredaba el aire.

Fuegos, ramas de viento, nudos de lengua,

detenían el trampolín primordial.

Madre, mi pliegue de luz,

tu eternidad era un huracán destinado

se desmayaba, terrestre,

y maldecía el compás de tu perfume.

En mi boca, mascara enamorada,

luchaban las melodías.

Palabra hueca,

penetrábamos los gestos de este balazo.

Tu rostro, esparcido en mi cara,

desvelaba los crepúsculos,

el lejano tumulto de nuestra complicidad.

A MI MADRE

(3)

Hoy, Madre, nuestra historia yace

en el bosque de un corazón.

Ni tú, ni yo, relatamos la sonata

que fulmino la corteza de nuestras manos.

Todavía tus ojos se hinchan en el espacio

y a tientas encuentro la puerta del olvido.

Estas aprisionada en una loza del cuarto

como una mujer que desliza sus pájaros

como un ausencia plácida que esparce

el océano y abre la sangre inmóvil,

esa llama de puntillas que pesa sobre mi cuerpo.

Clémence Loonis

POEMA A MI MADRE

Te ofrezco al destino

abierta de par en par a mis pies,

Anhelo en ti las alas de la codicia,

la absurda trayectoria del amor

y sus turbulencias.

Renunciaré a buscarte en las luces del futuro,

o en las formas inauditas del viento

que sacude alforjas en la lejanía.

Filtraciones de ti afluyen tercamente

cada vez que me detengo,

equilibrista de la hecatombe para el consuelo.

Ciño la piel al olvido.

preparo la maleta

y te dejo partir.

Tomo el vuelo de la vida,

para no perder la costumbre.

Magdalena Salamanca

POEMA A LA MADRE

Umbilicales hebras de batientes

entredichos, ahora connivencias;

ahora quereres otros ya posibles.

Ya me alejan de ti con la potencia

de una selva sedienta de sonidos.

Me separan de ti, mi casta madre,

los vientos tempestuosos vespertinos,

y una fruta madura que ya arde.

Ardiente voy, tañendo la cordura,

besando la esperanza, la tersura

insepulta de andar apenas vivo.

Una sombra se siembra en esta altura,

para ofuscar, con tenue luz oscura,

los labios que se acerquen al cautivo.

Kepa Ríos Alday

NUNCA HICE BLANCO

Venía la pandilla de condenados remando por el río.

Batían los remos en el agua aceptando la prueba,

sabiendo que iban a ganar.

La fuerza estaba en ellos mismos,

pulmón de oro y pétalos de rosas en las festividades del agua siempre tironeando hacia su molino.

Ningún rostro delataba la fuerza del efecto de vencer la superficie.

No está aquí, no está aquí, gritaba su repetición de golpes provocadores, lacayos insensatos bordando la escenografía de la condena.

Un peñasco asomando entre las brumas y todo a punto de caer,

todo perdiéndose en círculos que se alejaban hasta que el agua se volvía lacia como cabellos mojados por la lluvia.

Era una cortina de invierno y nubes interponiéndose,

un horizonte nublado en una finitud que se corría con el tiempo de un giro que duraba un día y era imposible encontrar una igualdad entre segundos.

Me tocó una ventana desde la que veía cómo se inclinaba el sur y el norte en una parsimonia disparatada que ordenaba el adentro y el afuera,

el arriba y abajo, y todos los laberintos a punto de licuarse caían en el agua, verdadero mareo de la vida.

Un nombre para recordar lo que éramos nosotros

y manuscritos, memorias, incunables, borrándose y yendo a parar al reino de los inmortales tachados, que sin edades ni academias se hundían sin poder ver la cultura velada ahora por el diluvio de razones no compartidas, cada uno queriendo hacer su crónica, sin precio a su cabeza.

Lástima de búsquedas y registros que se perdían en el humor acuoso

que insuficiente empañaba el cristal de la mira que apuntaba corrida,

como se corren los líquidos del cuerpo

frente a la presión que pide por la vida.

Todo nublándose en el tiempo por el tiempo que empujaba colosos,

otros célebres que deponían su destino de coronas

frente al blanco inalcanzable del disparo desviado por maniobras oxidadas, que nunca se terminan de aprender, perdidas como un sueño olvidado,

pequeño hacedor de un destino equivocado.

Norma Menassa

A MI MADRE - 2

Sé que te fuiste,

pero te busco

en el hueco de mi corazón

cada vez que el olvido

retuerce mi pensamiento.

Salto al muestrario

de las pasiones,

en el preciso instante

en que tus ojos

abandonaron mi mirada

y comenzó algún camino

para mis pies.

Un hálito de gratitud

rasga mi voz

frente a tu recuerdo,

en este paisaje infinito

que me nombra,

cuando escribo.

Carmen Salamanca

A MI MADRE II

Te abrazo en la distancia de esta palabra,

que olvidada,

resuena con el eco de mis pasos, abandonando tu mirada.

Cae la noche.

Mi sueño se tiñe de tristeza,

tus plegarias acompañan mi respiración

y un lágrima, distraída, acaricia esta despedida

y me aleja de tu nombre.

Madre,

abecedario de sombras hechiceras,

tejido cuando apenas me enredaba en los colores,

de la vidrieras que vestían mi mundo.

Soledad Caballero Castro

POEMA A MI MADRE (II)

“Ambiciono un sol que me parta la mirada

en mil direcciones”

Miguel Oscar Menassa

Toco el cielo con las manos

y desde el fondo de tus ojos verdes

veo el porvenir:

Un gran sol y esas mil direcciones

para alcanzar las flores del aire.

Me transformo.

Mudo mi piel.

Acaricio tus pupilas

y vuelvo a mirar al fondo de tus ojos verdes.

Bailo en tus caricias

y nazco como las rosas,

arrebatada en el resplandor.

Mónica López Bordón

POEMA A MI MADRE

Zarpé desde tus brazos para conocer el mundo.

Luz encadenada,

regía mi vida tu sonrisa,

tus largos silencios, tus pocas palabras.

En tus territorios la humana ternura

se disfrazaba de rezos.

El tiempo era eterno

sin futuro.

Pequeña llama incansable

brillo de la noche

ferviente amante de la vida.

Claire Deloupy

POEMA A MI MADRE

Crecí bajo tu sombra, madre,

y aún creo escuchar tu voz

cuando algunas veces

cruzo la calle y olvido

que ya no estás en el lugar

de los nombres que me trae el viento.

Cada vez que escribo una frase,

cada vez que mis labios

prorrumpen en un verso,

eres esa mujer que,

de país en país, de hijo en hijo,

sumaba sus esfuerzos.

Nunca la lluvia fue más lluvia,

ni el dolor más sangriento.

La guerra era la pobreza

que de tarde en tarde

labraba sus miserias

con sus letras de fuego.

Trabajadora del silencio, madre,

me diste sin saberlo algo de dinero

para comprar mi libertad.

Ruy Henríquez

POEMA A MI MADRE 2

Escondido el hondo pozo de la extravagancia,

anhelante de un deseo vagabundo,

fui llenando el tiempo de negruras

viudo de tu presencia.

Ignorante del final, preñado de falsas ilusiones,

ruedo por la vida tras un rumbo nunca hallado,

huellas de una belleza perdida,

cálido aroma de la infancia.

Reina de las noches en vela, llantos del vacío,

tu voz resuena en las paredes rotas del recuerdo,

tibia mujer de pechos dulces,

fuiste el alimento de pasiones para otros destinadas.

Entono consignas inolvidables

avanzo olvidando soledades,

me alejo de lo que nunca pudo ser,

vacío los océanos para fundar mi patria.

Convencido, por fin, de tus deseos,

alzo el vuelo, madre, crezco,

me entrego al mundo, otro de ti,

te hago humana, eres libre.

Helena Trujillo

MADRE

Extiendo mi mano al sur
atravesando el océano
para acariciar tus sienes
y expresarte que te quiero,
porque no hubiera vivido
sin tu savia de almizcle
y tu mirada protectora.

Hoy que declinan tus fuerzas,
que se acercan sigilosos
los heraldos negros,
me resisto al designio mortal
pensando que vivirás en mi recuerdo,
como la que fuiste siempre:
un alma abnegada
un espíritu valiente.

Olga de Lucia

MADRE MIA QUERIDA

Madre mia querida,

por mi corazón,

por el alma que no tuve,

querida por mis ideas,

las que para estar a tu lado,

era preciso renunciar.

querida por el mundo

de los seres humanos,

de las plantas,

de los animales mitológicos

jamás te acercaste

a un animal doméstico.

cotidiana como las hadas

en los cuentos mayores,

rebelde frente a la injusticia,

siempre presente.

no te irás de mi lado

ningún día de mi vida.

desafío a los monstruos

de la muerte

queriendo escribir este poema.

los secretos escondites de tu hogar

forman tu mundo

y estoy siempre a tu lado,

en tus palabras madre,

en el amor de escuchar a los vencidos,

al ciego, a los pobres, a los sabios.

tú madre, tan soberbia,

tan creadora de verdades,

tan infiel

para encontrar el mal.

ningún mundo de abajo conociste

y sin embargo

sabias que algo iba a faltar

en el camino.

haremos juntas madre

todos los jardines

que alivien nuestros ojos,

que serenen la furia de la muerte.

no entrará cuando quiera

sin avisarnos antes de la cita

la esperaremos madre

siempre estaremos juntas.

Lucía Serrano

POEMA A MI MADRE EN SU 63 CUMPLEAÑOS

En la sabia bordada con tristeza

fuiste un diamante enmudecido

de pérgolas de arena

y pájaros de amanecer.

Morirá de azul y de camelia

teñido por tu cuerpo

un frío rubor distinto a ti

en tu mano huérfana.

Tus sueños de papel,

un horizonte quieto en su infinitud.

Hasta tu pan era distinto

al de los muertos.

La brisa de tu aurora, de sol,

en tu rincón te espera

sujetando el párpado del día.

Madre querida,

ni tu figura de amazona

ni las horas alejan tu futuro.

Míralo esperando tu señal de España.

Míralo clavado a dentelladas

a lomos de Dios.

Virginia Valdominos