domingo, 20 de marzo de 2011

TALLER DE POESIA SÁBADOS. 19-03-2011





GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 68- 19/03/11
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa


Todos los dibujos son de Miguel Oscar Menassa



CASI UNA SOLEDAD

No hay vida saciada de sí misma.

Yo entré husmeando el aire con los ojos ciegos

y un grito en la garganta.

No hubo verdad donde en el fondo no crujiese algún pájaro aplastado

ni vendaval que entrase por las bocas a desatar mordazas

ni sueños donde un dios atenúe el cataclismo de mi vida, casi vida.

Todas las contraseñas fueron malogradas

y se perdió el instante justo del encuentro.

Un pájaro nocturno volvía cada tanto con una caricia inolvidable

a espiar entre mis intersticios la idea de Absoluto,

y todo era una mentira sin belleza, todo bondad, breve temblor de espanto, casi nada.

Pensativa quedé sentada en una mesa donde panes y peces no sobraban

y la sangre corría por toneles allá, más lejos,

donde el alboroto no llegaba a conspirar matanzas,

donde el perdón sentado en el patíbulo distribuía clavos y martillos

y la cruz vuelta señal, volvía al árbol imposible,

nunca una mesa, o leño,

sólo una fatiga interminable que propuso volviesen a la tierra el miedo y la sanción,

sin lluvias para la semilla, sin inquietud, sólo una arena abandonada, casi muerte.

Tu mano me buscó, besé tus labios con frescores de manzanas

y puse la locura en mi mirada creyendo en los amaneceres verdes

donde el corazón de la selva traía la historia natural,

tan natural que creí digerir festines de promesas,

drogas de eternidad, aboliendo las patrullas del tiempo que venían por mí

portando un fanatismo, el de un adiós que desampara al hombre.

Un paso de comedia más,

un cuerpo no reconocido,

un giro de cabeza buscando una pared donde crepite lo que no puede ser escrito,

un juego de tramposos que no termina mano a mano,

feroz ritual de una conquista que tiene un porvenir con una idea fija,

una fiesta de ausencias, casi una soledad.

Norma Menassa

POEMA DE AMOR EN TIEMPOS DE GUERRA

Caen los amos del ayer amor

ejerciendo titánica lucha su odio

sobre las portadas diarias de papel impreso,

en imágenes cuadriculadas de ideología

y ondas magnético telúricas de un plasma gelatinoso

invaden la costa.

No son barcos de guerra, son petroleros

-presencia armada-

que cabalga océanos en la ruta del opio,

elevando la salvación a: categoría mestiza de pueblo negro

y su inflamante gas exportable

a países vecinos que venderán

el derecho a la autodeterminación.

Amor, amor mío, amor mío

si detienen la música, sea tu voz la que americe sobre

los planos secretos del enemigo y susurrando nos cante

no, no, no, otra vez miles y miles de muertes, no!!!

No nos moverán de esta tierra,

excéntrico planeta y cuna

de sabiduría, templanza y alegría grupal

donde los besos van y vienen

y los poemas de amor en tiempo de guerra también.

Carlos Fernández

NO HAY DESAMOR QUE ALIENTE MI ESPERANZA

Hoy cuelga de tu mano el mundo, la fruta madura

y te asomas dejándome el columpio de los años

avocado al vaivén de solsticios donde la luz,

relámpago furioso, escamotea extravíos.

Alumbrada por ascuas, rescoldos silenciosos de tus huellas

vago en periplos estériles y efímeros.

¿Qué rumor invadió nuestros inventos?

La saeta arrancada del costado abolió el dolor

de la cancela rota en añicos de vacío.

No hay desamor que aliente mi esperanza

cuando el rastrojo germina de colores,

no hay sombra alrededor del viento,

solo un anuncio de renacer primavera del aire

donde acuno siembras de sílabas robadas a la nieve.

Lejos, en la llanura, donde habita la estirpe que conoce derrota,

sentada en el rugir de las palabras

sostengo con mis hombros el leve aliento de mi cuerpo.


Pilar Rojas

CASI LA SOLEDAD

“¡Qué frío hace en el callejón sin salida donde te conocí!”

Desnos

¿Quién puso ese grito en el cielo sin mar?

Océanos, confines, palabras aturdidas por el viento.

¿Quién clavó en el cielo esa espina

ese silencioso tormento

ese exilio?

Pasan como cohetes disfrazados los días

ponen bajo tu pluma

versos arrancados a las horas.

Por las arenas un grito sin rostro.

Amordazado se marchita un destino.

En la orilla anda de puntillas la vida

va bordando letras al porvenir.

El mundo se tambalea,

late, se estremece como un corazón cansado.

Mañana, el alba reflejará en el estanque la misma luna.

Mas una vida giró la página

se deslizó en el agua

cayó, sin voz, en el olvido.

Otras

tomarán la palabra.

Claire Deloupy

A MI PADRE.

19 Marzo 2011. Día del padre.

Hoy caminaba por la calle,
surcando las aceras madrileñas,
y una idea redonda, dirigía mis pasos.
Hoy era el día de rendirte homenaje,
el día en que los hijos
extienden las palabras para tocar tu nombre:
amado padre.
Entonces, tuve una visión extraña,
en medio de la tibieza del sol que Marzo
nos regala, señorial, vino hacia mí su silueta
recortada por los rayos sobre el celeste paño
de un horizonte apenas vislumbrado.

El abrigo, como un manto de armiño

sobre los anchos hombros, se despegaba del cuerpo
como alas extendidas,

en el cuello un pañuelo índigo y grana,
con su nudo en un lado y las puntas al viento,
había un mar de gente robándole
a la primavera sus primeros calores,
pero sólo su imagen ha herido mi retina,
dudé por un momento ¿es alucinación o es real presencia?
pero no, el paso era su paso, firme,
pantera ciudadana,
y esos cabellos de argéntica seda eran sus cabellos,
las manos en los bolsillos,
la marcha ligera y decidida.

Era mi padre
su imagen tan cercana.
Y entonces entendí:

Si hay alguien grande junto a uno,
si hay alguien que nos mira crecer desde su plinto,
entonces, adelante, nos espera el celeste paño
de un horizonte apenas vislumbrado,
para prender en él la estrella de nuestro propio nombre.

Alejandra Menassa.

CASI LA SOLEDAD

Llegué apurando los silencios, la última esperanza.

Mi nombre me esperaba dándome la bienvenida

en un mundo poblado de masculinas presencias,

fui la bomba que no llegó a estallar,

la amenaza perpetua de la revolución.

Al borde de la caída, la vida fue llenándose

de otros sentidos, trazando nuevas distancias

que transformaron el horizonte original.

Fui letra y papel, esquirla que no cumplió lo esperado,

lo superó.

Desahuciada, huérfana de sangre,

vagué noches enteras entre sueños,

viajera incansable de la palabra

desperté a la vida.

Helena Trujillo

AÚN EXISTE EL AMOR

La brisa pasa por la música

y lleva el polen a donde

se anudan los hombres.

La mecánica del amor

fragmenta la cosecha y

mientras desfila el vapor

junto al río

un nombre primero

queda callado.

Clémence Loonis


CASI LA SOLEDAD

Llegué sobre limos

donde la novedad

padecía de imperfectas raíces

y atávica sordera.

Afiebrada en mis orígenes,

crecí entre carruajes

y remotas expectativas,

voces de lejanos cantos

e imponderables consecuencias

cosidas a mi carne

de extremo contrincante.

Llegué casi a contramano,

vadeando niveles sin frontera

y dunas de cartón amarillo,

mientras la conquista trastabillaba

por errores de dicción.

Entre gigantes de la dramaturgia,

sobreviví a todo esfuerzo

y decidí permanecer en tu voz

rozando casi la soledad.

Carmen Salamanca

CASI LA SOLEDAD

“Aquí me tienes con los ojos desnudos

ignorando las piedras que lastiman

ignorando la misma suavidad de la muerte”

Vicente Aleixandre

Me enredo en tu mirada contenida

y nada altera nuestra encrucijada,

la sombra y la luz

bebiendo de los labios.

Las alas del pájaro no impiden el vuelo,

se retiran con suavidad,

en la tibieza de su piel escribo esta muerte,

vida fugaz llevándome del mar al cielo

sin detenerme. Sonrío.

Me arrebata la eternidad.

Casi la soledad

tocando tantos ojos desnudos….

Mónica López Bordón

A GONZÁLEZ TUÑÓN, POETA.

Canta a los marineros y los puertos
son testigos de encuentros y despedidas,
nostálgicas de amores perdidos
en la bruma de un húmedo Buenos Aires
y la sonrisa húmeda de aquella adolescente.

Trotamundos carnavalescos
y esa manera tan suya
de recurrir a las enumeraciones,
de reiterar palabras
para alcanzar en el verso la cadencia
y escapar por la imagen poética
eclosionando el sentido en mil fragmentos.

Sin pensarlo nos llega al corazón,
a los sentidos.

Su poesía tan cerca de la sangre,
tan ávida de libertad y de justicia

Pan para el pueblo, reivindicación
de la prostituta
saber trasnochado en la intemperie del alma.

Olga de Lucia

POEMA DE AMOR. CASI LA SOLEDAD.

Impertinente soledad que abrasas las horas

descompón tu vientre

ante el irreverente acuerdo del amor.

¿No ves que los escollos de tu legado

paralizan la vida que se va?

¿Acaso ha de ser bitácora la inmortal sacudida de tu aroma?

Hay entre las aguas, restos de tu fortaleza,

emblemáticos pedazos de ti asidos a las turbulencias

que cuelgan tu cuerpo del horizonte.

Allí, donde la existencia se vuelve insistente,

donde los párpados pesan los silencios de tu nombre,

o las eclipsadas glándulas del sabor rezuman tu textura,

allí como insaciable amante de madrugada

tiendes al sol, la edad de este amor eterno.

Magdalena Salamanca

ESTE NUEVO MUNDO

Vivir,

alocado deseo del ideal

en las tinieblas de cada sueño roto

por el encuentro.

Dentro de mí, ya no eras tú.

Tu mirada transfigurada en letra

era el símbolo que atravesaba

nuestros cuerpos de sexo

sometido a los designios del hambre.

Notas perversas y rotas

hacia la historia de la humanidad

en la huella ciega

de esta articulación imposible:

Soportar tu goce partido,

ser bicéfalo caminando desviado

por la escritura del fruto prohibido

con el que Dios perfuma la boca del diablo.

Rostro bello y angelical,

la perfección del infierno

que hiela la llama,

y el alarido de una madre

que pare los designios del pecado.

Estaba allí,

junto a la lejanía de la sinrazón moral

de la mortalidad.

Susana Lorente Gómez

POEMA DE AMOR

Y fuimos dos en la ambición de ser uno,

pero aún hubo de venir otro a ensombrecerlo todo,

para darle a la luz los matices de la duda.

No conocíamos el amor

aunque estuviéramos amándonos,

desde la mañana hasta la noche,

cuajados de sonámbulos abrazos,

martillando nuestros pechos

los sonidos del letargo.

Sórdidos sus pasos resonaron en la noche.

Un oscuro temblor, un agónico presagio,

una angustia de animal acorralado,

tímido primate lejos del árbol,

me apartó de tu lado,

me dio caza, me dio un nombre,

puso un verso en mis labios

y me entregó el mundo para habitarlo.

Ruy Henríquez

Poema de Amor Número Dos

"Separar apropiadamente el sexo del dinero
debe ser tarea tan fuerte como separar la palabra amor del número dos" Miguel O. Menassa

Dos ojos diamantes son elegidos:
Ambos miran por ambos, covalentes,
en idénticas dosis compartidos.
Dos manos, que son mismas, se confunden

estrechadas, ambidiestras a la vez,
las palmas coincidentes y contiguas
como caras de Moebius sin envés.
Llega un dueto de gotas de agua

simultáneas, notas enarmónicas,
onda y corpúsculo, luces duales...
Uno del otro perfectas réplicas,

dobles, simétricas desigualdades.
Esta pareja de dígitos pares
se adosa en besos de amor bilabiales.


Kepa Ríos Alday



POEMA DE AMOR I

Si la nada atraviesa la mirada,

Si los versos de tu sexo, trémulo como la muerte

encuentran el verano en las rosas por bandera.

Si los niños en jaulas trinan tiernamente la soledad deglutida por el polvo.

Fausto hablará de ello en carteles sin nombre y sin orejas.

Señor del resplandor pegado al muro del ayer.

Una gota de frio recorre mi espalda hasta el último destino.

Un desvío en las trenzas del padre y de la madre.

Un rastro de estrellas en el vertiginoso filo del amor

me dolían clavé los dientes en la pared del general.

Até los pies al muelle de los sueños.

Y la ilusión al extraño capricho de mujer.

Sexo de amapola por todos los rincones

buscando al pájaro del rencor en la botella teñida de botella.

Treinta años de miradas en los vecinos

algunos niños paridos por los pies

humo de caderas y chillidos acres.

Virginia Valdominos


CASI LA SOLEDAD

La soledad que a veces sentía

siempre era la misma,

los mismos tonos,

las mismas melodías,

aquella noche interminable,

el día que oscureció sus luces

de tanta soledad.

Esa cara acongojada frente al espejo,

como sí él fuese

pálido y hasta gris,

y atrapara lágrimas

para robar lo sagrado,

encaprichado por ser cruel

y avaro,

y explotar por los aires

en mil pedazos.

Esos días eran lentas

vanidades de la soledad

llamando a una puerta

que nadie abriría.

A lo lejos el horizonte

no tenía ninguna imagen,

ningún nombre,

todo el arrepentimiento del mundo

cabía entre mis horas.

Se iba adormeciendo

también el corazón,

casi la soledad,

y después la llanura opacada

por las tinieblas de la noche

o el resplandor de las mañanas.

Tenía que detener los pasos

para saber que todo lo viviente

me pertenecía

aunque yo creyera

que nada era mío.

Pareciera seguirme

una sombra sin ruta,

ni planes,

sólo mentiras.

Al volver triste

escribía sin reposo

y los hilos del cerebro

que yo misma había construído,

eran finísimas lonjas de oro

en las que una vida

que me pertenecía

me llamaba a mí con mi nombre

y después del destello

todo dejaba de doler.

Ahora recorro coronada

de blancas amapolas,

los costados de este mío jardín

que conozco hace años

y la niña asustada olvida.
Lucía Serrano